Lunes 26.
Otra vez lunes, que pesadilla. Me visto con sumo cuidado, porque agarré una pequeña insolación, pero nada que unas cremitas no solucionen, me recojo el cabello y aplico un labial natural en mis labios, y me coloco unos zapatos de salir de gamuza negros, hoy no estoy de ganas para llevar sandalias de tacón. Arraso con mi delicioso desayuno, arepas rellenas de ensalada de atún y jugo de naranja. Amanecí con un hambre voraz, una vez terminado recojo todo y me voy al trabajo.
Allá es más de lo mismo, trabajar, trabajar, trabajar. El sábado en la noche si pude ver qué es lo que sucede entre mis amigos, se gustan y los tontos no lo admiten, después de lo del doctor bonito, nos fuimos a mi apartamento y nos arreglamos para parrandear, fuimos a una discoteca aquí mismo en Pampatar, es asombroso el lugar, me encantó en el ambiente y allí pude ver como ambos se miraban, como sus cuerpos echaban chispazos, de esos que no solo se soluciona con un revolcón y listo. Quiero ayudarlos, pero si ninguno de los dos me lo han dicho sus motivos tendrán.
A la hora del almuerzo todos subimos, comemos en sana tranquilidad, ambos están muy callados, el comedor poco a poco va quedando vacío y no puedo más y se los digo.
—A ver chicos, ¿qué pasa entre ustedes? —Indago— están demasiado callados y eso no es normal.
—No está pasando nada nena—dice la rubia, mi amigo hace un gesto que me da entender, que no le ha gustado nada su comentario.
—De mí no se tienen por qué ocultar. —suelto eso y parece que fuese una bomba que los hace enfrentarse.
—No pasa nada porque el nenaza que está a tu lado no quiere que pase nada, me voy —dice recogiendo sus cosas—, no estoy de humor.
Se va Federica y siento que en vez de ayudar he empeorado las cosas.
—Siento mucho lo que he ocasionado, de verdad. Discúlpame Naldo.
—Tranquila pelirroja, no tienes nada que disculparte, es ella que no quiere entender.
Cada uno agarra por su lado para irnos a trabajar, bajando las escaleras me lo encuentro y no hago otra cosa que maldecir.
—Señorita Araujo que grata sorpresa, le sienta muy bien el bronceado. —y usted que sexy se encuentra, eso es lo que quiero decir, pero me muerdo la lengua, seguro está jugando conmigo.
—Gracias, usted igual Dr.
Y camino como alma que lleva al diablo, definitivamente hay algo que hice mal para merecer esto, no me quejo de encontrármelo cada dos por tres, me quejo de que mi cuerpo reaccione a su cercanía. Cualquiera diría que está acosándome, mejor me saco esas ideas de la cabeza. Necesito hablar con Federica, pero no es el momento aguardaré a cuando esté más tranquila.
Martes.
Otro día más, a trabajar, a trabajar, sí señor. Quisiera vacaciones, pero las tengo en junio y ahora es que falta, hago toda mi rutina, vestirme, maquillarme y acomodarme el cabello, hoy si lo dejo suelto y está casi llegándome al pompis, adoro tenerlo de ese largo.
Son las 11:30 am y la Gerente General me llama a su oficina, esto solo sucede en casos especiales, como cuando toca hacer inventario y piden refuerzos de los demás departamentos aparte de contraloría. Hablo con la Gerente y me necesitan de apoyo en Rayos X como operadora de caja, dado que llevo la caja, ya conozco el proceso de facturación, y en los estudios me ayudarían los del departamento. La operadora de caja ha sufrido un percance con un familiar y no tienen quien la cubra en la mañana, en la tarde lo haría la Coordinadora de ese departamento.
Comienzo mañana a las siete y después del almuerzo me voy a mi cubículo a cumplir con mi trabajo, será por dos semanas, y que dos eternas semanas. Suspiro, que casualidad, no había nadie más capacitado para eso, si no yo, bendita sea la suerte que he venido a heredar de mi padre. El lado bueno es que tendré doble remuneración.
Hice los cálculos y menos mal no pasa de mi viaje a México, llevaré la maleta en el auto y Federica me pasará dejando por el aeropuerto. Espero que no haya ningún percance, y no complique mis planes.
