Aiden asintió, esbozando una pequeña sonrisa.—Sí, todo bien. Solo un pequeño recordatorio de por qué me fui de este pueblo —respondió y miró a Liam con seriedad, pero su voz no tenía rastro de la inseguridad que había sentido antes.Liam, sentado al otro lado de la mesa, vio a Cassandra salir del tocador y comprendió el cambio de actitud de Aiden. Cassandra se acercó a la mesa con todo el descaro, saludando a Liam con mucha confianza.—¡Liam! ¡Qué sorpresa verte aquí! —susurró, sonriendo coquetamente mientras se acercaba más de lo necesario.Liam frunció el ceño, incómodo por la cercanía de ella, pero antes de que pudiera decir algo, Fiore intervino. La pequeña se levantó de su silla y corrió hacia su padre, abrazándolo fuertemente por la pierna.—¡Papá! ¿Me llevas a jugar afuera? —preguntó Fiore, mirando a Cassandra con desdén infantil.Cass se vio obligada a retroceder un paso, sorprendida por la intervención de la niña. Liam aprovechó la oportunidad para alejarse de ella y atende
Liam sintió que la garganta se le secó. —Por supuesto, él era muy bueno en tiro al blanco, nos ganaba a todos. Los ojos de Aiden se volvieron cristalinos, cruzó sus brazos a la altura del pecho para no quebrarse. —Lo lamento Aiden, no pensemos en el pasado —propuso Liam, intentó darle consuelo, estiró su mano, pero se contuvo. —No te preocupes —contestó Aiden con la voz entrecortada. Poco a poco, se acercaron al área donde se celebraba el baile. Una pista improvisada había sido montada en la plaza, y la gente comenzaba a reunirse para disfrutar de la música y el baile.Liam miró a Aiden y le extendió la mano.—¿Te gustaría bailar? —preguntó, su voz fue suave y sincera.Aiden lo miró, dudando por un momento. Finalmente, asintió y tomó su mano.—Está bien, solo un baile —mencionó, permitiéndose un pequeño momento de vulnerabilidad.Liam la llevó a la pista de baile, donde se unieron a las demás parejas. La música era suave y romántica, y por un instante, los problemas y las tension
(***)Aiden, tenía en ese entonces quince años, era bien delgada y no se arreglaba mucho. Los chicos del pueblo a menudo se burlaban de ella, y la que más disfrutaba de esas burlas era Nicol.Un día, durante el recreo en la escuela, Aiden estaba sentada sola en una banca del patio, leyendo un libro, cuando Nicol y su grupo de amigas se acercaron.—Miren quién está aquí, la ratoncita de biblioteca —dijo Nicol con una sonrisa maliciosa, le arrebató el libro y lo lanzó al patio—. ¿Crees que algún día alguien como Liam se fijaría en una personita tan insignificante como tú, Aiden? —se burló, mientras sus amigas reían.Aiden sintió sus mejillas arder de vergüenza, sus ojos se llenaron de lágrimas, su pecho subía y bajaba agitado, estaba a punto de ponerse de pie para salir corriendo y encerrarse en el baño, pero antes de que pudiera hacerlo, Liam apareció. Se colocó entre Aiden y Nicol, su rostro era serio y su mirada feroz.—Déjala en paz, Nicol —gritó Liam con fuerza—. Aiden no te ha hec
Liam sintió como si cada palabra de Aiden fuera una daga clavándose en su corazón. Su rostro se contrajo de dolor, y sus ojos mostraron un torrente de desesperación y arrepentimiento. Sabía que había cometido errores, pero escuchar esas palabras de Aiden, alguien que una vez significó tanto para él, fue devastador.—Aiden, por favor... —murmuró, su voz fue trémula, tratando de acercarse una vez más.—¡No quiero escucharte! —gritó ella. Pero las palabras de Aiden resonaron en su mente, y la determinación en su mirada lo detuvo en seco. Sentía el peso de sus acciones sobre sus hombros, como si cargara sacos de cemento a cuestas, dándose cuenta de que, efectivamente, había destruido algo precioso. Se llevó una mano al pecho, como si el dolor físico pudiera aliviar el emocional, pero no podía.Pero sabía que no podía simplemente obedecer y marcharse. Aiden necesitaba ayuda, aunque ella no quisiera admitirlo. Con determinación, se acercó y la tomó suavemente por el brazo.—Lo siento, Aide
