Estaba agotada y apenas vamos a miércoles. Las prácticas son hermosas pero requieren mucha energía, aún más trabajando con niños.
Realmente me encantó oncología, los pacientes son en su mayor parte divinos con el personal. Si, están luchando con el cáncer, algo terrible y agotador, pero, con todo eso encima, ponen una sonrisa cada vez que nos ven llegar y derriten mi corazón.
Además, las enfermeras del área nos recibieron con los brazos abiertos, felices de que estemos allí. Cada duda o consulta que teníamos ellas la contestan sin problema. El primer día me tranqué con una máquina de monitoreo y ellas amablemente me mostraron como hacerlo. Por suerte no se lo contaron a Moreno. Pidió excelencia y lo que menos quería era cometer un error que me dejara de patitas en la calle.
Quitando ese problemilla con la máquina, el resto del tiempo todo ha sido perfecto, incluso con el paciente estrella de el doctor Moreno. Resultó ser un niño algo complicado y nada cooperativo. Pero es entendible, el pobre está luchando contra un cáncer agresivo y veloz. Me dolió en el alma ver su pequeño y flaco cuerpo lleno de moretones que aparecen a diario, su palidez y cansancio.
Es demasiado para un niño de ocho años. Al menos sonrió conmigo, una pequeña sonrisa pero una sonrisa al fin y al cabo. Estaba auscultando su pecho cuando lo sentí palpar mi bolsillo derecho escuchando el ruido que hacía el papel de los caramelos.
Su carita cambió cuando se dio cuenta de qué era lo que había en el bolsillo. Por supuesto me pidió uno y se lo di. Recuerdo el ceño fruncido en el rostro del doctor Moreno al verlo, pero me apuré a explicarle que eran sin azúcar. Un punto para mí.
Hoy tocaba noche de vivo y debía prepararme porque en unas horas tendría cientos de hombres esperando verme hermosa y seductora. Salí del hospital corriendo para descansar un poco antes de exponerme.
-Dos horas para el vivo –murmuré mirando la hora.
Mi celular comenzó a chillar y corrí a contestar. Era Emma.
-Hola bella –saludé.
-Ábreme perra, estoy afuera.
Colgué y miré mi bata pensando en vestirme con algo pero terminé encogiéndome de hombros y abrir la puerta. Emma sabía lo que hacía después de todo. Fue ella quién me dio la idea.
-¡Hola perra! –saludó.
Me abrazó y sacudió un poco antes de entrar.
-Hola nena–saludé.
Dejó unas bolsas en la mesa y se quitó el abrigo.
-Huele a flores aquí. ¿Tienes un vivo? –preguntó.
Asentí.
Dio saltitos de punta emocionada.
-¡Maravilloso, siempre quise verte realizar uno!
Negué totalmente.
-Na ah, en dos horas abriré esa puerta y te irás a tu casita o a buscar tu sabor de la noche –dije firme.
Si bien me dio la idea de iniciar con esto de los vivos, jamás dejé que me viera en acción. No podría volver a ver su cara otra vez. Nos conocimos en la secundaria y desde entonces hemos sido amigas y, aunque conoce mucho de mí vida, esto es algo en lo que no me siento cómoda involucrándola.
Pero Emma es Emma y claramente hace lo que quiere. Se tira al suelo de rodillas y gatea hacia mí juntando sus manos en favor.
-Por favor, por favor, por favor amor de mi vida. Déjame verte, prometo que no me excitaré y reservaré los comentarios futuros para mí.
Seguí negando. No iba a pasar.
Se levantó y abrió la bolsa que trajo sacando una más pequeña mostrándomela. Tenía el logo de la mejor tienda de lencería para chicas plus size. Allí compro todos mis conjuntos para los vivos.
-Lo sabías –dije acusándola.
Se encogió de hombros sin sentir culpa.
-Claro que sí, ya es tiempo de que me dejes ver lo que, para empezar, fue mi idea.
Tomé la bolsa de sus manos y la abrí sin decir nada. Observé lo que había dentro y juro que me dieron ganas de estrangularla.
-Juegas sucio –dije viendo la prenda.
-Claro que sí, no ganaría nunca si jugara limpio.
