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Capítulo 4: Las escondidas

Digamos que eso no fue tan así como yo pensaba. Habían pasado ya casi dos semanas en donde, efectivamente, se aprobó la propuesta y estábamos full de trabajo, era todo lo que habíamos querido y finalmente cuando llegó… yo era miserable. La primera semana, teníamos reuniones casi todos los días en donde yo veía a Brandon de lejos y cuando se me acercaba yo inventaba una excusa antes que llegara siquiera a hablarme. 

Me escribió un par de mails de trabajo a los que yo respondía muy profesionalmente, y de repente todo iba bien…. o al menos eso creía. Porque cuando yo bajaba la guardia o empezábamos a ser bien cordiales… el hombre volvía a hablar de lo mismo, cuando mencionaba algo de salir a tomarnos el mencionado café o cenar, yo simplemente no respondía. ¡Dios mío! ¡Qué hombre tan persistente! No podía verme o escribirme sin sacar a relucir el estúpido café, una copa en un bar de la esquina, una cena, una merienda, y pare usted de contar las posibilidades de salidas sociales. 

Yo simplemente decía que había olvidado totalmente responderle, pero que pronto lo haría. Una completa mentira. No tengo ganas de responderle, y si le respondo sería no. Lo peor es que su cara era de completo desconcierto como si yo le hablara en otro idioma, de repente bien olvidado.

Él seguía acercándome hacia mi contento, hasta que después de varios intentos, dejó de hacerlo. Yo sabía que era un hombre inteligente, pero debo reconocer que le costó un buen tiempo entender la indirecta de “no gracias no quiero salir contigo por nada del mundo”. Supongo que no está acostumbrado a un simple rechazo de una tonta empleada, nada importante que era la niñita con la quien jugaba, y después la adolescente de quien se reía. ¡Imagínense nada más! La cerdita del colegio, ahora SU empleada, rechazándolo para salir a tomar algo con él. Debe ser terrible para él. 

Ahora solo se quedaba ahí, mirándome serio, con el ceño fruncido y los labios en una fina línea, debo decir que me intimidaba y por un momento temí poner en riesgo el proyecto, y por qué no, mi trabajo. Ya estas alturas honestamente no sé si quería trabajar para él, sentía una especie de asfixia de saber que lo vería casi todos los malditos días. 

La verdad es que yo no le di ninguna explicación y quizás fui muy infantil al evitarlo y hacerle una especie de ley del hielo. Pero entiéndanme, estaba desesperada. Verlo todo el tiempo era una tortura. Para hacer todo peor, recibía mensajes tiernos de Annie invitándome a eventos de preparativos de su boda, por alguna extraña razón quería mi consejo en cuanto a la decoración del lugar de la ceremonia.

Yo no soy una diseñadora de gráfica, si acaso llego a diseñadora gráfica. Pero no, ella insistía que quería ayuda con las tarjetas, con los carteles y que recordaba que era buena diseñando. Yo le daba largas al asunto. Me daba pena, pero qué iba a hacer.

Yo me enfocaba en el trabajo y luego de que la interacción con Brandon se tornara más incómoda, a la segunda semana hice todo lo posible para que la relación con él cayera sobre mi compañera Katie, estrategia por la cual, dicho sea de paso ella estaba muy feliz. Katie se le acercaba, le colocaba el escote cerca, creo que si podía se le sentaba en las piernas osadamente, jugaba con su cabello y le mandaba indirectas sexis como que estuviera en una discoteca. 

Era entre cómico y absurdo de ver, yo al menos me reía, lo peor es que quizás tenga éxito, Brandon se ve el tipo de hombre que le gustaría una mujer así, bella, exitosa, con un buen cargo, un buen cuerpo. 

No me pasaban desapercibidas las miradas de él, su expresión decepcionada, como me buscaba con la mirada cuando entraba, como negaba con la cabeza cada vez que yo me alejaba de él. Se veía molesto, parecía no saber qué hacer conmigo. Dejarme en paz era una excelente idea, digo yo, solamente. Francamente, no sé qué quiere hablar conmigo, y no lo quiero saber. Yo me iba contenta al galpón a ver los materiales y empecé a armar un draft con algunos diseños e impresiones en tamaño real. Si este era mi lugar, tranquilo y lejos de las reuniones formales, una especie de guarida, feliz y sola. Era ideal.

Estaba básicamente llena de tierra en mi jean, me encantaba estar probando como serían los estands de las empresas en ese evento en el hotel, así que era un trabajo más manual y en exteriores, cuando escuché la voz que menos quería escuchar. El mundo se me vino abajo. Maldije mentalmente mi suerte. ¿Quién demonios le daría esta dirección? ¡Nadie viene aquí! Claro que él… es el nuevo CEO. Es decir, tiene acceso a toda la información de la empresa. 

—Con que aquí es donde vienes a huir y te mantienes escondida— genial, no anda con cortesías ni miramientos, va directo al grano. No me quiero ni voltear, pero finalmente lo hago. 

