—¿Así que finalmente te la llevaste a la cama? —preguntó uno de los amigos de Liam, riendo con una expresión maliciosa.
Liam esbozó una sonrisa, pero su rostro mostraba una tensión apenas perceptible. Una parte de él se sentía incómoda al hablar de Aiden de esa manera, pero no quería parecer débil frente a sus amigos.
—Sí, fue sencillo —respondió, aunque su tono carecía de la confianza habitual—. Pero... —dudó un segundo antes de continuar—. Aiden… solo fue un error, un pasatiempo, un noviazgo pasajero, la mujer que siempre me ha interesado es Nicol.
A pesar de sus palabras, una sensación de remordimiento lo invadió. No quería admitir lo que realmente sentía por Aiden. Pero su orgullo herido, no le permitió retractarse.
****
El corazón de Aiden ya se encontraba en un estado de incertidumbre antes de llegar al lugar donde Liam se reunía con sus amigos. Había escuchado rumores en el pueblo, susurros que decían que todo entre ellos no era más que una apuesta. Pero se había negado a creerlo. Hasta que escuchó las palabras salir de la boca de Liam.
Su mundo se desmoronó en un instante. Sintió que el suelo bajo sus pies desaparecía, y la traición la atravesó como una puñalada. Sin hacer ruido, dio media vuelta y se alejó corriendo, gruesas lágrimas rodaban por su rostro. No podía creer que todo había sido una mentira, no después de todo lo que habían compartido desde que eran niños.
De pronto chocó con una figura masculina era: Edward, el mejor amigo de Liam, quien siempre había estado enamorado de Aiden, y verla en ese estado lo llenó de angustia.
—Aiden, ¿qué pasa? —preguntó Edward, abrazándola.
—Ed… —sollozó—. Se trata de Liam... todo fue una apuesta —gimoteó Aiden—. Solo jugó conmigo. Él siempre ha amado a Nicol.
Edward sintió una ola de ira recorrer su cuerpo. No podía creer que su mejor amigo hubiera sido tan cruel.
—¿Él te lo dijo? —preguntó.
—¿Lo sabías? —indagó Aiden arrugando el ceño.
—No, claro que no —balbuceó su voz tembló por el nerviosismo—. No permitiré que te haga más daño —dijo Edward—. Vamos a mi casa. Estarás segura allí.
Aiden no tenía familia en el pueblo, sus padres habían muerto en un accidente, y vivía con una tía, quién no le prestaba mucha atención, así que aceptó.
Edward después de asegurarse de que Aiden estaba bien instalada en su casa, sintió la furia arder dentro de él. No podía dejar que Liam se saliera con la suya. Se dirigió al bar, decidido a enfrentarlo.
Encontró a Liam aun riendo y bebiendo con sus amigos. La ira de Edward se intensificó al ver la despreocupación en el rostro de quien había sido hasta ese entonces su mejor amigo. Sin pensarlo dos veces, se acercó y le propinó un puñetazo en la cara.
—¡Eres un miserable, Liam! —gritó Edward—. ¿Cómo pudiste hacerle eso a Aiden?
Liam, sorprendido por el golpe, se levantó y se limpió la sangre del labio, sonriendo con desdén.
—Edward... no fue nada serio, solo una tontería entre amigos —respondió Liam, intentando restarle importancia.
Pero Edward no estaba dispuesto a aceptar excusas.
—Ella confió en ti, Liam. Te amaba —gritó Edward, su voz temblaba con una mezcla de tristeza y decepción—. Y tú te burlaste de eso. No sé cómo puedes vivir contigo mismo después de algo así.
«¿Me amaba? ¡No es verdad! ¡Sí supieras lo que descubrí no la estarías defendiendo!»
Liam sintió el peso de la mirada de Edward, y por un breve momento, su arrogancia se desmoronó. Bajó la vista, incapaz de enfrentar la realidad de lo que había hecho.
