Después del altercado con el doctor bonito guardé la caja en mi auto y me fui almorzar. Las cosas en mi departamento esta semana no ha estado marchando muy bien, mi jefe ha estado de un humor de perros, ayer tuve que frenar a Federica para que no le dijese sus cantas cositas.
Me siento cansada y agotada física y emocionalmente. Estar en un departamento como rayos x no es nada fácil, en momentos de broma y se puede ir al baño, si te descuidas se llena la caja, estas facturando y pasando el punto de venta se llena la caja, respondes el teléfono un momento y ya la cola llega a la recepción. Me hago una idea porque la mayoría no dura como operadora de caja. Se necesita mucha paciencia para atender a los pacientes, algunos son tan intransigentes y te tratan a las patadas, que provoca ahorcarlos. Y a pesar que uno quiere explotar, siempre, pero siempre se debe tener una sonrisa y hablar como si no pasase nada.
Para desestresarme y divertirnos un rato, he quedado con Federica de ir a Rainbow Night, una discoteca en playa Concorde. Quedamos en encontrarnos en mi edificio y de aquí nos iríamos juntas, ella telefoneó a sus primas y éstas se apuntaron a nuestro plan.
Trato de mantener la mente ocupada para no pensar en cierto doctor de ojos azules. Aún no puedo creer su descaro.
¿Cree que por ser doctor me le voy arrojar a los brazos? Que siga soñando. Además, no me pasó desapercibido la forma en como Zulianny se lo come con la mirada, lo que me da intuir que allí pasó algo.
Como diría mi abuelita vulgarmente. “yo no nací por el culo”.
Y sé notar cuando un hombre y una mujer han tenido relaciones sexuales.
Me halo de los pelos una vez más por estar pensando en él. Necesito una noche donde no me atormente en sueños.
Mis músculos consiguen relajarse al pasar un buen rato en la bañera, que solo uso cuando estoy cansada, y el agua tibia ayuda a relajarme. Quisiera pasar toda la noche, pero no puedo. Agarro una toalla y la envuelvo a mí alrededor, me voy a mi armario indecisa en que ponerme.
No sé si la braga azul turquesa floreada con mis sandalias de tacón cuadrado beige o el vestido rojo con escote en v y las sandalias negras de plataforma. Comienzo primero a rizarme el cabello y aplicarme un maquillaje suave para que combine con cualquiera de los dos atuendos, después de 10 minutos me decido por el vestido, me coloco accesorios que no llamen tanto la atención y ya estoy lista.
Federica llega exactamente a las diez y está de infarto con sus botas y falda de cuero. Guarda su auto en el estacionamiento y vamos en el mío. Mi amiga debió haber sido modelo con sus piernas de infarto y su pelo rubio. Voy conduciendo mientras vamos hablando de trivialidades; en cuanto llegamos visualizamos en la entrada las primas de mi amiga.
Diez minutos después ya estamos dentro y me enamoro de los colores son tan llamativos que alegran con solo verlos, hay dos ambientes uno cerrado y el otro abierto da hacia la playa, dividiéndonos solo por un barandal.
Primero vamos a la barra y solicitamos un servicio de Roberto Cavali y Grey Goose, después nos sentamos en una mesa cerca de la barra por si acaso y por último brindamos con el vodka que sabe a dioses.
—Porque esta noche sea inolvidable —dice Estefanía, una de las primas de la rubia de mi amiga.
—Y colosal —dice otra mientras sonríe pícaramente.
—Porque sea ardiente —añade Federica.
—¡SALUD! —decimos las cuatro al mismo tiempo.
Dos horas después el alcohol está bullendo en mi sangre, desde que llegamos no hemos dejado de bailar al ritmo de Enrique Iglesias, Marc Anthony, Pitbull, Jlo. Mi cuerpo se siente tan relajado a pesar de los tacones que tengo puestos. Miro hacia nuestra mesa desde la pista de baile y encuentro Fede hablando con un hombre alto y musculoso, me sonríe picara y sigo bailando con sus primas.
A eso de 1:20 am decidimos tomar aire fresco e ir al otro ambiente, nos hacemos paso con la multitud enloquecida y nos recostamos del barandal que separa la discoteca de la playa. Al sonar Bailando de Enrique Iglesias grito como loca con Fede y comenzamos a contonear las caderas de un lado a otro. La rubia choca con alguien y cuando nos volteamos encontramos Arnaldo viéndonos con cara de pocos amigos.
—¿Ustedes qué hacen aquí? —sisea molesto.
—Divirtiéndonos ¿o es que no se puede? ¿no es eso lo que tú estás haciendo? —responde mi amiga irritada.
—Hey, por favor no vayan a pelear y compórtense como dos adultos —trato de mediar entre los dos.
