—¡Daniel, apresurate! Ya todos nos esperan en el aeropuerto y tu aun no estas listo. —Le dice Adriana con desespero a su novio, mientras intenta comunicarse con Eva, que ya está con Blanca y su padre Isaías, a la espera de que ellos lleguen.—Solo un momento. Debo firmar unos papeles. Adelantate y ya te alcanzo. —Le dice Daniel que toma un bolígrafo y simula revisar algunos documentos.—Está bien, pero por favor no te demores. —Le pide la mujer ya bastante ofuscada, y Daniel asiente, y se concentra en los documentos hasta que sale su novia, y por fin puede buscar entre los cajones de su oficina, algo que ha preparado desde hace un par de días, y que cree que el viaje a Islandia es el momento perfecto para darselo a Adriana.—¿Dónde está? Estoy seguro de que lo deje por aquí. —Dice y finalmente encuentra una pequeña caja que abre, observando con orgullo el anillo que compró, pues planea aprovecharse un poco de la sorpresa de Ares, para proponerle matrimonio a Adriana.***Aurora, qué i
Aurora, no duda en ir en busca de Esteban, apenas Ares se va a su oficina. —¿Tienes un minuto? —Le pregunta al bajar al taller y verlo trabajar. —¿No ves qué estoy ocupado? — Le dice de mala gana. —¿Ocupado para darme la cara, pero no para llamar a Simón? —Se le pone enfrente de brazos cruzados. —Si tú te reúnes o no con tu ex no es mi problema. No me acuses de cosas que haces a escondidas de tu esposo. —No tengo que acusarte. Tú mismo me acabas de dar la razón. ¿Cómo sabías que era mi ex? —¿Qué quieres? ¿Que vaya ya hablé con Ares y le diga que yo llame a Simón para salvarte? —¡Wao! Pero qué perspicacia, ya incluso das por hecho de qué Ares está enojado. Pues lamento decepcionarte porque no es así. — se le acerca de la mujer y esta vez habla en un tono más bajo para que los demás no escuchen. —Ares confía en mí, por lo tanto, tu intento bajo y desesperado de hacerme quedar mal frente a él no te funcionó. —No sé de qué hablas. Estás desvariando —A mí me parece que
—¿A dónde me llevas? —Le pregunta su esposa, apenas le abre la puerta del auto. —Al inicio… —¿Al inicio? —Espera y verás… —Le dice, y arranca el auto, que diez minutos después detiene, en un semáforo junto a una parada de autobús. —Recuerdo que para llegar aquí, antes me tardaba una eternidad, pero desde nuestra casa el trayecto es mucho más corto. —¿Qué hacemos aquí? —Pregunta y Ares de baja, para abrirle la puerta. —No lo recuerdas? —Le tiende la mano y la ayuda a salir. —¿Recordar qué? —Señala la parada de bus. —Aquí te vi por primera vez cuando regresaste del convento. Recuerdo que me había detenido por el semáforo, y empecé a ver la hora, desesperado hasta que se me ocurrió mirar a un lado, y me olvide por completo de la prisa que tenía, cuando te vi aquí. —Toma asiento. —Recuerdo que pensé: está vestida con una túnica extraña. —Suelta una risita. —Pero no dejaba de mirar tu largo cabello y tu rostro angelical. ¡Parece un ángel! Dije en voz alta, completame
#NOTA: Querid@s lector@s, como siempre quiero agradecerles por animarse a leer mis libros. En esta ocasión a mi mente ha venido una historia, romántica, llena de drama, que espero sea de su agrado. Espero, puedan disfrutarla, tanto como yo escribirla. Tengo muchas expectativas con esta historia, y espero, si se animan a leerla, me tengan paciencia, pues es la primera vez, que me arriesgo a escribir algo narrado en tercera persona. Desde “Ni contigo, ni sin ti”, me he esforzado para que mi escritura mejore. No está de más, aclararles que lo que aquí está escrito es producto de mi imaginación, es por eso que algunas cosas no van a concordar con la realidad. Nuevamente gracias, y un fuerte abrazo. *** De rodillas, frente a su novia, Vanesa, está el gran Ares Walton, futuro heredero del emporio de autos Walton’s car.Emocionado, nervioso y feliz, de poder pedirle al amor de su vida, que se case con él. Ares, a pesar de ser, altivo y prepotente, haría lo que fuera por esa mujer, que d
