Mia Davis
Firmé.
Una firma en un documento confidencial donde sería la prometida y futura esposa del señor Redford durante un año con unos beneficio que al terminar muchos quisieran tener. Mi padre había desaparecido una vez que salí en su búsqueda. Al parecer la tierra se abrió bajo nuestros pies y se lo tragó.
—Señorita Davis, hemos llegado. —anunció el chófer con la puerta abierta de mi lado para ayudarme a bajar, una de las cláusulas era mudarme así que un hombre de su confianza, me había traído al departamento a hacer mis maletas.
—Gracias. —le dije. — ¿Cómo es que te llamas?—pregunté.
—Alek. —era un hombre alto, fornido en traje negro y calvo, por su acento podría ser un ruso.
—Bien, gracias, Alek. —él asintió y al bajar cerró la puerta para ir detrás de mí. —Puede esperar aquí. —le dije pero él negó.
—Mis indicaciones son bastante claras, señorita Davis, subir con usted y asegurarme que haga su maleta para después marcharnos al departamento que se le ha asignado.
—Oh, con que esas son tus indicaciones. —murmuré mirando el edificio de departamentos, luego hice un gesto con mi mano de que me siguiera. Minutos después, Alek custodiaba la entrada del departamento mientras yo era un desastre con mi maleta, el armario pequeño era un tornado de ropa desparramada por donde quiera, no podría llenar una maleta con todo eso. Así que decidí llevarme lo más primordial para los siguientes días.
— ¡¿Quién es usted?!—escuché a lo lejos la voz enojada de Andy. — ¡Déjeme pasar! ¡Aquí vive mi novia!—mi corazón latió a toda prisa, asustada por lo que fuese a pasar, Alek tenía indicaciones y si le decía algo al señor Redford, podría meterme en problemas. Corrí hacia el pasillo y me detuve cuando Alek tenía del cuello con una mano y contra la pared a Andy.
Esto no va a terminar bien.
— ¡Bájalo! ¡Es mi novio!—Alek giró su rostro hacia mí de manera lenta y amenazante.
—Usted… ya no tiene a él por novio. —luego lo soltó, Andy cayó hasta el suelo e intentaba respirar, caí de rodillas a su lado mientras Alek presenciaba la escena. Era como si no hubiera pasado nada hace momentos atrás.
— ¿Q-Quién es? ¿Por qué dice que ya no tienes novio? ¿Dónde has estado? ¿Por qué tienes tu celular apagado? ¿Sabes lo preocupado que he estado por ti? No he sabido de ti por horas, no has llegado a trabajar, ¿Sabes lo que tuve que hacer para poder conseguir que me cubrieran y venirte a buscar? —una pregunta tras otra pregunta, intentando respirar.
—Andy, yo…
— ¿Así que es él tu exnovio?—la voz ronca y vibrante del señor Redford se escuchó en el lugar interrumpiendo mi explicación. Andy y yo miramos al mismo tiempo hacia la puerta, ahí estaba, de pie bajo el marco de la entrada, lució jodidamente ese traje elegante de marca, con sus manos dentro de los bolsillos, sin corbata, dos botones abiertos mostrando la piel de su pecho. «Mierda» dije para mis adentros. —Buenas noches, señor… ¿De Luca?—ese era el apellido de él, «Dios, todo tiene investigado».
— ¿Quién es usted? ¿Cómo sabe mi apellido?—preguntó Andy al levantarse sin mi ayuda, no se percató que yo aún seguía en el suelo a su lado, el señor Redford caminó hasta llegar a mí y me extendió la mano para ayudarme, le acepté la mano, Andy se dio cuenta e intentó que no me tocara, pero era tarde, el señor Redford me puso a su lado y me revisó de pies a cabeza, algo incómodo ante los ojos de mi novio. — ¿Mia?—me llamó Andy consternado por la escena.
— ¿Estás bien?—preguntó Redford mirándome a los ojos, asentí brevemente y luego miré de inmediato hacia Andy e igual que él. — ¿Cómo lo sé? Fácil. Todo lo que rodea a la persona que me interesa, lo investigo.
— ¿Qué le “interesa”?—Andy estiró su mano para atrapar mi brazo y ponerme de su lado, pero lo impidió Alek. — ¿Qué es lo que está pasando, Mía?
