Esa noche, Adriana no hizo más que llorar desconsolada, sola en su habitación. Tenía rabia consigo misma, y con la vida que le tocó. Rabia por sentir un amor no correspondido, rabia por tener que ser la hija de una madre ambiciosa y sin sentimientos, rabia por qué aunque quisiera rebelarse y luchar por ser la esposa de Ares, jamás podría ir en contra de los deseos de su padre, y menos culpar a su hermana. Ella sabía que debía llorar en silencio, y mostrarse tranquila ante los demás, pues ya suficiente tenía la pobre Aurora con tener que casarse con alguien a quien le tenía miedo. … Al día siguiente, muy temprano en la mañana. Aurora escribe una carta, dirigida a la madre superiora, indicando, que rechaza los hábitos, y que declina su interés de convertirse en monja. Sale y la pone en el buzón, y regresa a la casa pensativa, de lo que de ahora en adelante será su nueva vida. —¿Qué haces ahí de pie tan pensativa? —Le pregunta Adriana, quien al salir de la habitación, para d
Completamente desconcertado, por la mujer que acaba de ver, Ares se encierra en su oficina, y se toma unos minutos, para pensar, ¿por qué salió huyendo como si fuera un cobarde? Él era Ares Walton, y jamás en sus años de vida, había actuado tan ridículamente. Sin embargo, no podía evitar estar aterrado, al saber que esa chica de la parada de autobús, era real. Lo que jamás imaginó, es que sería su prometida. —¿Pero qué me pasa? No puedo actuar como un tonto. No puedo sentirme intimidado por una simple mujer. Ella es quien debe sentirse intimidada por mí. Sale nuevamente hacia la oficina de su madre, dispuesto a enfrentar a esa chica, que no era más que un juguete que serviría de distracción para su madre, mientras él se quedaba con la mujer que en realidad amaba, Vanesa. Decidido a demostrar quien manda. Entra nuevamente sin ser anunciado a la oficina de su madre, y observa como la mujer se despide de su progenitora. —¡Has vuelto! —Comenta Jazmine, que lo observa con
Muy pensativa está Vanesa, caminando de un lado a otro, viendo sobre el lavamanos la caja con la prueba de embarazo, que acaba de comprar al darse cuenta de que aún no ha llegado su periodo, y la cual no está muy segura de hacerse, pues si confirma sus sospechas, ¿de quién es ese bebé? Por fin se arma de valor, y se realiza la prueba en orina, que sin demora, muestra dos líneas rojas, confirmando un embarazo, que termina por no sorprenderla tanto como ella esperaba, pues un retraso de más de 20 días, no era algo que le pasara muy seguido. Asustada, intentaba recordar cuál era la fecha de su última menstruación, y así deducir cuál era el padre del niño que llevaba en su vientre. Sin embargo, sus cuentas no eran seguras, así que decidió hacerse una ecografía vaginal, que pudiera darle las semanas exactas de embarazo. Luego de salir del ginecólogo, se sintió, aún más asustada, tenía apenas 9 semanas, y con esos datos la certeza de que ese niño podía ser de cualquiera de los do
De pronto, se abren las puertas del ascensor y aparece Ares, quien se acerca al ver a las mujeres tan nerviosas. —¿Qué hacen allí? —Pregunta y Adriana temerosa, se queda sin habla, mientras que Aurora, como puede señala en dirección a Vanesa. —L-la la señorita Vanesa… —Balbucea y Ares se asoma, viendo a su amada que está tirada al final de las escaleras y corre despavorido hacia ella. —¿Qué paso?, ¿qué le hicieron?, ¡Auxilio!, ¡Vanesa! —Yo… Yo… —Tartamudea Adriana muy nerviosa sin poder explicar que lo que pasó fue sin intención. —¿Quién le hizo esto? Vanesa empieza a reaccionar… —Amor… Nuestro bebé… —Está adolorida, pero eso no le impide que use su inteligencia. Esa caída era la excusa perfecta para justificar la pérdida del bebé, y de paso vengarse de Aurora, que sentía era una amenaza. Pues no era tan fácil de manejar como ella creía, y un regalo tan costoso de parte de Ares a una mujer que decía no importarle, no era buena señal. —¿Qué paso?
