Brianda consoló a su pequeña hija, prometiéndole comprar un vestido nuevo mejor que aquel que fue destruido misteriosamente.No podía explicar por qué, pero tenía la corazonada de que había sido Shara quien lo había roto mientras todos dormían, destrozando así la ilusión de su hija. Y esto la molestaba aún más, pues para ella su hija era intocable.Oliver también estaba pensativo. Al igual que su esposa, no hizo ningún comentario frente a la niña, pero también tenía el pensamiento de que Shara era la responsable de aquel momento tan horrible para su pequeña.Por si fuera poco, la ama de llaves no perdía tiempo en desprestigiarle frente a su mujer, su hija, su cuñado y el resto de empleados.Si bien Brianda lo defendía, la situación comenzaba a molestarle seriamente.-Llama a Rosi -la voz de Brianda le sacó de sus pensamientos.-¿Qué?, ¿Se te olvida todo lo que pasaste con ella? -Oliver no daba crédito a las palabras de su esposa.-No, créeme que no. Pero ahora mismo necesito alguien q
Los fuertes pasos resonaban por aquel largo pasillo.Shara iba andando, pero pisaba con toda la rabia que se guardaba dentro. No conseguía entender en qué momento dejó de tener todo bajo control con Brianda. Pero no tenía dudas, sabía que todo era culpa de Oliver Anderson.Desde el principio todo fue culpa de él.Recordó cómo Brianda era una niña a la cual ella dominaba perfectamente cuando tenía cinco años. Todo era perfecto, era una niña educada y bien portada. No era una niña que llorase o hiciera berrinches, todo lo contrario; era silenciosa, se entretenía con cualquier juego y nunca dio problemas de alimentación o sueño.Shara envidiaba a su jefa por haber logrado adoptar a una niña tan hermosa y buena, así como por tener por esposo a un hombre tan importante y sobre todo rico.La mujer no veía justo que su señora tuviera una vida cómoda, plena y feliz, mientras que ella, en aquel entonces, no era más que una simple niñera.Un buen día, su jefe le informó de que los niños, Bria
-Brianda, hazme caso, sé lo que te estoy diciendo, esta mujer es peligrosa y puede hacerte mucho daño -la voz preocupada de la señora Petra inundaba el despacho de Brianda.La chica miraba pensativa a su suegra. Si bien sabía que podía confiar en ella, también sabía que no quería involucrar a más gente en este complicado tema de Shara.Brianda tomó una gran bocanada de aire, tratando de darse ánimo, para poder responder sin mencionar el problema directamente.-Yo... Sé que, tal vez, podrías tener razón, y te prometo ir con cuidado y tener en cuenta tus palabras, Petra. Pero Shara no es cualquier persona, es quien me ha criado por años y quien estuvo a mi lado cuando perdí la memoria. Simplemente no puedo prescindir de ella. -Brianda se sintió culpable inmediatamente después de decir esto.Fue muy convincente, ya que su suegra la miró con desaprobación al instante.No hubo más palabras, solo ese cruce de miradas.Pronto unos golpes sonaron en la puerta y cuando Brianda dio paso, Rosi
En aquel pasillo sonó la vibración de un teléfono. Era el de Shara, quien se encontraba haciendo la limpieza de las habitaciones de invitados.Aquella mañana su día no podría haber empezado peor: La pequeña Milagros, su esperanza para recuperar su antiguo puesto, se había negado a que ella la vistiera e hiciera el desayuno. Shara trató de engatusar a la pequeña, prometiéndole dejarla comer algunos helados, pero Rosi apareció y se llevó a la niña antes de que pudiera terminar de convencerla.Poco después, trató de sentarse a desayunar con sus jefes, como hacía antes, pero rápidamente la señora Petra la había sacado del lugar. Esto sólo le hizo acumular más odio contra la madre de Oliver.Luego fue a exponer sus quejas a Brianda, pero Oliver no le dejó acceder a la habitación matrimonial y su jefa terminó por irse sin que ella pudiera hablarle.Sacó el teléfono de su mandil blanco y automáticamente las comisuras de sus labios de curvaron, dejando ver una sonrisa en sus labios. Llevaba
