Déjenme contarles quién es Brandon Clark. Bien, la historia es así, cuando mi hermana Fernanda era pequeña conoció a Annie y se hicieron amigas. Mi mamá acostumbraba a llevarme a sus citas de juegos para no dejarme sola, pues tenía que trabajar y tener su vida y ahí en su gran casa, una casa inmensa con todo lo que unos niños puedan desear… conocí a Brandon, que era mayor que Annie y por un par de años.
Era un niño lindo y, como yo era la menor de todos, siempre me protegió y me cuidaba. En poco tiempo éramos un grupo de amigos donde siempre me trataban como una especie de mascota del grupo, supongo que era una niña inocente y rechoncha, lo cual parecería adorable en ese momento. Pero Brandon… siempre fue especial conmigo, eso es verdad, jamás lo ocultaba, todo lo contrario. Me tenía paciencia si no aprendía algo, me explicaba y hasta se unía a mis juegos.
A veces la familia Clark nos invitaba a su casa de la playa, a mi hermana y a mí… y esos simplemente fueron los mejores días de mi vida. Jugábamos en la arena y él me ayudaba a construir castillos y recolectar conchas de mar. A veces durante los veranos se unía su primo Billy, de la misma edad que Annie y mi hermana. Era divertido y siempre estuvo en contacto conmigo, a través de los años.
Yo que no tenía nadie con quien jugar porque para mi hermana siempre fui y cito "su estúpida hermana menor gordita y tonta", de repente tener un completo grupo de niños a los que yo le agradaba, pues era un sueño hecho realidad. Annie era gentil, Brandon siempre estaba atento a mí y Billy era como el payaso del grupo, haciéndome reír.
Con el tiempo fui creciendo y entendí cuán especial era esa familia. Sus padres me trataban mejor que mi mamá, y parecían ver algo especial en mí. También me di cuenta de que Brandon era un niño serio y a la vez, popular en la escuela, a veces jugaba conmigo, pero era como si él fuera de otro mundo: de dinero, bello e inteligente. Son cosas que cuando uno es pequeño no se da cuenta, hasta que, finalmente, entiendes. Y yo lo vi tarde, muy tarde.
Brandon parecería que de grande iba a tener todo lo que quisiera. En cambio, yo era una niña introvertida, que pintaba y que tenía pocos amigos. Pero cuando jugaba en su casa, él volvía a ser el Brandon de siempre, amable, enseñándome a jugar sus videojuegos y riéndonos como tontos, siempre tenía un espacio y tiempo para mí. Yo ingenuamente pensaba que iba a ser así siempre. Cuán equivocada estaba, supongo que era parte de la ingenuidad de la infancia.
Crecimos, y poco a poco los Clark eran cada vez más atractivos y brillantes. Nuestra amistad seguía, pero yo veía como nos observaban en el colegio cuando estábamos juntos, no éramos iguales, éramos como criaturas de diferentes mundos. Hasta mi hermana se alejaba de mí… yo no encajaba y sin duda era poco popular. Poco después ellos estuvieron un par de años en Europa, tampoco vi a Billy y cuando volvieron, todo cambió. Dios mío… como cambió todo. Me duele de solo pensarlo.
Cuando regresaron y estábamos en plena adolescencia, esa época en los que los cambios están a la orden del día, algunos para bien, otros para mal. En el caso de Annie y Brandon, para bien, para muyyy bien. Annie y Brando eran el sueño de la escuela. El cabello claro de Brandon, rubio oscuro, estaba peinado a la moda, su ropa era fantástica, había crecido varios centímetros y sus músculos se habían desarrollado como si hiciera pesas todos los días, era simplemente precioso, como si la adolescencia potenciara su atractivo, belleza y buenas cualidades.