—Aiden, no significaba nada para mí, Edward... —comenzó Liam, pero las palabras sonaban huecas incluso para él.
Edward sacudió la cabeza, la desilusión se hizo evidente en su rostro.
—Tú lo eras todo para ella —respondió Edward, dándose la vuelta con tristeza—. Ya no puedo considerarte mi amigo, Liam. No después de esto.
Con un último golpe, dejó a Liam tirado en el suelo, respirando con dificultad.
—Si vuelves a acercarte a Aiden, te arrepentirás —advirtió Edward, su voz estaba cargada de amenaza.
Con eso, se dio la vuelta y se fue, dejando a Liam y a sus amigos en un silencio tenso. Sabía que Aiden merecía algo mucho mejor, y estaba decidido a ser el hombre que la protegería de cualquier daño.
«No sabes a la clase de mujerzuela que estás defendiendo» pensó Liam, apretó los puños, mientras respiraba agitado, su pecho ardía producto del dolor de la traición. «Voy a demostrarte Aiden Harper que no eres importante en mi vida, ya lo verás»
****
Dos semanas después, el pueblo estaba alborotado con la noticia del compromiso de Liam con Nicol. La gente murmuraba y se burlaba de Aiden al ver que su exnovio se casaría con otra.
—¿Supiste que Liam y Nicol se van a casar? —se escuchaba decir en las calles.
—Pobre Aiden, pensaba que él la amaba.
—Ella se lo creyó todo. Qué ingenua.
Aiden soportó los comentarios hirientes y las miradas de burla con la cabeza en alto, pero cada palabra la hería profundamente.
Un día, mientras paseaba por el mercado del pueblo, vio a Liam y Nicol caminando de la mano, comprando cosas para su boda. Sintió un nudo en el estómago y quiso irse antes de que la vieran, pero Nicol la interceptó.
—¡Aiden! —exclamó Nicol, con una sonrisa radiante—. Qué bueno verte. Liam y yo estamos comprando cosas para nuestra boda. Me encantaría que fueras una de mis damas de honor.
Aiden sintió como si le hubieran dado una bofetada. El desprecio y la ironía en las palabras de Nicol eran evidentes. Tragó saliva, tratando de mantener la compostura.
—Gracias por la invitación, Nicol —expresó Aiden con una voz que apenas podía mantener firme—. Pero creo que no podré asistir.
Antes de que Nicol pudiera responder, Aiden se dio la vuelta y se alejó rápidamente, sintiendo las miradas de burla y compasión a su alrededor.
—Nicol, debo darle un recado a Aiden para Edward —mintió Liam, con una sonrisa que intentaba ser casual—. Te alcanzaré en un momento.
Nicol asintió, sin sospechar nada, y Liam fue tras Aiden. Cuando la alcanzó, la sujetó por el brazo y la giró con suavidad hacia él.
—Aiden, por favor, espera —solicitó Liam, su voz estaba cargada de una mezcla de urgencia y vacilación—. Necesito preguntarte algo.
Aiden se soltó de su agarre, lo observó con sus ojos llenos de rabia y dolor.
—¿Qué es lo que quieres, Liam? —preguntó, con su voz quebrada y llena de desconfianza.
Liam tragó saliva, las palabras que quería decir luchaban por salir, pero el miedo a la verdad lo frenaba. Tenía la oportunidad de preguntarle sobre aquel hombre, de enfrentar la duda que lo había consumido durante tanto tiempo. Pero el orgullo y el miedo a descubrir que había sido engañado le impidieron hacerlo.
—Solo quería... —comenzó, pero el dolor y la confusión le impidieron continuar—. No importa... solo ten cuidado, Aiden.
Aiden lo miró, tratando de entender el verdadero motivo detrás de su vacilación, pero el dolor y la desconfianza la invadían.
—No necesito tu preocupación, Liam. Me las arreglaré sin ti.
