Brianda despertó con los ojos hinchados. Tuvo que usar demasiado maquillaje para disimular la hinchazón en el trabajo.
Llevaba ya tres horas en la oficina pero no lograba concentrarse en el trabajo a pesar de intentarlo con todas sus fuerzas.
Suspiró pesadamente, se sentía molesta y engañada... ¿Por qué Valeria le habría ocultado que Milagros era adoptada? No conseguía comprender y no conseguía deja r de pensar en ello.
Sonaron unos golpecitos en la puerta y acto seguido se abrió. Era Inés, su secretaria.
-Señorita, el señor Anderson está al teléfono, ¿Quiere que le pase la llamada?
-Si, por favor y después ve a la planta sexta y pide los presupuestos que faltan por revisar.
Inés asintió y unos instantes después le pasó la llamada.
-Buenos días Brianda, la llamo para invitarla a una reunión que será en mi empresa dentro de unos días. Se dará una breve charla de un nuevo sistema operativo que creo que puede ser de su interés. A continuación habrá una cena en uno de los mejores restaurantes de la cuidad con varios socios en común que tenemos... ¿Cuento con usted?. —dijo Oliver al otro lado del teléfono.
-Si, claro, allí estaré, gracias por la invitación... Es muy amable de su parte señor Anderson.
Cruzaron dos o tres palabras más y colgó la llamada.
Estaba mentalmente exhausta de tanto darle vueltas al tema de Valeria. Y seguía sin saber qué hacer.
Se apoyó en el espaldar del sofá de cuero negro y echó hacia atrás su cabeza.
No quería pensar, pero era como si su mente le jugara una mala pasada.
Su teléfono sonó nuevamente, lo que le hizo darse un tremendo susto y, por ende, saltar literalmente del asiento. Era Shara. Pulsó la tecla de respuesta y lo llevo a su oído derecho.
-Niña... Le recuerdo que hoy tiene que volver a casa a las seis de la tarde, acuérdese que tenemos que hacer los preparativos para la Navidad. -Comentó con voz alegre la mujer, que contaba ya con más de cincuenta años.
Navidad.
Ni siquiera se había dado cuenta que había llegado diciembre.
Llevó la mano izquierda a su frente y la frotó suavemente con su dedo índice.
-Está bien Shara, allí estaré. Gracias por hacerme recordarlo, últimamente ni siquiera sé en el día que vivo.
Las demás horas pasaron de igual manera, no pudo concentrarse y todo para ella fue más difícil, dado que no se motivaba ni un poco.
Miró su reloj. Las seis menos cuarto. Cerró su ordenador y tomó su maletín. Ya acabaría en casa si es que lograba inspirarse.
Salió por la puerta de su oficina y bajo en el ascensor hasta el garaje donde aparcaba el coche.
Se subió a este y condujo hasta su casa.
Una vez llegado se cambió de ropa y, junto con Shara, fueron hasta el centro comercial. Ella odiaba ir de compras.Las aglomeraciones de gente en las tiendas, las largas colas para pagar en caja o las típicas señoras peleando por quién vio primero algún adorno eran algo que detestaba y evitaba en medida de lo posible. Pero era inevitable.
Shara parecía feliz. Cogía de todo por todos los pasillos, cosas que a Brianda le parecían innecesarias, pero por ver cómo disfrutaba su querida niñera mantenía la boca cerrada.
Mientras caminaba empujando el carrito por otro de los muchos pasillos le vio. A él.
Inmediatamente sus ojos quedaron posados en él, que parecía no haberla visto. Él estaba teniendo una especie de discusión con otra señora más o menos de la edad de Shara.
Se quedó inmóvil nuevamente. Por más que lo intentaba sus piernas no reaccionaban. Solo podía estar ahí, mirándole.
De pronto tuvo una especie de "Flash". En el aparecían Oliver y ella en ese mismo pasillo discutiendo por un adorno de Navidad para la casa de sus padres. Y lo amaba.
Cuando Shara la llamó, el "Flash" desapareció y sintió un fuerte dolor de cabeza.
Al parecer, Oliver se percató de su presencia y se acercó hasta ellas.
-Brianda, ¿Te encuentras bien? —preguntó el apuesto joven bastante preocupado.
-Si, es solo que me duele un poco la cabeza nada más... Pero Shara y yo ya nos íbamos... -respondió aturdida Brianda.
-Vengan usted y Shara, Rosi y yo les invitamos un café, seguramente vas a sentirte mejor después de tomarlo. —dijo y él mismo la tomó en brazos y la sacó del centro comercial hasta su coche.
Una vez en el coche los cuatro, Oliver condujo hasta su casa.
Brianda solo daba vueltas al hecho de que en su "flash" sentía amor por él. Aunque realmente no podía negar que no le pareciera guapísimo, pero amor no sentía en este preciso momento. También le daba vueltas al hecho de que Oliver había llamado a la niñera por su nombre y ella no recordaba haberles presentado previamente.