Era el mejor de su clase y apreciado por todos, era el chico ideal, los profesores lo amaban, los chicos querían ser como él y las chicas pues… estar con él. Annie era preciosa, con su cabello largo y sus vestidos de marca, perfecta como una muñeca, buena estudiante, una chica ideal. Ella seguía siendo amable conmigo y su familia me adoraba. Mi hermana hacía lo posible para que no se enteraran de que estábamos relacionadas, siempre intentando ser popular y tratar de parecerse lo más posible a Annie, con lo que más podía de sus ropas y estilo y bueno, yo era… yo.
De ser una niña rechoncha, no pasé a chica flaca y curvilínea, sino chica regordeta con curvas. Mi cuerpo empezó a crecer por todos lados y mis curvas empezaron a aparecer y atraía todo tipo de miradas, no era del tipo delgada o atlética, sino una mujer fuerte, gruesa, o por lo menos para el estándar de esa estúpida escuela. No es lo mismo tener un buen trasero y pecho si eres ancha y gruesa como yo, no es lo mismo y todos te lo hacen notar.
Recuerdo cuando él me vio después de esos años afuera. Ya no era la niña que él cuidaba o que jugaba en la orilla de la playa, que le pedía ayuda o que tenía camisetas de animales. Era una chica que había crecido, y que su cuerpo era diferente. Me vio de arriba a abajo con una mirada que no supe descifrar, pero que me dolió terriblemente, me hubiese gustado esconderme ese día bajo la tierra. No era agraciada, mi cabello se había puesto rebelde, mi cara ya no era de niña, empecé a ser simplemente otra Adelaida.
Aunque siguió siendo considerado y amable, cada vez me miraba más a la distancia, menos cerca, hablábamos poco y a veces me ayudaba en las tareas. Me decía que tenía que seguir estudiando, que era muy inteligente y que era muy creativa. Me gustaba estudiar, era buena alumna, así que eso era fácil.
Era poco nerd, pero tan invisible que realmente nadie me molestaba. Digamos que pasé los primeros años de la escuela así, siendo una nadie en realidad, viendo a los Mikede lejos, escuchando como eran los dioses del lugar, y ellos eran mis amigos, pero poco se acercaban a mí.
Seguíamos yendo a su casa ya no tanto a jugar, sino simplemente a hablar y a ver películas, pero yo ya me sentía incómoda, sentía que mi cuerpo cambiaba continuamente y que era desagradable. Annie y Fernanda iban a fiestas, se colocaban vestidos hermosos, cortos con sus piernas perfectas, sus pechos pequeños y sus cabellos brillantes, ropas en en las que yo nunca iba a caber. A veces Brandon iba con ellas, otras veces iba a sus propias fiestas.
Me di cuenta de que el cariño que yo sentía por Brandon se transformó en un crush, mi primer crush, nada más con él, mi amigo de la infancia. Pensaba en él todo el tiempo, era el único chico que me gustaba y sentía que nadie me iba a gustar tanto como él y que nunca iba a superar este enamoramiento en todo mi vida. Era intenso, como cualquier primer amor, y a la vez, era doloroso porque sabía que jamás se fijaría en mí. Por supuesto, otras chicas lo querían para ellas, muchas, más bien todas. Hablaban de lo atractivo que era él y cotilleaban sobre con quién estaría saliendo él, quién sería su novia, que si había besado a tal o cual chica.
Pero todo se vino abajo en el que fue su último año, ese año en que todos hablan de la universidad, del futuro, el cambio de una etapa muy importante. Brandon había conseguido un puesto en la mejor universidad y se iba de la ciudad. Yo vivía en mi mundo, mirándolo de lejos, no tenía certeza, pero supongo que debe haber salido con varias chicas, besado a muchas, debe de haberse acostado con todas, y yo cero en todos esos departamentos.
Con todo y eso él siempre iba a hablarme, no era como antes, pero, sin embargo, en los pasillos me saludaba, me ayudaba con matemáticas y me sonreía; parecía que se acercaba a mí y luego se alejaba.