Miércoles 28.
Me despierto con mucho sueño, que mal me va sentar esto por dos semanas, son las cinco y media de la mañana, estoy preparando mi almuerzo pollo con vegetales, arroz frito y champiñones, y desayuno dos sándwich con jugo de fresas. Cuando el reloj marca las 6:20 am todavía me estoy cayendo del sueño, debo mentalizarme que esto es una buena acción para ayudar al prójimo.
Ajá, si claro, será más bien para acercarme al infierno. Me debo tomar como cinco mil baldes de paciencia, estaré a cargo hasta las once luego la coordinadora llegará ayudarme ya la otra semana si estaremos las dos en la mañana.
Me arreglo lo más rápido posible al darme cuenta que se me hace tarde, sujeto mi cabello en una coleta alta, delineo mis ojos le doy color a mis labios, aún sigo como un camarón, y lista me voy a mi tormento.
Son las siete de la mañana y ya hay personas esperando para realizarse estudios, doy los buenos días mientras abro la caja y la ayudante del técnico por encima el procedimiento con las tomografías, resonancias y estudios especiales, la coordinadora me dejó anotado en un cuaderno paso a paso de lo que se debe hacer en cada caso. Me pongo manos a la obra, revisar la orden médica, facturar, arribarlos para que los técnicos puedan hacer los estudios, después llevarles las órdenes, en caso de retirar exámenes es verificar si está listo en sistema, búscalo donde deben estar archivados en caso de no estar allí, búscalo en el buzón del médico radiólogo que informó, parece fácil y sencillo, pero no lo es, es estresante.
A las nueve de la mañana llega padre e hijo y me parece raro que estén llegando a esta hora, por lo general los veo a las ocho. Me saludan y cada uno a su trabajo, vienen a buscar unos resultados y aún no están transcritos hablo con Zulianny, la transcriptora, y se pone en eso, luego me lo imprime y debo llevarlo para que alguno de los médicos radiólogos me lo firme. Y esto va ser lo más incómodo.
Toco la puerta de la oficina de los médicos y escucho el adelante.
—Disculpe que lo interrumpa doctor, ¿me podría firmar esto? —Pregunto con profesionalismo y al final agrego— por favor.
Me ve, sonríe, me vuelve a ver y vuelve a sonreír, pero a ¿este que le ha pasado?
Evito su mirada, no sé dónde posarla, se ve tan sexy con su corbata de esqueletos y la camisa morada. Ese color le sienta de maravilla, y que hablar del color de sus ojos. Al notar el rumbo de mis pensamientos me despabilo y me ordeno tener concentración.
—¿y si no puedo señorita Araujo? —pregunta con picardía, descarado, me está respondiendo así por estar solos, seguramente su padre está en un estudio especial.
—Dr. La Cruz el paciente vino a buscar los resultados, ¿sería usted tan amable de firmarlos? para no hacerlo esperar y no vaya a quejarse a dirección médica por el mal servicio que estamos prestando. —digo con tranquilidad camuflada de hastío.
—Oh… en ese caso ya se los firmo —me quita los exámenes y roza sus manos con la mías, los firma— aquí tiene señorita Araujo, que manos tan delicadas y suaves tiene.
Que descaro, respiro y pienso en responderle… pienso y pienso, uno lo mando a volar o dos me voy para no contestar. Hago esto último y al salir de la oficina escucho su carcajada, será pícaro el doctor bonito. Y encima descarado como si yo tuviera un cartel en la frente de: quiero llamar la atención de todos los doctores guapos y sexys de Centro Clínico El Valle. Será igualado.
Viernes 30.
Último día de trabajo en la semana. Después de haber estado dos días en el servicio de rayos x, me la llevo muy bien con todos, sin meter a cierto doctor, que no hace más que ponerme incómoda, sus miradas me intimidan, me hacen un manojo de nervios. He notado en tan poco tiempo que la transcriptora esta rendida ante él, se le nota a millas, puede ser por esa razón que ella me dé mala espina.
Llego a mi trabajo y me encuentro con el Doctor Josías, me pide que lo acompañe un momento y voy tras él.