Al pasar media hora se evapora la tensión entre Federica y Arnaldo y por fin comienzan a divertirse juntos.
Vuelvo a recostarme del barandal mientras reviso mis redes sociales y escucho sonar La Mordidita de Ricky Martin, comienza a moverme con sensualidad, veo las chispas que saltan entre mis amigos.
Me llega una notificación de I*******m y me sorprendo al ver un Direct del doctor bonito.
“¿Divirtiéndose?”
Mis ojos no pueden creer lo que estoy leyendo. No puede saber dónde estoy, si aún no he publicado fotos. Escaneo mi alrededor y no lo veo, así que respondo:
“No sé de qué me habla Dr. La Cruz”
Suspiro, vaya noche la mía y ya el vodka se me subió a la cabeza.
“Concéntrate y me encontraras señorita Araujo”.
Me deja contrariada.
“No sé a qué juega”.
Y la respuesta es inmediata.
“Voltea a tu izquierda”.
Volteo como una estúpida y lo diviso a diez personas de donde me encuentro. Se me seca la boca, está para comérselo. Que hombre más divino, ese andar masculino me deja sin razón, Federica sigue mi mirada y exclama:
—¡No me lo puedo creer! —suspira—. Luci viene hacia ti. Aguanta esas bragas que se te caen con semejante Dios, si tuviese el cabello rubio sería igualito Thor.
—¿A Thor? Para mi se parece al buenote de Fabián Ríos —digo, entro en pánico y halo a Fede— Debemos ir al baño.
—No seas tonta, dejemos que se acerque —chilla pletórica.
Camina… camina… y camina hasta llegar donde me encuentro, veo como Estefanía y Fani se lo comen con la mirada y me da cierto malestar ver lo que provoca en otras mujeres. Veo a mi amigo, su cara nos deja muy en claro que no está de acuerdo.
—Hola Federica —saluda primero a mi amiga, para luego desviar su atención a mí—. Luciana nos volvemos a encontrar. —dice mientras su mirada detalla mi cuerpo, y yo siento haberme convertido en mantequilla.
—Dr. La Cruz que sorpresa —y en un sitio de estos, añado para mí.
A partir de ese momento me sentí incomoda, a pesar de estar separados, notaba encima la mirada del doctor bonito lo cual no ayudaba para nada a mis nervios. Sin dejar que su presencia amedrentara mi humor, seguí tomando con mis amigos e hice lo que me propuse. Al inicio de la noche me había mentalizado disfrutar y así sería, aunque ya era entrada la madrugada.
Sin saber por qué, comencé a reír, y sabía perfectamente que era el efecto de todo el vodka ingerido.
Me alejo un poco del grupo para refrescarme y dejar pasar un poco todo el alcohol de mi sistema. Me dirijo hacia la entrada del local y me veo emboscada por dos hombres guapísimos, uno de cabello negro y otro castaño oscuro.
Sé quiénes son, y eso no evita que mi cuerpo se tense. Solo le pido a Dios que mi cuerpo no me delante frente al doctor bonito, sería muy vergonzoso.
—La chica sensual del cabello de fuego —me sonríe amable Gabriel, el medico cardiólogo—. Vaya que si sabe divertirse.
—Dr. Gabriel que gusto verlo —me veo obligada a decir para no parecer mal educada.
—Déjame un momento a solas con ella —ladra el doctor que se ha convertido en mi pesadilla.
El doctor Gabriel me ve, sonríe y se aleja.
Veo al hombre que tengo en frente y no logro entender qué quiere hablar conmigo. Suspiro, y lo vuelvo a ver. Decir que está para cometer muchos pecados, sería quedarse corto, Juan La Cruz no solo es un excelente médico, sino que también es un hombre muuuyy caliente, sí, muuuy guapo, y todo lo que tenga que ver con muy y un adjetivo pervertido.
—Luciana —habla pausadamente— ¿no crees que has bebido demasiado por hoy?
Me agarra fuera de base. Y como puedo digo.
—No sé a qué se refiere doctor —me hago la desentendida. De pronto me pongo a pensar en mi aspecto que debo tener y no debe ser nada agradable.
—Sí lo sabes Luciana —susurra, su tono de voz tan bajito me excita y su mirada, m****a, su mirada expresa el deseo más carnal que puede existir—. Estas muy guapa —dice tan fresco como una lechuga, acercándose hasta quedar reducidos los espacios entre nosotros—. Vine porque me moría de ganas por verte, porque no dejo de pensarte —no creo en sus palabras, se me hace tan extraño pensar que solo en unas semanas pueda estar loco de deseo por mí, seguro debe estar jugándome una broma.
—Juan, me tomaré el atrevimiento de llamarlo por su nombre —digo todo lo achispada y con el alcohol bullendo por mi sangre—. No soy un juguete que puede tener cuando desea, seamos sinceros, eso que usted quiere yo no puedo dárselo, ¿sabe por qué? —Hago una pausa, y él niega—, porque yo no soy una mujerzuela que se le arrojará a los bazos por un poco de atención.