Con eso, se alejó de inmediato, con el corazón latiendo a mil por hora. Sabía que necesitaba alejarse de ese lugar, empezar de nuevo lejos de todo ese dolor.
****
Un día, Aiden sintiéndose cada vez mal, decidió comprar una prueba de embarazo. Los minutos que tardó en aparecer el resultado fueron eternos. Cuando vio las dos líneas que indicaban positivo, sintió una mezcla de pánico y desesperación. No sabía qué hacer. Su tía no la aceptaría con un bebé fuera del matrimonio.
Justo en ese momento, Edward llegó a visitarla. Al verla con los ojos rojos e hinchados, su preocupación creció.
—Aiden, ¿qué te pasa? —preguntó, acercándose a ella.
Aiden intentó no decirle nada, pero finalmente, entre sollozos, confesó:
—Estoy embarazada, Edward. No sé qué voy a hacer. Mi tía nunca lo aceptará, y Liam… se va a casar con Nicol.
Edward la miró con determinación y ternura. Sin dudarlo, le tomó las manos y dijo:
—Cásate conmigo, Aiden. Me haré cargo de ti y del bebé. Me han ofrecido un trabajo en la ciudad y quiero que vengas conmigo. Podemos empezar una nueva vida juntos.
Aiden lo miró con sorpresa y gratitud. Las lágrimas seguían cayendo por su rostro, pero esta vez eran de alivio y esperanza. Sabía que Edward siempre había sido su verdadero amigo y protector, y ahora, él le ofrecía un futuro seguro y lleno de amor.
—¿Estás seguro? —preguntó balbuceando.
—Completamente Aiden. —Acarició su mejilla—. Yo siempre te he amado, ¿te casas conmigo? —volvió a preguntar.
Aiden decidida a dejar atrás su pasado se preparó para comenzar una nueva vida junto a él y su hijo por venir.
—Acepto —contestó.
****
Derechos de Autor
© 2024/27/06 Angellyna Merida. Todos los derechos reservados.
Código de Registro: 24062XXXXX525
Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra, su transmisión bajo cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación magnética u otros métodos de almacenamiento y recuperación de información, sin el permiso previo por escrito del autor.
La comercialización ilegal, distribución no autorizada o plagio de esta obra están estrictamente prohibidos y constituyen una violación de los derechos de autor. Los infractores serán perseguidos de acuerdo con las leyes correspondientes.
Aviso Legal
Este libro es una obra de ficción. Los nombres, personajes, lugares y eventos son productos de la imaginación del autor o se utilizan de manera ficticia. Cualquier semejanza con personas reales, vivas o muertas, eventos o lugares reales es pura coincidencia.
Las opiniones expresadas en este libro son exclusivas de los personajes y no reflejan necesariamente las del autor. Este libro está destinado únicamente para entretenimiento y no debe ser considerado como un reflejo preciso de la realidad.
No es apto para personas de mente cerrada, el libro habla de perdón y segundas oportunidades, si no crees en eso, solo no continues la lectura y no hay problema.
***
Espero disfruten este libro, leo sus reseñas.