—Luciana disculpa por esto que voy a pedirte, tal vez interfiera en tu trabajo —hace una pausa—. Ayer hablé con tu padre y me encargaron unas cosas que dejé en casa, no puedo llevárselas yo mismo porque mañana salgo directo para Colombia a una convención y mi mujer también, Edgar me dijo que viajarás a México a celebrar el cumpleaños de tu madre.
—Sí Doctor es una sorpresa para mi madre, esta bien yo puedo ir a buscar el encargo de mi padre, solo debe decirme a qué hora debo pasar por su casa y lo haré.
—Tranquila Luciana eso es lo de menos, le dije a mi hijo que te llevase a la hora del almuerzo y luego te trajera para acá, ya que le queda de paso de la clínica La Fe . —indica.
—No doctor, que pena, yo misma puedo ir en mi auto —replico, ni loca estoy a solas con ese descarado que está comenzando a gustarme.
—Juan te llevará Luciana, ya todo está arreglado y no acepto quejas. —sonríe.
Y acepté por respeto, porque si no, me niego a subir a la 4rruner del encantador Juan La Cruz, que de paso tiene nombre de protagonista de culebrón de novelas.
Trabajo toda la mañana, ha sido un día muy atareado aquí en Rayos X, estoy que me guindo de los pelos. Jesús, con todo lo que tienen que aguantarse las operadoras para responder bien y ser amables con los pacientes neuróticos, menos mal ya está por llegar la coordinadora y casi puedo cantar victoria.
Me permito divagar un rato al ver la sala de espera vacía. Me he sincerado con Federica y ella conmigo, resulta que mis queridos amigos estaban en una relación a escondidas y han terminado por el cabeza dura de Arnaldo, ya Federica no quiere nada con él, los fines de semana tan maravilloso que pasaba era nada más y nada menos que con él y los muy cínicos mintiéndome en la cara, no me enfadé tanto porque entendí sus razones para ocultarlo.
Se hace la hora del almuerzo y ruego a todos los santos porque el camino sea rápido a la casa del Dr. Josías, me monto en la camioneta y el silencio se hace presente. Trato de ni verlo, su barba me pone y sin pensarlo puedo terminar en su regazo, así que mejor lo ignoro. Llegamos después de 15 minutos, es una casa muy bonita ubicada en la urb. Jorge Coll, sin duda destila dinero por todos lados y elegancia. Entramos en la casa y todo está impecable estilo novela, encimera de granito, paredes llenas de cuadros muebles a juego, nada fuera de su lugar, el doctor me hace seña que lo siga y eso mismo hago. Llegamos al comedor y allí se encuentra una caja no muy grande.
—¿Se le ofrece algo señorita Araujo? —me pregunta con educación. Y niego con la cabeza.
—No tranquilo, es hora de irnos doctor La Cruz —lo miro y me quedo idiotizada con sus ojos—. Debo volver a mí trabajo. Sí me disculpa. —y hago el amago de salir.
—¿Por qué huyes de mí? ¿Por qué mi presencia te molesta? Creo que he sido amable en todo momento. —su pregunta me ha deja noqueada, fuera de base… ¿y éste de que me habla? No tengo motivos para para huir de él o tal vez sí…
—No sé a qué se refiere. —digo escuetamente, se acerca a mí y siento que voy a derretirme en cualquier momento, respiro y me llega el olor de su perfume, Dios mío que rico huele el doctor sexy.
—Sabes de lo que te hablo, —comenta acechándome, como un león acecha a su presa, hay cristo bendito, sálvame de esta—. No es un secreto que me atraes, y si aún no lo has entendido te lo reafirmo Luciana Araujo, me atraes tanto que me muero por probar tus labios y saber si saben tan dulce como eres chica fuego.
Retrocedo.
Retrocedo.
Y vuelvo a retroceder.
—Discúlpeme doctor La Cruz, pero es hora de volver o me quedaré sin almuerzo. —sentencio pasando por su lado ya una vez que agarré la caja, y me captura.
