Esa noche Brianda tuvo un sueño. Algo así como un "Deja vu".
>>>Sueño<<<
Estaban sentados en una playa. No tenían más de 13 años, Oliver estaba ya demasiado moreno dado que el Sol le bronceaba rápidamente. No como a Brianda, que por el contrario la quemaba.
Sonreían, sus manos entrelazadas demostraban que eran mucho más que amigos. Ella era feliz.
En un momento de descuido, Oliver la tomó en brazos y echó a correr con ella hacía el agua del mar.
Dio algunas vueltas mientras ella flotaba entre sus brazos, se besaron y él pegó su frente a la de ella. Justo cuando iba a volver a besarlo una ola los hizo caer y ambos rieron en la orilla nuevamente.
-Te amo Brianda, júrame que esto es para siempre —dijo Oliver con voz dulce y amorosa.
-Por siempre y para siempre... Lo juro —contestó Brianda entrelazando sus meñiques.
>>>Fin del sueño<<<
La alarma sonó. No se había dado cuenta de que ya era la hora de volver a la oficina.
Brianda se metió a duchar mientras pensaba en el sueño que había tenido.
No entendía por qué soñaba con él si no lo conocía de antes. Suspiró pesadamente, cómo le gustaría recordar su pasado para estar segura de todo.
Después de ducharse y arreglarse, bajó a desayunar. Shara había hecho crepes con café y zumo. Tomó el desayuno rápidamente y salió de casa.
Condujo hasta la empresa, dónde le esperaba un largo y duro día de trabajo.
Unas horas después, a la hora del café, recibió una llamada de Humberto Anderson, el padre de Oliver. Ya anteriormente había hablado con él, de hecho era al que esperaba encontrar aquel día en la junta y no a su hijo.
-Brianda perdona la molestia, pero llevamos conociéndonos por meses. Oliver está tan metido en el trabajo que no se plantea si quiera la idea de casarse y formar una familia... ¿Podrías llevarle con tus amigas y tratar de hacer que se case? De lo contrario, le arrebataré la presidencia y se la entregaré a Raúl, su hermano mayor. Creo que es hora de que este muchacho pase página con lo de su ex novia fallecida y siente cabeza. -Comentó el señor Anderson muy seguro de sí mismo.
-No puedo prometerle nada, pero trataré de hacer que conozca gente nueva —respondió Brianda ligeramente molesta ante la idea de ver a Oliver con alguna mujer. No es que estuviera enamorada, pero tampoco le agradaba la idea de verle con otra.
Cuando terminó la llamada, no sabía qué hacer, si llamar a Oliver y contarle lo sucedido o irse a casa deprimida.
Optó por lo primero. Pero la secretaria de Oliver, una tal Eugenia, le había dicho que él no había ido ese día a trabajar porque estaba enfermo.
Preocupada y sintiéndose en deuda con él, Brianda canceló su agenda de por la tarde y le pidió a Shara que tomara algunas cosas de la casa para llevárselas a Oliver.
Una hora más tarde ya estaban en la residencia Anderson.
Rosi les abrió la puerta y le indicó a Brianda que Oliver estaba en su estudio.
Tomó una bocanada de aire y caminó hacia la habitación donde se encontraba el estudio de Oliver. Tocó en la puerta suavemente y un poco después Oliver abrió. Éste se quedó mudo al verla frente a él. Después se hizo a un lado para dejarla pasar.
Una vez dentro, la invitó a sentarse y Brianda le preguntó cómo se sentía y él le explicó que simplemente tenía una gripe nada más.
Después de un rato hablando como amigos, Brianda recordó el motivo que le había hecho ir allí: la conversación con Humberto.
-Oliver tu padre me llamó esta mañana y me pidió que te presente a mujeres para que rehagas tu vida y sientes la cabeza. De lo contrario dice que le dará la presidencia a tu hermano —comentó con angustia, ya que realmente no quería verle con mujeres.
-O sea que estoy en serios problemas... —Oliver se sentó y llevó sus manos a su cara, cubriéndola.
-Yo... No sé cómo ayudarte, pero si se me ocurre algo te avisaré, si por el contrario se te ocurre a ti, ya que somos amigos, espero que me lo cuentes. -Dijo posando una mano sobre el hombro de Oliver.
Oliver asintió y Brianda se disponía a ir a la cocina por Shara para volver a casa junto con Oliver acompáñadola en busca de su niñera.
Cuando Brianda iba a abrir la puerta escucho que Rosi y Shara hablaban.
-Espero que mi niña recuerde algún día y recupere su vida... -Se escuchaba decir a Shara con tristeza.
