Michael Redford Casino Redford, Atlantic City, Jersey Caminé de un lado a otro pensando en esta situación que necesita un arreglo de inmediato, necesitaba quitarme esta sensación, no quería sentirme así, ya no. —Señor, tenemos un problema. —me detuve al escuchar a Alek hablar, me volví a él. —¿Y ahora qué, Alek? ¿Cuándo no tendremos problemas?—pregunté irritado. —Dime. —La señora Redford no llevó a su personal. —alcé mis cejas. —Sabía que esto pasaría, ella es terca, ¿La están siguiendo de todos modos?—él asintió. —Bien, esto lo vamos a solucionar esta noche. —dije seguro de mí mismo, necesitaba quitar esta opresión en mi pecho, quería volver a sentirme bien, tranquilo, seguro de mis acciones, sin dudas. Mia merecía lo mejor de todo, ella merecía ser feliz lejos de mí. Después de hacer mis pendientes en el casino, estaba llegando a New York. Era casi la una de la tarde, no tardaba en salir Mia de la universidad, la llevaría al ático y tendríamos esa conversación que estaba
Mia Davis Los Ángeles, California. Tres meses se cumplían hoy desde que Michael y yo habíamos firmado el divorcio, tres meses sin saber de él, sin saber si estaba bien, su familia no había roto comunicación conmigo, al contrario, querían estar al pendiente de mí y yo se los permití. Decían que era parte de su familia aunque no estuviera con él. La abuela, era un amor. Ella era quien me preocupaba más, su salud se había empezado a deteriorar y ahora viajaba menos. Lo más sorprendente de ella fue que había comprado una casa en Los Ángeles para estar cerca de mí, simplemente era una persona excepcional, siempre aconsejándome y apoyándome a pesar de ya no ser parte de los Redford decía que para ella era su nieta. —¿Te gusta?—preguntó la abuela de Michael, me mostró una de tantas habitaciones vacías, pero esta, era hermosa, entraba mucha luz y estaba alfombrada. —¿Para qué crees que pueda usar esta habitación? —Ya tienes seis para huéspedes, una más, ¿No es mucho?—ella sonrió. —Sí,
Michael RedfordHabía despertado escuchando la voz de Mia a lo lejos, al abrir un ojo, ella no estaba a mi lado, incluso su ropa y su celular no estaban en el lugar que los dejé horas atrás, el corazón comenzó a latir tan rápido que pensé que era ridículo sentir pánico en este momento, pero mi cuerpo era quien había reaccionado mientras que mi cerebro siguió dormido, al darme cuenta estaba caminando a la puerta envuelto en la sábana blanca a la cintura. Al abrirla lentamente sin hacer mucho ruido, vi a Mia a unos pasos de la entrada y estaba en el celular hablando con alguien. —Bien, estate tranquilo, cuando vaya, hablaremos. —dijo para después terminar la llamada, ella se giró y me miró sorprendida bajo el marco de la entrada a la habitación. —¿A dónde cree que va sin mí, mi futura señora Redford? —pregunté intentando despertar del todo, quería estar despierto para saber qué era lo que estaba pasando. Ella cortó la distancia entre los dos, y luego me rodeó con sus brazos, hizo la c
Mia Davis, futura señora de Redford. Casa de la abuela Redford, Los Ángeles, California. Me alisé de nuevo el vestido de mis costados, pero era señal de nervios, estaba sola en la habitación esperando que llegara O´Kelly con un encargo para después ser llamada para bajar y casarme con Michael. Me llevé las manos a mi vientre, bajé la mirada y algo no estaba bien, era algo extraño, entonces me invadió la duda. «¿Será?» Imposible. Pero las dos tallas que había subido, el dolor de pezones, la libido que tenía por el cielo, luego el comer dos veces más, debe de ser por algo, ¿No? Tocaron a la puerta y me volví. —Adelante—apareció O´Kelly con una pequeña bolsa blanca. —Lo tengo, —me lo extendió y pude notar emoción en su mirada. —¿Está nerviosa? —asentí rápidamente sacando la caja del interior de la bolsa. —Que nadie entre hasta que te diga, por favor. —ella asintió decidida a cumplir mi orden. Tomé aire y lo solté bruscamente, entré al baño armándome de valor y descubrir una verdad