—Luciana somos adultos, podemos manejar la situación —dice en tono ronco—. ¿Sabes que no dejo de pensar en tu piel bronceada y tus labios rosados? ¿A qué le temes? —¿por qué tiene que ser condenadamente directo? Este hombre pareciera no tener filtros—. Dime que no sientes esta química y te dejaré, pero por favor no mientas, porque tu cuerpo pide a gritos estar en mis brazos.
—Doctor se está confundiendo. Debemos irnos, lo espero en la camioneta. —camina tranquila, respira, que no ha pasado, solamente se te ha lanzado como un lobo, pero tranquila, me digo una y otra vez. Como un mantra.
De regreso todo es más incómodo, y más cuando siento su mirada en mí, tengo que pensar con claridad y hablar con Fede, tal vez ella me ayude a tomar una decisión, aunque ya me imagino cuál será su reacción. Después de casi mil años, me deja en la entrada de la clínica.
—El tiempo te demostrará que no estoy equivocado y lo digo muy en serio Luciana Araujo, que pase una buena tarde.
Después del altercado con el doctor bonito guardé la caja en mi auto y me fui almorzar. Las cosas en mi departamento esta semana no ha estado marchando muy bien, mi jefe ha estado de un humor de perros, ayer tuve que frenar a Federica para que no le dijese sus cantas cositas.Me siento cansada y agotada física y emocionalmente. Estar en un departamento como rayos x no es nada fácil, en momentos de broma y se puede ir al baño, si te descuidas se llena la caja, estas facturando y pasando el punto de venta se llena la caja, respondes el teléfono un momento y ya la cola llega a la recepción. Me hago una idea porque la mayoría no dura como operadora de caja. Se necesita mucha paciencia para atender a los pacientes, algunos son tan intransigentes y te tratan a las patadas, que provoca ahorcarlos. Y a pesar que uno quiere explotar, siempre, pero siempre se debe tener una sonrisa y hablar como si no pasase nada.Para dese
Me despierto al sentir una patada en mi estómago, que me ha dejado sin aire, joder como me duele, a mi lado está Federica y a su lado Arnaldo, como que no he asimilado bien lo que estoy viendo que vuelvo a ver. Pero… pero… si hemos dormido los tres en la misma cama, la tortícolis que va tener mi amigo va ser monumental, si su cabeza está colgando de la cama.Uy… que feo que me expresado.Ya va… detengo mi mirada en sus vestimentas, pero, pero y vuelvo a decir, pero si estos dos están desnudos.¿QUE ES ESTO? ¿Se han liado conmigo durmiendo?Si serán guarros, los dos. Me paro de la cama y voy a la nevera, necesito urgentemente un juguito de naranja. Me siento y apoyo las manos en la isla, resaca no tengo, no siento que la cabeza me vaya a estallar, pero confusión, sí, mucha. Primero ¿cómo es que he llegado a mi departamento? Segu
Entre caricias y miradas apasionadas entramos a mi departamento, cierro la puerta y me dedico a observarlo, mejor dicho, nos dedicamos a comernos con la mirada, madre día que hombre más caliente, que me muero solo con su mirada azulada, vaya noche la que me espera.Se acerca… se acerca y termina con los espacios que hay entre los dos, sus ojos están brillosos, parecen el purito fuego cuando está ardiendo y yo me quedo viendo como ese hombre con sus dedos recorre mis hombros descubiertos, se me eriza la piel ante su contacto. Recoge mi cabello en una mano mientras que con la otra suelta las tiras del bañador, éstas ceden poco a poco hasta dejar mis pezones expuestos a su vista y se endurecen.Me muero por besarlo, digo en mi mente y parece leer mis pensamientos.—Créeme Luciana, yo también me muero por probar esa boquita tuya —susurra en mi oído y casi jadeo.
