Mia Davis Estaba sentada en la orilla de la cama gigante que adornaba el centro de la habitación, era impresionante el lujo del lugar, tenía todo lo que una mujer podía desear, había un gran tocador con luces alrededor del marco del espejo, me recordaba a esas artistas famosas que tienen en sus camerinos, una pared, era de cristal y daba a una majestuosa vista panorámica del Central Park y los alrededores, casi se me cae la boca de la impresión. Akira me mostró mi nuevo baño, era del tamaño de dos habitaciones, una bañera de mármol negra, con detalles de oro, un lavamanos a juego gigantesco, una ducha aparte de cristal, llegamos al armario que estaba por una puerta, y era el doble de grande que el baño. —Dios mío santo. —susurré atónita. —Aquí está todo separado por orden. En esta área…—caminé detrás de Akira, una luz se encendió y mostró vestidos de noche colgando, aun con sus etiquetas. —Estos son vestidos de gala, de coctel, formal e informal. Esta área…—se encendió otra luz—Son
Michael Redford Ático Redford Terminé de hacer otro par de llamadas después de hablar con Mia para arreglar su cabello, quería que antes de presentarnos en el evento anual del vino de los viñedos de mi familia, estuviera presentable. Tendría que hacer un guion para poder estudiarlo y así mis padres, que son bastantes curiosos, si empezaban a indagar más allá de lo que estoy decidido a permitirles, estaría preparado. Así como Mia. —Señor Redford, —me llamó Akira. —Dime—contesté guardando mi celular en el interior de mi americana. — ¿Solo será el fin de semana en Napa? ¿O tengo que empacar más ropa para días?—esa era una buena pregunta, pensé por un momento que debía de estar preparados para cualquier imprevisto. —Prepara ropa para varios días, quizás una semana. ¿Tienes las nuevas maletas de mi novia?—Akira sonrió al escuchar de mi propia boca «Novia», lo que ella y nadie más sabía era que solo era una treta para escabullirme del compromiso con la hija de los Salvatore. —Sí,
Mia Davis Durante el camino al club, Redford comentó que el lugar era famoso, que solo entrar la membresía costaba diez mil dólares, y otros diez grandes anual, era un club que tenía lista de espera bastante grande, que solía coincidir con grandes personajes y famosos, entre ellos Elon Musk, mi boca casi se cae al suelo al escuchar eso, que había sido invitado al after party en el club después del Met Gala. Pero al escucharlo hablar, era como si fuese algo normal, pero para mí no lo era. —Tu itinerario es…—revisó en la pantalla de su celular—A las ocho y media tienes tratamiento capilar, después…—y empezó una lista que me tendría ocupada hasta las dos de la tarde. —… Y luego, depilación. —giré mi rostro hacia él. — ¿Depilación? Me depilo las piernas yo misma. —me puse incómoda y hasta podía jurar que mis mejillas se sonrojaron por completo. —Aquí lo harán por ti por completo, ya está la cita. —regresó su mirada a la pantalla iluminada. — ¿A qué te refieres por “completo”? —vi clar
Michael Redford Restaurante, Casa Club No había contestado la llamada de mi padre, le di prioridad al desayuno con Mia, ya que teníamos encima los ojos de la mayoría de los que se encontraban en el restaurante. Mia, me había sorprendido, lució bastante natural y elegante. Sonreía cada vez que alguien se acercaba a nosotros a saludar, ya se había corrido la información que quería, estaba llamando mi padre de nuevo y yo no podía estar divirtiéndome más. —Son las ocho y media—Mia comentó limpiándose los labios con la servilleta, —El desayuno ha estado delicioso, ¿Por dónde tengo que ir?—preguntó algo confundida. —Alguien del personal vendrá a recogerte aquí mismo, así que termina tu bebida. —Oh, sí, claro. —cuando dio el sorbo a su bebida, apareció un hombre a su lado. —Debes de ser la nueva novia de Redford. —me tensé, Mia sonrió levantando su mirada al hombre. —Soy Erick Salvatore. —extendió la mano hacia ella para presentarse, pero tiré de la silla para evitarlo, Erick sonrió
