Brianda se despertó como cada mañana, antes de que sonara la alarma. Para ella era como una manía, le gustaba hacerlo.
Se lavó la cara y se puso mis pantalones de correr negros y una camiseta rosa. Se calzó sus zapatillas negras y después se colocó una sudadera negra. Lo sabía, era demasiado evidente que le gustaba el color negro.
Se recogió su alocado cabello largo, rizado y rubio en una alta coleta que hacía ver aún más larga su melena.
Como complemento colocó sus audífonos mientras salía de su habitación y bajaba las escaleras. Llegando a la puerta tomó sus llaves y se dispuso a escuchar «Reik» mientras empezaba su rutina de running como cada mañana.
Mientras iba corriendo, por un segundo cerró sus ojos mientras cantaba al compás de la canción «Noviembre Sin Ti» y se dejaba envolver por el sonido de esa canción.
Pero como a veces es la mujer más patosa que pisó La Tierra y suele ocurrirle, no supo en qué preciso momento, chocó una vez más contra una m*****a farola. O eso creía, que aún seguía con los ojos cerrados por el impacto.
-¿Está bien señorita?...
Una voz le pregunto e inmediatamente se sacó los audífonos y miró al frente. Enseguida enrojecieron sus mejillas.
Sí, había chocado contra el hombre más guapo que había visto en toda su vida.
Se quedó boquiabierta al ver esos ojos azules tan hermosos a la par que poco comunes, esa boca tan perfecta, que parecía dibujada y esos cabellos oscuros perfectamente peinados.
Pudo observar que el apuesto joven le extiendió su mano para ayudarla a levantarse. Aunque por un segundo dudó, optó por agarrar su mano y dejarse ayudar.
-Sí, estoy bien, muchas gracias y disculpa, iba despistada pensando en cualquier cosa... -No era capaz de soltar su mano, aunque ya estaba en pie y debía sacudir su ropa que estaba llena de tierra.
Cuando al fin reacciona, soltó su mano como con pesar. Sacudió sus pantalones y volvió a posar su mirada en él. Se sentía como hechizada.
Escuchó entonces a alguien aclararse la garganta y giró su cabeza para mirar.
Al parecer no solo había hecho el ridículo delante de un hombre guapo, sino que este venía acompañado por su hermano o amigo, no lo sabía en realidad.
''Tierra tragame y escupeme en el Caribe. ''
Pensó llena de vergüenza.
-Perdonen, debo seguir mi ruta, se me hace tarde y no puedo perder tiempo, de nuevo discúlpame. -Le dijo mirando fijamente a los ojos a ese guapo hombre.
-No se preocupe y ponga más cuidado en adelante. -Responde con voz seria el joven, mientras su amigo no deja de verla de arriba abajo, haciendo que ella se sintiera aún más nerviosa de lo que ya estaba.
-Pierda cuidado, señor en adelante me fijaré por donde voy.
Sin esperar su respuesta comenzó a correr nuevamente hasta su casa, algo le decía que no era la primera vez que veía a ese hombre, pero por más que se esforzaba no conseguía recordar de dónde le conocía.
Ya en casa, después de ducharse y alistarse, salió para la empresa, la cual había tenido que construir desde cero, dado que la heredó en ruinas tras la fatídica muerte de sus padres.
Inés, su secretaria, la esperaba con una enorme pila de papeles para firmar.
Después de varias horas, al fin tuvo un rato libre para respirar.
Decidió llamar a una de sus mejores amigas, Valeria.
Valeria, Roxana y Brianda se conocían desde el colegio. Fueron las únicas que siempre habían estado ahí para ella.
Para hacer todo más rápido, decidió escribirle un mensaje:
"Valeria, os espero esta noche a Roxana y a ti para cenar, tengo que contaros una cosa que ha sucedido esta mañana. Avisa por favor a Roxana, no tengo tiempo de m****r dos mensajes. Nos vemos a las 9 en mi casa."
No se molestaba en esperar respuesta, sabía que ambas irían, puesto que sus amigas sabían que si ella las reunía era por algo importante.
Pasada una media hora Inés aparece de nuevo por la puerta para avisarle que tiene una reunión urgente con la empresa asociada nueva, de la cual aún no conocía al dueño.
