La noche anterior, Oliver las llevó a casa.
Brianda pudo descansar mejor, Shara parecía feliz por algún motivo que Brianda no alcanzaba a entender y que ligeramente le causaba dudas.
Los días pasaron sin muchas novedades.
El día anterior a Nochebuena tenía la reunión de Oliver. Brianda había comprado un lindo vestido, rojo, que se adaptaba perfectamente a su cuerpo y realzaba sus encantos.
Cómo peinado optó por un sencillo recogido y se maquilló para la ocasión.
Oliver le había indicado el lugar donde sería y ella decidió ir por su cuenta a pesar de que él quería recogerla, pero ella optó por ir con su propio coche tranquilamente.
Una vez llegó al lugar, un joven se dedicaba a aparcar los coches y Oliver, en la puerta, parecía estarla esperando.
Observó que estaban muchos de sus socios y otros muchos que podrían ser un objetivo para su empresa si hacía bien su trabajo.
Oliver caminó hasta ella y la ayudó a subir los escalones hasta llegar a la entrada del edificio, algo que agradeció dados los zapatos que estaba usando esa noche.
Paseó con ella y fue presentándole a cuánto socio formaba parte de su empresa y ella consiguió varias citas para reuniones futuras en las que asociarse con ellos.
La comida fue también un rotundo éxito.
Después de la comida tomaron unas copas y Brianda salió a los jardines del edificio. Suspiró pesadamente y dio un pequeño sorbo a su gintonic.
-Es una bella noche, ¿Verdad?. -Una conocida voz susurró en su oído izquierdo.
Brianda se sobresaltó al sentir su aliento en su cuello. Era Oliver.
-Si, necesitaba un respiro... Hay demasiada gente hay dentro... —sonrió ella forzosamente.
-Ya veo... —musitó Oliver.
De pronto Brianda arrugó el entrecejo al observar a una de sus amigas, Roxana, entre la multitud, de la mano de Joel, su esposo.
Oliver vio en la dirección donde Brianda miraba y se explicó.
-Su esposo tiene una importante imprenta con la que hacemos bastante negocio, prueban nuestras impresoras cuando las mejoramos con cierto tipo de sensores... Por eso ellos están aquí... ¿Les conoces? -Dijo mientras daba un sorbo a su cóctail.
-Si, ella es mi mejor amiga, Roxana. -Contestó aún sorprendida.
-Vaya... Pues mejor, al menos tienes alguien con quien hablar más allá de mi y de otro tema que no sea trabajo, ¿No crees?. -Sonrió Oliver.
-No Oliver. No puedo confiar en nadie ahora. Me han mentido sobre algo serio y tengo que descubrir la verdad... Pero por hoy he tenido suficiente, creo que me voy a casa. -Brianda depositó su copa en una mesa que había tras ella y se dispuso a marcharse cuando una mano sostuvo delicadamente su brazo.
-Puedes confiar en mí Brianda, yo no tengo motivos para mentirte, es más, hay cosas que me importan también rodeadas de cierto misterio y quizá podemos ayudarnos mutuamente. - Respondió Oliver soltándola lentamente el agarre
-Ayúdame a descubrir por qué mi mejor amiga me ha mentido al decirme que era madre biológica de una niña que según su tía es adoptada. -Brianda tomó la mano de Oliver mientras le miraba con súplica al tiempo que pronunciaba estas palabras.
-Cuenta con ello, Brianda. -Retuvo un poco más las manos de la joven, aunque finalmente ella se soltó de él.
Ella asintió con la cabeza y después caminó acompañada de Oliver hasta su coche. Se despidió cordialmente de él y arrancó el coche.
Regresó casay después de cambiarse de ropa se dejó caer en la cama. Al instante su móvil sonó con un sms que provenía de Oliver:
"Brianda, espero que la noche haya sido de tu agrado y próspera en lo que a trabajo se refiere. Espero aceptes mañana ir a pasear por el parque conmigo. Prometo invitarte un helado. O podemos hacer futing si quieres. Espero tu respuesta. Oliver."
Al leerlo, ella sonrió, estaba claro que Oliver se había tomado enserio lo de ser buenos amigos o esa era la impresión que ella captaba.
Después de un rato meditando decidió responderle.
"Hola Oliver. Si, ha salido todo maravilloso. Disculpa que me haya regresado han pronto, realmente estaba agobiada. Acepto ese helado. Si es de chocolate, claro. Nos vemos mañana. Brianda."
Dejó de nuevo el teléfono sobre la mesilla de noche y se acurrucó con las mantas, cerró los ojos y quedó profundamente dormida.
Al día siguiente, Oliver llegó a recogerla a su casa y juntos caminaron hasta el parque.