Atino a escribirle a Liz que por favor me llame lo antes posible, en cuanto lea este mensaje, simplemente para fingir una llamada. No me abandones Lizzie. Cuando volteó a verlo está más atractivo que nunca, si eso es posible. 

Su abrigo está colgando de su brazo y la camisa blanca parece que se la hubiesen cosido ahí mismo sobre su torso, ligeramente abierta, dejando ver su cuello y el comienzo de su pecho musculoso. Es tan elegante que parece un espejismo, no pertenece a este lugar. ¡Genial! ¡Maravilloso! ¡Espectacular!, y yo parezco una pobre mujer sin hogar, viviendo en la calle, acostada sobre un cartón compartiendo mi comida con las palomas. ¿Es que busca estas ocasiones especiales? 

—¿Esconderme?... no, no está claro que no. Aquí es donde ocurre el trabajo que nadie ve, el verdadero trabajo se podría decir—le digo de forma simple y trato de sonar convincente, y principalmente calmada. Él observa los muebles que tenemos en exposición, las muestras colores, las pinturas y sonríe, como si le gustara el lugar. Observo que él me mira de arriba a abajo con una expresión difícil de entender. Supongo que debe ser por mi atuendo poco favorecedor, nada que ver con las chicas lindas de la oficina con sus falditas, blusas ceñidas y ni decir Katie que anda en plan lanzarse de lleno al nuevo CEO.

—¿Sabes? Realmente me alegra que te hayas dedicado a esto, creo que te ha gustado desde hace mucho tiempo. Siempre has tenido un buen ojo para las combinaciones, proporciones, los colores… una vena artística se podría decir. Estoy seguro de que eres una diseñadora fantástica Ady— dice y mira a la pared y se ríe un poco, como si su cabeza estuviera en otra parte ¿qué demonios le pasa? 

—Recuerdo como recolectabas conchas de mar para decorar la casa, y el cuidado que ponías al hacer una carpa con libros en la habitación. Mamá tiene aún un adorno que hiciste con conchas de mar y piedras— dice volviendo a sonreír mostrando sus labios y dientes blancos despampanantes, como si fuera un recuerdo agradable.

—Aunque me sorprendió bastante que no fueras a la universidad, es una verdadera lástima… nunca lo pensé— dice y yo lo vuelvo a ver sorprendida —Lo vi en tu CV— dice a modo de explicación y me siento avergonzada. ¿De verdad tiene que sacar ese tema? Me parece que es una falta tremenda de tacto. No me gusta hablar de ese tema, fue un duro fracaso para mí, siento que me sonrojo. No digo nada más, sigo acomodando las cosas, que no necesitan acomodarse, pero tengo que distraerme con algo.

—No entiendo por qué, eres muy inteligente, seguro cualquier universidad estaría contenta de aceptarte. Cuando te vi entrar en la oficina… estaba casi seguro que eras la jefa de diseño, quizás teniendo un posgrado o tu propia oficina… al menos es lo que yo esperaba de ti— exclama. No me dice esto con un tono de acusación, sino más bien curiosidad. 

Igual, me lo tomo mal, como si él estuviera decepcionado ¿Quién es él para decepcionarse de lo que hice o no con mi vida? Claro, él completó sus estudios y más… y yo soy solo una empleada aquí, sin nada en especial, sin forma de ascender mucho más que trabajar más y más. Me gustaría salir corriendo de ahí o decirle sus cuantas verdades, pero es el CEO, el jefe supremo de la empresa en donde trabajo, y necesito mi trabajo.

—Tuve muchos problemas en el colegio… me enfermé y no pude asistir a todas mis clases, finalmente no pude entrar a ninguna universidad— confieso de forma seca y fría, como si no fuera una gran cosa, pero espero que con eso deje el tema. Él suspira y parece afectado con lo que dije, se acerca más a mí.

—Ohhh… siento mucho oír eso. Yo… espero que ahora estés mejor, realmente espero que estés bien Ady… yo no… no lo sabía. Debe haber sido muy difícil para ti. ¿Estás mejor? Yo te veo muy bien— dice de repente y parece avergonzado, así que continúa hablando, solo se podría decir —Y la verdad es que…no es muy tarde, ¿sabes? Siempre puedes volver, mejorar, superarte— claro, claro ¿con qué dinero? ¿Con qué tiempo? 

Mi familia no es millonaria como la de él, tengo facturas que pagar, tengo que vivir de algo. Tengo que trabajar. Finjo otra sonrisa y asiento, y rezo mentalmente para que se vaya. Mejorar, superarme… como si ahora fuera un verdadero fracaso. Afortunadamente, él es realmente un hombre inteligente porque ahí mismo cambia de tema.

—Entonces… ¿Te estabas escondiendo? ¿Me estabas evitando?—dice apoyándose en el escritorio donde estoy trabajando parada, cruza sus brazos en su pecho —¿Sabes? Nos conocemos desde hace mucho tiempo… creí que esta era una buena oportunidad para recordar los buenos tiempos— sugiere buscando mi mirada. ¿Qué buenos tiempos? 