Bufé y lo pensé durante unos segundos. Conocía a Emma lo suficiente para saber que buscaría la manera de verme realizar los vivos. Insistiría una y otra vez hasta cansarme y darme por vencida. Podría ahorrarme todo eso ¿no?
Resignada terminé asintiendo.
-Te puedes quedar pero nada de interrumpir o hablar. La mayoría de los hombres que se conectan tiene una fantasía de mí que no quiero romper. Es un muy buen dinero, si te ven seguramente me manden al demonio y no vuelvan a conectarse.
Asintió.
-No te preocupes, me quedaré en la puerta de tu dormitorio y no diré una palabra. ¿La puerta no se ve verdad?
-No.
Aplaudió y corrió a buscar una silla para colocarla junto allí. Crucé mis brazos y loa miré levantando una ceja.
-¿Qué haces? –pregunté.
Señaló la silla como si fuera obvio.
-Estoy guardando mi lugar, duh.
Negué con mis cabeza, ahh, no cambiaría nunca.
-Faltan dos horas, tengo que prepararme y la silla allí me complica la situación ya que debo entrar y salir del dormitorio –expliqué y esperé unos segundos a que cayera en su cabecita mis palabras.
Abrió la boca.
-Oh cierto, sorry. Estoy emocionada.
Lo bueno de Emma es que tenía mucho estilo, aunque creció pobre como yo, siempre buscó la manera de destacar su ropa y atraer atención. Ahora se dedicaba a trabajar de estilista para una revista de moda. No de las grandes, que eran su sueño, sino una revista nacional que era conocida en la ciudad.
-¿Qué debería hacer con mi cabello para que combine con el conjuntito que trajiste? –pregunté mirándome en el espejo.
-Definitivamente un medio recogido, que puedes deshacer para liberar ese pelo y matar de un infarto a los mirones –contestó mientras manipulaba mi cabello -¿Cuándo va a ser el día que me dejes tocar este hermoso y virgen pelo.
-Nunca –contesté riendo.
-Me duele tu palabra m*****a. Soy una profesional que te dejará como diosa.
-Sé lo que quieres hacer con mi pelo y ni loca te dejaré. Me encanta tal cual es.
Mi cabello era uno de mis mejores atributos, oscuro, brillante, largo y con ondulaciones en las puntas. Lo amaba. Además resaltaba mucho mis ojos claros y, por algún motivo, sentía que no podría cambiarlo, era especial para mí. Me recordaba a ella.
-Me gusta tal cual es.
Bufó.
-Algún día dejarás que mis manos toquen este cabello.
“Nunca en esta vida” pensé.
Me realizó el medio recogido y también el maquillaje. Estaba muy emocionada por participar del vivo y se esmeró muchísimo dejándome irreconocible con ojos dorados y labios rojo sangre para combinar la lencería. Definitivamente esta noche ganaría unos cuantos dólares.
Faltando unos minutos para comenzar me puse el conjunto y salí para darle un vistazo. La traviesa escogió un sostén push up rojo, con seda y encaje, bragas de seda y un negligé transparente del mismo color que iba encima.
Desfilé por mi cuarto escuchando los silbidos de mi amiga y aplausos.
-Estoy a punto de cambiar de bando. Cualquiera te comería entera, podrías matar al que viniera.
Realmente me veía como una traviesa diablita. Tal vez podría realizar un pequeño juego de rol esta noche. Eso les gustaba mucho y hace unas semanas que no lo hago, seguramente estarán complacidos y pagarán extra.
-No tengo ningún antifaz rojo –pensé el voz alta.
-¿Tienes dorado? –preguntó Charlie.
Asentí y busqué el antifaz dorado que había comprado un par de meses atrás y jamás usé ya que no tenía prendas que le combinaran. Lo saqué de la caja en donde estaba guardado y dudé un momento si usarlo.
-Es algo transparente. No quiero arriesgarme a que alguien me reconozca –dije preocupada.
-Olvídalo, nadie te reconocería con ese maquillaje. Además, socialmente no eres la mejor cariño, lamento decirlo, pero dudo muchísimo que cualquier conocido te reconozca así.
Es verdad. Nunca me gustó salir mucho, siempre fui hogareña. Prefería un buen libro o serie a tener que salir al exterior. Podría contar con una mano la cantidad de veces que salgo de fiesta en un año, aunque también se debía a que hasta hace unos meses vivía con lo justo.