Cuando llegaron, Oliver la ayudó a bajar.
Shara y Rosi, el ama de llaves de Oliver que así se llamaba por lo que había oído, la acompañaron hasta dentro mientras Oliver cerraba el coche y luego las iba siguiendo.
Por dentro su casa era preciosa. Aunque decorada bastante seria, pero no dejaba de ser un bello lugar. Como era por fuera no había conseguido fijarse dado el mareo que traía.
Se sentó sobre un sofá blanco de piel. Rosi se marchó a la cocina a preparar el café y Shara con ella. Oliver se sentó a su lado. Su rostro denotaba preocupación.
-¿Estás segura de que te sientes bien? Creo que es mejor llamar un médico. —dijo convencido.
Le costó media hora hacerle entender que no necesitaba un médico.
Por fin Shara y Rosi llegaron con el café. Era realmente delicioso, pero le parecía haberlo tomado antes. Miró a Oliver.
-Gracias por preocuparte por mí, Oliver. -Dijo agradecida sin dejar de mirar sus ojos.
-No es nada, Brianda... Realmente me gustaría ser tu amigo... Si me lo permites, claro. -Respondió él mientras daba un sorbo al café.
-Si... Cuenta con eso, Oliver. -Le mostró una pequeña sonrisa al acabar la frase.
Oliver le extendió la mano nuevamente.
-Entonces... ¿Amigos?. -Preguntó éste dubitativo.
Tomó su mano y con una leve sonrisa contestó ella:
-Amigos.
Shara sonreía y Rosi con ella. Brianda no comprendía nada, pero ambas parecían conocerse. Era como si todos se conocieran y ella no supiera quien es quien pero prefirió no estropear el momento y guardar silencio prudentemente.
Pero de una cosa estaba totalmente segura: Oliver Anderson sería su amigo desde ese momento y esperaba que él la ayudara a descubrir los secretos que rodeaban a Valeria y su hija... Y a cada pequeñez que ella veía que se le estaba escapando de las manos...
La noche anterior, Oliver las llevó a casa.Brianda pudo descansar mejor, Shara parecía feliz por algún motivo que Brianda no alcanzaba a entender y que ligeramente le causaba dudas.Los días pasaron sin muchas novedades.El día anterior a Nochebuena tenía la reunión de Oliver. Brianda había comprado un lindo vestido, rojo, que se adaptaba perfectamente a su cuerpo y realzaba sus encantos.Cómo peinado optó por un sencillo recogido y se maquilló para la ocasión.Oliver le había indicado el lugar donde sería y ella decidió ir por su cuenta a pesar de que él quería recogerla, pero ella optó por ir con su propio coche tranquilamente.Una vez llegó al lugar, un joven se dedicaba a aparcar los coches y Oliver, en la puerta, parecía estarla esperando.Observó que estaban muchos de sus socios y otros muchos que podrían ser un objetivo para su empresa si hacía bien su trabajo.<
Esa noche Brianda tuvo un sueño. Algo así como un "Deja vu".>>>Sueño<<<Estaban sentados en una playa. No tenían más de 13 años, Oliver estaba ya demasiado moreno dado que el Sol le bronceaba rápidamente. No como a Brianda, que por el contrario la quemaba.Sonreían, sus manos entrelazadas demostraban que eran mucho más que amigos. Ella era feliz.En un momento de descuido, Oliver la tomó en brazos y echó a correr con ella hacía el agua del mar.Dio algunas vueltas mientras ella flotaba entre sus brazos, se besaron y él pegó su frente a la de ella. Justo cuando iba a volver a besarlo una ola los hizo caer y ambos rieron en la orilla nuevamente.-Te amo Brianda, júrame que esto es para siempre —dijo Oliver con voz dulce y amorosa.-Por siempre y para siempre... Lo juro —contestó Brianda entrelazando sus meñiques.>>>F
Los siguientes días Valeria trató de comunicarse con Brianda, pero ella, decepcionada, la evitó en todo momento.Aquella mañana decidió no hacer deporte. No tenía ganas ni ánimo.Bajó a desayunar y Shara estaba con una leve sonrisa terminando el desayuno.-Buenos días, Shara —dijo Brianda al tiempo que se sentaba en la mesa.-Buenos días niña, ¿Qué tal ha dormido? —respondió dulcemente Shara.-Todo lo bien posible... Shara ¿Tú sabías que Milagros no es hija de Valeria, cierto?-Yo no puedo decir nada niña, perdone, pero no debo meterme en las cosas de los patrones y sus amistades, no se moleste conmigo por eso.Tras esta respuesta evadiente, Shara salió de la cocina y se dirigió a terminar el aseo de la casa. Pero Brianda dudaba aún más, no conseguía entender que le ocultasen las cosas de esta forma.En la oficina todo fue muy bien, como de co