—Luciana he venido porque me moría de ganas por verte, porque no dejo de pensarte —repite—, y solo eso debe importar. A la salida escuché a tu amiga decir el sitio donde vendrían, pasé parte de la noche diciendo si hacerle caso a mis instintos o a mi razón, y aquí me tienes. —pasa sus manos por mis mejillas y suspiro, que rico se siente su tacto.
—Se lo volveré a explicar doctor La Cruz —siseo alejándome de él—. No sé qué intenta obtener con todo esto, pero aléjese de mí. Además hay códigos que nos impide que se dé algo más allá de una relación cordial entre empleado de la clínica y médico. No juegue conmigo.
—No te reprimas pelirroja —se me seca la boca por la manera en cómo me mira, no sabría decir si llevo mis bragas puestas—. Ambos sentimos una atracción el uno por el otro, sé identificar cuando alguien se siente atraído hacia mi persona, y sé que no lo quieres admitir, pero con solo darte un beso me lo confirmaría tu cuerpo Luciana.
¡ALERTA! ¡ALERTA! Veo la luz roja encendida en mi cabecita, que me dice que salga corriendo sin mirar atrás.
—Jamás te tocaría en estado de embriaguez si te estas preguntando eso. Soy un caballero ante todo señorita Araujo. Además esa no fue la educación que recibí de mis padres, me degollarían por cometer tal acto —comenta, siento mi cabeza dar vueltas y no sé si es producto del alcohol o de sus palabras.
—Hablaremos en otro momento pelirroja —se acerca y susurra en mi oído—. Algo si le aseguro, usted será mía, como que me llamo Juan Carlos La Cruz Jones.
Y se va dejándome abrumada, ¿Quién se cree que es?
¿La última Pepsi-cola del desierto?
Ya quisiera él, ni loca me dejaría engañar por el doble de Fabián Ríos.
¿Fabián Ríos? Pero si es igualito al colombiano que protagoniza esos culebrones de novelas. En definitiva, necesito llegar a mi casa.
Me despierto al sentir una patada en mi estómago, que me ha dejado sin aire, joder como me duele, a mi lado está Federica y a su lado Arnaldo, como que no he asimilado bien lo que estoy viendo que vuelvo a ver. Pero… pero… si hemos dormido los tres en la misma cama, la tortícolis que va tener mi amigo va ser monumental, si su cabeza está colgando de la cama.Uy… que feo que me expresado.Ya va… detengo mi mirada en sus vestimentas, pero, pero y vuelvo a decir, pero si estos dos están desnudos.¿QUE ES ESTO? ¿Se han liado conmigo durmiendo?Si serán guarros, los dos. Me paro de la cama y voy a la nevera, necesito urgentemente un juguito de naranja. Me siento y apoyo las manos en la isla, resaca no tengo, no siento que la cabeza me vaya a estallar, pero confusión, sí, mucha. Primero ¿cómo es que he llegado a mi departamento? Segu
Entre caricias y miradas apasionadas entramos a mi departamento, cierro la puerta y me dedico a observarlo, mejor dicho, nos dedicamos a comernos con la mirada, madre día que hombre más caliente, que me muero solo con su mirada azulada, vaya noche la que me espera.Se acerca… se acerca y termina con los espacios que hay entre los dos, sus ojos están brillosos, parecen el purito fuego cuando está ardiendo y yo me quedo viendo como ese hombre con sus dedos recorre mis hombros descubiertos, se me eriza la piel ante su contacto. Recoge mi cabello en una mano mientras que con la otra suelta las tiras del bañador, éstas ceden poco a poco hasta dejar mis pezones expuestos a su vista y se endurecen.Me muero por besarlo, digo en mi mente y parece leer mis pensamientos.—Créeme Luciana, yo también me muero por probar esa boquita tuya —susurra en mi oído y casi jadeo.
