(4)

Martha abrió lentamente los ojos. Sentía una presión en el pecho que le impedía respirar con normalidad, aunado a ello, una sensación aplastante invisible presionaba con fuerza su cuerpo contra la cama. Ya no sentía dolor, pero aquello era casi igual de horrible. Lo último que recordaba era a Bill sosteniéndola entre sus brazos ¿Le había besado la cabeza, mientras ella lloraba y se lamentaba? Le pareció que así había sido, o que, en todo caso, había sido un sueño muy bello.

La casa estaba extrañamente silenciosa, no había rastro de las risas y ocurrencias de Madeleine, ni de la voz de Bill, que tan reconfortante le resultaba. Trató de incorporarse, pero la fuerza invisible que se lo impedía parecía no ceder ni un segundo su aplastante presión. Trató de gritar y tampoco pudo, a duras penas brotó de su garganta un leve

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