Aiden comenzó a recorrer la casa, inspeccionando cada habitación. Notó el polvo acumulado en los muebles, las telarañas en las esquinas y la humedad que impregnaba el aire. Era evidente que la casa no había recibido ningún cuidado desde que Nicol se había marchado. A medida que avanzaba, llegó a una puerta entreabierta y empujó suavemente, revelando la habitación de Liam.La habitación era un desastre. Ropa sucia estaba esparcida por todas partes, la cama deshecha y llena de sábanas arrugadas y manchadas. Un olor rancio llenaba el aire, y Aiden sintió una mezcla de repulsión y tristeza. No sentía pena por Liam, sino por Fiore, quien estaba atrapada en este caos.—Esta niña no tiene por qué pagar por los errores de sus padres —murmuró Aiden para sí misma.Recorrió la habitación, sintiendo la necesidad de poner algo de orden, al menos por el bien de Fiore. Sabía que no podía arreglar todo de inmediato, pero un pequeño esfuerzo podría hacer una gran diferencia.Se arremangó y comenzó a r
Aiden sintió una punzada de tristeza por la pequeña, se aproximó a ella y la abrazó. —También extraño a papá —confesó Leo, sus labios dibujaron un puchero. Aiden tragó saliva, su corazón se hizo chiquito en el interior, durante esos dos años, Leo nunca se había desahogado, incluso ella llegó a creer que ya no recordaba a Edward, apenas tenía tres años cuando falleció, al ver la tristeza de los niños, le pidió a su hijo bajar de la silla donde estaba parado, y los abrazó a ambos. —También perdí a mis papás cuando era niña, entiendo su dolor —susurró sintiendo un ardor en el pecho—. También extraño a Edward, pero las personas se mantienen vivas, mientras las recordamos —mencionó balbuceando, luego acarició la cabeza de Fiore—. Quizás algún día tu mamá reaccione y vuelva a casa. Fiore se apartó del abrazo de Aiden. —Eso es lo que más desea papá, que ella vuelva. Para Aiden no fue sorpresa saber eso, sabía que Liam amaba con locura a Nicol, estaba tan ciego que nunca vio las señales
La noche había caído sobre la finca, y el silencio se extendía por todas partes. Liam, incapaz de conciliar el sueño, decidió bajar a la cocina por un vaso con agua. Caminó por la casa en penumbra, intentando despejar su mente de los pensamientos y emociones que lo mantenían despierto.Bebió el agua en silencio, sintiendo el líquido fresco calmar su garganta seca. Mientras subía de nuevo a su alcoba, un sonido suave llamó su atención. Se detuvo en el pasillo, aguzando el oído. Eran sollozos, suaves y desgarradores, que venían de la sala.Se acercó cautelosamente y vio a Aiden, acurrucada en un viejo mueble, abrazada a sus piernas y llorando en silencio.Aiden sollozaba en la oscuridad, susurrando palabras entre lágrimas.—Edward... te extraño tanto —murmuró, las lágrimas corrian por sus mejillas—. No sé cómo seguir sin ti. Todo es tan difícil…¿Por qué nos abandonaste?Abrazaba sus piernas con fuerza, balanceándose, buscando consuelo en su propia soledad.—Liam es un imbécil —susurró,
Liam se tensó, su expresión se volvió fría de nuevo.—No quiero hablar de eso —respondió, apartando la mirada.Aiden frunció el ceño, aun sintiendo la necesidad de entender.—Yo te conté sobre Edward. Dime, ¿por qué los abandonó? —insistió, con voz suave. Liam suspiró, el peso del pasado cayendo sobre él. Sabía que debía enfrentarlo.—Nicol... —empezó, con la voz temblorosa—. Nicol se fue porque encontró a alguien más. La encontré aquí en nuestra casa con uno de mis amigos. Me dijo que ya no me amaba y que se iba con él. Nos dejó, a Fiore y a mí, sin mirar atrás.Aiden parpadeó y lo miró, sintiendo una mezcla de compasión y dolor.—Liam... lo siento. No sabía —susurró con sinceridad—. Debió ser muy doloroso para ti, te casaste con ella sin pensarlo dos veces…—Se aclaró la garganta—, imagino que sigue siendo tu gran amor —expresó con frialdad. Liam asintió, tratando de mantener la compostura. Notó que a ella no le dolía en absoluto hablar del tema, era como si el capítulo de lo que p