Ares conduce a casa de su madre, después de dejar a Vanesa a unas calles del bar donde trabaja.Bar, que él sin conocer detestaba, incluso más que el barrio donde ella vivía, pues no era que despreciara a las personas de menor estatus, como lo hacía su madre, sino que le atormentaba ver que la mujer que tanto amaba.Según ella misma, luchaba a diario con borrachos, y debía cuidarse de los peligros del lugar donde vivía; además, no imaginaba las penurias que tenía que pasar Vanesa, pues jamás había querido invitarlo a su casa, ya que le daba pena, mostrarle su miserable vida. Ares ya le había ofrecido comprarle un apartamento, pero ella siempre lo rechazaba alegando que no quería aprovecharse de él, aunque no dudaba en aceptarle dinero. La realidad era que Vanesa, no aceptaba el apartamento, y no había invitado a Ares a su casa, ni lo invitaría, porque no podía permitir que él descubriera que estaba casada. Conocía a los dos, y antes de matarse mutuamente, primero acabarían con ella
—Quiero que sepas, que no me importa lo que diga tu padre. Tomarás los hábitos, contra viento y marea. No se para qué regresaste, si al final vas a ser monja, debiste quedarte en el convento de por vida. —Le dice Eloísa a Aurora, mientras espera que su esposo esté de vuelta a la mesa, y Aurora, sin poder refutar o decir nada, simplemente asiente, para evitar que su madrastra sufra un disgusto, que podría resultar muy perjudicial para ella, quien lo único que deseaba era que a su regreso, todo estuviera bien. Preocupado e inseguro de las palabras de Jazmine, Isaías regresa a la mesa, donde todas, menos Aurora, parecen expectantes. —Papá, ¿qué te ha dicho la señora Jazmine?, ¿acaso te ha hablado de mí? —Le pregunta Adriana, muy inquieta, pensado que tal vez, Ares, por la imprudencia de llamarlo anoche, le pidió a su madre que la despidiera. —¡Sí! —Se limita a responder de manera cortante, Isaías, mientras piensa en las palabras correctas para preguntarle a Adriana, sobre la
—¿Qué acabas de decir mamá? —Le pregunta Ares a su madre, quien considera no está bien al querer casarlo con la torpe de Adriana. —¡Lo que escuchaste! Adriana es la mujer que he escogido para que sea tu esposa. —¡Esto es ridículo! ¡Ridículo! —Refuta una y otra vez, ofuscado. —¿Ridículo por qué?… Te dije que te conseguiría una esposa, y lo hice. Adriana pertenece a una de las familias con mayor historia y dinastía de este país. —Pero si tu misma lo acabas de decir… Ella no es la legítima Hermswort. En caso dado con quien debería casarme sería con la bola de trapos que está a su lado… —Ares señala a Aurora, y esta se asusta de inmediato. —¡Ella no puede!, es una novicia, y pronto se convertirá en monja. —Interviene de inmediato, Adriana, a pesar del desprecio que acaba de recibir de parte de Ares, insinuando que no lleva el apellido Hermswort. Ares se acerca a Adriana, observándola fríamente. —Pues mil veces, prefiero casarme con ella, antes que contigo. —¿Por qué me menospr
De pronto suena el teléfono de Ares, y al ver que es Vanesa, se aleja de inmediato de Aurora, y ella aprovecha para salir… Nerviosa, y sudorosa, se va a casa sin siquiera despedirse de su hermana, pues lo único que quiere es huir de ese lugar. No entendía por qué ese hombre se burlaba de ella de aquella manera, pero la ponía muy nerviosa, y por su mente habían cruzado tantos pensamientos inequívocos, e inaceptables para una novicia, como el de poder ser realmente su esposa, lo que le hacía sentir que traicionaba a su hermana. Al llegar a casa, sube de inmediato a su habitación, pero su madrastra se da cuenta de su llegada, y va a su encuentro. —¿Qué pasa?, ¿por qué has llegado sin saludar?, ¿y Adriana?, ¿todo ha ido bien? —La inunda de preguntas Eloise, al irrumpir en su habitación. —¿Eh? ¡Madre! —Se asusta la joven —¿Qué tienes?, ¿por qué estás tan nerviosa? —Se acerca sigilosamente a su hijastra, mirándola con los ojos entrecerrados, presintiendo que algo malo ha pasado, y n