¡Más tarde vienen los extras!
Mia RedfordTiempo después…Viñedos «Bella vita», Napa Valley, California.Escuché las risas aproximarse a mi espalda, los pequeños: Lucas, que significaba «Luz», y estaba nuestra pequeña, Zoey, que significaba «Llena de vida» nos recordó el primer grito de su llanto al nacer. Me giré por completo para que Michael soltara a uno de ellos y así ayudarle, entonces quien vino a mí fue mi príncipe, lo levanté y me lo colgué a mi costado, él reía mientras miró a su hermana venir detrás de él, Lucas era idéntico a su padre, cabello negro a excepción del color de sus ojos azules, mientras que Zoey, era idéntica a mí de pequeña, pero con los ojos de su padre. Íbamos camino a nuestro lugar especial, uno que era similar al de los viñedos de los padres de Redford, donde había nacido una tradición, Michael quería una propia con su familia, y aquí estábamos, mirando como empezaría el atardecer para el comienzo de la vendimia del vino.—¿Tienes todo listo para más tarde?—preguntó Michael a mi lado
Michael Redford Muchos años después… «Ni loca saldrá de esa manera, se puede ver su ombligo y esa diminuta cicatriz por brincar la valla de los viñedos hace tres veranos pasados» «Tienes que mantener tu postura de autoridad, Michael Redford, ignora sus pestañas largas como las agita y esos ojos oscuros haciendo ese gesto del gato con botas, te miente, es una manipuladora, ¿Por qué tenía que tener de mí esa herencia de ser? ¿No pudo heredar una de mis virtudes?» Sí, tenía que ser duro, estricto, si no lo hacía, podría cometer muchos errores en un futuro y… —¿Cómo se mira?—Zoey salió de uno de los probadores con un vestido de noche ahora que llega hasta los pies, no se le ven, pero era de dos piezas y era un tipo de tela que solo cubría sus pechos. Había sacado lo estudiosa de su madre, disciplinada y todo, pero lo manipuladora, de mí. Tenía yo los brazos cruzados contra mi pecho y recargado en el respaldo de aquel sillón felpudo en color gris plata, suspiré drásticamente e hice un ge
Mia Davis Manhattan, New York. Mis dedos maquillaron rápidamente la zona debajo de mis ojos, esas ojeras que se habían formado por falta de sueño y el cansancio me tenían fastidiada. Trabajar de cocinera nueve horas en el restaurante de mi novio, estudiar la maestría por la mañana y todavía llegar a casa para atender a mi padre que tenía adicción al juego, me estaba consumiendo, pero mostraba lo mejor de mí y no me permití para nada el rendirme, menos cuando mi madre nos abandonó por irse con otro. — ¿Mía? —era mi padre llamando a la puerta del baño. —Dime—más maquillaje a gran velocidad. —Estoy tarde. —le recordé. —Dame dinero, —exigió del otro lado de la puerta, detuve lo que estaba haciendo y al verme en el espejo reflejada, solté un suspiro de cansancio. Era la misma historia de todas las mañanas antes de irme a la universidad, la pelea por no darle dinero para su vicio del juego. —Anda, sé qué me has escuchado. —aporreó con fuerza la puerta de nuevo. —Anda. Solo esta vez.
