—¿Estás seguro de lo que estás diciendo? Por qué con una información recolectada en tan poco tiempo, no creo que sea de fuentes verificadas. —¡Lo es! El investigador que contraté es el mejor, y lo primero que hizo fue buscar antecedentes judiciales y penales. Allí descubrió que la señora Vanesa de Grint ha estado dos veces en la cárcel, por cómplice de robo. —Josué, explícate mejor. Primero me dices que está casada y ahora ¿qué ha estado en la cárcel acusada de robo? —Si señora. Ella está casada desde hace 7 años, con el señor Joseph Grint, quién es un ladrón muy peligroso. —Y si es tan peligroso, ¿por qué está suelto? —Jamás se le ha podido comprobar nada. —Josué, necesito que llames al investigador y que corrobore toda la información que me has dado. No quiero equivocaciones. —¡Si señora! —Jazmine cuelga el teléfono, completamente fuera de sí. Observando a la mujer que dormía plácidamente en la mejor sala VIP del hospital que estaba siendo pagada por su hijo, los h
Muy enojado, Ares sale de la sala de seguridad y se dirige a su oficina. Debe pensar con cabeza fría que hacer. No podía creer como una persona que hasta hace una semana se convertiría en monja para servir a Dios, pudo haber hecho semejante atrocidad. Rápidamente, entra a su oficina, sin siquiera saludar a Lina, que lo llama varias veces para entregarle la pequeña caja que le dejó Aurora. La chica ve a su jefe enojado, y sabe que no debería molestarlo, pero su curiosidad la incitó a abrir la caja y al darse cuenta de la costosa joya no le parece prudente quedarse con ella por más tiempo. Toca a la puerta con algo de miedo. —¡Largo! ¡No quiero que me molesten! —Grita desde afuera Ares, que le hace cuestionarse a Lina si seguir insistiendo o no, pero prefiere aguantar el regaño a tener que seguir responsabilizándose de una joya tan costosa. Abre la puerta, y sin pasar asoma su cabeza y le habla desde allí. —Señor... —¡Te dije que no quiero que me moleste
Aurora regresa a casa bastante preocupada de lo que será su vida de ahora en adelante. Apenas cruza la puerta, Adriana la abraza con desespero. —Hermana, ¿estás bien? Papá dijo que te fuiste con Ares, ¿te ha hecho algo? —¿Por qué le haría algo? —Interviene con preocupación Isaías que aparece de la nada. —¡Por nada, papá! Adriana se refiere a la boda, si ya ha tenido algún acercamiento conmigo como pareja y eso… —Miente Aurora pidiéndole perdón a Dios por qué jamás imaginó que tendría que mentirle tanto a su padre, pero todo fuera por protegerlo. —¡Mmm! —La mira con los ojos entrecerrados, no muy convencido. —¿Segura? —Sí. Tan segura que precisamente hoy me invitó a salir, para conocerme, y hablar acerca de nuestro compromiso, decidiendo que ya no deberíamos esperar más, y por eso nos casaremos pasado mañana. —¿¡Qué!? —Exclama Adriana, sorprendida y a la vez horrorizada. —¿Acaso estás loca? —Le pregunta segura de que Ares no es un hom
Sin poder encontrar mayor información por su cuenta, y sintiéndose un idiota usado por Vanesa, empieza a creer que es verdad lo que le dijo. Sin embargo, no podía creerlo del todo, pues algo de amor debía sentir por él. No todo podía ser falso, aunque eso implicaría jamás perdonarla por lo que le hizo. Había tomado una decisión, se vengaría de las mujeres de su vida. Aquella quien consideraba el amor de su vida y sin reparo lo dejó, y aquella con la que se casaría y era la culpable de la muerte de su hijo. Ella, más que nadie, no merecía su perdón. Al llegar a casa de su madre, encuentra a todos a la mesa, listos para empezar a comer. —¡Estás aquí! Pensé que no vendrías… Me alegra saber que aún tengo algo de autoridad en tu vida. —Le dice Jazmine delante de todos dedicándole una mirada de frialdad. —No he venido para jugar a la familia feliz madre. Simplemente, vine a hablar con Oliver acerca de la sede de Inglaterra y su nuevo empleo. Oliver, quien lo saluda sonriente,