—Andy, —dije su nombre, pero luego miré a Redford quien parecía esperar que hablara, juraba que solo le faltaba las palomitas de cine para ponerse a ver lo que se venía, mis ojos se desviaron hacia Andy. —Hemos terminado. —le anuncié de manera directa y clara, él abrió sus ojos mucho más con bastante sorpresa a mis palabras. —No funcionamos. Yo, —me aclaré la garganta—Yo…
—Ella me tiene a mí ahora. —remató Redford. —Así que por favor, es la última vez que vienes a buscarla. Ella y yo, estamos juntos y nos vamos a comprometer. —me tensé a toda esa información que Redford había soltado a Andy. —Eso quiere decir que seremos esposos en un futuro.
—Imposible. —remarcó Andy sin dejar de mirarme. —Es imposible. ¿Me has estado engañando todo este tiempo?—preguntó confundido, iba a exclamar que no, que no eran así las cosas, pero Redford se adelantó.
—No. Ella ha terminado contigo en este momento y en este mismo momento ella y yo empezamos. Nadie engañó a nadie, señor De Luca. Así que quede con la imagen de todo lo bueno que vivió con Mia, cierre el ciclo de la mejor manera, nunca sabe lo que puede deparar el futuro, quizás y no funciona en un año conmigo, así usted podrá tener una oportunidad, ¿Quién sabe? —hizo un movimiento con su mano en el aire para referirse a su última pregunta.
—No entiendo nada, ¿Mia?—no sabía cómo explicar todo esto sin meterme en problemas por el acuerdo de confidencialidad, entonces “bingo”, el señor Redford no estaba aquí para ayudar a hacer maleta, estaba aquí para evitar que dijera algo que comprometiera sus planes.
—Lo que ha dicho él. —me aclaré la garganta. —Quédate con lo bueno de nuestra relación. —miré a Redford. —Iré a terminar de hacer la maleta para irnos. —él sonrió y asintió a mis palabras, al parecer le gustó lo que estaba diciendo, «Sumisa, recuerda, Mia, muy sumisa» —Andy, que tengas buena vida. —él se quedó con la boca abierta, la opresión en mi pecho y las futuras lágrimas, me delatarían delante de él, tenía que alejarme pero pronto.
—Yo me encargo del señor De Luca, pequeña. —me tensé por la manera en que me había llamado, asentí casi como un ciervo mirase la luz de un auto en la carretera de manera inesperada.
— ¿Entonces es así? ¿Así simplemente me dejas? ¿Me dejas por un hombre con dinero? ¿Eso siempre fue así? ¿Eres una interesada?—Andy dijo en cuanto di el paso para darle la espalda, no pude avanzar y cerré los ojos sintiendo el veneno en su tono de voz.
—Señor De Luca…—el tono que usó Redford era de una próxima amenaza, me giré y levanté mi mano para que se detuviera y por obviedad se sorprendió, supongo que no suelen callarlo cuando se trata de amenazar, miré a Andy, quería soltarlo de buena manera para evitar terminar mal, pero él estaba empezando a desquitarse intentando hacerme sentir mal, era el único defecto en él, el enojo y la decepción se entremezclaba y arremetía con palabras para lastimar a alguien, lo había visto desde primera fila, ahora, yo era ese punto blanco para descargar.
—Por el amor que nos tuvimos, —sentí que mi labio inferior temblaría si seguía hablando, pero recordé el contrato con Redford. —Solo márchate. Encuentra a alguien que te ame de la misma manera que tú quieres que lo haga. Sabíamos que no estábamos listos para dar algún paso a futuro.
—Entonces, lo das con él a quien supongo apenas conoces, dime la verdad, ¿Te tiene amenazada? ¿Te está chantajeando? Si no es así, ¿Por qué lo haces? ¿Tu padre te metió en algún problema de dinero? ¿Es eso? ¿O realmente lo estás haciendo por él?—señaló a Redford de una manera grosera.
—Lo hago por mí. —hice una pausa, Andy quería saber más y yo no podía darle nada más que eso—No eres bueno para mí, así que por favor, respeta a Michael. —Redford mostró sorpresa al llamarlo por su nombre, pero lo supo ocultar. —Vete, por favor. ¿Alek?—hasta Alek mostró sorpresa, asintió poniendo su rostro habitual de matón disfrazado de chófer y se puso delante de Andy.
