El sol comenzaba a asomar en el horizonte, iluminando la finca: Golden Fields. (Campos dorados) en el pueblo de Greenville, Virginia. Liam se despertó, sintiendo la garganta seca y la mente llena de pensamientos confusos. Mientras se desperezaba, un delicioso aroma llegó a sus fosas nasales, proveniente de la cocina. Liam, intrigado por el olor, se levantó y decidió darse una ducha rápida. El agua caliente lo ayudó a despejarse un poco y a relajarse. Se vistió con ropa limpia y se peinó el cabello, intentando presentarse lo mejor posible, la charla de la noche anterior, le inyectó nuevas esperanzas. Cuando bajó a la cocina, esperaba encontrar a Aiden y a los niños, pero la habitación estaba vacía. En la mesa, sobre un mantel limpio, había un plato de desayuno preparado para él: huevos revueltos, tostadas y una taza de café humeante. Frunció el ceño, sintiéndose incómodo por la soledad y la amabilidad inesperada. Liam se sentó a la mesa y comenzó a comer en silencio, su mente todaví
Aiden, abrió los ojos sorprendida por el gesto y el susurro, sintió un estremecimiento, entonces lo empujó y se separó de inmediato, mirándolo con el ceño fruncido.—No quiero que me abraces, Liam. Mantén tus distancias —advirtió con firmeza, su mirada fue penetrante dejándole claro que no toleraría más acercamientos no deseados.Liam retrocedió un paso, sintiendo una mezcla de dolor y arrepentimiento.—Lo siento, Aiden. No quería incomodarte. Solo... me alegra que estés aquí —murmuró su voz se quebró mientras trataba de ocultar la tristeza en sus ojos.Ese día, después de acordar la división de la finca, Liam decidió quedarse con los niños en el campo para trabajar la tierra. Sabía que era una oportunidad para demostrar su conocimiento y también para acercarse a Leo y Fiore.—Muy bien, chicos, hoy vamos a aprender cómo preparar el suelo para plantar —sugirió Liam, recogiendo unas herramientas y entregándolas a los niños.Leo y Fiore lo miraron con curiosidad y emoción.—¿Qué hacemos
Aiden, parpadeó, y sintió un escalofrío subir por su columna. Las palabras de Evelyn sonaron a reclamo y la expresión de su rostro no era nada amigable. —Evelyn, yo estoy aquí, porque parte de esta finca me pertenece. Edward me la heredó —respondió, sintiéndose un poco nerviosa, pero intentando conservar algo de calma. Evelyn arrugó el ceño confundida.—¿Cómo? ¿Acaso esta finca no pertenece en su totalidad a Liam? —preguntó mirando a los ojos a Aiden. Aiden tragó saliva, inhaló profundo. —Esas respuestas creo que te las puede dar Liam, me alegra verte. —Sonrió levemente y volteó para dirigirse a los campos y llevarse a Leo. —Aiden… La voz de Evelyn la estremeció. La chica detuvo su andar. —¿Qué ocurre?—Me alegra verte aquí, pero hay algo que no te puedo perdonar —mencionó y la acusó con el dedo. Aiden parpadeó y sacudió la cabeza. —¿Qué cosa?—No me invitaste a tu boda con Edward, nunca más volviste a casa, ni me contaste ¿por qué terminó tu relación con Liam? —indagó y la m
Liam y Evelyn terminaron su charla, y aunque la tensión seguía presente, Evelyn pensó que había una posibilidad de reconciliación entre su hijo y Aiden y decidió no hacer mal tercio, avisó que se regresaba a la ciudad, pero Fiore tenía otros planes.—¡Abuela, no te vayas todavía! —exclamó la niña, corriendo hacia Evelyn y abrazándola—. Quédate a comer con nosotros.Liam, viendo la oportunidad de aliviar un poco la tensión, intervino.—Sí, mamá, quédate. De hecho, estaba pensando en invitar a todos al nuevo restaurante del pueblo. Sería una buena oportunidad para relajarnos un poco.Aiden se cruzó de brazos, dudando.—No creo que sea una buena idea —expresó con firmeza, mirando a Liam con desconfianza—. Tenemos mucho trabajo en la finca. Evelyn, sin embargo, insistió.—Vamos, Aiden. Será una buena oportunidad para conocer mejor a Leo y para que los niños disfruten. Además, me encantaría pasar más tiempo con los pequeños —solicitó, sonriendo cálidamente.Aiden suspiró, sabiendo que Eve