Se aproximaba el baile de fin de curso para los chicos de último año, al que yo no estaba invitada por supuesto. Recuerdo que por semanas, cuál estúpida soñaba con que él me invitara, claro que era un sueño platónico, eso no iba a ocurrir, jamás. Me moriría de la risa de solo pensarlo, si algo así sucedía iba a ser una gran gran burla, una broma muy pesada. Y, sin embargo, tenía visto un vestido hermoso que ya me había probado y que creía me quedaba muy bien, soñaba con comprarlo, así de tonta enamorada era.
Hasta que llego ese día, ese fatídico día, recuerdo que era una tarde, lo escuché hablando con sus amigos y ahí mi mundo cambió. Yo estaba en un salón sola y cuando escuché unas voces, no sé por qué, pero me escondí, iba a salir rápidamente, pero en cuanto vi a Brandon, me quedé ahí, detrás de un escritorio. Gran error, si pudiera viajar al pasado le diría a la Adelaida adolescente que huyera de ahí. Brandon estaba hablando de chicas con algunos compañeros de su curso y comentaban sobre a quién iban a invitar al baile, así como hablan los chicos, riéndose de las chicas de forma cruel.
—Sabes… creo que me gustaría invitar a tu amiguita— le dijo Franco… un tonto chico de cabello oscuro que le gusta molestar al resto, creo que mi hermana salió un par de veces con él. Se creía muy atractivo, y supongo que secretamente envidiaba a Brandon. Estaban riendo, pero desde que Franco menciona eso todos se quedan callados —Tú sabes… Adelaida… o como tú la llamas… Ady—dice con una voz aguda, riéndose de Brandon sin duda, como si yo fuera un chiste, no una persona, sino una gran broma. Cuando escuché mi nombre sentía que el corazón se me salía. Tenía miedo y tenía razón por ello.
—¿Qué quieres tú con ella?— pregunta serio de repente.
—Ummm no sé quizás salir con ella, ¿sabes? No está tan mal…tiene un poco de aquí… bastante de allá… claro que a menos que ella sea tu novia—insinuaba Franco riéndose.
—No es mi novia— espeta él rápidamente. Obvio que no soy su novia y, sin embargo, no puedo evitar un dolor de escucharlo de sus labios. No tenemos nada, creo que ni siquiera una amistad ¿Por qué tienen que estar hablando de mí? Preferiría que nadie hablara de mí.
—Entonces no te molestaría si la invito al baile ¿Verdad? Yo creo que ella no ha tenido novio y no ha salido con ningún chico que yo sepa… estoy seguro de que me diría que si inmediatamente — dice de forma engreída Franco ¡Como si iba a salir con ese imbécil! Brandon se levanta de un salto y todos hacen bromas. Mira fijamente a Franco y pronuncia cada palabra con mucho odio, palabras que recuerdo perfectamente y recordaré toda mi vida.
—¿Por qué querrías ir al baile con ella? ¿Quieres hacer el ridículo? A menos que te gusten las mujeres… con muchos más kilos de lo que deberían tener… tú sabes, como un cerdito—dice y explotan las risas. Hasta Franco se ríe.
—Una verdadera cerdita, ¿Acaso no se da cuenta de que no es normal ser así?— dice otro y las risas se hacen más profundas. Yo siento que mi corazón se rompe ahí mismo y empiezo a llorar, tapándome la boca con la mano para que no me escuchen.
—Una ballena dirás— dice otro haciendo gestos de que camina como si fuera muy pesado, arrastrando los pies.
—¿Quién querría a una chica como esa? Realmente debes estar muy mal Franco— dice otro mientras sigue riendo. Brandon no se ríe con tanta efusividad, pero lo veo sonriendo y mirando seriamente a los otros.
Ojalá podría haber terminado ahí, pero obviamente no. Como imaginarán, no fui al baile, ni a ningún baile más, sino que me quedé toda la noche llorando, creo que nunca había llorado tanto en mi vida. Al día siguiente en el colegio no vi a Brandon, pero, yo y nada más yo era la burla de todo el colegio: me llamaban de todo tipo de bromas con animales, y hacían ruidos de cerdo cuando pasaban.