—Lo llevaré a la salida, señor De Luca. —anunció Alek, Andy me miró y luego a Redford, le lanzó una mirada de odio puro, luego desapareció por la puerta, donde mi mirada se había quedado fija por un momento más.
—Buena actuación, señorita Davis. —mi mirada se dirigió a Redford quien pareció mostrar satisfacción a pesar de ver que mis lágrimas empezaron a deslizarse por mis mejillas, me las limpié bruscamente cuando se detuvo delante de mí de una manera de advertencia. —Ahora, termine de hacer maleta para podernos ir de este lugar que llama… Departamento.
Michael Redford En cuanto se había marchado Mia de la oficina privada del casino, había hecho un par de llamadas, en una de esas era arreglar una habitación extra de mi ático, la otra llamada, a mi familia para confirmar mi asistencia con un acompañante a los viñedos en Napa Valley, California, otra a mi asistente personal para pedirle que hiciera un par de compras de cosas femeninas para la habitación de Mia. Había decidido de último momento que viviéramos juntos en el ático, cada quien en su habitación, para estar más al tanto del uno y del otro con el plan que tenía armado. Tenía que funcionar, si ella sabía cómo era moverse en mi lugar privado, podría ser un extra por si mi familia preguntaba detalles, así Mia podría responder sin problema. — ¿A dónde nos dirigimos?—preguntó curiosa mirando por la ventanilla del auto. —A mi ático. —ella giró su rostro hacia mí con esos ojos azules muy abiertos, agitó sus pestañas en señal de estar pensando por qué iríamos a mi espacio privado.
Mia Davis Estaba sentada en la orilla de la cama gigante que adornaba el centro de la habitación, era impresionante el lujo del lugar, tenía todo lo que una mujer podía desear, había un gran tocador con luces alrededor del marco del espejo, me recordaba a esas artistas famosas que tienen en sus camerinos, una pared, era de cristal y daba a una majestuosa vista panorámica del Central Park y los alrededores, casi se me cae la boca de la impresión. Akira me mostró mi nuevo baño, era del tamaño de dos habitaciones, una bañera de mármol negra, con detalles de oro, un lavamanos a juego gigantesco, una ducha aparte de cristal, llegamos al armario que estaba por una puerta, y era el doble de grande que el baño. —Dios mío santo. —susurré atónita. —Aquí está todo separado por orden. En esta área…—caminé detrás de Akira, una luz se encendió y mostró vestidos de noche colgando, aun con sus etiquetas. —Estos son vestidos de gala, de coctel, formal e informal. Esta área…—se encendió otra luz—Son
Michael Redford Ático Redford Terminé de hacer otro par de llamadas después de hablar con Mia para arreglar su cabello, quería que antes de presentarnos en el evento anual del vino de los viñedos de mi familia, estuviera presentable. Tendría que hacer un guion para poder estudiarlo y así mis padres, que son bastantes curiosos, si empezaban a indagar más allá de lo que estoy decidido a permitirles, estaría preparado. Así como Mia. —Señor Redford, —me llamó Akira. —Dime—contesté guardando mi celular en el interior de mi americana. — ¿Solo será el fin de semana en Napa? ¿O tengo que empacar más ropa para días?—esa era una buena pregunta, pensé por un momento que debía de estar preparados para cualquier imprevisto. —Prepara ropa para varios días, quizás una semana. ¿Tienes las nuevas maletas de mi novia?—Akira sonrió al escuchar de mi propia boca «Novia», lo que ella y nadie más sabía era que solo era una treta para escabullirme del compromiso con la hija de los Salvatore. —Sí,
Mia Davis Durante el camino al club, Redford comentó que el lugar era famoso, que solo entrar la membresía costaba diez mil dólares, y otros diez grandes anual, era un club que tenía lista de espera bastante grande, que solía coincidir con grandes personajes y famosos, entre ellos Elon Musk, mi boca casi se cae al suelo al escuchar eso, que había sido invitado al after party en el club después del Met Gala. Pero al escucharlo hablar, era como si fuese algo normal, pero para mí no lo era. —Tu itinerario es…—revisó en la pantalla de su celular—A las ocho y media tienes tratamiento capilar, después…—y empezó una lista que me tendría ocupada hasta las dos de la tarde. —… Y luego, depilación. —giré mi rostro hacia él. — ¿Depilación? Me depilo las piernas yo misma. —me puse incómoda y hasta podía jurar que mis mejillas se sonrojaron por completo. —Aquí lo harán por ti por completo, ya está la cita. —regresó su mirada a la pantalla iluminada. — ¿A qué te refieres por “completo”? —vi clar
