Gracias por llegar al final de esta historia espero la hayan disfrutado, queda pendiente el epílogo, y dos extras.
El embarazo de Aiden avanzaba sin problemas, y ahora, con ocho meses cumplidos, la familia estaba más emocionada que nunca por la llegada de la bebé. La habitación ya estaba casi lista, decorada con tonos suaves y delicados. Sin embargo, en medio de toda la alegría, Aiden y Liam notaban algo extraño en Fiore.La pequeña, siempre tan colaborativa y alegre, ahora se mostraba retraída y poco interesada en participar en los preparativos para la llegada de su hermanita. Mientras Aiden y Liam organizaban la nueva habitación, Fiore se mantenía distante, y la preocupación en la casa crecía.—¿Qué crees que le pasa? —preguntó Aiden una noche, mientras descansaba en el sofá, acariciando su abultado vientre.Liam suspiró, frunciendo el ceño mientras terminaba de colgar una repisa en la habitación. —No lo sé, pero definitivamente no es la misma de siempre. Quizá se siente desplazada —respondió, su mirada se dirigió hacia la cuna recién armada.Aiden lo miró con preocupación.—Deberíamos hablar c
Liam, que estaba en la cocina preparando un desayuno, dejó caer la sartén al suelo y salió corriendo hacia ella.—¡Oh, Dios! ¡Es hora! ¡Ahora sí es hora! —exclamó, comenzando de nuevo su rutina de pánico, pero esta vez con una mezcla de emoción y nerviosismo.—Sí, pero ten calma, esto demora —avisó Aiden con una sonrisa cansada.—¿Qué ocurre? —preguntó Evelyn, había llegado días antes para ayudarlos con los niños y la bebé. —Aiden ya va a dar a luz —avisó Liam agitado.—Hombres —murmuró Evelyn negando con la cabeza y sonriendo. —¿Estás bien Aiden? —preguntó. —Sí —respondió—, aún no son tan regulares. —Camina un poco —recomendó Evelyn. Cuando las contracciones se volvieron regulares y más intensas, Aiden supo que el momento había llegado. —Mamá, ¿de verdad ya va a nacer la bebé? —preguntó Leo con ojos brillantes, mientras Fiore, algo más reservada, observaba en silencio.Aiden se inclinó con esfuerzo hacia sus hijos, acariciándoles el cabello con ternura.—Sí, mis amores, ya casi.
Fiorella Donovan, con su característico cabello rojo fuego ondeando al viento, se encontraba en la vendimia de Napa Valley junto a su familia. Con veintidós años recién graduada de la facultad de Administración de Empresas, se había convertido en una joven alegre y hermosa, irradiando vitalidad. Vestida de blanco, se unió a la fiesta de la pisada de uvas, riendo mientras sus pies se sumergían en los racimos frescos. Alrededor de ella, la música sonaba animada y los asistentes celebraban la buena cosecha de uvas.Desde la distancia, Aiden y Liam observaban con orgullo a su hija, disfrutando del momento. Ambos habían trabajado arduamente para hacer de su finca un éxito, y ver ahora cómo su vino era reconocido les llenaba el corazón de satisfacción.—No puedo creer lo rápido que ha pasado el tiempo —comentó Aiden, con una sonrisa mientras miraba a Fiorella—. Nuestra pequeña ya es una mujer.Liam asintió, colocando una mano en el hombro de su esposa. Ambos estaban acompañados por Allison,
Fiorella, vestida ahora con vaqueros ajustados, una blusa blanca y botas de cuero, irradiaba una energía distinta. Su cabello rojo fuego caía suelto sobre sus hombros, y con una botella de vino de su familia, "Donovan Estate Reserve", en la mano, caminaba por los alrededores del evento, ofreciendo copas a los asistentes.Cuando se detuvo frente a un grupo de jóvenes que charlaban animadamente, sus ojos captaron la atención de otro hombre, quien la observaba con la misma intensidad que había sentido anteriormente. Convencida de que era el mismo joven que la había ayudado a bajar del barril de uvas, decidió acercarse.Pero lo que Fiorella no sabía era que este hombre no era quien ella creía. Gianmarco Duque, el hermano gemelo de Gianpiero, también había quedado impresionado al verla, aunque por razones diferentes. No era su danza la que lo había capturado, sino la confianza y seguridad que transmitía al moverse por la feria, con su sonrisa cálida y actitud despreocupada.El contraste en