-Tienes razón –respondí.
Me coloqué el antifaz y lo até con la cinta dorada que tenía pegada.
El reloj de la pared sonó y me apresuré a comenzar con el vivo. Emma tomó su silla y se sentó a lo indio esperando ansiosa el comienzo de la transmisión. Abrí mi laptop y entré en la página. Ya había unos cientos de usuarios esperando así que sin perder más tiempo, hice clic en play y que comience el show.
DavidSuspiré algo cansado mientras manejaba hasta mi departamento. Ser el jefe implicaba muchas responsabilidades que dejarían a cualquiera con la energía por el suelo. Esta semana habían comenzado las practicantes de enfermería y los internos en pediatría, un ajetreo que me obligó a quedarme más tiempo en el hospital. Además seguíamos cortos de personal y mis médicos estaban comenzando a enojarse por verse obligados a realizar horas extras.No era mi culpa realmente, la dirección del hospital no quería contratar más personal por el corto presupuesto y debía hacer malabares con lo que entraba a mi piso. Incluso yo estaba tomando más pacientes sin cobrar por esas horas cuando no debería.Estar al mando me est&aa
ArielleLancé un beso a la cámara junto con un gemido y corté el vivo.-Y fin –murmuré.Emma se levantó y comenzó a aplaudir como si hubiera visto la mejor obra de teatro de su vida.-¡Amiga! Juro que estaría dedeándome ahora si estuviera del otro lado de esa pantalla. Entiendo por qué los hombres pagan tanto por verte, eres puro fuego.Tomé mi bata y me cubrí cerrándola con la cinta. Me avergonzaba un poco que tuviera que presenciar "mi trabajo" porque no es algo de lo que me sienta orgullosa. Sí, me ayuda a sobrevivir, paga las cuentas y la comida, pero no puedo sentir que está bien. Nadie estaría orgulloso de decir que se desnuda para vivir.-Gracias. Hoy fue una buena noche –respondí bajito.Le mostré las ganancias que aparecían en mi cuenta y chifló al ver la cantidad que figuraba.
ArielleAl terminar mi turno ya no me quedaba energía. Tenía los pies doloridos y latiendo, pidiendo a gritos un merecido descanso. Esta noche tocaba desnudarme y necesitaba reposar para poder aguantar hasta la madrugada, por eso deseaba irme cuanto antes y por eso estaba firmando con mucha ansiedad la salida cuando escuché pasos apresurados. Levanté la cabeza y miré a Bianca correr en mi dirección con una carpeta entre los brazos. -Ari necesito un favor –pidió agitada por la carrera entre los pasillos.Lo pensé, realmente lo pensé porque estaba cansada, pero ella se veía tan nerviosa y apurada que no tuve corazón para negarme. -Claro ¿Qué necesitas?-Estoy llegando tarde para recoger a mi madre de su clase de pilates y tengo que entregarle estos análisis al jefe.Arrugué la nariz y quise golpearme por haber aceptado. Ya tuve bastante del jefe y su fría personalidad para tener que soportar unos minutos extra, pero había dicho que si y resignada tomé la carpeta de sus brazos asintie
Capítulo 6DavidObservé como caminó hacia la puerta, nerviosa y excitada. Sus pezones se mostraban a través de la ropa, visibles y listos para ser mordidos. Volteó la cabeza un segundo antes de alejarse, esperando que nadie la mirara, pero mis ojos estaba fijos en ella y el rosado en sus mejillas.Sonreí levemente, apenas un costado de para disimular sorprendiéndola antes de desaparecer por el pasillo.Tenía algo que me volvía incontrolable. Desde el primer momento no he podido dejar de mirarla y sentir la necesidad de ponerla en mi hombro, como cavernícola, y llevarla a casa para poder follarla por el resto de mi vida. Su trasero, grande y jugoso llevaba enloqueciéndome por casi una semana.Cada vez que la veía en los pasillo o con mis pacientes no podía apartar mis ojos de él. ¿Qué me estaba pasando con esta chica?-¿Doctor? -preguntó la infumable enfermera sacándome de mis pensamientos.-Si -contesté malhumorado.-Tengo los papeles que solicitó.Entregó la documentación y se quedó