Me duelen todas las extremidades, mi noche fue muuuyyy placentera, demasiado diría yo, ya mi cuerpo lo echaba de menos. Juan La Cruz tiene lo suyo si antes medio lo afirmaba, ahora lo afirmo completamente. Coge como los dioses, te hace sentir que tienes el mundo a tus pies, te hace volar y en definitivo ese hombre te enloquece con sus besos y sus miradas, pero no repetiré, no, no, no.Debo tener mano dura, nada puede llegar más allá de doctor a empleado y de empleado a doctor, por mi salud mental ruego que sea así. En la madrugada mientras me hacía suya por tercera vez me di cuenta que cualquiera se podía enamorar de semejante Dios. Su mirada transmitía mil emociones, sus labios profesaban mil cosas y su cuerpo te hacía vibrar mil maneras.Sí, vaya que es bueno el doctor en la cama.Me debo levantar y lo que me provoca es seguir en cama… ¿por qué tuve que
Ha pasado una semana desde que se presentó en mi departamento y ni me ha dirigido la palabra, solo para aparentar frente a los demás. No sé si sentirme agradecida o dolida. ¿Quién carajos me entiende? Solo me quedan tres días contando el de hoy en ese servicio y realmente no sé cómo sentirme.Estoy frustrada, mis sueños en la madrugada no me ayudan a nada, cada vez se hace más presente como recorrió mi cuerpo con sus besos y sus dedos, vuelvo en si al darme cuenta que estoy en la oficina de los médicos radiólogos buscando un estudio.—Me comentó mi padre que viaja el viernes —volteo con el corazón acelerado, no lo sentí caminar.—Así mismo es doctor, con permiso —dije indiferente para pasar por su lado. Sutilmente tocó mi brazo y se acercó a mí hasta dejar sus labios cerquita de los
Jueves... Jueves... Jueves. El juernes de la semana, el que tanto es esperado. Fuese perfecto si me tocase quedar en casita, pero no, me toca trabajar después de haber pasado cinco días por fuera.Con el ánimo por el piso preparo de almuerzo, pollo al horno sazonado con mostaza, papas y trocitos de zanahoria, una ensalada de huevo, remolacha y brócoli, y arroz frito, y de tomar me compraré un refresco de uva en el cafetín. Veo la hora y son las seis y media.En la mañana me costó un poco levantarme, dado que los días anteriores me despertaba a las ocho de la mañana, bostezo mientras me acomodo y doy chance que se haga la hora para salir, mientras tanto, ordeno un poco mi departamento. Federica lo hizo en mi ausencia, pero no es igual. Digamos que soy maniática.Me rio al recordar como me recibió en el aeropuerto.—Por fin llegas, pensé qu
Sábado 21 y el Sol está en su máximo potencial, decido broncearme un rato. Me pongo un bañador de color vino tinto después de haber desayunado unas tostadas con queso y jamón.Le mando un mensaje a mis padres, agarro mis lentes, las llaves del departamento y bajo al área de la piscina.En la zona de la playa veo a las amiguitas de Giovanna La Cruz y le pido a todos los santos que ella no ande cerca y mucho menos su hermano.La mañana se pasa volando y yo ya estoy como un camarón, hidrato mi piel para que no se maltrate. Decido subir a la hora del almuerzo y me sorprendo al verlo en mi puerta.—Doctor La Cruz ¿Se le ofrece algo?Tiemblo, me siento tan indefensa con semejante hombre al frente y yo con tan poca ropa.Me recorre de arriba a abajo y juro por Dios que ya me calentó hasta el alma con esa mirad
Me despierto al sentirme presionada como si me estuviesen asfixiando. ¡Dios! Me duele todo el cuerpo... Me siento como si no hubiese dormido nada. Suspiro y me doy cuenta del brazo que me tiene presionada. Me quedo un rato admirándolo. El doctor La Cruz es un hombre muy atractivo, mandíbula cuadrada, mirada azulada y pelo negro. Sus labios apetecibles me incitan a besarlo, a comérmelo como anoche, y de repente me entra aquel calor, aquella necesidad de sentirme llena por él. Con una sonrisa traviesa paso mis dedos por su cuerpo como si lo estuviese haciendo la obra de arte más hermosa. Bajo mis dedos hasta su pene y noto como poco a poco va levantándose. Se me hace agua la boca al verlo así. Acerco mi boca y primero le doy una lamida para después llevármelo completo a la boca y saborearlo. Siento su mano en mi cabeza y me ve con cara de picardía. ¡Se estaba haciendo el dormido el muy sinvergüenza! Lo saboreo unas veces más hasta colocarme
El martes me despierto bien temprano con unas ganas tremendas de vomitar, salgo directo al baño y siento que voy a dejar mi vida en el retrete. Cuando me logro calmar un poco lavo mis dientes. Camino a la cocina y mi estómago gruñe, agarro lo más sano para que no me vaya a caer mal. Me siento de la patada, considero la opción de quedarme, pero no puedo, debo ir a trabajar. Decido no hacer almuerzo y comprarme un caldito de pollo para que no me caiga pesado en el estómago. Con los ánimos por el piso me visto y me echo brillo en los labios para no parecer un muertito. Me canso al bajar el primer piso y tomo el ascensor. Dios mío ¿Será un virus que anda por allí? pienso mientras voy de camino a la clínica. Al llegar me dirijo al cafetín por un jugo natural y me voy a sentar en un banco cerca de la fuente que se encuentra entre el ala de hospitalización a y hospitalización b. Leo en mi teléfono unas noticias con respecto a la situa