Volví a enumerar las cosas que odiaba de Alessandro.
Odiaba que fuera tan orgulloso. Odiaba que fuera tan alto, parecía una jirafa. Odiaba aquel acento británico que tenía cuando hablaba en inglés y que todos lo elogiaran, claramente lo hace porque quiere llamar la atención. Odiaba que estuviera tan obsesionado con el ejercicio y que se levantara a las cinco de la mañana para entrenar. Odiaba que recogiera gatos de la calle y me los diera, ¿por qué no los cuida él? Odiaba que comprara objetos sexuales y fuera tan dominante. Odiaba que se creyera tan maduro nada más por tener amigos universitarios cuando realmente es tan infantil… Lo odiaba con toda mi alma.
Una tarde, cuando regresábamos de almorzar, lo vi acercarse por el pasillo y verlo con aquella sonrisa mientras conversaba con sus amigos me enojó tanto que al pasar por mi lado le metí el pie y cayó de br
Los siguientes días pasaron bastante tranquilos, después de la gran pelea los dos grupos dejaron de molestarse, sobre todo porque estaban concentrados en la fiesta de la noche blanca, tomándose las medidas para las togas y también seleccionando las universidades a las que irían.Yo también intentaba emocionarme por estas cosas, las mujeres de mi salón estaban preparando un baile para la fiesta de la noche de blanco. Y con mis amigas pensábamos en ir a comprar los vestidos antes que los mejores fueran comprados.Pero me sentía tan triste. Me sentía desconectada del mundo.La universidad se acercaba y yo… había prometido estudiar con Alessandro. Había prometido casarme con él. Y lo había perdido.Siempre hacía las cosas tan mal… era pésima tomando decisiones.No sé en qué momento comencé a cortarme las piernas nuevamente. Simplemente lo hacía.Comenzaron los días en los que no quería levantarme de la cama. En el colegio no lograba concentrarme en las conversaciones con mis amigas. Se me
No lo recuerdo bien. Todo está borroso en mi mente. Cielo le gritaba a Alessandro y lo empujaba. Después apareció Mariana, ¿qué hacía en el colegio? Se agachó y me ayudó a levantarme.—¡Eres un monstruo! —le gritó a Alessandro.El pánico me consumía. Todo estaba tan mal.Intenté hablar, pero las palabras no salían de mi boca..Y entonces, estaba en mi cama, con las rodillas vendadas. Había perdido la voz.Tenía cincuenta llamadas perdidas de Alessandro y treinta mensajes suyos.No era capaz de levantarme de la cama, no tenía fuerzas. La psicóloga me había visitado, también el psiquiatra. Escuché que les pidieron a mis padres que me dejaran descansar.Hubo una discusión en casa, el señor Bacheli estuvo presente, hablaban del por qué Alessandro ser&iacu
Estuve a punto de no ir a la fiesta. Ojalá no me hubiera obligado. Ojalá me hubiera quedado en casa de mi hermana.Pero fueron esos malditos mensajes los que me alentaron a ir.“Penélope, perdón, no debí tratarte de esa forma…” Era Alessandro.“Al menos quedemos de amigos, ¿sí? Sé que los dos estamos hablando desde el enojo”. “Esto no te hace bien a ti. Sé que no estás bien y nada más quieres alejarme”. “Ante todo somos amigos, desde niños siempre hemos estado juntos”. “Por favor, contéstame, deja de ignorarme. ¿Qué debo hacer para que logres hablar conmigo?”“Sé que estás en casa de tu hermana, si no me contestas iré a su casa y te obligaré a hablar conmigo”. No