Arielle-¿Te pasa algo? -preguntó Bianca frunciendo el ceño -Te ves...nerviosa.Lo estaba. Hoy era mi último día en oncología y estaba preocupada de encontrarme con Moreno. O sea, era obvio que lo cruzaría en algún momento pero, después de lo que pasó en su oficina, me siento incómoda solo de pensar en tenerlo frente a mí. Claro que no se lo podía explicar a Bianca.Encogí mis hombros sin darle importancia.-Dormí poco, debe ser cansancio.Asintió y salimos de los vestidores para entrar en nuestra área.-Gracias por el favor de anoche.-De nada. Espero que hayas llegado a tiempo para recoger a tu mamá.-Si, con las justas.Al abrir la puerta de oncología, una enfermera pasó corriendo casi llevándonos por delante. Siempre era una locura este piso. Nuestras planillas con las tareas del día estaba esperándonos y nos separamos para comenzar el turno.Como todos los días desde que comencé aquí, fui de un lado a otro realizando controles, aplicando medicación y tratando de que los niños est
ArielleNegué sin apartar la vista de su cuerpo. Aunque moría de ganas por hacerlo, no podíamos. Estábamos en un hospital, junto a cientos de pacientes y funcionarios. Era una locura.-Doctor... -susurré-Shh -levantó mi uniforme sin ninguna resistencia.Sabía que estaba mal, pero su mirada, el hambre y necesidad en sus ojos era tan hipnotizante que estaba olvidando mis límites.Quitó mi túnica, revelando mi sostén y pechos restringidos, inhalando hondo. Gruñó y bajó sus manos a mi trasero, rodeándolo y levantándome en sus brazos para llevarme contra la pared. Besó, mordió y lamió mi cuello bajando hasta mis senos, los cuales estaban sensibles y duros, esperando que los mimara.Mordisqueó suavemente y bajó las copas de mi sostén liberándolos para atacarlos desesperado. Tomó mi pezón estirándolo, haciéndome gemir como loca por el placer y dolor que sentí al mismo tiempo.-David -gemí.Cerró su boca sobre uno chupando profundo y disparando una corriente desde mi espalda baja hasta mi pe
DavidMiré nuevamente la dirección en el gps y fruncí el ceño confundido. ¿Aquí vivía ella? Era una buena zona, de las mejores en realidad. ¿Cómo sustentaba este lugar? Según su ficha tenía un trabajo de atención telefónica y, por lo tengo entendido, es de baja paga. ¿Su familia sería adinerada?Salí del coche sospechando que, tal vez, la dirección estaba mal. En ocasiones una letra mal escrita de una dirección, cambiaba un sector de la cuidad a otro, pero la calle tenía un nombre bastante raro así que no podía ser ¿verdad?Busque entre los apellidos del panel de apartamentos y presioné el de Arielle, esperando que preguntara quién era, pero habilitó la entrada, lo que aproveché para subir. Aunque le daría una charla sobre preguntar siempre el nombre de las personas antes de darle permiso.El hall del edificio era delicado y lujoso para una estudiante de enfermería. Desconfiaba que este lugar era el correcto, pero su apellido estaba en el panel, así que este debía ser su hogar.Tomé e
ArielleSuspiré cerrando la puerta y apoyándome contra ella. Los minutos que estuvo en mi casa fueron los más intensos de mi vida. Ese hombre tenía una energía sexual que pondría de rodillas a cualquiera y no tenía problemas en decírtelo, o hacértelo.En la media hora que estuvo en mi casa me provocó tres orgasmos y dejó clara su intención de llegar a conocernos más, lo que me aterra un poco, porque si hay algo que espero jamás sepa, es sobre mi trabajo desnudándome. Además de lo que dirán en el hospital con nosotros teniendo una relación.Todos pondrían el cartel de interesada sobre mi cabeza, y una vez marcada te conocerán como la estudiante que se metió con el jefe, para siempre. No quería llegar a ese punto, pero tampoco podía resistirme a él, así que por ahora esperaba mantenerlo en secreto.Miré la hora para comprobar que faltaba poco tiempo para el vivo y corrí a terminar de prepararme.DavidSalí del edificio relamiendo mis labios y la satisfacción de haber dejado las cosas cl