Ella caminaba hasta la sala de reuniones con pasó firme, haciendo resonar sus zapatos por toda la planta. Empujó la puerta de madera y acto seguido caminó hasta su sillón de cuero negro. Tomó asiento enseguida y esperó.
Cinco minutos más tarde estaban todos los socios allí.
O eso era lo que ella creía.
Instantes después sonó suavemente la puerta. Evidentemente alguien estaba llamando.
Cuando la puerta se abrió, un apuesto joven con traje gris de Armani, alto, moreno y con un maletín negro, apareció frente a ellos, entrando en la sala.
''No puede ser él. ''
Pensó.
Brianda se quedó inmóvil durante unos cortos segundos y se puso en pie, dispuesta a saludarlo. Éste le extiende nuevamente la mano, la cual ella toma sin dudarlo y a él se le dibuja una sonrisa en sus labios.
-Vaya, parece que vamos a vernos muy seguido, señorita paredes.
-Eso parece, ¿Señor...?.
-Anderson, Oliver Anderson.
Aún muy sorprendida, tomó asiento y, el apuesto joven, el cual se había presentado como "Oliver Anderson", resulta que era su nuevo socio.La reunión se desarrolla con normalidad. Oliver es muy inteligente, sabe perfectamente como meterse en el bolsillo a los socios y hasta la propia Brianda queda asombrada ante él.Tras dos horas finaliza la reunión y, muy caballerosamente, Oliver se despidió de ella y se marchó.Después de un largo día lleno de sorpresas, al fin llegaron las nueve de la noche.Brianda se estiró en el asiento de cuero negro y luego cerró su ordenador, ya mañana terminaría de revisar las estadísticas ya que se sentía demasiado cansada.Salió de su despacho, con el maletín marrón que usaba diariamente en sus manos y caminó hasta el ascensor, pulsó la tecla roja y esperó hasta que se hubieron abierto las puertas ante ella. Acto seguido entró en el y pulsó la tecla que llevaba al garaj
Esa mañana, llegando a la empresa, Brianda se encontró la sorpresa de que Oliver estaba allí, esperándola.Sin saber muy bien la razón que lo había traído a visitarla de nuevo, Brianda caminaba pisando firme hasta su despacho, dónde él yacía esperándola según le había dicho Inés.Al empujar la puerta y entrar, se lo encontró de frente. Ambos se miraron a los ojos.Con sus miradas puestas el uno en el otro, y sin saber muy bien como enfrentarlo, decidió presentarse formalmente.-Nuevamente me disculpo por el incidente de ayer por la mañana, mi nombre es Brianda Paredes. Para serle sincera, pensé que en la reunión que tuvo lugar ayer, me encontraría con mi socio nuevo, el señor Anderson, al cual conozco de haber coincidido en reuniones sociales y es bastante más mayor que usted, de ahí mi sorpresa al verlo a usted y no al señor que recuerdo.Brianda puso su mirada en su sillón de cuero, lo arrastró su
Brianda despertó con los ojos hinchados. Tuvo que usar demasiado maquillaje para disimular la hinchazón en el trabajo.Llevaba ya tres horas en la oficina pero no lograba concentrarse en el trabajo a pesar de intentarlo con todas sus fuerzas.Suspiró pesadamente, se sentía molesta y engañada... ¿Por qué Valeria le habría ocultado que Milagros era adoptada? No conseguía comprender y no conseguía deja r de pensar en ello.Sonaron unos golpecitos en la puerta y acto seguido se abrió. Era Inés, su secretaria.-Señorita, el señor Anderson está al teléfono, ¿Quiere que le pase la llamada?-Si, por favor y después ve a la planta sexta y pide los presupuestos que faltan por revisar.Inés asintió y unos instantes después le pasó la llamada.-Buenos días Brianda, la llamo para invitarla a una reunión que será en mi empresa dentro de unos dí