Allí, un heladero ambulante les vendió un par de helados, de fresa para Oliver y de chocolate para Brianda. Por una vez ella se sentía feliz.
Mientras reían y charlaban, Brianda fue contándole poco a poco de su accidente y de su perdida de memoria. Oliver le contó también cosas de su adolescencia y su vida, entre ellas la pérdida del amor de su vida y del bebé que ella esperaba en un trágico accidente. Algo que hizo a Brianda sentirse más cerca de él.
Unas horas después, estaban sentados sobre una manta en el césped del parque, cercana a la zona infantil, tomando unos sándwiches que Oliver había comprado en algún lugar de los muchos que había por allí cerca.
De pronto vio pasar a una mujer que se le hizo conocida. Se acercó un poco para verla mejor y resultó ser Valeria.
-Brianda, ¿Qué estás haciendo?
Ella puso su dedo índice en los labios de Oliver para silenciarle y le señaló hacia Valeria.
-Ella es mi amiga Valeria, de la que te hablé ayer. Y esa niña que va con ella su hija adoptiva, la cual me hizo creer que era su hija biológica —susurró Brianda para evitar ser oída por Valeria.
Ambos vieron el hermoso rostro de la hija de Valeria, la pequeña Milagros. Físicamente tenía un extraño parecido con Oliver y los ojos azules del mismo tono que él. Lucía una melena rizada castaña y su tez era clara.
Oliver y Brianda se miraron sorprendidos. Estaba totalmente claro que por alguna razón Valeria le escondía esa niña a Brianda y ambos se propusieron descubrirlo.
Pasaron tres horas más observando a Valeria jugar con la niña, la cual parecía feliz mientras jugaba en los toboganes y se montaba en los columpios de aquel parque.
Brianda entonces le pidió a Oliver que la llevara a casa y él le prometió que al día siguiente iban a ver a un amigo suyo que era abogado y que con su ayuda descubrirían el misterio que rodeaba toda esta historia. Ella asintió y Oliver acarició su mejilla y después la llevó a su casa.
Esa noche Brianda tuvo un sueño. Algo así como un "Deja vu".>>>Sueño<<<Estaban sentados en una playa. No tenían más de 13 años, Oliver estaba ya demasiado moreno dado que el Sol le bronceaba rápidamente. No como a Brianda, que por el contrario la quemaba.Sonreían, sus manos entrelazadas demostraban que eran mucho más que amigos. Ella era feliz.En un momento de descuido, Oliver la tomó en brazos y echó a correr con ella hacía el agua del mar.Dio algunas vueltas mientras ella flotaba entre sus brazos, se besaron y él pegó su frente a la de ella. Justo cuando iba a volver a besarlo una ola los hizo caer y ambos rieron en la orilla nuevamente.-Te amo Brianda, júrame que esto es para siempre —dijo Oliver con voz dulce y amorosa.-Por siempre y para siempre... Lo juro —contestó Brianda entrelazando sus meñiques.>>>F
Los siguientes días Valeria trató de comunicarse con Brianda, pero ella, decepcionada, la evitó en todo momento.Aquella mañana decidió no hacer deporte. No tenía ganas ni ánimo.Bajó a desayunar y Shara estaba con una leve sonrisa terminando el desayuno.-Buenos días, Shara —dijo Brianda al tiempo que se sentaba en la mesa.-Buenos días niña, ¿Qué tal ha dormido? —respondió dulcemente Shara.-Todo lo bien posible... Shara ¿Tú sabías que Milagros no es hija de Valeria, cierto?-Yo no puedo decir nada niña, perdone, pero no debo meterme en las cosas de los patrones y sus amistades, no se moleste conmigo por eso.Tras esta respuesta evadiente, Shara salió de la cocina y se dirigió a terminar el aseo de la casa. Pero Brianda dudaba aún más, no conseguía entender que le ocultasen las cosas de esta forma.En la oficina todo fue muy bien, como de co
Aquella noche no pudo pegar ojo. Su vida era una enorme mentira y cada día lo tenía más claro.Se dio cuenta de que ya no podía confiar ni siquiera en su fiel Shara y eso le dañaba muchísimo.El semáforo cambió de color y se puso en marcha nuevamente hacia la empresa, llevaba toda la mañana buscando un nuevo lugar en el que vivir sola, alejada de todo aquello que no era real en su vida. Tras tres horas encontró un buen apartamento con una enorme cristalera que daba vistas a la ciudad, quizá por eso le había gustado tanto y le compró.Después de unos minutos había llegado a los aparcamientos de los coches de la empresa y, tras aparcar el suyo y bajar, caminó hacia la entrada mientras borraba todos los mensajes recibidos tanto de sus amigas como de sus sirvientes. Chocó entonces contra la espalda de alguien y cuando levantó la mirada se sorprendió al saber que era Oliver.Ambos se miraron fijamente durante unos segundos qu