—¡¡¡Ares!!! —Exclama Aurora, aterrada al verlo, y él la observa de pies a cabeza. —¿Se puede saber por qué has llegado hasta ahora? —Le reclama Jazmine. —¿Y tú por qué no contestabas el maldito teléfono? —Le reclama a Josué que se disculpa de inmediato. —Lo siento señora, un embotellamiento fue el culpable de nuestro retraso y por la premura de ayudar al señor Ares, olvidé cargar mi teléfono. —Bueno, lo importante es que ya estoy aquí… —Dice Ares con una expresión indescifrable, para todos los presentes, centrado en la hermosa mujer que tiene al frente, peleando consigo mismo por estar tan asombrado de su belleza, pues era innegable que aunque no tenía nada de maquillaje, vestida de novia parecía la mismísima diosa Afrodita. Suelta a Aurora, de forma tosca, y de inmediato se arrepiente de haber pensado tantas tonterías. La joven no sabe qué hacer, y se queda inmóvil Jazmine, se acerca y le quita el velo de la mano, para colocárselo nuevamente. —No debemos perder más tiem
En el aeropuerto, Ares y Aurora esperan en la sala VIP para abordar el avión. Ares habla por teléfono con Lina, aunque ya es muy tarde, encargándole que ayude a Oliver quien ocupará su puesto durante el mes que él no estará, y también recordándole acerca del encargo que le pidió, refiriéndose al investigador privado para saber sobre Vanesa. De vez en cuando mira de reojo a Aurora, que se queja en silencio por su tobillo que está bastante inflamado. De pronto, por las bocinas de la sala, se anuncia el tan no deseado viaje para ambos, pues en el fondo, Ares prefería estar buscando a Vanesa por su propia cuenta, pero ya lo había intentado y era demasiado orgulloso para tomarse tantas molestias por una mujer que resultó ser una completa desconocida. Y Aurora no tenía ninguna curiosidad por saber lo que le esperaba en la tan mencionada "luna de hiel", como la llamó su ahora esposo. —Pasajeros del vuelo 453, con destino a Aruba, abordar por la puerta 2. —No paraban de repetir por las
Ares se echa a la cama boca arriba, confundido por sus acciones. Pues él suele ser muy frío y calculador. Jamás actúa en caliente, pero últimamente es preso de su ira, «¿Realmente es tanto el odio que tengo por esa joven?» —Piensa, mientras llama a Lina, quién no le contesta el teléfono ni una sola vez. —¡Es extraño!, ¿habrá pasado algo? —Piensa de inmediato, ya que Lina siempre tenía el teléfono a la mano, y nunca, en 2 años de trabajar con él, le había dejado de contestar. Toma un suéter y una pantaloneta, y decide bajar a la cocina por algo de comer, pero apenas observa restos de la comida que él mismo tiró al suelo, un sentimiento de arrepentimiento lo invade. —¡Se lo merece!, no tengo por qué sentirme mal... —Se repite en voz alta un par de veces. Baja a la cocina y busca en el refrigerador algo que le provoque, sin embargo, pierde el apetito, apenas escucha un llanto desconsolado, viniendo de la habitación, continúa. Se acerca a la puerta, y escucha claram
En un pequeño pueblo de la costa, estaba Vanesa, escondida de su esposo, luego de ser alertada por Sue, una de sus amigas del bar; de que Joseph estaba como un loco, buscándola por todos lados. Sabía que no podía pasar mucho tiempo, escondida en ese pueblo antes de que su esposo pudiera encontrarla. Debía hacer algo, y no se le ocurría mayor cosa. Pues su intento de salir del país, se vio truncado por la falta de un pasaporte que no era ni tan rápido, ni tan sencillo de sacar, sin contar con todos los requisitos que se pedía para una visa de residente en caso de demorar más de tres meses en el país visitante. Nada estaba saliendo como había planeado, y su única opción fue contactar a “Clandestino”, un viejo conocido que había tenido problemas con Joseph en el pasado, por mostrarse muy coqueto con ella. Él podía conseguirle un pasaporte falso en un par de días, aunque el costo fuera bastante alto. Pues no solo deseaba, una gran suma de dinero, sino también su cuerpo por una noche, a