Por supuesto que Brandon se fue a la universidad a los siguientes días y yo me quedé con ese apodo por años. Durante todo el el colegio era cerdita, ballena, y otros apodos ingeniosos que se le puedan ocurrir. De más está decir que nadie quiso salir conmigo ni ser mi amigo.
Annie intentaba defenderme y acompañarme, pero mi hermana la jalaba al otro lado, al de los populares. Estuve sola y deprimida por meses. Pasé de ser la chica invisible a la burla del colegio. Sé que muchos chicos y chicas la pasaban mal ahí, pero yo era el objetivo número uno de risas en todo momento.
Lloraba todos los días antes de ir al colegio, no quería ir, inventaba excusas y me retraía como nunca. Mis calificaciones se vieron afectadas, mi rendimiento, todo. Intentaba pasar desapercibida lo más que podía, no me anotaba en actividades extra y la mayoría del tiempo decía que estaba enferma. Me odiaba a mí misma, terriblemente, solo por la palabra de un muchacho. Tuve suerte de siquiera graduarme, pero no pude entrar en la universidad y mi vida cambió en ese instante para siempre.
Los años pasaron y siempre evité ir a casa de los Clark, sus padres me llamaban y preguntaban por mí. ¿Ir a la playa con ellos? ¡Andar en traje de baño! ¿Están locos? ¡Dios lo prohíba! Sé que él volvía en vacaciones de la universidad, pero yo hasta evitaba salir de la casa por miedo de verlo.
Billy cuando venía a visitarlos, a veces buscaba salir conmigo y mantuvimos una amistad vía mensajes, era feliz cuando lo veía, por años fue mi único amigo. Incluso me confesó que era gay, lo cual no lo sabía el resto de su familia. Era mi amigo, y yo tenía su secreto, me hizo sentir importante que alguien como él me confiara ese secreto tan crucial en su vida.
Cuando Annie y mi hermana se graduaron, fui temprano al evento, lo vi de lejos, felicité a Annie y luego hui de la graduación como si el diablo me persiguiera. Después de eso, no lo vi más, sé que se había ido a Europa a completar sus estudios y que era un empresario famoso. Yo trabajé y luché para recuperarme, aprendí algo de diseño por mi cuenta, en uno que otro curso, tuve trabajos terribles en tiendas y en feas oficinas. Finalmente, la escuela era nada más que un horrible recuerdo, como todo en la vida, el tiempo pasa y ayuda a aliviar las cicatrices.
A veces me pregunto qué hubiese pasado si Brandon no dijera lo que dijo. Quizás se reirían de mí de otra forma, quizás ni se hubiesen acordado de que yo existía. Otra opción es que yo hubiese luchado por seguir estudiando y no influenciarme tanto, cambiarme de colegio, refugiarme en otra cosa.
Pero hasta el día de hoy ni siquiera tengo una prenda de color rosa, se rieron tanto de mí que ni me acerco a los animales y voy con miedo a todas partes, rezando que nadie se acuerde de mis apodos de animales. Luego de varios trabajos poco importantes, conseguí este, que es lo que quiero.
Todo por ese tonto comentario de ese chico popular. Todo por culpa de Brandon Clark, al cual tenía sentado enfrente, en esta sala de reunión, sonriéndome, llamándome Ady, como si nada hubiese pasado.