Brianda mandó su ubicación vía WhatsApp a su hermano mayor, Juan Antonio, que unas horas más tarde estaba allí abrazandolas a Shara y a ella. Le sorprendió que también su hermano conociera a Rosi, algo que para ella no parecía lógico dado que se supone ningún miembro de su familia se conocía con la de Oliver. O eso creía.-Y una duda que me surge a mí, hermana... ¿Qué haces en esta casa con un pie escayolado?, ¿No estarías mejor en la tuya al cuidado de Shara como siempre? —Dijo su guapo hermano con su voz varonil.-Ya, es una larga historia, pero ahora tengo otra nueva casa que, cuando pueda caminar, te mostraré sin problema. De hecho, si Shara está aquí es porque Oliver decidió llamarla. —Brianda de cruzó de brazos tras pronunciar estás palabras.-¿Oliver?, ¿Qué Oliver? —preguntó Juan Antonio.-Oliver Anderson, mi socio y amigo, además del dueño del techo dónde estás ahora mismo hermano —respondió Brianda relajada
Aquella noche, por más que intentó, Oliver no pudo dormir.Miles de preguntas atormentaban su mente... Empezaba a sospechar de todos al igual que hacía Brianda... Sólo existía una diferencia: Él sí recordaba todo. O al menos hasta donde había podido compartir con ella.Se sentía bastante preocupado por Brianda.Aquella mañana, cuando se la cruzó por la calle, jamás creyó que pudiera ser ella realmente. Hasta que varios meses después se chocó contra él y hoy estaba durmiendo en la habitación de al lado.Estaba seguro de su descanso puesto que, antes de acostarse, se había asomado para cerciorarse de que todo marchaba bien.Pero, muy a su pesar, sabía que al día siguiente sería inevitable que ella se enterase de todo lo referente a Milagros, esa pequeña que, sin saber cómo ni por qué, había despertado la curiosidad de ella y eso les había unido inexplicablemente.De
Nada más ver el cambio de expresión de Oliver y la forma en la que aquella mañana se había marchado de su habitación le hizo plantearse si para Oliver era simplemente una inquilina más.Pasó toda la mañana muy inquieta, dando vueltas al tema y teniendo en claro que se lo preguntaría nada más estuvieran a solas.Aquella mañana, que había empezado siendo especial por el hecho de que él hubiera ido a despertarla se torno preocupante para Brianda. Y eso que realmente le había gustado que él fuera a despertarla, aunque probablemente jamás se lo diría a él, ella no podía engañarse a sí misma.Sentía atracción por él. Se auto-convencía de que no podía sentir nada más allá dada su amistad y también teniendo en cuenta que muy pronto se casaría con cualquier mujer, sólo por el hecho de que era para salvar la presidencia de la empresa. Por ello, no tenía permitido sentir nada más por Oliver.O eso quería creer.<
Cuando entró en casa, las caras de Rosi y Shara le hicieron saber que algo andaba mal. Y no era algo, era todo.Ambas niñeras le pusieron al día de los recientes acontecimientos y Oliver entró en pánico.Lo primero que hizo fue llamarla. Una, dos, tres... Treinta veces... Y nada. No sólo no obtuvo respuesta, tampoco le devolvió ni una sola. Shara y Rosi corrieron la misma suerte. Llamó a Roxana, sabiendo que era su mejor amiga, pero ésta tampoco tuvo éxito en su intento de localizar a la bella rubia.Oliver estaba al borde del colapso. Hundió sus dedos en su cabello oscuro, la desesperación era mayor para él con cada segundo que pasaba sin noticias de Brianda.-Solo espero que esté bien. -espetó con el ánimo por el suelo- Es lo único que me ha import
No sabía bien cuántas noches había pasado lejos de ella. Pero cada segundo la extrañaba aún más.Ahora sabía que estaba tan cerca y tan lejos como nunca antes.Tantos años buscándola y ya no podía acercarse a ella porque ella no quería verle más. Incluso en las reuniones de empresa, siempre mandaba a la señora Ruiz, su representante, para no tener que verle y evitaba coincidir con él en cualquier evento o reunión. Su desesperación aumentaba.Dio un último sorbo de su vaso y acto seguido se levantó de su silla de cuero marrón. Estaba en el despacho de su casa, mirando por el enorme ventanal el paisaje de toda la ciudad que éste le ofrecía, como ya se le había hecho de costumbre.6 meses habían transcurrido desde ese día que la vio por última vez. Ella incluso hab&i