Me duelen todas las extremidades, mi noche fue muuuyyy placentera, demasiado diría yo, ya mi cuerpo lo echaba de menos. Juan La Cruz tiene lo suyo si antes medio lo afirmaba, ahora lo afirmo completamente. Coge como los dioses, te hace sentir que tienes el mundo a tus pies, te hace volar y en definitivo ese hombre te enloquece con sus besos y sus miradas, pero no repetiré, no, no, no.Debo tener mano dura, nada puede llegar más allá de doctor a empleado y de empleado a doctor, por mi salud mental ruego que sea así. En la madrugada mientras me hacía suya por tercera vez me di cuenta que cualquiera se podía enamorar de semejante Dios. Su mirada transmitía mil emociones, sus labios profesaban mil cosas y su cuerpo te hacía vibrar mil maneras.Sí, vaya que es bueno el doctor en la cama.Me debo levantar y lo que me provoca es seguir en cama… ¿por qué tuve que
Ha pasado una semana desde que se presentó en mi departamento y ni me ha dirigido la palabra, solo para aparentar frente a los demás. No sé si sentirme agradecida o dolida. ¿Quién carajos me entiende? Solo me quedan tres días contando el de hoy en ese servicio y realmente no sé cómo sentirme.Estoy frustrada, mis sueños en la madrugada no me ayudan a nada, cada vez se hace más presente como recorrió mi cuerpo con sus besos y sus dedos, vuelvo en si al darme cuenta que estoy en la oficina de los médicos radiólogos buscando un estudio.—Me comentó mi padre que viaja el viernes —volteo con el corazón acelerado, no lo sentí caminar.—Así mismo es doctor, con permiso —dije indiferente para pasar por su lado. Sutilmente tocó mi brazo y se acercó a mí hasta dejar sus labios cerquita de los
Jueves... Jueves... Jueves. El juernes de la semana, el que tanto es esperado. Fuese perfecto si me tocase quedar en casita, pero no, me toca trabajar después de haber pasado cinco días por fuera.Con el ánimo por el piso preparo de almuerzo, pollo al horno sazonado con mostaza, papas y trocitos de zanahoria, una ensalada de huevo, remolacha y brócoli, y arroz frito, y de tomar me compraré un refresco de uva en el cafetín. Veo la hora y son las seis y media.En la mañana me costó un poco levantarme, dado que los días anteriores me despertaba a las ocho de la mañana, bostezo mientras me acomodo y doy chance que se haga la hora para salir, mientras tanto, ordeno un poco mi departamento. Federica lo hizo en mi ausencia, pero no es igual. Digamos que soy maniática.Me rio al recordar como me recibió en el aeropuerto.—Por fin llegas, pensé qu
Sábado 21 y el Sol está en su máximo potencial, decido broncearme un rato. Me pongo un bañador de color vino tinto después de haber desayunado unas tostadas con queso y jamón.Le mando un mensaje a mis padres, agarro mis lentes, las llaves del departamento y bajo al área de la piscina.En la zona de la playa veo a las amiguitas de Giovanna La Cruz y le pido a todos los santos que ella no ande cerca y mucho menos su hermano.La mañana se pasa volando y yo ya estoy como un camarón, hidrato mi piel para que no se maltrate. Decido subir a la hora del almuerzo y me sorprendo al verlo en mi puerta.—Doctor La Cruz ¿Se le ofrece algo?Tiemblo, me siento tan indefensa con semejante hombre al frente y yo con tan poca ropa.Me recorre de arriba a abajo y juro por Dios que ya me calentó hasta el alma con esa mirad
Me despierto al sentirme presionada como si me estuviesen asfixiando. ¡Dios! Me duele todo el cuerpo... Me siento como si no hubiese dormido nada. Suspiro y me doy cuenta del brazo que me tiene presionada. Me quedo un rato admirándolo. El doctor La Cruz es un hombre muy atractivo, mandíbula cuadrada, mirada azulada y pelo negro. Sus labios apetecibles me incitan a besarlo, a comérmelo como anoche, y de repente me entra aquel calor, aquella necesidad de sentirme llena por él. Con una sonrisa traviesa paso mis dedos por su cuerpo como si lo estuviese haciendo la obra de arte más hermosa. Bajo mis dedos hasta su pene y noto como poco a poco va levantándose. Se me hace agua la boca al verlo así. Acerco mi boca y primero le doy una lamida para después llevármelo completo a la boca y saborearlo. Siento su mano en mi cabeza y me ve con cara de picardía. ¡Se estaba haciendo el dormido el muy sinvergüenza! Lo saboreo unas veces más hasta colocarme