Se vieneeeeeee!!! ¿Qué hará Esteban cuándo la vea???
DanteEl auto avanza por las calles de la ciudad con una suavidad engañosa, pero mis músculos están tensos, listos para cualquier eventualidad. Mi mente debería estar concentrada en la reunión con los Vitelli, en analizar cada movimiento de mis enemigos, pero no puedo evitar que mi mirada regrese una y otra vez hacia Lucía.Ella está sentada a mi lado, con la espalda recta y las manos retorciéndose en su regazo. El vestido rojo que lleva puesto es una obra de arte, abrazando cada una de sus curvas de una manera que la hace ver imponente, como una reina que sabe exactamente el poder que posee. Pero no puedo dejar de notar la leve tensión en su rostro, el temblor casi imperceptible de sus dedos.Si entra luciendo así de temerosa, se la comerán viva. Me repito eternamente que la preocupación se debe a que puede arruinar mis planes. Más nada.Sin pensarlo demasiado, estiro una mano y la coloco sobre la suya. Ella se sobresalta levemente y me mira con sus enormes ojos oscuros, llenos de pr
LucíaMe quedo inmóvil, mi corazón latiendo con fuerza en mi pecho mientras la tensión en el ambiente es tan espesa que casi puedo tocarla. Dante sigue apuntando a Valentina con su arma, su expresión indescifrable, mientras su voz baja y peligrosa llena la sala.—Deberías enseñar a tus invitados que insultar al rey de la mafia y a sus acompañantes no se perdona, Vitelli.Parpadeo confundida. Vitelli. Por un momento, pienso que Dante cree que Esteban es algo de los Vitelli o lo ha confundido, pero entonces, el sonido de pasos firmes a mis espaldas me hace girar levemente la cabeza y ahí está él. Marcus Vitelli.—Bienvenido, diablo —dice con una sonrisa ladeada que me hiela la sangre.El silencio que sigue es sofocante. Valentina está pálida como un fantasma, sus ojos clavados en el cañón del arma de Dante, mientras que Esteban está rojo de furia, su ego herido sangrando en su mirada. Sigo al pie de Dante, tal como me dijo, aunque mi cuerpo está tan tenso que temo romperme.Dante, imper
Dante—¡Dante un arma!La voz de Lucía se escucha en medio de la sala y es como si el mundo se hubiese paralizado por unos segundos antes de que el caos absoluto estalle a nuestro alrededor.No pienso, solo reacciono, tal como lo he hecho siempre.Su cuerpo choca contra el mío con fuerza, haciéndome perder momentáneamente el equilibrio mientras un disparo pasa a escasos centímetros de donde estaba.Me ha salvado… el pensamiento me invade por un segundo, pero no tengo tiempo de darle vueltas. Estamos en medio de un m4ldito ataque. La adrenalina me golpea como una avalancha, y mi entrenamiento, todo lo que soy, se impone al instante.Saco mi arma y me giro rápidamente, disparando hacia la dirección de donde provino el ataque. Los disparos resuenan como truenos en la noche, y la elegancia de la fiesta se desvanece en un abrir y cerrar de ojos. Vitelli, ese infeliz nos trajo aquí simplemente para tendernos una trampa.—¡Busca al imbécil de Vitelli!—Le grito a Luciano que está en la retag
LucíaEl miedo nunca se había sentido tan palpable para mi como en estos momentos.La simple idea de que estos hombres vayan a llevarme, de que me alejen de mi pequeño, hace que se me retuerza el estómago y la uria me lleno por completo.Nadie me va a separar de mi niño. No Esteban y como el demonios que tampoco estos hombres. Mucho menos después de todo lo que hemos tenido que soportar.Con las lágrimas quemando mi garganta y el miedo y la adrenalina batallando en mi interior, me retuerzo con todas mis fuerzas para intentar librarme, pero el agarre del hombre que me sostiene es firme como el acero. Mis muñecas arden por la presión de sus manos, y siento su respiración agitada junto a mi oído mientras me arrastra por un pasillo oscuro.—¡Suéltame! —grito, intentando zafarme.—¡Dantee! ¡Dante ayúdame!Pero en lugar de recibir una respuesta, escucho un murmullo bajo, palabras que no entiendo pero que suenan ásperas y definitivas.No es italiano en definitiva y tampoco es inglés, se escuc