Mia Davis Ático privado Miré el techo de mi habitación nueva, levanté mis manos y las acaricié con la yema de mis dedos, el tratamiento de spa al que me había sometido fue uno de los mejores que me he dado en mi vida, bueno, el único. Me di cuenta de que uno con dinero se hace lo que sea por lucir mejor. Y sí que valía la pena, estaba maravillada por cómo me sentía y lucía mi piel. —Aquí tiene la maleta lista, señora, puede mirar para corroborar que no hace falta algo…—me senté de inmediato en la orilla de la cama al escuchar a Akira, el ama de llaves y asistente de Redford. —Está todo acordé al clima de allá de los viñedos. —alcé una ceja. — ¿Viñedos?—ella asintió poniendo una maleta encima del sillón de botones al pie de la cama. —La familia del señor Redford tienen extensos viñedos en Napa Valley, tienen bodegas de vino de las mejores. Este fin de semana empieza la vendimia y termina en octubre, eso quiere decir que estarán yendo a California constantemente. —Eso está al otr
Michael Redford La cena de esta noche era lasaña de vegetales con un buen vino de casa, Mia comió en total silencio, no cruzó una palabra y lo agradecí. Después de esta mañana en la casa club y ese beso, me tenía saturado. Tuve que regresar al casino y no pude concentrarme en absoluto, ¿Desde cuándo Michael Redford pierde la concentración en su trabajo? Alek había repetido en dos ocasiones el informe del padre de Mia y aun así, no presté del todo atención, tuve que despachar a mi hombre para poder ordenar mis pensamientos. — ¿Y qué tal te fue en este día? —preguntó de repente, detuve mi tenedor y miré hacia ella. —Bien. —contesté, luego retomé mi cena. —Me ha dicho Akira que tu familia tiene viñedos en Napa Valley. —me tensé, no había autorizado a mi ama de llaves informarle algo, me hice una nota mental de hablar con Akira de eso. —Sí, mañana por la mañana saldremos a California. —tomé un sorbo a mi copa de vino, luego miré en su dirección, me di cuenta de que su tenedor jugó con
Mia Davis Eran las seis de la mañana cuando íbamos camino al aeropuerto de la ciudad para viajar a California, Akira me había entregado un bolso que podía cargar conmigo con cosas que podría ocupar, entre ellas, una cartera con mi identificación y tarjetas de crédito con mi nombre, ¿De dónde había aparecido todo eso en tan poco tiempo? Redford era meticuloso por lo que podía ver y no dudaba en demostrar que todo era real ante los ojos curiosos. Encontré unos audífonos para escuchar música y unas pastillas para el dolor de cabeza, -vaya, había escuchado cuando murmuré esta mañana que el viaje me ocasionaría dolor de cabeza por la altura- Sí que estaba Akira en todo. — ¿Pasa algo? —preguntó Redford al ver que me había quedado pensativa con la mano en el interior del bolso. —Sí, todo bien. —Miré el resto, la tarjeta de la entrada al ático privado, -tenía un post con la información, estaba el cargador, me di cuenta de que era nuevo, no pude evitar no sonreír. — ¿Segura? —insistió Redfo
Michael Redford San Francisco, California. Llegamos a la pista privada del aeropuerto de San Francisco, California, seis horas de vuelo desde el otro lado del país me había dejado incómodo. El auto blindado que había pedido para ir a Napa desde aquí, esperaba por nosotros. —Dame tu mano—le ordené a Mia para ayudarle a bajar por las escaleras del avión, ella aceptó a pesar de estar recién despierta, pareció que su molestia por lo que hice ayer, se había disipado. —Gracias. —dijo cuando bajó el escalón y me soltó de la mano. —Es perfecto el clima, —dijo sorprendida. — ¿Cuánto tiempo se hace de aquí a los viñedos de tu familia? —tomé su codo sutilmente y la guie mientras caminábamos al auto que esperaba. —Una hora y diez minutos aproximadamente. —le ayudé a subir, rodeé el auto y antes de subir a mi asiento de copiloto, le hice una señas a Alek, él asintió y dio órdenes al otro grupo de seguridad. Subí al asiento y empecé a ponerme el cinturón de seguridad, miré hacia Mia. — ¿Vas a