—¿Así que finalmente te la llevaste a la cama? —preguntó uno de los amigos de Liam, riendo con una expresión maliciosa.Liam esbozó una sonrisa, pero su rostro mostraba una tensión apenas perceptible. Una parte de él se sentía incómoda al hablar de Aiden de esa manera, pero no quería parecer débil frente a sus amigos.—Sí, fue sencillo —respondió, aunque su tono carecía de la confianza habitual—. Pero... —dudó un segundo antes de continuar—. Aiden… solo fue un error, un pasatiempo, un noviazgo pasajero, la mujer que siempre me ha interesado es Nicol.A pesar de sus palabras, una sensación de remordimiento lo invadió. No quería admitir lo que realmente sentía por Aiden. Pero su orgullo herido, no le permitió retractarse.****El corazón de Aiden ya se encontraba en un estado de incertidumbre antes de llegar al lugar donde Liam se reunía con sus amigos. Había escuchado rumores en el pueblo, susurros que decían que todo entre ellos no era más que una apuesta. Pero se había negado a cre
Después de enterarse de que Aiden estaba embarazada, Edward decidió hablar con la tía de ella para asegurarle que se haría cargo de la chica. La tía de Aiden, inicialmente reticente, finalmente aceptó la propuesta de Edward después de ver su sinceridad y amor por Aiden.Mientras tanto, días después la noticia del inminente matrimonio de Edward y Aiden llegó a oídos de todos en el pueblo. Edward caminaba leyendo un documento que necesitaba para la boda, cuando se encontró con Liam.Cuando Liam se había enterado de la noticia, había sido como un golpe en su pecho, no podía creer que Aiden fuera tan descarada.—¿Así que te vas a casar con Aiden? —mencionó Liam, forzando una sonrisa—. ¿Te vas a hacer cargo de una mujer que fue mía… y de? —Pausó y apretó los labios.Edward, manteniendo la calma, respondió con firmeza.—Aiden merece ser feliz, y voy a asegurarme de que lo sea. No voy a discutir esto contigo, Liam.Liam sintió una punzada de dolor al escuchar esas palabras. Sabía que estab
Mientras Aiden recuperaba el aliento, una enfermera entró en la habitación, con una expresión suave.—Señora, su esposo... ya recibió su dosis de quimioterapia. Edward semanas antes de casarse con Aiden había sido diagnosticado de leucemia, y estaba luchando por su vida, sometiéndose a severos tratamientos. Con el corazón en un puño, Aiden apenas tuvo tiempo de recuperarse antes de ser llevada en silla de ruedas a la habitación del hospital donde yacía Edward, bastante débil. Sus ojos se abrieron apenas cuando Aiden entró, sosteniendo a su hijo recién nacido.—Edward —murmuró Aiden con lágrimas en los ojos—, mira a nuestro hijo. Es hermoso. Edward, con un esfuerzo visible, sonrió débilmente. Sus ojos se encontraron con los del bebé, y por un breve momento, una chispa de vida brilló en su mirada.—Cuida de él, Aiden. Cuida de nuestro hijo... —susurró, antes de que su cuerpo se relajara y perdiera el conocimiento.—¡Edward! —gritó Aiden con desesperación. Una enfermera entró y la ca
Aiden sintió un escalofrío recorrer su espalda al escuchar y reconocer esa voz. Sin embargo, ya no era la muchacha ingenua del pasado. Se armó de valor, se dio la vuelta y miró directamente a los ojos de Liam. Lo que vio la sorprendió y entristeció a la vez. Liam era un reflejo de lo que alguna vez fue, pero ahora estaba deteriorado, con el cabello desaliñado y la ropa arrugada, evidenciando el paso de los años y los errores cometidos. Sin embargo, detrás de ese aspecto desaliñado, aún podía percibir al hombre que alguna vez había amado, lo que le provocó una punzada de nostalgia y dolor.Liam, por su parte, apenas reconoció a Aiden. Había cambiado, y no solo en apariencia. Su figura era más esbelta y tonificada, y sus ojos verdes ya no mostraban la misma vulnerabilidad de antes, sino una mezcla de determinación y tristeza que lo desconcertó. Pero, a pesar de los años y los malentendidos, una parte de él no pudo evitar sentir una atracción visceral, un eco de lo que alguna vez fue su