Habían pasado aproximadamente siete años desde que nos vimos la última vez, o al menos desde que yo lo vi de lejos en la graduación de Annie… y sí que había cambiado. Envejecido para bien, por supuesto. Su cabello rubio oscuro estaba cuidadosamente peinado hacia atrás, tenía un traje fantástico y a la moda, un reloj caro en su muñeca y sus rasgos eran masculinos y hermosos. Sus ojos castaños que había querido tanto desde niña me miraban con una expresión casi alegre, tenía pequeños destellos dorados en sus pupilas que me encantaba admirar. La sonrisa que me daba era arrebatadora, con unos dientes perfectamente blancos, era muy expresivo como si me hubiese encontrado dándome una gran sorpresa. Su espalda era ancha, podía ver sus brazos musculosos bajo su traje y su voz era encantadoramente grave y masculina. Sí, era un hombre que podía tener lo que quisiera en esta vida solo con extender su mano. Era sexy, con dinero, estudiado, todos deben haberse enloquecido cuando él entró, Brando
Digamos que eso no fue tan así como yo pensaba. Habían pasado ya casi dos semanas en donde, efectivamente, se aprobó la propuesta y estábamos full de trabajo, era todo lo que habíamos querido y finalmente cuando llegó… yo era miserable. La primera semana, teníamos reuniones casi todos los días en donde yo veía a Brandon de lejos y cuando se me acercaba yo inventaba una excusa antes que llegara siquiera a hablarme. Me escribió un par de mails de trabajo a los que yo respondía muy profesionalmente, y de repente todo iba bien…. o al menos eso creía. Porque cuando yo bajaba la guardia o empezábamos a ser bien cordiales… el hombre volvía a hablar de lo mismo, cuando mencionaba algo de salir a tomarnos el mencionado café o cenar, yo simplemente no respondía. ¡Dios mío! ¡Qué hombre tan persistente! No podía verme o escribirme sin sacar a relucir el estúpido café, una copa en un bar de la esquina, una cena, una merienda, y pare usted de contar las posibilidades de salidas sociales. Yo simpl
¡Demonios y recontra demonios! Pienso mientras manejo camino a mi casa, mis manos sosteniendo el volante cuál demente. He trabajado como loca para este proyecto y aún no han pasado más que algunas semanas desde que comenzó, parece una eternidad y ya estoy completamente agotada. Al azar, voy cambiando de lugar de trabajo, a veces la oficina, otras veces en el depósito e incluso aprovecho si hay que ver a algún proveedor o alguna exhibición, solo para no estar con él cara a cara. Soy capaz de viajar y cruzar la mitad de la ciudad si es necesario. En resumen ando de un lado para el otro ¡Solo por evitar a un hombre! Debería estar concentrada en hacer mi trabajo lo mejor posible para que Mike vea mi trabajo, para que reluzca, para que llame su atención, mostrar que soy una buena diseñadora, que merezco un lugar en la empresa. Creo que hago un buen trabajo, pero sin duda el hecho de no tener un flamante título me resta importancia, pareciera que eso es lo único que le importa a esta gente,
No sé ni cómo lo hice, pero luego de semanas de trabajo finalmente tenemos un par de pequeños comienzo, un ejemplo de diseño para presentarle al cliente. Tengo un borrador con alguna información, ejemplos de colores, algunas imágenes de referencia. No tienen idea de como me he esforzado, he estado casi día y noche en la oficina y por momentos pensé o más bien dudé de que todo sea en vano. Los ojos me duelen de estar tanto tiempo en la pantalla, sin descanso. Mi compañera Katie no ha hecho básicamente nada, además de dar algunas ideas y “corregir” todo lo que hago, solo para dejarlo tal como estaba antes. Por otra parte, Brandon, debo reconocer que ha intentado ayudarme, le ha gustado lo que ha visto de los primeros ejemplos y todas las opciones, pero generalmente le he dicho amablemente qué gracias, pero no gracias a su ayuda. Me da una mirada frunciendo su ceño, claro que si necesito ayuda ¡estoy haciendo esto casi sola! Pero no la quiero de él. No quiero que piense que somos ami