Después de enterarse de que Aiden estaba embarazada, Edward decidió hablar con la tía de ella para asegurarle que se haría cargo de la chica. La tía de Aiden, inicialmente reticente, finalmente aceptó la propuesta de Edward después de ver su sinceridad y amor por Aiden.Mientras tanto, días después la noticia del inminente matrimonio de Edward y Aiden llegó a oídos de todos en el pueblo. Edward caminaba leyendo un documento que necesitaba para la boda, cuando se encontró con Liam.Cuando Liam se había enterado de la noticia, había sido como un golpe en su pecho, no podía creer que Aiden fuera tan descarada.—¿Así que te vas a casar con Aiden? —mencionó Liam, forzando una sonrisa—. ¿Te vas a hacer cargo de una mujer que fue mía… y de? —Pausó y apretó los labios.Edward, manteniendo la calma, respondió con firmeza.—Aiden merece ser feliz, y voy a asegurarme de que lo sea. No voy a discutir esto contigo, Liam.Liam sintió una punzada de dolor al escuchar esas palabras. Sabía que estab
Mientras Aiden recuperaba el aliento, una enfermera entró en la habitación, con una expresión suave.—Señora, su esposo... ya recibió su dosis de quimioterapia. Edward semanas antes de casarse con Aiden había sido diagnosticado de leucemia, y estaba luchando por su vida, sometiéndose a severos tratamientos. Con el corazón en un puño, Aiden apenas tuvo tiempo de recuperarse antes de ser llevada en silla de ruedas a la habitación del hospital donde yacía Edward, bastante débil. Sus ojos se abrieron apenas cuando Aiden entró, sosteniendo a su hijo recién nacido.—Edward —murmuró Aiden con lágrimas en los ojos—, mira a nuestro hijo. Es hermoso. Edward, con un esfuerzo visible, sonrió débilmente. Sus ojos se encontraron con los del bebé, y por un breve momento, una chispa de vida brilló en su mirada.—Cuida de él, Aiden. Cuida de nuestro hijo... —susurró, antes de que su cuerpo se relajara y perdiera el conocimiento.—¡Edward! —gritó Aiden con desesperación. Una enfermera entró y la ca
Aiden sintió un escalofrío recorrer su espalda al escuchar y reconocer esa voz. Sin embargo, ya no era la muchacha ingenua del pasado. Se armó de valor, se dio la vuelta y miró directamente a los ojos de Liam. Lo que vio la sorprendió y entristeció a la vez. Liam era un reflejo de lo que alguna vez fue, pero ahora estaba deteriorado, con el cabello desaliñado y la ropa arrugada, evidenciando el paso de los años y los errores cometidos. Sin embargo, detrás de ese aspecto desaliñado, aún podía percibir al hombre que alguna vez había amado, lo que le provocó una punzada de nostalgia y dolor.Liam, por su parte, apenas reconoció a Aiden. Había cambiado, y no solo en apariencia. Su figura era más esbelta y tonificada, y sus ojos verdes ya no mostraban la misma vulnerabilidad de antes, sino una mezcla de determinación y tristeza que lo desconcertó. Pero, a pesar de los años y los malentendidos, una parte de él no pudo evitar sentir una atracción visceral, un eco de lo que alguna vez fue su
Aiden, recuperando la compostura, se inclinó y tomó la mano de su hijo.—No tienes derecho a saberlo —expresó Aiden con frialdad—. Edward fue el único padre que conoció, y no voy a permitir que lo lastimes como lo hiciste con nosotros.Liam se quedó sin habla, como si las palabras hubieran desaparecido de su boca. En ese momento, el llanto de Fiore, que había estado observando la confrontación, rompió el tenso silencio. La pequeña estaba aterrorizada y las lágrimas corrían por su rostro.—Papá... —lloraba Fiore, temblando.El sonido del llanto de su hija fue lo único que logró conmover el frío corazón de Liam. Se giró hacia Fiore, viendo su miedo y vulnerabilidad, y algo dentro de él se rompió. La furia y la indiferencia dieron paso a un destello de humanidad mientras se acercaba a ella, tratando de consolarla.—Fiore, no llores... —solicitó Liam con voz más suave, pero la niña se apartó, aferrándose a la pierna de Aiden.Aiden, viendo la reacción de su hijo y el miedo en los ojos de