Michael Redford Restaurante, Casa Club No había contestado la llamada de mi padre, le di prioridad al desayuno con Mia, ya que teníamos encima los ojos de la mayoría de los que se encontraban en el restaurante. Mia, me había sorprendido, lució bastante natural y elegante. Sonreía cada vez que alguien se acercaba a nosotros a saludar, ya se había corrido la información que quería, estaba llamando mi padre de nuevo y yo no podía estar divirtiéndome más. —Son las ocho y media—Mia comentó limpiándose los labios con la servilleta, —El desayuno ha estado delicioso, ¿Por dónde tengo que ir?—preguntó algo confundida. —Alguien del personal vendrá a recogerte aquí mismo, así que termina tu bebida. —Oh, sí, claro. —cuando dio el sorbo a su bebida, apareció un hombre a su lado. —Debes de ser la nueva novia de Redford. —me tensé, Mia sonrió levantando su mirada al hombre. —Soy Erick Salvatore. —extendió la mano hacia ella para presentarse, pero tiré de la silla para evitarlo, Erick sonrió
Mia Davis Ático privado Miré el techo de mi habitación nueva, levanté mis manos y las acaricié con la yema de mis dedos, el tratamiento de spa al que me había sometido fue uno de los mejores que me he dado en mi vida, bueno, el único. Me di cuenta de que uno con dinero se hace lo que sea por lucir mejor. Y sí que valía la pena, estaba maravillada por cómo me sentía y lucía mi piel. —Aquí tiene la maleta lista, señora, puede mirar para corroborar que no hace falta algo…—me senté de inmediato en la orilla de la cama al escuchar a Akira, el ama de llaves y asistente de Redford. —Está todo acordé al clima de allá de los viñedos. —alcé una ceja. — ¿Viñedos?—ella asintió poniendo una maleta encima del sillón de botones al pie de la cama. —La familia del señor Redford tienen extensos viñedos en Napa Valley, tienen bodegas de vino de las mejores. Este fin de semana empieza la vendimia y termina en octubre, eso quiere decir que estarán yendo a California constantemente. —Eso está al otr
Michael Redford La cena de esta noche era lasaña de vegetales con un buen vino de casa, Mia comió en total silencio, no cruzó una palabra y lo agradecí. Después de esta mañana en la casa club y ese beso, me tenía saturado. Tuve que regresar al casino y no pude concentrarme en absoluto, ¿Desde cuándo Michael Redford pierde la concentración en su trabajo? Alek había repetido en dos ocasiones el informe del padre de Mia y aun así, no presté del todo atención, tuve que despachar a mi hombre para poder ordenar mis pensamientos. — ¿Y qué tal te fue en este día? —preguntó de repente, detuve mi tenedor y miré hacia ella. —Bien. —contesté, luego retomé mi cena. —Me ha dicho Akira que tu familia tiene viñedos en Napa Valley. —me tensé, no había autorizado a mi ama de llaves informarle algo, me hice una nota mental de hablar con Akira de eso. —Sí, mañana por la mañana saldremos a California. —tomé un sorbo a mi copa de vino, luego miré en su dirección, me di cuenta de que su tenedor jugó con
Mia Davis Eran las seis de la mañana cuando íbamos camino al aeropuerto de la ciudad para viajar a California, Akira me había entregado un bolso que podía cargar conmigo con cosas que podría ocupar, entre ellas, una cartera con mi identificación y tarjetas de crédito con mi nombre, ¿De dónde había aparecido todo eso en tan poco tiempo? Redford era meticuloso por lo que podía ver y no dudaba en demostrar que todo era real ante los ojos curiosos. Encontré unos audífonos para escuchar música y unas pastillas para el dolor de cabeza, -vaya, había escuchado cuando murmuré esta mañana que el viaje me ocasionaría dolor de cabeza por la altura- Sí que estaba Akira en todo. — ¿Pasa algo? —preguntó Redford al ver que me había quedado pensativa con la mano en el interior del bolso. —Sí, todo bien. —Miré el resto, la tarjeta de la entrada al ático privado, -tenía un post con la información, estaba el cargador, me di cuenta de que era nuevo, no pude evitar no sonreír. — ¿Segura? —insistió Redfo