Vanesa que nota a Ares algo raro, por primera vez en su vida decide no ser tan desconfiada. Pues es verdad que la reacción de Ares había sido muy agresiva, pero si supiera la verdad, le habría ido peor. Además, era a la única persona que tenía. Sin embargo, estaba tan segura de que podría seguir junto a él, gastando dinero a manos llenas, sin ningún tipo de complicación en su vida, siendo su única preocupación deshacerse de Jazmine, que jamás pensó en guardar suficiente dinero, para cuando lo necesitara. Después de todo, ella seguía siendo una asesina, que había huido de la escena del crimen, y lo mejor que podía hacer por ahora, era ser la protegida de Ares Walton, y vivir una vida que nada tuviera que ver con su pasado. Sin embargo, no contó con que la débil y temerosa Aurora pudiera atravesarse en su camino. ¿Quitarle el dinero que tanto le había costado conseguir? Eso era algo que no pretendía dejar pasar. Luego de pasar la pena de su vida en varias tiendas, se va directam
Aurora, que se acerca a Ares muy insegura, y algo nerviosa después de cómo terminó todo en el restaurante. Se sienta a su lado viendo con intriga al hombre que parece pensativo y taciturno. Él nota su presencia, y de inmediato la observa, haciendo que la chica cambie su expresión por una más seria. Deja de verlo de inmediato, y abre el botiquín, sacando alcohol, algodón y algunas banditas. Toma una mota de algodón y lo remoja en alcohol, centrándose de nuevo en su esposo. —Puedes por favor… —Hace un gesto con la mano. Quiere que baje un poco su cabeza y se acerque a ella para poder limpiarlo, pero su nerviosismo le impide terminar de hablar, algo que Ares interpreta como enojo; sin embargo, entiende su intención y gira la silla y se acerca a ella, bajando un poco su cabeza y quedando en una posición donde sus ojos hacen un perfecto cruce de miradas. Aurora, que empieza a limpiar todo el rostro de Ares, se percata de dos heridas importantes, un corte en el labio inferior, y una s
—¿Qué pasa? ¿No me dirás quién es Ares?... Mi amor...—Le pregunta con sarcasmo el hombre, a la mujer que está tan pálida por la impresión que se desmaya. Joseph les pide a los hombres que Ares puso a su servicio que se queden vigilando el edificio mientras él, carga a su esposa, y la lleva a su nuevo apartamento con todo y maletas. La recuesta en el sofá y va a la cocina por un vaso de agua que le tira a la cara, haciéndola reaccionar de golpe con una sensación de ahogamiento. Vanesa que observa al hombre que está mirándola desde arriba, se levanta de inmediato asustada y se arrincona en el sofá. —¿C-cómo es q-qué tú?… ¿Aquí?… ¿Cómo es posible? —¿Qué mi amor? Es que tu tartamudez me confunde un poco… ¿Qué quieres saber? ¿Que cómo es que estoy aquí y no preso pudriéndome en una cárcel gracias a que tú me entregaste? —Empieza a caminar de un lado a otro, mientras que Vanesa imagina lo peor. —Digamos que… hice un pacto con el diablo… —Se acerca a ella y la toma
Jazmine muy pensativa, de regreso a casa con un sin sabor. Se encierra en su estudio a pensar en su mejor opción, y lo único que deduce es que lo mejor es volver a su plan inicial. No dejar que Aurora se separe de Ares, por lo menos hasta que pasen los 5 años y ella reciba la herencia. Qué se enamore de Ares y firme una sucesión de bienes, pero... y, ¿si no lo firma? ¿O resulta embarazada de su hijo?... —Son muchas cosas que tengo que evitar en tan poco tiempo... Y pensar que esa estúpida de Vanesa no me resultó nada útil. ¿Qué haré para que Ares recupere todo lo que nos pertenece? —Se desespera pensando en un plan Jazmine, que no está conforme con haber conseguido la mitad de la fortuna con el matrimonio y el contrato prenupcial, y lo que más le molesta es que no tiene tiempo, es como si Octavio se estuviera vengando desde el más allá por hacer lo que tenía que hacer. De pronto se le ocurre que tal vez Isaías pueda influir... Después de todo, Aurora lo venera como si fuera el me