-Yo también lo espero, por ella y por mi niño Oliver, ninguno se merece lo que les está pasando. -Respondió Rosi.
-Pues si, es muy triste, tantos años de conocernos y no poderles ver cumplir sus sueños, después de tanto que enfrentaron. -Se lamentaba Shara nuevamente.
Brianda abrió la puerta curiosa, mientras Oliver a su lado no sabía qué decir.
-¿Puedo saber de qué habláis? ¿Cómo es que os conocéis desde hace años? —preguntó Brianda con la ceja arqueada.
-Pues del mercado, de los centros comerciales... Ya sabes, no vivimos tan lejos y compramos en el mismo lugar... ¿Qué tiene de raro eso? —respondió rápidamente Rosi.
-¿Sabéis qué? No os creo nada. Y estoy cansada de oír mentiras, así que me voy. Adiós Rosi. -Dijo muy enfadada Brianda y se marchó de la cocina sin que pudieran detenerla.
Brianda salió por la puerta principal y se dirigió a su coche, se montó y Shara hizo lo mismo en silencio.
Mientras esperaba en el semáforo, su móvil sonó y con el manos libres del coche respondió sin mirar quien era el llamante.
-¿Brianda?, ¿Estás bien? Tengo días sin saber de ti —se escuchaba la voz de Valeria al otro lado.
-Si, estoy bien, pero no sabes de mi porque estoy cansada de que me mientan en mi cara... ¿Por qué no me dijiste que Milagros es adoptada? Sabes que no voy a juzgarte ni a meterme en tu vida mucho menos.
-Tienes razón, debí decírtelo... Pero no me gusta que la gente hable mal de ella o se burle por ser adoptada. De ahí esa mentira. Perdóname Brianda.-Se pudo oír nerviosamente decir a Valeria.
-Sabes qué, acabo de llegar a casa y estoy muy cansada, mañana hablamos. - Colgó el teléfono Brianda sin pensarlo dos veces.
Había llegado a su límite, ahora sí que sabía que todos la mentían. Y no, no confiaría en ninguno.
Los siguientes días Valeria trató de comunicarse con Brianda, pero ella, decepcionada, la evitó en todo momento.Aquella mañana decidió no hacer deporte. No tenía ganas ni ánimo.Bajó a desayunar y Shara estaba con una leve sonrisa terminando el desayuno.-Buenos días, Shara —dijo Brianda al tiempo que se sentaba en la mesa.-Buenos días niña, ¿Qué tal ha dormido? —respondió dulcemente Shara.-Todo lo bien posible... Shara ¿Tú sabías que Milagros no es hija de Valeria, cierto?-Yo no puedo decir nada niña, perdone, pero no debo meterme en las cosas de los patrones y sus amistades, no se moleste conmigo por eso.Tras esta respuesta evadiente, Shara salió de la cocina y se dirigió a terminar el aseo de la casa. Pero Brianda dudaba aún más, no conseguía entender que le ocultasen las cosas de esta forma.En la oficina todo fue muy bien, como de co
Aquella noche no pudo pegar ojo. Su vida era una enorme mentira y cada día lo tenía más claro.Se dio cuenta de que ya no podía confiar ni siquiera en su fiel Shara y eso le dañaba muchísimo.El semáforo cambió de color y se puso en marcha nuevamente hacia la empresa, llevaba toda la mañana buscando un nuevo lugar en el que vivir sola, alejada de todo aquello que no era real en su vida. Tras tres horas encontró un buen apartamento con una enorme cristalera que daba vistas a la ciudad, quizá por eso le había gustado tanto y le compró.Después de unos minutos había llegado a los aparcamientos de los coches de la empresa y, tras aparcar el suyo y bajar, caminó hacia la entrada mientras borraba todos los mensajes recibidos tanto de sus amigas como de sus sirvientes. Chocó entonces contra la espalda de alguien y cuando levantó la mirada se sorprendió al saber que era Oliver.Ambos se miraron fijamente durante unos segundos qu
Brianda mandó su ubicación vía WhatsApp a su hermano mayor, Juan Antonio, que unas horas más tarde estaba allí abrazandolas a Shara y a ella. Le sorprendió que también su hermano conociera a Rosi, algo que para ella no parecía lógico dado que se supone ningún miembro de su familia se conocía con la de Oliver. O eso creía.-Y una duda que me surge a mí, hermana... ¿Qué haces en esta casa con un pie escayolado?, ¿No estarías mejor en la tuya al cuidado de Shara como siempre? —Dijo su guapo hermano con su voz varonil.-Ya, es una larga historia, pero ahora tengo otra nueva casa que, cuando pueda caminar, te mostraré sin problema. De hecho, si Shara está aquí es porque Oliver decidió llamarla. —Brianda de cruzó de brazos tras pronunciar estás palabras.-¿Oliver?, ¿Qué Oliver? —preguntó Juan Antonio.-Oliver Anderson, mi socio y amigo, además del dueño del techo dónde estás ahora mismo hermano —respondió Brianda relajada