—Es solo que estoy muy ocupada—contesto fríamente y él vuelve a suspirar. Siento como se inclina para hablarme más de cerca. 

—Es un trabajo importante, sin duda. Y Mike tiene mucha confianza en ti, eso es seguro.... Sin embargo, tienes una vida fuera del trabajo ¿no?— ¿Qué demonios insinúa? —La boda de Annie es en pocos meses y ella está muy contenta, me dijo que te había pedido que seas del grupo de damas de honor— señala. Claro, como si no fuera suficiente verlo en el trabajo, también lo tendría que ver los fines de semana. 

—Oh sí… pero le dije que mejor incluyera a sus amigas más cercanas, quizás de la universidad o de la oficina, amigas que hayan estado más unidas a ella últimamente— replico sin verlo, siguiendo con mis cosas ¡Que francamente no sé ni que hago! He colocado estas carpetas de todas las formas posibles, debo verme como una completa desquiciada. 

—Sí claro… es solo que las damas de honor tienen que ser mujeres solteras y casi todas sus amigas están ya casadas. ¿Lo entiendes? Y claro, ella te adora, siempre has tenido un lugar especial para ella, es obvio que te quiera tener cerca en su gran día— señala él de hecho. Genial, yo soy la amiga solterona, gracias por echármelo en cara, ¡soy muy joven aún! Grito internamente. ¡Lo que me faltaba! 

—No estás casada, ¿verdad Princesa?— yo niego lentamente con la cabeza, enfocándome ahora en la computadora. ¡Demonios Liz! ¿Cuándo va a leer mi mensaje? ¿Cuándo me va a sacar de este atolladero?

—¿Y tienes novio?— pregunta él con voz baja como con duda. Por supuesto, también tenía que preguntarme eso, ¿cuál es su objetivo? ¿Reírse de que no atraigo ni moscas? Dios mío que termine esto pronto. Esto es francamente el colmo de la humillación. Repito… ¿Este hombre no tiene nada qué hacer?

—No, no tengo—espeto fríamente y él tiene una expresión extraña. 

—Bien, bien… le diré entonces a Annie que eres la candidata perfecta para su grupo de damas de honor. Ahhh y que no necesitas entonces una invitación de acompañante, iras sola a la boda— dice como si fuera el hecho más claro del mundo: Adelaida, la sola, la solterona, la que no atrajo ni enfermedades, nada. Fantástico, realmente fantástico.

¿Había necesidad de remarcar eso? Adelaida la tonta, nerd y sin pretendientes. Pareciera que se metió en mi cabeza y buscó mi peor pesadilla y la está haciendo realidad. Nos quedamos en un incómodo silencio, es obvio que yo no quiero hablar y él no sabe qué más decir, se queda ahí, a metros de mí, mirando alrededor.  Parece nervioso, no tengo la menor idea de por qué.

—Ady… no sé qué sucedió, juro que estoy un poco perdido aquí…pero yo simplemente… bueno, es todo muy raro, juro que estoy perdido… pero…solo me gustaría que habláramos, sé que estás muy ocupada… pero si solo tú me hablarás y me dijeras qué sucede, me ayudarás un poco yo…— empieza a decir él de forma atropellada cuando escucho el timbre de mi teléfono ¡Salvada por la campana! Le doy una mirada de —tengo que tomar esta llamada— y atiendo mi celular.

—¿Ami? ¿Qué sucedió? Me escribiste, pero estaba en clases, ahora si… dime, para que soy buena— escucho a Liz al otro lado de la línea y empiezo a improvisar de una forma que merezco un Óscar.

—¡Oh dios, no lo recordaba! ¡Gracias, gracias por avisarme! Si si lo entiendo… lo entiendo, no puedo perderme esta llamada, claro… estoy de acuerdo con usted— digo con todo apresurado, comienzo a tomar mi computadora y mis cosas. Él me mira expectante con cara de niño que se le espichó un globo.

—No sé dé que hablas, pero… ok, en lo que te pueda ayudar, siempre puedes contar conmigo para llamadas de mentira. Te quieroooo— dice Liz al otro lado del teléfono riéndose.

—Si si, lo sé… es vital esta llamada. Ya me voy a conectar a la llamada… no no no no no faltaría por nada del mundo, más bien gracias por recordar, he estado con muchas cosas con el nuevo cliente, además tenemos un nuevo jefe y tú sabes, cambios, cambios, cambios y casi no tengo tiempo para nada más…— indico y sin soltar mi celular me dirijo hacia él 

—Lo siento, tengo una llamada super importante de un posible proveedor en… en Japón y tengo que atender. Lo siento mucho— le digo y me escapo a una esquina en una mesa y finjo conectarme a una videollamada, colocándome mis auriculares inclusive. ¿Japón? No se si fue una genialidad o una completa ridiculez. Lo veo irse cabizbajo rápidamente. Genial, ahora mi lugar seguro ha sido descubierto.

Tengo que pensar en una nueva estrategia.

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