Aquella noche no pudo pegar ojo. Su vida era una enorme mentira y cada día lo tenía más claro.Se dio cuenta de que ya no podía confiar ni siquiera en su fiel Shara y eso le dañaba muchísimo.El semáforo cambió de color y se puso en marcha nuevamente hacia la empresa, llevaba toda la mañana buscando un nuevo lugar en el que vivir sola, alejada de todo aquello que no era real en su vida. Tras tres horas encontró un buen apartamento con una enorme cristalera que daba vistas a la ciudad, quizá por eso le había gustado tanto y le compró.Después de unos minutos había llegado a los aparcamientos de los coches de la empresa y, tras aparcar el suyo y bajar, caminó hacia la entrada mientras borraba todos los mensajes recibidos tanto de sus amigas como de sus sirvientes. Chocó entonces contra la espalda de alguien y cuando levantó la mirada se sorprendió al saber que era Oliver.Ambos se miraron fijamente durante unos segundos qu
Brianda mandó su ubicación vía WhatsApp a su hermano mayor, Juan Antonio, que unas horas más tarde estaba allí abrazandolas a Shara y a ella. Le sorprendió que también su hermano conociera a Rosi, algo que para ella no parecía lógico dado que se supone ningún miembro de su familia se conocía con la de Oliver. O eso creía.-Y una duda que me surge a mí, hermana... ¿Qué haces en esta casa con un pie escayolado?, ¿No estarías mejor en la tuya al cuidado de Shara como siempre? —Dijo su guapo hermano con su voz varonil.-Ya, es una larga historia, pero ahora tengo otra nueva casa que, cuando pueda caminar, te mostraré sin problema. De hecho, si Shara está aquí es porque Oliver decidió llamarla. —Brianda de cruzó de brazos tras pronunciar estás palabras.-¿Oliver?, ¿Qué Oliver? —preguntó Juan Antonio.-Oliver Anderson, mi socio y amigo, además del dueño del techo dónde estás ahora mismo hermano —respondió Brianda relajada
Aquella noche, por más que intentó, Oliver no pudo dormir.Miles de preguntas atormentaban su mente... Empezaba a sospechar de todos al igual que hacía Brianda... Sólo existía una diferencia: Él sí recordaba todo. O al menos hasta donde había podido compartir con ella.Se sentía bastante preocupado por Brianda.Aquella mañana, cuando se la cruzó por la calle, jamás creyó que pudiera ser ella realmente. Hasta que varios meses después se chocó contra él y hoy estaba durmiendo en la habitación de al lado.Estaba seguro de su descanso puesto que, antes de acostarse, se había asomado para cerciorarse de que todo marchaba bien.Pero, muy a su pesar, sabía que al día siguiente sería inevitable que ella se enterase de todo lo referente a Milagros, esa pequeña que, sin saber cómo ni por qué, había despertado la curiosidad de ella y eso les había unido inexplicablemente.De
Nada más ver el cambio de expresión de Oliver y la forma en la que aquella mañana se había marchado de su habitación le hizo plantearse si para Oliver era simplemente una inquilina más.Pasó toda la mañana muy inquieta, dando vueltas al tema y teniendo en claro que se lo preguntaría nada más estuvieran a solas.Aquella mañana, que había empezado siendo especial por el hecho de que él hubiera ido a despertarla se torno preocupante para Brianda. Y eso que realmente le había gustado que él fuera a despertarla, aunque probablemente jamás se lo diría a él, ella no podía engañarse a sí misma.Sentía atracción por él. Se auto-convencía de que no podía sentir nada más allá dada su amistad y también teniendo en cuenta que muy pronto se casaría con cualquier mujer, sólo por el hecho de que era para salvar la presidencia de la empresa. Por ello, no tenía permitido sentir nada más por Oliver.O eso quería creer.<
Cuando entró en casa, las caras de Rosi y Shara le hicieron saber que algo andaba mal. Y no era algo, era todo.Ambas niñeras le pusieron al día de los recientes acontecimientos y Oliver entró en pánico.Lo primero que hizo fue llamarla. Una, dos, tres... Treinta veces... Y nada. No sólo no obtuvo respuesta, tampoco le devolvió ni una sola. Shara y Rosi corrieron la misma suerte. Llamó a Roxana, sabiendo que era su mejor amiga, pero ésta tampoco tuvo éxito en su intento de localizar a la bella rubia.Oliver estaba al borde del colapso. Hundió sus dedos en su cabello oscuro, la desesperación era mayor para él con cada segundo que pasaba sin noticias de Brianda.-Solo espero que esté bien. -espetó con el ánimo por el suelo- Es lo único que me ha import