DanteLa madera maciza del escritorio frente a mí parece mucho más fría de lo habitual esta noche. Luciano está sentado al otro lado, repasando los informes de los últimos minutos con una expresión sombría. La habitación está en silencio salvo por el leve crujido de la chimenea. No puedo evitar sentir que todo a mi alrededor pesa más que de costumbre.—Eran rusos —digo, rompiendo el silencio mis ojos están fijos en el vaso de whiskey frente a mi y mi voz suena más grave de lo que esperaba. —Lucía lo confirmó. Incluso hablaron en su idioma frente a ella.Luciano alza la mirada, sus cejas fruncidas. —Yo también los escuché. Eso te iba a decir. Pero hay algo que no entiendo, Dante. ¿Qué demonios hace la mafia rusa atacándonos así? No es su estilo, y mucho menos sin declarar una razón. Romanov es poderoso, pero también es cauto, nunca habismoa tenido un ataque de su parte.Cruzo los brazos y me recuesto en la silla. Mis pensamientos son un torbellino desordenado. Todo apunta a que hay al
LucíaLos sueños los tengo invadidos de sonidos de disparos, gritos y mucho, pero mucho miedo…Me despierto de golpe, con el corazón desbocado. Mi habitación está a oscuras, salvo por un tenue rayo de luz que se filtra desde el pasillo. La sensación de que algo no está bien se aferra a mi pecho como una garra. Me siento en la cama, tratando de calmar mi respiración, pero el sonido de un pequeño gemido me congela.—¿Mami...? —La voz de Nico suena débil, demasiado débil.Ni siquiera sé como consigo levantarme tan rápido.Corro hacia su cama, encontrándolo acurrucado, con la cara húmeda de lágrimas y el cuerpo temblando. Su piel está ardiente al tacto, lo que hace que mi pánico crezca.—¡Nico! Mi amor, mi ángel ¿qué te pasa? ¿Qué te duele?—le susurro mientras acaricio su cabello empapado de sudor.—Me duele, mami... —murmura con la voz quebrada—. Me duele todo el cuerpo... Tengo frío...El pánico se apodera de mí. No entiendo qué está pasando. Nico llevaba semanas bien, parecía estar re
DanteNo soy un hombre de besos. Al menos no desde hace mucho tiempo.Me gusta el contacto carnal, saciar mi deseo, pero esto… esto es otra cosa.El contacto de sus labios con los míos es un instante que lo borra todo. Como si el mundo entero se desvaneciera y solo quedara este momento, esta sensación que empiezo a experimentar como si fuera la primera vez.Siento su respiración entrecortada contra mi piel, y cuando escucho el pequeño suspiro que escapa de sus labios, me doy cuenta de algo. He cerrado los ojos.Los abro de inmediato y la veo. Lucía sigue con los ojos cerrados, su cuerpo tiembla mucho menos y la tensión que antes dominaba su postura se ha disipado levemente. Por alguna razón, aunque sé que debería alejarme, no lo hago. En cambio, me permito mirar sus labios rosados y murmuro en voz baja:—¿Mejor?Ella parpadea y me mira con tanta intensidad que siento que es la primera vez que realmente la veo. Durante un momento, el silencio se instala entre nosotros, hasta que ella a
DanteEl humo del cigarro se retuerce en el aire, creando espirales que se disipan lentamente en la penumbra del despacho. No suelo fumar, pero esta noche lo necesito. Algo para mantener la furia a raya, para evitar que me consuma antes de que pueda canalizarla en el lugar adecuado.Frente a mí, la mesa está cubierta de documentos, fotos y un solo mensaje que parece haber sido grabado en mi mente como una m*****a marca de fuego:"Escrito con pintura roja en las paredes de mi puerto, como si fuese sangre, como si fuese un maldito recordatorio de que alguien ha osado desafiarme en mi propio territorio .Los rusos.Tengo demasiadas preguntas y muy pocas respuestas. Para empezar, ¿Quién es el soplón que le dijo del envío a los rusos? ¿Cómo evadieron a la policía? Joder si por algo los tengo en mi maldit4 nómina pero han sido unos completos inutiles.Para resumir no tengo nada contra ellos, más que un barco vacío y un mensaje inconcluso.Mis nudillos se blanquean sobre el brazo del sillón