Aquel día. Nunca conseguiría recordarlo, pero la marcó para siempre.Brianda, una hermosa joven rubia, de ojos azules, con una estatura media y apenas 24 años.Esa misma joven que no sabía quién era, de dónde venía ni que había pasado en su vida. Solo vagos recuerdos había en su mente.Un accidente lo cambió todo. Lo último que ella recuerda es haber despertado en un hospital junto a Shara, una señora mayor, de unos cincuenta y cinco años, que decía ser su niñera.¿Sus padres? Habían fallecido esa misma noche, en aquel accidente, dejándola completamente sola. Con un hermano mayor que ella que residía en América Latina.Y una empresa, en ruina.Todo, absolutamente todo era un caos en aquel duro momento, en el cual solo contaba con su niñera y varias chicas que decían ser sus amigas. Pero la triste realidad era que ella no recordaba absolutamente nada...Con el paso del tiempo consiguió levanta
Brianda se despertó como cada mañana, antes de que sonara la alarma. Para ella era como una manía, le gustaba hacerlo.Se lavó la cara y se puso mis pantalones de correr negros y una camiseta rosa. Se calzó sus zapatillas negras y después se colocó una sudadera negra. Lo sabía, era demasiado evidente que le gustaba el color negro.Se recogió su alocado cabello largo, rizado y rubio en una alta coleta que hacía ver aún más larga su melena.Como complemento colocó sus audífonos mientras salía de su habitación y bajaba las escaleras. Llegando a la puerta tomó sus llaves y se dispuso a escuchar «Reik» mientras empezaba su rutina de running como cada mañana.Mientras iba corriendo, por un segundo cerró sus ojos mientras cantaba al compás de la canción «Noviembre Sin Ti» y se dejaba envolver por el sonido de esa canción.Pero como a veces es la mujer más patosa que pisó La Tierra y suele ocurrirle, no supo en qué pr
Aún muy sorprendida, tomó asiento y, el apuesto joven, el cual se había presentado como "Oliver Anderson", resulta que era su nuevo socio.La reunión se desarrolla con normalidad. Oliver es muy inteligente, sabe perfectamente como meterse en el bolsillo a los socios y hasta la propia Brianda queda asombrada ante él.Tras dos horas finaliza la reunión y, muy caballerosamente, Oliver se despidió de ella y se marchó.Después de un largo día lleno de sorpresas, al fin llegaron las nueve de la noche.Brianda se estiró en el asiento de cuero negro y luego cerró su ordenador, ya mañana terminaría de revisar las estadísticas ya que se sentía demasiado cansada.Salió de su despacho, con el maletín marrón que usaba diariamente en sus manos y caminó hasta el ascensor, pulsó la tecla roja y esperó hasta que se hubieron abierto las puertas ante ella. Acto seguido entró en el y pulsó la tecla que llevaba al garaj
Esa mañana, llegando a la empresa, Brianda se encontró la sorpresa de que Oliver estaba allí, esperándola.Sin saber muy bien la razón que lo había traído a visitarla de nuevo, Brianda caminaba pisando firme hasta su despacho, dónde él yacía esperándola según le había dicho Inés.Al empujar la puerta y entrar, se lo encontró de frente. Ambos se miraron a los ojos.Con sus miradas puestas el uno en el otro, y sin saber muy bien como enfrentarlo, decidió presentarse formalmente.-Nuevamente me disculpo por el incidente de ayer por la mañana, mi nombre es Brianda Paredes. Para serle sincera, pensé que en la reunión que tuvo lugar ayer, me encontraría con mi socio nuevo, el señor Anderson, al cual conozco de haber coincidido en reuniones sociales y es bastante más mayor que usted, de ahí mi sorpresa al verlo a usted y no al señor que recuerdo.Brianda puso su mirada en su sillón de cuero, lo arrastró su