De camino a la clínica, va Jazmine, después de llamar a Ares y enterarse de lo sucedido con Vanesa. Apenas va en el auto, llama a su secretario personal, y le pide que contrate al mejor investigador del país y que se encargue de averiguar todo lo que pueda el día de hoy sobre Vanesa Ramírez, la mujer con la que anda su hijo, pues Jazmine es una mujer muy astuta, y le parece muy extraño que justo a unos días antes de realizar la prueba de paternidad, Vanesa pierda al bebé accidentalmente. Para Jazmine, había algo que la hacía desconfiar, y era momento de averiguar de una vez por todas, que era, y así resolver todas sus dudas. Al llegar ve a Ares bastante desencajado en la sala de espera de la urgencia del hospital. No puede evitar sentir algo de vergüenza y pena, por quién es su único hijo y el futuro heredero de Walton's Car. Se sienta a su lado, y no dice una sola palabra, intentando
—¿Estás seguro de lo que estás diciendo? Por qué con una información recolectada en tan poco tiempo, no creo que sea de fuentes verificadas. —¡Lo es! El investigador que contraté es el mejor, y lo primero que hizo fue buscar antecedentes judiciales y penales. Allí descubrió que la señora Vanesa de Grint ha estado dos veces en la cárcel, por cómplice de robo. —Josué, explícate mejor. Primero me dices que está casada y ahora ¿qué ha estado en la cárcel acusada de robo? —Si señora. Ella está casada desde hace 7 años, con el señor Joseph Grint, quién es un ladrón muy peligroso. —Y si es tan peligroso, ¿por qué está suelto? —Jamás se le ha podido comprobar nada. —Josué, necesito que llames al investigador y que corrobore toda la información que me has dado. No quiero equivocaciones. —¡Si señora! —Jazmine cuelga el teléfono, completamente fuera de sí. Observando a la mujer que dormía plácidamente en la mejor sala VIP del hospital que estaba siendo pagada por su hijo, los h
Muy enojado, Ares sale de la sala de seguridad y se dirige a su oficina. Debe pensar con cabeza fría que hacer. No podía creer como una persona que hasta hace una semana se convertiría en monja para servir a Dios, pudo haber hecho semejante atrocidad. Rápidamente, entra a su oficina, sin siquiera saludar a Lina, que lo llama varias veces para entregarle la pequeña caja que le dejó Aurora. La chica ve a su jefe enojado, y sabe que no debería molestarlo, pero su curiosidad la incitó a abrir la caja y al darse cuenta de la costosa joya no le parece prudente quedarse con ella por más tiempo. Toca a la puerta con algo de miedo. —¡Largo! ¡No quiero que me molesten! —Grita desde afuera Ares, que le hace cuestionarse a Lina si seguir insistiendo o no, pero prefiere aguantar el regaño a tener que seguir responsabilizándose de una joya tan costosa. Abre la puerta, y sin pasar asoma su cabeza y le habla desde allí. —Señor... —¡Te dije que no quiero que me moleste
Aurora regresa a casa bastante preocupada de lo que será su vida de ahora en adelante. Apenas cruza la puerta, Adriana la abraza con desespero. —Hermana, ¿estás bien? Papá dijo que te fuiste con Ares, ¿te ha hecho algo? —¿Por qué le haría algo? —Interviene con preocupación Isaías que aparece de la nada. —¡Por nada, papá! Adriana se refiere a la boda, si ya ha tenido algún acercamiento conmigo como pareja y eso… —Miente Aurora pidiéndole perdón a Dios por qué jamás imaginó que tendría que mentirle tanto a su padre, pero todo fuera por protegerlo. —¡Mmm! —La mira con los ojos entrecerrados, no muy convencido. —¿Segura? —Sí. Tan segura que precisamente hoy me invitó a salir, para conocerme, y hablar acerca de nuestro compromiso, decidiendo que ya no deberíamos esperar más, y por eso nos casaremos pasado mañana. —¿¡Qué!? —Exclama Adriana, sorprendida y a la vez horrorizada. —¿Acaso estás loca? —Le pregunta segura de que Ares no es un hom