Meses después, Napa Valley, California. Los viñedos «Bella Vita» Mia dormía finalmente después de haberse sentido incómoda durante la noche, Michael estaba sentado de su lado de la cama, recargado contra el respaldo con la cabeza baja, dormido. Había estado al pendiente de ella durante toda la noche, había quedado en shock cuando notó el movimiento de su vientre muy abultado lleno de estrías por el estiramiento de la piel, impresionado se quedaba corto. De un respingo, despertó. Buscó a Mia y la vio dormir, una sonrisa apareció en sus labios y se estiró, bostezó y decidió levantarse sin despertarla para avisarle a Akira que preparara el desayuno. —No te muevas, bebé, me duele…—susurró Mia acariciando su gran barriga de casi treinta y siete semanas. Michael miró alertado a su esposa, aún faltaba tiempo para que naciera, el doctor había dicho que aproximadamente cuando era un bebé, un embarazo típico duraba cuarenta semanas, pero empezó a preocuparle que Mia estaba más inquieta de l
Mia RedfordTiempo después…Viñedos «Bella vita», Napa Valley, California.Escuché las risas aproximarse a mi espalda, los pequeños: Lucas, que significaba «Luz», y estaba nuestra pequeña, Zoey, que significaba «Llena de vida» nos recordó el primer grito de su llanto al nacer. Me giré por completo para que Michael soltara a uno de ellos y así ayudarle, entonces quien vino a mí fue mi príncipe, lo levanté y me lo colgué a mi costado, él reía mientras miró a su hermana venir detrás de él, Lucas era idéntico a su padre, cabello negro a excepción del color de sus ojos azules, mientras que Zoey, era idéntica a mí de pequeña, pero con los ojos de su padre. Íbamos camino a nuestro lugar especial, uno que era similar al de los viñedos de los padres de Redford, donde había nacido una tradición, Michael quería una propia con su familia, y aquí estábamos, mirando como empezaría el atardecer para el comienzo de la vendimia del vino.—¿Tienes todo listo para más tarde?—preguntó Michael a mi lado
Michael Redford Muchos años después… «Ni loca saldrá de esa manera, se puede ver su ombligo y esa diminuta cicatriz por brincar la valla de los viñedos hace tres veranos pasados» «Tienes que mantener tu postura de autoridad, Michael Redford, ignora sus pestañas largas como las agita y esos ojos oscuros haciendo ese gesto del gato con botas, te miente, es una manipuladora, ¿Por qué tenía que tener de mí esa herencia de ser? ¿No pudo heredar una de mis virtudes?» Sí, tenía que ser duro, estricto, si no lo hacía, podría cometer muchos errores en un futuro y… —¿Cómo se mira?—Zoey salió de uno de los probadores con un vestido de noche ahora que llega hasta los pies, no se le ven, pero era de dos piezas y era un tipo de tela que solo cubría sus pechos. Había sacado lo estudiosa de su madre, disciplinada y todo, pero lo manipuladora, de mí. Tenía yo los brazos cruzados contra mi pecho y recargado en el respaldo de aquel sillón felpudo en color gris plata, suspiré drásticamente e hice un ge
Mia Davis Manhattan, New York. Mis dedos maquillaron rápidamente la zona debajo de mis ojos, esas ojeras que se habían formado por falta de sueño y el cansancio me tenían fastidiada. Trabajar de cocinera nueve horas en el restaurante de mi novio, estudiar la maestría por la mañana y todavía llegar a casa para atender a mi padre que tenía adicción al juego, me estaba consumiendo, pero mostraba lo mejor de mí y no me permití para nada el rendirme, menos cuando mi madre nos abandonó por irse con otro. — ¿Mía? —era mi padre llamando a la puerta del baño. —Dime—más maquillaje a gran velocidad. —Estoy tarde. —le recordé. —Dame dinero, —exigió del otro lado de la puerta, detuve lo que estaba haciendo y al verme en el espejo reflejada, solté un suspiro de cansancio. Era la misma historia de todas las mañanas antes de irme a la universidad, la pelea por no darle dinero para su vicio del juego. —Anda, sé qué me has escuchado. —aporreó con fuerza la puerta de nuevo. —Anda. Solo esta vez.