Después de enterarse de que Aiden estaba embarazada, Edward decidió hablar con la tía de ella para asegurarle que se haría cargo de la chica. La tía de Aiden, inicialmente reticente, finalmente aceptó la propuesta de Edward después de ver su sinceridad y amor por Aiden.
Mientras tanto, días después la noticia del inminente matrimonio de Edward y Aiden llegó a oídos de todos en el pueblo.
Edward caminaba leyendo un documento que necesitaba para la boda, cuando se encontró con Liam.
Cuando Liam se había enterado de la noticia, había sido como un golpe en su pecho, no podía creer que Aiden fuera tan descarada.
—¿Así que te vas a casar con Aiden? —mencionó Liam, forzando una sonrisa—. ¿Te vas a hacer cargo de una mujer que fue mía… y de? —Pausó y apretó los labios.
Edward, manteniendo la calma, respondió con firmeza.
—Aiden merece ser feliz, y voy a asegurarme de que lo sea. No voy a discutir esto contigo, Liam.
Liam sintió una punzada de dolor al escuchar esas palabras. Sabía que estaba perdiendo a Aiden para siempre, pero se obligó a creer que estaba bien, que Nicol era su verdadero amor. A pesar de lo que decía, el nudo en su garganta delataba sus verdaderos sentimientos. Se encogió de hombros, intentando aparentar indiferencia.
—Haz lo que quieras, Ed —respondió, evitando el tema antes de alejarse—. Luego no vengas arrepentido a llorar sobre mi hombro.
Edward solo negó con la cabeza y se alejó.
Tres días después, Aiden y Edward se casaron en una pequeña ceremonia en el pueblo. La gente comenzó a especular sobre la razón del apuro.
—¿Viste qué rápido se casaron? —decía una mujer en el mercado—. Seguro que ella está embarazada.
—Claro, por eso la boda tan rápida —respondía otra. —Pero al menos tiene a Edward para cuidarla.
Mientras tanto, Nicol, al escuchar esos chismes, fue furiosa a confrontar a Liam.
—¿Te cuidaste cuando estuviste con la estúpida de Aiden? —le preguntó, con su voz cargada de sospecha.
Liam sintió la presión, y al escuchar la pregunta sus ojos se abrieron de par en par, su corazón se detuvo un instante.
—¿Aiden está embarazada? —preguntó, intentando mantener la calma.
Nicol lo miró, evaluando su reacción antes de responder con desdén.
—No, eso dicen en el pueblo por la boda apresurada. Pero quién sabe, podría ser verdad, claro que habría que investigar quién es el padre —mencionó con cizaña, observando cómo Liam procesaba la información.
Liam sintió una mezcla de alivio y confusión. Sabía que había una posibilidad de que Aiden estuviera embarazada, pero si lo estaba, ese hijo podría ser de él, como del hombre con el que la había visto, esa noche en el pueblo vecino.
—Seguro es Ed el padre…
—Más te vale que no sea tuyo —continuó Nicol, con una voz cargada de celos—. El único hijo que vas a tener es el nuestro —aseguró, colocando una mano protectora sobre su vientre.
Liam tomó la mano de Nicol con ternura, aunque su mente seguía atrapada en las posibilidades y los recuerdos de Aiden.
—Te amo, Nicol —susurró, aunque su voz carecía de la firmeza que solía tener—. Haré todo lo posible para que nuestra familia sea feliz.
Nicol, con una sonrisa cálida, respondió:
—Yo también te amo, Liam. Vamos a construir un futuro maravilloso juntos, sin la presencia de Aiden —susurró bajito lo último que mencionó.
«Edward y yo nos encargaremos que ustedes jamás vuelvan a verse»
Liam asintió, pero no pudo evitar sentir una punzada de duda mientras miraba a Nicol. Su mente seguía atrapada en los recuerdos de Aiden, aunque intentaba desesperadamente dejarlos atrás.
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Meses después.
El sol apenas despuntaba en el horizonte cuando el grito de dolor de Aiden llenó la habitación. Mientras luchaba en el trabajo de parto, sus pensamientos volaban hacia Edward. Necesitaba su apoyo, su mano sosteniendo la suya, sus palabras reconfortantes, pero sabía que no podía estar a su lado en ese momento tan crucial.
Al mismo tiempo, en otra ala del hospital, Edward yacía en su cama, con el cuerpo debilitado y la mente ansiosa. No podía estar con Aiden en el nacimiento de su hijo, y la impotencia lo consumía. Su corazón latía al ritmo de su amor y preocupación por ella.
