CAPÍTULO 79

—¿A dónde me llevas? —Le pregunta su esposa, apenas le abre la puerta del auto.

—Al inicio…

—¿Al inicio?

—Espera y verás… —Le dice, y arranca el auto, que diez minutos después detiene, en un semáforo junto a una parada de autobús.

—Recuerdo que para llegar aquí, antes me tardaba una eternidad, pero desde nuestra casa el trayecto es mucho más corto.

—¿Qué hacemos aquí? —Pregunta y Ares de baja, para abrirle la puerta.

—No lo recuerdas? —Le tiende la mano y la ayuda a salir.

—¿Recordar qué? —Señala la parada de bus.

—Aquí te vi por primera vez cuando regresaste del convento. Recuerdo que me había detenido por el semáforo, y empecé a ver la hora, desesperado hasta que se me ocurrió mirar a un lado, y me olvide por completo de la prisa que tenía, cuando te vi aquí. —Toma asiento.

—Recuerdo que pensé: está vestida con una túnica extraña. —Suelta una risita. —Pero no dejaba de mirar tu largo cabello y tu rostro angelical. ¡Parece un ángel! Dije en voz alta, completame
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