Una hermana, Alessandro me consideraba como una hermana. Sí, como no… ¡Los hermanos no tienen sexo entre ellos!Había tenido la esperanza de que al mejorar mi relación con Alessandro íbamos a ser novios en cualquier momento. Pero me había dejado en claro que yo ya no le interesaba.Pasé por una fase donde Alessandro con sus actitudes me ayudó a superar de a poco mis sentimientos hacia él. Era un coqueto de primera, no dejaba de ver a las chicas de la universidad. Y nunca lo aceptó, pero yo estaba segura de que tenía algo con esa tal Melina, había que ser muy tonto para creer que no pasaba nada: vivían solos, nada más tenían que cruzar el pasillo para visitarse. Era obvio que debían tener sexo desenfrenado todas las noches. Ay, la sola idea me revolvía todo…Me concentré en las clases de la universidad y mi refugio eran las cl
Era una relación por despecho. Y al mismo tiempo era una relación de verdad. Fue mi primer noviazgo de verdad.Emiliano me llamaba “bebé”. Me besaba en público y todos sus amigos sabían que era mi novio. Lo acompañaba a las fiestas y él tenía la costumbre de nalguearme, aunque hubiera personas presentes. Solíamos tener sexo en lugares públicos, como baños de discoteca y también en el campus de la universidad.Pasaba mucho tiempo en su departamento, en su clóset había ropa mía y a veces me quedaba a dormir con él cuando se me hacía tarde para volver a la casa.Con el tiempo me acostumbré a nuestra relación, teníamos una monotonía, él ocupaba una parte importante de mi vida. Sus amigos eran mis amigos. Mi tiempo libre era su tiempo. Y aprendí a quererlo… Sobre todo, porque él era
“Ay no, le va a hacer daño” pensé e intenté levantarme. Mi cabeza dolía demasiado. Pero como pude corrí hacia el ascensor, donde pude divisar la silueta de la joven asustada oprimiendo el botón del ascensor y a Emiliano tomarla del cabello.Cuando mi visión volvió, logré verlo a él golpearle fuertemente el rostro y ella suplicar clemencia. Mis pies estaban congelados.—¡¿Vas a abrir la boca?! —le gritó él.—¡No, no lo haré! —chilló ella, con su boca ensangrentada.Entonces vi que el ascensor abrió sus puertas y de un impulso entré, oprimiendo con ansiedad el botón para que las puertas se cerraran. Cuando Emiliano reaccionó al ver que me estaba escapando, era demasiado tarde.—¡MALDICIÓN! —gritó.Razón número tres para
Llevo media vida temiendo que Penélope muera. Cuando la veía reír me daba la impresión de estar observando a un ángel. Tan hermosa, tan frágil, tan… fugaz.Es un recuerdo que intento no olvidar, porque sé que pude haberlo impedido. Por años me culpé por haber permitido que sufriera tanto, porque pude haberlo evitado. Me equivoqué tanto y olvidé su fragilidad.Era final del segundo semestre del año, solía llover mucho y al mismo tiempo se sentía un calor húmedo en el ambiente que me parecía incómodo.Me encontraba en mi apartamento con Claudio y su novia del momento estudiando para los exámenes finales. De pronto, escuché mi celular sonar en mi habitación, así que fui a contestar. Era Jairo. Al instante supe que había un problema.—Alessandro —dijo, él no era de llamarme por mi n
Penélope logró sobrevivir, pero estuvo en estado crítico por muchos días. Su recuperación fue muy lenta.Cuando ella logró despertar y estar fuera de peligro, me enteré de que Emiliano tenía una nueva novia. Aquella idea me estaba volviendo loco. Mientras Penélope se batió entre la vida y la muerte por semanas, él no tuvo consecuencia alguna, ya que, aunque lo arrestaron por agresión, su familia pagó una fianza y salió en libertad sin ni siquiera pasar una noche en la cárcel.Y no era el único que estaba enojado y con ganas de cobrar venganza. Claudio había perdido a su novia porque ella no logró superar el haberse equivocado, quedó traumatizada después de ver sin vida a Penélope. Por más que intentamos tranquilizarla diciéndole que ella se estaba recuperando, siguió insistiendo que pudo haber hecho m&aa