Vanesa llama a Ares una y otra vez, que le envía un mensaje que está en una reunión y no puede contestar. Desesperada, se escabulle por el parqueadero del edificio coma para escapar de Joseph, quién tiene rodeado cada punto del edificio por donde ella pueda escapar, pero la sigue de cerca sin que ella se dé cuenta. Vanessa toma un taxi y se dirija a Walton's Car, con la firme intención de hablar con Ares sobre El guardaespaldas que ha puesto a su servicio.apenas llega la empresa, va hacia la oficina de su novio, donde Lina le informa de mala gana que está en una reunión en la sala de juntas, y sin dudar se dirige allá, pues lo que menos le interesa es que esté o no ocupado, para ella lo único que importa es convencer a Ares de que despida a Joseph, y buscar la manera de huir nuevamente.a lo lejos divisa la sala de juntas, cuando ve salir a Aurora de allí, y un minuto más tarde sale Ares, que tiene una leve sonrisa en el rostro que la molesta. Se cruza de pasillo, evitando a Ares.—¿
Daniel que mira a Ares deduciendo que él también sabe algo. Le pregunta: —¿A qué te refieres? —Mamá es una persona extraña. Con nosotros siempre ha sido muy fría y estricta, a pesar de que nos ama, pero con Aurora, desde que regresó, se muestra muy amable y feliz. De pequeño no recuerdo que fuera así con ella. —¡Es cierto! Es por la primera persona que veo que se interesa tanto. No es algo común. Es como si… —Asiente Ares como si supiera lo que piensa su hermanastro. —Como si necesitara a Aurora o algo de ella. —¿Pero por qué actuar así? Es Jazmine Walton, ella cuando quiere algo simplemente lo toma. —Dice Daniel haciendo caer en cuenta a Ares de algo muy importante. —¡Exacto! ¡Eso significa que no lo puede tomar! ¡Aurora se lo tiene que dar! —¿Ares que insinúas?… No sé, quizás estamos imaginando cosas. —¡Claro que no! Y ahora que se dé la relación que existe entre Eloise y ella, más me convenzo de ello. —Es qué… —¿Qué? ¿No te parece extraño que primero quisie
Vanesa, que parece derrotada, no está dispuesta aún en su situación a dejarse humillar de esa manera.—¿Crees que soy tan débil como esa monja con la que te casaste? Si… te engañé por mucho tiempo, ¿y fue mi culpa? No… Fue tuya. Tenías un ego tan grande del tamaño del universo que creías que todas las mujeres caíamos rendidas a tus pies, pero yo te manejé como a un muñequito. —Vanesa se levanta del suelo, y Joseph observa la escena sin intervenir. Es como si estuviera esperando por un momento que ellos mismos se mataran entre sí. Ares, que estaba de espaldas caminando en dirección a la puerta, se gira hacia ella y la recuesta con un poco de brusquedad contra la pared.—¡Cierra la m*****a boca! —¿Por qué? Según ustedes dos, ya me descubrieron, pero no son más que una partida de estúpidos que yo manejé a mi antojo. A ti Joseph, no te engañé solo con Ares, antes lo hice con muchos.—¡Maldita zorra! —Exclama el hombre controlándose de una forma descomunal, para no hacer algo de lo que pue
Aurora, que esta noche estaba dispuesta a deslumbrar con su belleza, no era capaz de reconocerse a ella misma. El vestido que había enviado Ares le quedaba perfecto. Su larga melena, en ondas le daban un aire muy sofisticado, un maquillaje Smokey eyes con labios rojos la hacían lucir como una modelo de revista. Se sentía algo incómoda, pues hoy realmente mostraba más piel de lo normal, pero la vergüenza se la guardaría para después, pues se veía mejor incluso de lo que ella imaginó. —Señora, se ve muy bella. Su esposo de seguro caerá rendido a sus pies. —¡Eso espero, Blanca! ¡Eso espero! Tocan el timbre.—¡Debe ser el taxi que pidió, señora! —Blanca, que baja a ver quien es, deja a Aurora que saca del cofre el collar que le envío Ares y complementa el atuendo. —¿Realmente soy tan bella como todos afirman? —Se pregunta a sí misma, con algo de inseguridad. —Vamos Aurora, no es momento para tonterías, lo que importa es demostrarle a Ares que no le temes, que ni siquiera te importa. —