La ciudad que antes les había parecido esplendorosa y llena de vida, era en realidad un pequeño pueblo deshabitado y con cientos de autos abandonados en los garajes. En el lugar, hasta las mascotas estaban muertas y el aire se mezclaba con el hedor de los miles de cadáveres en descomposición. Bill despertó cuando Candy comenzó a gemir y lamerle el rostro. Miró a su alrededor y vio a las chicas aun dormidas sobre la dura madera del porche donde se encontraban. La casa era vieja y apestaba casi tanto a humedad como a podredumbre. Bill se puso en pie de un salto, miró a Madeleine y después a Martha. Parecían unas chiquillas que durmieran plácidamente. Bill se preguntó si quizá solo él había tenido esa pesadilla. Recordó el rostro sin vida y sin ojos de Sarah y sintió escalofríos. Vio al otro lado de la calle y allí estaba el auto con el que habían
— ¿Cómo pudo pasar esto?— Sencillo. Nos hemos confiado demasiado.Stacy estaba sentada a la orilla de un peñasco con las piernas balanceándose en el vació. Setri estaba de pie junto a ella y ambos miraban el horizonte, donde una mezcla de tonos grises y anaranjados ofrecía un espectáculo nunca antes visto sobre la Tierra.— Si las legiones deciden no participar en la batalla, lamento decir que nuestras probabilidades de éxito son escasas— ¡Eso no sucederá! – replicó Stacy poniéndose en pie de un brinco. El eco de su voz resonó en la lejanía.— Eso no podemos saberlo – dijo Setri — Debemos convocarlos cuanto antes. Debemos traer hasta aquí toda la caballería de los infiernos.El rostro de Stacy, más humano que nunca, denotaba una preocupación que alarmaba al propio
El día había llegado y alrededor de la Tierra miles de sobrevivientes se habían reagrupado formando pequeñas comunidades. Miles de hombres, mujeres y niños se esforzaban por reconstruir sus vidas, o lo que quedaba de ellas. Las abominables criaturas rastreras en forma de gusano habían desaparecido hacía solo algunos días. Aquellos hombres que escribirían la historia a partir de ahora contarían a las futuras generaciones (si es que las había) que ellos, los hombres, habían sobrevivido durante semanas en cuevas, en las cimas de montañas y cerros, y prácticamente en cualquier lugar en el que pudieran ocultarse pare evitar servir como alimento de gusanos; hablarían, también de lo duro que había sido sobrevivir sin apenas agua y comida. Sin embargo, lo más impactante del relato iniciaría tras el día en que una lluvia tan limpia e inofensiva como cual
Brooke sintió la muerte de Dean tal y como había sentido la de Rob. Aun a la distancia, tenía la certeza de que ahora solo quedaba ella. Era una de las dos sobrevivientes y debía encontrar a la otra, después de todo, la criatura que se gestaba en el vientre de la mujer que había visto en las mazmorras era hijo de su hermano Rob, y junto a ella, quizá los últimos de la especie.— Sabes que debes de entregárnoslo – había dicho el hombre de la armadura brillante, el mismo que la había rescatado. Brooke lo había mirado pensando una forma de no tener que hacerlo, pero se había limitado a bajar la mirada, pues después de todo, los observadores la habían salvado de una muerte segura.— No hay forma de …— Ninguna – cortó el hombre de la armadura – Es un mandato divino.— Al menos déjame enco
— Así que también ustedes los vieron— Si – respondió Martha secamente. Tenía en las manos un pelador de patatas y frente a si, un enorme y oxidado cazo. Arrojó la patata dentro del agua hirviendo y tomó otra del sucio costal para repetir el proceso.— ¿Qué creen ustedes que eran?Martha se limitó a mirar al hombre, era un tipo flaco como un palillo, de cabello largo, barbas abundantes y bastante desaliñadas.— Yo creo que eran extraterrestres – dijo la chica que arrojaba especias al enorme cazo donde hervían patatas, zanahorias y chicharos, además de agua.— Ja! – respondió el hombre – Para ti todo lo que no tiene respuesta es obra de los extraterrestres.— ¿Tienes alguna mejor idea, hombre? – la chica le miraba con desprecio. – En lugar de estar haciendo preguntas est&uacu
Más tarde ese mismo día, cuando la oscuridad comenzaba a sumir al mundo en las tinieblas, Al Khali yacía alrededor de una hoguera y sostenía entre sus manos un cuenco; bebió para aclararse la garganta y habló a la multitud. Sus palabras resonaron en la lejanía desde donde une eco fantasmal parecía burlarse de él.— Los ángeles de Dios estarán aquí pronto, deben creer en ellos como yo creo, les habla un hombre con un pasado oscuro. Si alguien como yo pudo ser perdonado y enviado por las criaturas del cielo para traerles un mensaje, cuanto más recibirán ustedes, ustedes que son los elegidos. Los ángeles los han llamado Los hombres y las mujeres de América, el nuevo pueblo de Dios serán todos ustedes, desde el más joven hasta el más anciano están llamados a convertirse a la fe, a la única fe que puede salvarlos…
Cuando el amanecer llegó, miles de figuras emergieron junto con la luz de la mañana. Figuras negras recortadas contra un cielo azul claro y despejado surgían de las entrañas de la tierra, otras salían de oscuras cuevas, y algunas más emergían de los océanos. El mar de las animas se hallaba vació. Las almas de los condenados se habían unido a la legión de demonios adoptando formas de criaturas rastreras, su andar lento las hacia rezagarse. Al frente de la formación, cabalgaban los altos mandos del infierno. Contrario a lo que durante miles de años la religión había hecho creer a la humanidad, estos demonios no eran criaturas horrendas, no tenían cuernos, ni alas, ni cola, sino que su aspecto era el de hombres altos, apuestos, fuertes, de ojos claros y hermosos, narices respingadas y labios finos. Incluso los oficiales menores, los que habían estado bajo el mando del
La gran entrada al averno era una cueva oculta entre enormes formaciones rocosas. Cientos de espeleólogos habían visitado la zona en el pasado sin saber que aquella cueva no tenía fin, sin saber que la mayoría de sus cientos de caminos no conducían a ningún lugar más que a la negrura más espesa. La mayoría de estos pasajes tenían por lo menos un cadáver, algunos de ellos, no eran más que huesos, pero otros parecían demasiado recientes, tanto que aun sus linternas permanecían encendidas. En el corazón del gran cañón, donde se asentaban aquellas cavernas laberínticas, no había ningún asentamiento humano y los animales también eran escasos. El viento levantaba polvaredas de tierra herrumbrosa en todas direcciones, a veces tan intensas que la gran cueva que descendía al corazón del infierno quedaba oculta por semanas y meses ent
La luz del sol se colaba por las pequeñas grietas entre las rocas, sobre sus cabezas, los movimientos sacudían la tierra en movimientos oscilatorios y los gritos de batalla, incluso atenuados, resultaban claros y escalofriantes. Brooke levantó la mirada por sobre los cientos de personas que estaban sentadas allí, y a lo lejos, divisó a la chica que había visto en las mazmorras antes de que Stacy las liberará causando la ira de sus hermanos. La chica estaba abrazada de un muchacho al que nunca antes había visto. Más allá, vio a los hombres que Dean había reclutado en el pasado con la intención de liderar un ejército que pudiera ayudarlos en caso de una posible batalla, Brooke reconoció a los sujetos casi de inmediato, pero ellos, por alguna razón, ni siquiera le prestaron atención. Uno de ellos estaba de pie hablando en voz baja a un grupo de personas. Brooke pensó q