Después de horas de labor, finalmente dio a luz a un hermoso bebé. Su rostro, bañado en sudor, se iluminó al sostener al recién nacido en sus brazos. Cuando miró a su hijo no pudo evitar ver en el rostro del pequeño el de su verdadero padre, tenía sus mismos ojos azules, sus pocos cabellos eran oscuros, su piel era clara como Liam. Con lágrimas de felicidad y tristeza, Aiden susurró:
—Edward, desearía que pudieras estar aquí.
Mientras Aiden recuperaba el aliento, una enfermera entró en la habitación, con una expresión suave.—Señora, su esposo... ya recibió su dosis de quimioterapia. Edward semanas antes de casarse con Aiden había sido diagnosticado de leucemia, y estaba luchando por su vida, sometiéndose a severos tratamientos. Con el corazón en un puño, Aiden apenas tuvo tiempo de recuperarse antes de ser llevada en silla de ruedas a la habitación del hospital donde yacía Edward, bastante débil. Sus ojos se abrieron apenas cuando Aiden entró, sosteniendo a su hijo recién nacido.—Edward —murmuró Aiden con lágrimas en los ojos—, mira a nuestro hijo. Es hermoso. Edward, con un esfuerzo visible, sonrió débilmente. Sus ojos se encontraron con los del bebé, y por un breve momento, una chispa de vida brilló en su mirada.—Cuida de él, Aiden. Cuida de nuestro hijo... —susurró, antes de que su cuerpo se relajara y perdiera el conocimiento.—¡Edward! —gritó Aiden con desesperación. Una enfermera entró y la ca
Aiden sintió un escalofrío recorrer su espalda al escuchar y reconocer esa voz. Sin embargo, ya no era la muchacha ingenua del pasado. Se armó de valor, se dio la vuelta y miró directamente a los ojos de Liam. Lo que vio la sorprendió y entristeció a la vez. Liam era un reflejo de lo que alguna vez fue, pero ahora estaba deteriorado, con el cabello desaliñado y la ropa arrugada, evidenciando el paso de los años y los errores cometidos. Sin embargo, detrás de ese aspecto desaliñado, aún podía percibir al hombre que alguna vez había amado, lo que le provocó una punzada de nostalgia y dolor.Liam, por su parte, apenas reconoció a Aiden. Había cambiado, y no solo en apariencia. Su figura era más esbelta y tonificada, y sus ojos verdes ya no mostraban la misma vulnerabilidad de antes, sino una mezcla de determinación y tristeza que lo desconcertó. Pero, a pesar de los años y los malentendidos, una parte de él no pudo evitar sentir una atracción visceral, un eco de lo que alguna vez fue su
Aiden, recuperando la compostura, se inclinó y tomó la mano de su hijo.—No tienes derecho a saberlo —expresó Aiden con frialdad—. Edward fue el único padre que conoció, y no voy a permitir que lo lastimes como lo hiciste con nosotros.Liam se quedó sin habla, como si las palabras hubieran desaparecido de su boca. En ese momento, el llanto de Fiore, que había estado observando la confrontación, rompió el tenso silencio. La pequeña estaba aterrorizada y las lágrimas corrían por su rostro.—Papá... —lloraba Fiore, temblando.El sonido del llanto de su hija fue lo único que logró conmover el frío corazón de Liam. Se giró hacia Fiore, viendo su miedo y vulnerabilidad, y algo dentro de él se rompió. La furia y la indiferencia dieron paso a un destello de humanidad mientras se acercaba a ella, tratando de consolarla.—Fiore, no llores... —solicitó Liam con voz más suave, pero la niña se apartó, aferrándose a la pierna de Aiden.Aiden, viendo la reacción de su hijo y el miedo en los ojos de
Liam observó a Fiore y a Leo, sintiendo un revoltijo de culpa y confusión al ver a los niños juntos. Aunque no lo admitiría fácilmente, la presencia del pequeño le recordaba todo lo que había perdido, y el resentimiento que sentía hacia Aiden por no haberle contado la verdad se mezclaba con el dolor de ver a un hijo al que apenas conocía. Sus emociones eran un torbellino, pero intentó mantener una fachada dura.Se volvió hacia Aiden, con el rostro endurecido y la voz tensa.—Fiore, lleva a... ese niño a jugar —ordenó Liam, su voz revelaba la tensión interna que trataba de ocultar.Aiden notó la lucha en los ojos de Liam, pero no pudo evitar sentir una sensación de furia ante la falta de calidez en su tono.—El niño tiene nombre, Liam. Se llama Leonardo —le respondió Aiden con firmeza, enfatizando el nombre de su hijo.Fiore, queriendo evitar más confrontaciones, tomó la mano de Leo y lo llevó a su habitación para jugar. Liam esperó a que los niños estuvieran fuera de vista antes de di