—Como siempre muy callada… al menos que estés hablando con otras personas, claro está. Tienes palabras para todos menos para mí. O al menos muy justas para mí. Lo estrictamente necesario… se podría decir, ¿no?— dice, no sé si hablando conmigo o para sí mismo. ¿Qué le sucede? Está sin su chaqueta, la camisa no tiene corbata y los botones de arriba están desabotonados. No tengo forma de salir sin ser tan obvia. Quizás…. quizás debería afrontar esto, hablar, escuchar lo que él tenga que decir de una buena vez. Quizás salir de esto y cerrar el tema cuanto antes. Manejar la situación para que él deje de insistir. No es la opción que más me gusta, sigo pensando, quizás se aburra de perseguirme, aunque no parece el caso. —¿Qué haces aquí, Brandon?— él coloca sus manos en sus bolsillos y sigue aproximándose hacia mí, se queda a pocos pasos y empieza a ver el lugar donde estamos. —Yo… quería felicitarte. El cliente está muy contento con lo que has mostrado. Tienes mucho potencial Ady. Siem
Ayer fue completamente un borrón en mi mente. Recuerdo haber llegado a la mesa con mis compañeros de trabajo y mi jefe y decir algo como que tenía que irme a casa sin dar muchas explicaciones de qué o por qué, y a nadie tampoco le importo mucho. Brandon no volvió a contactarme de nuevo y fue realmente un alivio, honestamente pensé que su acoso iba a ser más insistente. Quizás estaba demasiado borracho para siquiera recordar lo que hizo.Llegué a casa cansada de correr, de huir básicamente, me bañé y me acosté, pero eso no fue todo. Por más cansada que estaba, me quedé como un zombi toda la noche, pensando en qué demonios ocurrió. ¿Será que tomé mucho anoche? No, realmente no tomé. ¿Estaré alucinando? Mi mundo se había vuelto de cabeza, así que toda opción por improbable que fuera, seguía compitiendo en la carrera de locos. La peor parte es que sé que yo estoy aquí, desvelada, pensando en ese beso… cuando él debe estar acostado tranquilo, durmiendo a pierna suelta… o quizás ya con una
Mi cita y el rubio Brandon se ven el uno al otro, como confirmando que si, efectivamente, están ambos ahí, en el mismo lugar, por la misma chica. Uno vino porque me preguntó si quería salir con él… el otro aparentemente vino a disculparse por el beso, obviamente, dijo que no era caballeroso, pero la realidad es que sé como va todo. Se disculpará y dirá que es el vino, el culpable de todos los males. A todas estás ¿Cómo sabía donde vivía yo? Si les soy muy muy honesta… la verdad es que no tengo ganas de escuchar sus disculpas: tomé mucho, no sabía bien qué es lo que estaba pasando, una cosa llevó a la otra, pero… finalmente, lo que todos sabemos, no debió haber sucedido. Lo siento pequeña princesa Adelaida, eso fue solo un error, un pequeño y tonto sueño. El hombre aquí en cuestión viene a admitirlo. Duro muy poco el sueño. Él nunca debió haberme besado así. —¿Y tú… eres?— pregunta Brandon señalando a mi vecino con evidente desdén, molestia y me atrevería decir, enfado. Supongo que po
Qué día tan endemoniadamente raro he tenido, pienso en la noche cuando me acuesto. Ha sido un día largo, pero provechoso. Tuvo sus partes buenas, otras… realmente poco fuera de lo común. Ya era suficientemente raro con que tuviera una cita. Me había bajado una que otra aplicación de cita, para luego de varios desastres, eliminarlas de forma contundente. Yo estaba convencida era que…yo quería algo genuino, una relación de verdad… ¿Era demasiado pedir? Pues parecía que no tanto porque con Robbie todo fue muy bien… extrañamente genial. Hubo buena conversación, miradas intensas, sonrisas, risas, buena comida, aprendí de su vida y tiene una personalidad sumamente agradable. Robbie era simpático, sin ser exagerado, atractivo, y parecía ser buena persona, un buen hombre. Quizás si fuera más abierta, o más delgada, o más rubia, o más alta, o con menos carnes, o menos curvilínea en ciertas áreas, o hablara más, o si de repente tuviera más amigos, o hubiese ido a la universidad, o fuera a más