El sol apenas comenzaba a asomarse cuando Aiden se levantó de la cama. A pesar de que el cansancio de la noche anterior seguía pesando sobre ella, estaba decidida a comenzar el día temprano. Se vistió y salió de su habitación con la intención de preparar el desayuno y adelantar algunas tareas.Al bajar las escaleras, se detuvo al ver a Liam en la sala, limpiando con esmero. Estaba concentrado en su labor, arreglando el desorden del comedor y la sala, y no parecía notar su presencia. Aiden lo observó por un momento, sorprendida por su diligencia, pero su expresión no mostró emoción alguna. Finalmente, se decidió a hablar.—¡Liam!Él levantó la cabeza y la miró, sorprendido. Una mezcla de anticipación y desconcierto cruzó su rostro.—Aiden —respondió, dejando lo que estaba haciendo—. ¿Estás bien?—Estoy bien —contestó con seriedad—. Quiero que vengas conmigo a un lugar.Liam frunció el ceño, tratando de entender el propósito de Aiden.—¿A dónde? —preguntó, aunque su tono indicaba que sa
El viaje de regreso fue silencioso, con Liam sumido en sus pensamientos y Aiden centrada en la carretera. Cuando llegaron a la finca él permaneció en su asiento, mirando fijamente al suelo. Luego levantó la vista, su rostro estaba pálido y lleno de angustia.—Aiden, ve sola a la casa. Necesito un tiempo para pensar. Iré al pueblo por unos materiales —expresó con su voz rota. Aiden frunció el ceño, preocupada.—¿Estás seguro? —preguntó.—Sí, estoy seguro —respondió Liam, evitando su mirada.Aiden asintió lento. —Está bien —respondió y salió del auto. Liam asintió, sin decir una palabra más. Observó a Aiden entrar en la casa antes de arrancar el motor y dirigirse hacia el pueblo.Cuando Aiden entró en la casa, Evelyn estaba sirviendo el desayuno. Al ver el rostro desencajado de Aiden y la venda en su mano, le preguntó qué había ocurrido.—¿Qué pasó, Aiden? —preguntó Evelyn, preocupada.Antes de que Aiden pudiera responder, Leo y Fiore corrieron hacia ella, observando su mano herida c
Con el corazón latiendo con fuerza, Aiden se dirigió a su habitación y cerró la puerta detrás de ella. Se apoyó contra la madera, tratando de ordenar sus pensamientos y controlar las emociones que la embargaban. Las palabras de Liam seguían resonando en su mente.«Aiden, te amo. Siempre te he amado»Se dejó caer en la cama, mirando al techo, y recordó un momento de su pasado. (***)Liam y Aiden estaban sentados en una manta, disfrutando de un picnic que él había preparado. Habían pasado toda la tarde riendo y hablando de sus sueños para el futuro. De repente, Liam se levantó y la llevó de la mano a través del bosque hasta el mirador secreto. El lugar estaba adornado con luces de colores y velas, el ambiente era romántico y perfecto, con una vista espectacular del valle abajo.Aiden miró a su alrededor, sorprendida y emocionada.—Liam, ¿hiciste todo esto para mí? —preguntó, con su voz llena de asombro.Liam sonrió, asintiendo.—Quería que este momento fuera especial. Porque tú eres es
Liam palideció por completo, sintió que el suelo se desmoronaba bajo sus pies. Se arrodilló junto a Fiore, con sus ojos llenos de lágrimas.—¡No, por favor! ¡No se la lleven! —suplicó, su voz se quebró—. Ella es todo lo que tengo. Sé que he cometido errores, pero haré lo que sea necesario para arreglarlo.Aiden parpadeó, su corazón se estremeció al ver el sufrimiento de padre e hija. Fiore lloraba desconsoladamente, aferrándose a su padre y a Aiden.—¡Papá, no quiero irme! ¡No me dejes! —gritaba entre sollozos—. ¡Quiero quedarme aquí!Leo, al escuchar los gritos, bajó corriendo las escaleras y se colocó junto a Fiore, mirándola con preocupación y determinación.—¡No pueden llevársela! —exclamó Leo, mirando a los oficiales con valentía—. ¡Ella necesita estar aquí con nosotros!—No me quiero ir —susurró Fiore mirando a Leo. Leo se volvió hacia su madre, con sus ojos llenos de lágrimas y súplica.—Mamá, por favor, haz algo. No dejes que se la lleven —rogó, aferrándose a la mano de su m