La noche anterior, Oliver las llevó a casa.Brianda pudo descansar mejor, Shara parecía feliz por algún motivo que Brianda no alcanzaba a entender y que ligeramente le causaba dudas.Los días pasaron sin muchas novedades.El día anterior a Nochebuena tenía la reunión de Oliver. Brianda había comprado un lindo vestido, rojo, que se adaptaba perfectamente a su cuerpo y realzaba sus encantos.Cómo peinado optó por un sencillo recogido y se maquilló para la ocasión.Oliver le había indicado el lugar donde sería y ella decidió ir por su cuenta a pesar de que él quería recogerla, pero ella optó por ir con su propio coche tranquilamente.Una vez llegó al lugar, un joven se dedicaba a aparcar los coches y Oliver, en la puerta, parecía estarla esperando.Observó que estaban muchos de sus socios y otros muchos que podrían ser un objetivo para su empresa si hacía bien su trabajo.<
Esa noche Brianda tuvo un sueño. Algo así como un "Deja vu".>>>Sueño<<<Estaban sentados en una playa. No tenían más de 13 años, Oliver estaba ya demasiado moreno dado que el Sol le bronceaba rápidamente. No como a Brianda, que por el contrario la quemaba.Sonreían, sus manos entrelazadas demostraban que eran mucho más que amigos. Ella era feliz.En un momento de descuido, Oliver la tomó en brazos y echó a correr con ella hacía el agua del mar.Dio algunas vueltas mientras ella flotaba entre sus brazos, se besaron y él pegó su frente a la de ella. Justo cuando iba a volver a besarlo una ola los hizo caer y ambos rieron en la orilla nuevamente.-Te amo Brianda, júrame que esto es para siempre —dijo Oliver con voz dulce y amorosa.-Por siempre y para siempre... Lo juro —contestó Brianda entrelazando sus meñiques.>>>F
Los siguientes días Valeria trató de comunicarse con Brianda, pero ella, decepcionada, la evitó en todo momento.Aquella mañana decidió no hacer deporte. No tenía ganas ni ánimo.Bajó a desayunar y Shara estaba con una leve sonrisa terminando el desayuno.-Buenos días, Shara —dijo Brianda al tiempo que se sentaba en la mesa.-Buenos días niña, ¿Qué tal ha dormido? —respondió dulcemente Shara.-Todo lo bien posible... Shara ¿Tú sabías que Milagros no es hija de Valeria, cierto?-Yo no puedo decir nada niña, perdone, pero no debo meterme en las cosas de los patrones y sus amistades, no se moleste conmigo por eso.Tras esta respuesta evadiente, Shara salió de la cocina y se dirigió a terminar el aseo de la casa. Pero Brianda dudaba aún más, no conseguía entender que le ocultasen las cosas de esta forma.En la oficina todo fue muy bien, como de co
Aquella noche no pudo pegar ojo. Su vida era una enorme mentira y cada día lo tenía más claro.Se dio cuenta de que ya no podía confiar ni siquiera en su fiel Shara y eso le dañaba muchísimo.El semáforo cambió de color y se puso en marcha nuevamente hacia la empresa, llevaba toda la mañana buscando un nuevo lugar en el que vivir sola, alejada de todo aquello que no era real en su vida. Tras tres horas encontró un buen apartamento con una enorme cristalera que daba vistas a la ciudad, quizá por eso le había gustado tanto y le compró.Después de unos minutos había llegado a los aparcamientos de los coches de la empresa y, tras aparcar el suyo y bajar, caminó hacia la entrada mientras borraba todos los mensajes recibidos tanto de sus amigas como de sus sirvientes. Chocó entonces contra la espalda de alguien y cuando levantó la mirada se sorprendió al saber que era Oliver.Ambos se miraron fijamente durante unos segundos qu
Brianda mandó su ubicación vía WhatsApp a su hermano mayor, Juan Antonio, que unas horas más tarde estaba allí abrazandolas a Shara y a ella. Le sorprendió que también su hermano conociera a Rosi, algo que para ella no parecía lógico dado que se supone ningún miembro de su familia se conocía con la de Oliver. O eso creía.-Y una duda que me surge a mí, hermana... ¿Qué haces en esta casa con un pie escayolado?, ¿No estarías mejor en la tuya al cuidado de Shara como siempre? —Dijo su guapo hermano con su voz varonil.-Ya, es una larga historia, pero ahora tengo otra nueva casa que, cuando pueda caminar, te mostraré sin problema. De hecho, si Shara está aquí es porque Oliver decidió llamarla. —Brianda de cruzó de brazos tras pronunciar estás palabras.-¿Oliver?, ¿Qué Oliver? —preguntó Juan Antonio.-Oliver Anderson, mi socio y amigo, además del dueño del techo dónde estás ahora mismo hermano —respondió Brianda relajada