41- La guerra
Dante

Estoy sentado en mi despacho, con las luces tenues y la pantalla de mi computadora iluminando los rostros de los nuevos empleados de la mansión.

Luciano está a mi lado, pasando las páginas de los expedientes con meticulosidad, mientras yo analizo cada detalle, cada posible conexión con los Vitelli.

—Dante, yo mismo hice las entrevistas —dice Luciano, su tono firme pero con un matiz de frustración—. Estos hombres no tienen ningún vínculo con los Vitelli.

Aprieto la mandíbula, sin apartar la vista de los documentos.

—Puede que no lo tuvieran cuando entraron, pero pueden ser sobornados —respondo con frialdad—. Quiero que los investiguen a todos. No quiero sorpresas.

Luciano asiente con resignación y me tiende otra carpeta.

—Aquí están los perfiles de los empleados domésticos.

Estoy a punto de abrir la carpeta cuando escuchamos los gritos. Al principio, pienso que es solo ruido infantil, pero no... Es Nico.

—¡Tengo que pasar! ¡Papá Dante, por favor, por favor!

Mi cuerpo se tensa. Mi
Lizzy Bennet

Ayyyyyyyyyyyyy que ya no sabemos ni en quién confiar! Gracias por leer!

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