Michael Redford Casino, horas atrás —No voy a hacerlo. Definitivamente no. —repliqué a mi padre del otro lado de la línea por el altavoz. — ¿Y si te dijera que tengo a alguien en mi vida eso cambiaría tus planes? —A menos que sea mejor que la familia Salvatore, podré aceptarlo, mientras no sea así, tienes que cumplir con el compromiso. —luego terminó la llamada, miré el teléfono por un momento pensando detenidamente como es que me saldría con la mía, como siempre solía hacerlo. Pero en esta ocasión, al parecer no sería así. Tocaron a la puerta de la oficina en el interior de uno de los casinos de los que soy propietario en Atlantic City: “Redford Casino” fue nombrado uno de los más grandes casinos en el año de 1983, después del casino de la competencia: Caesars Casino. Y desde entonces se mantenía en el número uno bajo la administración de mi padre, después de casi diez años, eso no había cambiado bajo mi mando. —Pensemos más tarde de ese tema, Redford. —me dije a mí mismo cortand
Mia Davis Casino Redford — ¿En qué te has metido ahora? —miré el reloj, luego a mi padre, estaba furiosa, pero también tenía miedo. — ¿Sabes que podrían correrme del restaurante? Me han quitado mis cosas y eso incluye mi celular, no puedo avisar que llegaré tarde y…—detuve mis palabras cuando dos hombres aparecieron en el pasillo. —Señor Davis, puede despedirse para luego llevarlo a la oficina y de ahí al casino. —arrugué mi ceño, mi padre no hablaba, pero lo vi pálido. — ¿Cómo que a la oficina y luego al casino? ¿Y yo? ¿Cuándo me dejarán ir? —mi corazón se agitó con fuerza. —El señor Davis ha hecho un trato con el señor Redford. —contuve un poco mi respiración y lo miré en espera a que dijera algo. —Hágalo ahora. —le ordenó el hombre de una manera de advertencia. Mi padre se levantó y yo igual. — ¿Por qué dice que te tienes que despedir? ¿A dónde vas o qué? —pregunta tras pregunta, pero mi padre no dijo nada. —Entonces es verdad. —mi voz tembló. — Has pagado tu deuda conmigo,
Mia Davis Casino Redford Oficina central Horas después, leía detenidamente cada detalle de ese contrato, párrafo por párrafo, lo que no entendía, se lo pregunté al señor Redford y él me explicó pacientemente, no podía preguntarle a nadie más, ya que era confidencial todo y además remarcó que cuidaba su reputación como la de su familia. —Pero, si preguntan sus padres mi estatus económico, mis padres y lo que lleva de la mano eso, no creerán nada, incluso pensarán que es un chiste. —él me miró detenidamente desde su silla del otro lado del escritorio. —Ya tengo solucionado esa parte. Serás de familia millonaria y de un perfecto status económico, mejor que el mío, que el de mi familia y de los Salvatore, con ello quedará más que conforme mis padres, y acerca de sus padres, están muertos. —abrí mis ojos con sorpresa a escucharlo tan crudamente de su boca. — ¿Otra duda, señorita Davis? —Bueno, ya que fingiremos ser una pareja comprometida, debería de llamarme por mi nombre. —él a
Michael Redford Casino. Oficina Central Control. El control en mi vida es prioridad. No podía simplemente perderlo. Eso me causaba ansiedad. Problemas. Estrés. Mientras esté todo en orden y controlado, no habrá problemas. Pero al verla, sabía que estaba corriendo un gran riesgo que me descubrieran. De no salirme con la mía. ¿Pero por qué insisto en intentarlo siquiera? Mia Davis Morgan, sería difícil. Desafiante. Y me ocasionaría bastantes problemas, pero aun así, quería hacerlo. ¿Qué era esto? Intrigante. El hombre más psicópata de este mundo estaba curioso. Arriesgaría bastante cuando esa firma estuviera plasmada en el documento y aun así deseaba que lo firmara. —Aquí dice que dura un año el matrimonio, y son…—pude notar la impresión en su rostro, supongo que está leyendo los beneficios que obtendría después de dejarla libre. —Son bastantes beneficios… —sus ojos azules se quedaron en mí. —Es lo que ofrezco por el servicio de una prometida y esposa falsa durante un año. —ella segu
Mia Davis Firmé. Una firma en un documento confidencial donde sería la prometida y futura esposa del señor Redford durante un año con unos beneficio que al terminar muchos quisieran tener. Mi padre había desaparecido una vez que salí en su búsqueda. Al parecer la tierra se abrió bajo nuestros pies y se lo tragó. —Señorita Davis, hemos llegado. —anunció el chófer con la puerta abierta de mi lado para ayudarme a bajar, una de las cláusulas era mudarme así que un hombre de su confianza, me había traído al departamento a hacer mis maletas. —Gracias. —le dije. — ¿Cómo es que te llamas?—pregunté. —Alek. —era un hombre alto, fornido en traje negro y calvo, por su acento podría ser un ruso. —Bien, gracias, Alek. —él asintió y al bajar cerró la puerta para ir detrás de mí. —Puede esperar aquí. —le dije pero él negó. —Mis indicaciones son bastante claras, señorita Davis, subir con usted y asegurarme que haga su maleta para después marcharnos al departamento que se le ha asignado. —O