Aquella noche, por más que intentó, Oliver no pudo dormir.Miles de preguntas atormentaban su mente... Empezaba a sospechar de todos al igual que hacía Brianda... Sólo existía una diferencia: Él sí recordaba todo. O al menos hasta donde había podido compartir con ella.Se sentía bastante preocupado por Brianda.Aquella mañana, cuando se la cruzó por la calle, jamás creyó que pudiera ser ella realmente. Hasta que varios meses después se chocó contra él y hoy estaba durmiendo en la habitación de al lado.Estaba seguro de su descanso puesto que, antes de acostarse, se había asomado para cerciorarse de que todo marchaba bien.Pero, muy a su pesar, sabía que al día siguiente sería inevitable que ella se enterase de todo lo referente a Milagros, esa pequeña que, sin saber cómo ni por qué, había despertado la curiosidad de ella y eso les había unido inexplicablemente.De
Nada más ver el cambio de expresión de Oliver y la forma en la que aquella mañana se había marchado de su habitación le hizo plantearse si para Oliver era simplemente una inquilina más.Pasó toda la mañana muy inquieta, dando vueltas al tema y teniendo en claro que se lo preguntaría nada más estuvieran a solas.Aquella mañana, que había empezado siendo especial por el hecho de que él hubiera ido a despertarla se torno preocupante para Brianda. Y eso que realmente le había gustado que él fuera a despertarla, aunque probablemente jamás se lo diría a él, ella no podía engañarse a sí misma.Sentía atracción por él. Se auto-convencía de que no podía sentir nada más allá dada su amistad y también teniendo en cuenta que muy pronto se casaría con cualquier mujer, sólo por el hecho de que era para salvar la presidencia de la empresa. Por ello, no tenía permitido sentir nada más por Oliver.O eso quería creer.<
Cuando entró en casa, las caras de Rosi y Shara le hicieron saber que algo andaba mal. Y no era algo, era todo.Ambas niñeras le pusieron al día de los recientes acontecimientos y Oliver entró en pánico.Lo primero que hizo fue llamarla. Una, dos, tres... Treinta veces... Y nada. No sólo no obtuvo respuesta, tampoco le devolvió ni una sola. Shara y Rosi corrieron la misma suerte. Llamó a Roxana, sabiendo que era su mejor amiga, pero ésta tampoco tuvo éxito en su intento de localizar a la bella rubia.Oliver estaba al borde del colapso. Hundió sus dedos en su cabello oscuro, la desesperación era mayor para él con cada segundo que pasaba sin noticias de Brianda.-Solo espero que esté bien. -espetó con el ánimo por el suelo- Es lo único que me ha import
No sabía bien cuántas noches había pasado lejos de ella. Pero cada segundo la extrañaba aún más.Ahora sabía que estaba tan cerca y tan lejos como nunca antes.Tantos años buscándola y ya no podía acercarse a ella porque ella no quería verle más. Incluso en las reuniones de empresa, siempre mandaba a la señora Ruiz, su representante, para no tener que verle y evitaba coincidir con él en cualquier evento o reunión. Su desesperación aumentaba.Dio un último sorbo de su vaso y acto seguido se levantó de su silla de cuero marrón. Estaba en el despacho de su casa, mirando por el enorme ventanal el paisaje de toda la ciudad que éste le ofrecía, como ya se le había hecho de costumbre.6 meses habían transcurrido desde ese día que la vio por última vez. Ella incluso hab&i
Seis meses. Habían transcurrido seis tristes meses desde que decidió no saber de Oliver, Roxana, Rosi, Shara y hasta del propio mundo.Consiguió recuperar su salud al menos.Juan Antonio, su hermano, no la dejó sola ni un instante. Sentía que le había recuperado a él al menos.Pero, por más que se repetía a si misma que Oliver era un vil mentiroso, no dejaba de pensar en él. Podría decir que le extrañaba. Tal vez sonaba ridículo, extrañar a alguien que la había mentido todo el tiempo... pero no podía evitarlo.Cerró su agenda y continuó haciendo llamadas de trabajo. Estaba realmente ocupando su mente para no pensar... Así al menos conseguía distraerse, mas no lograba disminuir el dolor que todo esto le había producido.Pero sus problemas no habían cesado.La noche anterior recibió un correo que le decía que la hija de su mejor amiga, Valeria, no era realmente de Valeria,