El sol comenzaba a asomar en el horizonte, iluminando la finca: Golden Fields. (Campos dorados) en el pueblo de Greenville, Virginia. Liam se despertó, sintiendo la garganta seca y la mente llena de pensamientos confusos. Mientras se desperezaba, un delicioso aroma llegó a sus fosas nasales, proveniente de la cocina. Liam, intrigado por el olor, se levantó y decidió darse una ducha rápida. El agua caliente lo ayudó a despejarse un poco y a relajarse. Se vistió con ropa limpia y se peinó el cabello, intentando presentarse lo mejor posible, la charla de la noche anterior, le inyectó nuevas esperanzas. Cuando bajó a la cocina, esperaba encontrar a Aiden y a los niños, pero la habitación estaba vacía. En la mesa, sobre un mantel limpio, había un plato de desayuno preparado para él: huevos revueltos, tostadas y una taza de café humeante. Frunció el ceño, sintiéndose incómodo por la soledad y la amabilidad inesperada. Liam se sentó a la mesa y comenzó a comer en silencio, su mente todaví
Aiden, abrió los ojos sorprendida por el gesto y el susurro, sintió un estremecimiento, entonces lo empujó y se separó de inmediato, mirándolo con el ceño fruncido.—No quiero que me abraces, Liam. Mantén tus distancias —advirtió con firmeza, su mirada fue penetrante dejándole claro que no toleraría más acercamientos no deseados.Liam retrocedió un paso, sintiendo una mezcla de dolor y arrepentimiento.—Lo siento, Aiden. No quería incomodarte. Solo... me alegra que estés aquí —murmuró su voz se quebró mientras trataba de ocultar la tristeza en sus ojos.Ese día, después de acordar la división de la finca, Liam decidió quedarse con los niños en el campo para trabajar la tierra. Sabía que era una oportunidad para demostrar su conocimiento y también para acercarse a Leo y Fiore.—Muy bien, chicos, hoy vamos a aprender cómo preparar el suelo para plantar —sugirió Liam, recogiendo unas herramientas y entregándolas a los niños.Leo y Fiore lo miraron con curiosidad y emoción.—¿Qué hacemos
Aiden, parpadeó, y sintió un escalofrío subir por su columna. Las palabras de Evelyn sonaron a reclamo y la expresión de su rostro no era nada amigable. —Evelyn, yo estoy aquí, porque parte de esta finca me pertenece. Edward me la heredó —respondió, sintiéndose un poco nerviosa, pero intentando conservar algo de calma. Evelyn arrugó el ceño confundida.—¿Cómo? ¿Acaso esta finca no pertenece en su totalidad a Liam? —preguntó mirando a los ojos a Aiden. Aiden tragó saliva, inhaló profundo. —Esas respuestas creo que te las puede dar Liam, me alegra verte. —Sonrió levemente y volteó para dirigirse a los campos y llevarse a Leo. —Aiden… La voz de Evelyn la estremeció. La chica detuvo su andar. —¿Qué ocurre?—Me alegra verte aquí, pero hay algo que no te puedo perdonar —mencionó y la acusó con el dedo. Aiden parpadeó y sacudió la cabeza. —¿Qué cosa?—No me invitaste a tu boda con Edward, nunca más volviste a casa, ni me contaste ¿por qué terminó tu relación con Liam? —indagó y la m
Liam y Evelyn terminaron su charla, y aunque la tensión seguía presente, Evelyn pensó que había una posibilidad de reconciliación entre su hijo y Aiden y decidió no hacer mal tercio, avisó que se regresaba a la ciudad, pero Fiore tenía otros planes.—¡Abuela, no te vayas todavía! —exclamó la niña, corriendo hacia Evelyn y abrazándola—. Quédate a comer con nosotros.Liam, viendo la oportunidad de aliviar un poco la tensión, intervino.—Sí, mamá, quédate. De hecho, estaba pensando en invitar a todos al nuevo restaurante del pueblo. Sería una buena oportunidad para relajarnos un poco.Aiden se cruzó de brazos, dudando.—No creo que sea una buena idea —expresó con firmeza, mirando a Liam con desconfianza—. Tenemos mucho trabajo en la finca. Evelyn, sin embargo, insistió.—Vamos, Aiden. Será una buena oportunidad para conocer mejor a Leo y para que los niños disfruten. Además, me encantaría pasar más tiempo con los pequeños —solicitó, sonriendo cálidamente.Aiden suspiró, sabiendo que Eve