Aiden comenzó a recorrer la casa, inspeccionando cada habitación. Notó el polvo acumulado en los muebles, las telarañas en las esquinas y la humedad que impregnaba el aire. Era evidente que la casa no había recibido ningún cuidado desde que Nicol se había marchado. A medida que avanzaba, llegó a una puerta entreabierta y empujó suavemente, revelando la habitación de Liam.La habitación era un desastre. Ropa sucia estaba esparcida por todas partes, la cama deshecha y llena de sábanas arrugadas y manchadas. Un olor rancio llenaba el aire, y Aiden sintió una mezcla de repulsión y tristeza. No sentía pena por Liam, sino por Fiore, quien estaba atrapada en este caos.—Esta niña no tiene por qué pagar por los errores de sus padres —murmuró Aiden para sí misma.Recorrió la habitación, sintiendo la necesidad de poner algo de orden, al menos por el bien de Fiore. Sabía que no podía arreglar todo de inmediato, pero un pequeño esfuerzo podría hacer una gran diferencia.Se arremangó y comenzó a r
Aiden sintió una punzada de tristeza por la pequeña, se aproximó a ella y la abrazó. —También extraño a papá —confesó Leo, sus labios dibujaron un puchero. Aiden tragó saliva, su corazón se hizo chiquito en el interior, durante esos dos años, Leo nunca se había desahogado, incluso ella llegó a creer que ya no recordaba a Edward, apenas tenía tres años cuando falleció, al ver la tristeza de los niños, le pidió a su hijo bajar de la silla donde estaba parado, y los abrazó a ambos. —También perdí a mis papás cuando era niña, entiendo su dolor —susurró sintiendo un ardor en el pecho—. También extraño a Edward, pero las personas se mantienen vivas, mientras las recordamos —mencionó balbuceando, luego acarició la cabeza de Fiore—. Quizás algún día tu mamá reaccione y vuelva a casa. Fiore se apartó del abrazo de Aiden. —Eso es lo que más desea papá, que ella vuelva. Para Aiden no fue sorpresa saber eso, sabía que Liam amaba con locura a Nicol, estaba tan ciego que nunca vio las señales
La noche había caído sobre la finca, y el silencio se extendía por todas partes. Liam, incapaz de conciliar el sueño, decidió bajar a la cocina por un vaso con agua. Caminó por la casa en penumbra, intentando despejar su mente de los pensamientos y emociones que lo mantenían despierto.Bebió el agua en silencio, sintiendo el líquido fresco calmar su garganta seca. Mientras subía de nuevo a su alcoba, un sonido suave llamó su atención. Se detuvo en el pasillo, aguzando el oído. Eran sollozos, suaves y desgarradores, que venían de la sala.Se acercó cautelosamente y vio a Aiden, acurrucada en un viejo mueble, abrazada a sus piernas y llorando en silencio.Aiden sollozaba en la oscuridad, susurrando palabras entre lágrimas.—Edward... te extraño tanto —murmuró, las lágrimas corrian por sus mejillas—. No sé cómo seguir sin ti. Todo es tan difícil…¿Por qué nos abandonaste?Abrazaba sus piernas con fuerza, balanceándose, buscando consuelo en su propia soledad.—Liam es un imbécil —susurró,
Liam se tensó, su expresión se volvió fría de nuevo.—No quiero hablar de eso —respondió, apartando la mirada.Aiden frunció el ceño, aun sintiendo la necesidad de entender.—Yo te conté sobre Edward. Dime, ¿por qué los abandonó? —insistió, con voz suave. Liam suspiró, el peso del pasado cayendo sobre él. Sabía que debía enfrentarlo.—Nicol... —empezó, con la voz temblorosa—. Nicol se fue porque encontró a alguien más. La encontré aquí en nuestra casa con uno de mis amigos. Me dijo que ya no me amaba y que se iba con él. Nos dejó, a Fiore y a mí, sin mirar atrás.Aiden parpadeó y lo miró, sintiendo una mezcla de compasión y dolor.—Liam... lo siento. No sabía —susurró con sinceridad—. Debió ser muy doloroso para ti, te casaste con ella sin pensarlo dos veces…—Se aclaró la garganta—, imagino que sigue siendo tu gran amor —expresó con frialdad. Liam asintió, tratando de mantener la compostura. Notó que a ella no le dolía en absoluto hablar del tema, era como si el capítulo de lo que p