Liam observó a Fiore y a Leo, sintiendo un revoltijo de culpa y confusión al ver a los niños juntos. Aunque no lo admitiría fácilmente, la presencia del pequeño le recordaba todo lo que había perdido, y el resentimiento que sentía hacia Aiden por no haberle contado la verdad se mezclaba con el dolor de ver a un hijo al que apenas conocía. Sus emociones eran un torbellino, pero intentó mantener una fachada dura.Se volvió hacia Aiden, con el rostro endurecido y la voz tensa.—Fiore, lleva a... ese niño a jugar —ordenó Liam, su voz revelaba la tensión interna que trataba de ocultar.Aiden notó la lucha en los ojos de Liam, pero no pudo evitar sentir una sensación de furia ante la falta de calidez en su tono.—El niño tiene nombre, Liam. Se llama Leonardo —le respondió Aiden con firmeza, enfatizando el nombre de su hijo.Fiore, queriendo evitar más confrontaciones, tomó la mano de Leo y lo llevó a su habitación para jugar. Liam esperó a que los niños estuvieran fuera de vista antes de di
Aiden comenzó a recorrer la casa, inspeccionando cada habitación. Notó el polvo acumulado en los muebles, las telarañas en las esquinas y la humedad que impregnaba el aire. Era evidente que la casa no había recibido ningún cuidado desde que Nicol se había marchado. A medida que avanzaba, llegó a una puerta entreabierta y empujó suavemente, revelando la habitación de Liam.La habitación era un desastre. Ropa sucia estaba esparcida por todas partes, la cama deshecha y llena de sábanas arrugadas y manchadas. Un olor rancio llenaba el aire, y Aiden sintió una mezcla de repulsión y tristeza. No sentía pena por Liam, sino por Fiore, quien estaba atrapada en este caos.—Esta niña no tiene por qué pagar por los errores de sus padres —murmuró Aiden para sí misma.Recorrió la habitación, sintiendo la necesidad de poner algo de orden, al menos por el bien de Fiore. Sabía que no podía arreglar todo de inmediato, pero un pequeño esfuerzo podría hacer una gran diferencia.Se arremangó y comenzó a r
Aiden sintió una punzada de tristeza por la pequeña, se aproximó a ella y la abrazó. —También extraño a papá —confesó Leo, sus labios dibujaron un puchero. Aiden tragó saliva, su corazón se hizo chiquito en el interior, durante esos dos años, Leo nunca se había desahogado, incluso ella llegó a creer que ya no recordaba a Edward, apenas tenía tres años cuando falleció, al ver la tristeza de los niños, le pidió a su hijo bajar de la silla donde estaba parado, y los abrazó a ambos. —También perdí a mis papás cuando era niña, entiendo su dolor —susurró sintiendo un ardor en el pecho—. También extraño a Edward, pero las personas se mantienen vivas, mientras las recordamos —mencionó balbuceando, luego acarició la cabeza de Fiore—. Quizás algún día tu mamá reaccione y vuelva a casa. Fiore se apartó del abrazo de Aiden. —Eso es lo que más desea papá, que ella vuelva. Para Aiden no fue sorpresa saber eso, sabía que Liam amaba con locura a Nicol, estaba tan ciego que nunca vio las señales
La noche había caído sobre la finca, y el silencio se extendía por todas partes. Liam, incapaz de conciliar el sueño, decidió bajar a la cocina por un vaso con agua. Caminó por la casa en penumbra, intentando despejar su mente de los pensamientos y emociones que lo mantenían despierto.Bebió el agua en silencio, sintiendo el líquido fresco calmar su garganta seca. Mientras subía de nuevo a su alcoba, un sonido suave llamó su atención. Se detuvo en el pasillo, aguzando el oído. Eran sollozos, suaves y desgarradores, que venían de la sala.Se acercó cautelosamente y vio a Aiden, acurrucada en un viejo mueble, abrazada a sus piernas y llorando en silencio.Aiden sollozaba en la oscuridad, susurrando palabras entre lágrimas.—Edward... te extraño tanto —murmuró, las lágrimas corrian por sus mejillas—. No sé cómo seguir sin ti. Todo es tan difícil…¿Por qué nos abandonaste?Abrazaba sus piernas con fuerza, balanceándose, buscando consuelo en su propia soledad.—Liam es un imbécil —susurró,