Aiden asintió, esbozando una pequeña sonrisa.—Sí, todo bien. Solo un pequeño recordatorio de por qué me fui de este pueblo —respondió y miró a Liam con seriedad, pero su voz no tenía rastro de la inseguridad que había sentido antes.Liam, sentado al otro lado de la mesa, vio a Cassandra salir del tocador y comprendió el cambio de actitud de Aiden. Cassandra se acercó a la mesa con todo el descaro, saludando a Liam con mucha confianza.—¡Liam! ¡Qué sorpresa verte aquí! —susurró, sonriendo coquetamente mientras se acercaba más de lo necesario.Liam frunció el ceño, incómodo por la cercanía de ella, pero antes de que pudiera decir algo, Fiore intervino. La pequeña se levantó de su silla y corrió hacia su padre, abrazándolo fuertemente por la pierna.—¡Papá! ¿Me llevas a jugar afuera? —preguntó Fiore, mirando a Cassandra con desdén infantil.Cass se vio obligada a retroceder un paso, sorprendida por la intervención de la niña. Liam aprovechó la oportunidad para alejarse de ella y atende
Liam sintió que la garganta se le secó. —Por supuesto, él era muy bueno en tiro al blanco, nos ganaba a todos. Los ojos de Aiden se volvieron cristalinos, cruzó sus brazos a la altura del pecho para no quebrarse. —Lo lamento Aiden, no pensemos en el pasado —propuso Liam, intentó darle consuelo, estiró su mano, pero se contuvo. —No te preocupes —contestó Aiden con la voz entrecortada. Poco a poco, se acercaron al área donde se celebraba el baile. Una pista improvisada había sido montada en la plaza, y la gente comenzaba a reunirse para disfrutar de la música y el baile.Liam miró a Aiden y le extendió la mano.—¿Te gustaría bailar? —preguntó, su voz fue suave y sincera.Aiden lo miró, dudando por un momento. Finalmente, asintió y tomó su mano.—Está bien, solo un baile —mencionó, permitiéndose un pequeño momento de vulnerabilidad.Liam la llevó a la pista de baile, donde se unieron a las demás parejas. La música era suave y romántica, y por un instante, los problemas y las tension
(***)Aiden, tenía en ese entonces quince años, era bien delgada y no se arreglaba mucho. Los chicos del pueblo a menudo se burlaban de ella, y la que más disfrutaba de esas burlas era Nicol.Un día, durante el recreo en la escuela, Aiden estaba sentada sola en una banca del patio, leyendo un libro, cuando Nicol y su grupo de amigas se acercaron.—Miren quién está aquí, la ratoncita de biblioteca —dijo Nicol con una sonrisa maliciosa, le arrebató el libro y lo lanzó al patio—. ¿Crees que algún día alguien como Liam se fijaría en una personita tan insignificante como tú, Aiden? —se burló, mientras sus amigas reían.Aiden sintió sus mejillas arder de vergüenza, sus ojos se llenaron de lágrimas, su pecho subía y bajaba agitado, estaba a punto de ponerse de pie para salir corriendo y encerrarse en el baño, pero antes de que pudiera hacerlo, Liam apareció. Se colocó entre Aiden y Nicol, su rostro era serio y su mirada feroz.—Déjala en paz, Nicol —gritó Liam con fuerza—. Aiden no te ha hec
Liam sintió como si cada palabra de Aiden fuera una daga clavándose en su corazón. Su rostro se contrajo de dolor, y sus ojos mostraron un torrente de desesperación y arrepentimiento. Sabía que había cometido errores, pero escuchar esas palabras de Aiden, alguien que una vez significó tanto para él, fue devastador.—Aiden, por favor... —murmuró, su voz fue trémula, tratando de acercarse una vez más.—¡No quiero escucharte! —gritó ella. Pero las palabras de Aiden resonaron en su mente, y la determinación en su mirada lo detuvo en seco. Sentía el peso de sus acciones sobre sus hombros, como si cargara sacos de cemento a cuestas, dándose cuenta de que, efectivamente, había destruido algo precioso. Se llevó una mano al pecho, como si el dolor físico pudiera aliviar el emocional, pero no podía.Pero sabía que no podía simplemente obedecer y marcharse. Aiden necesitaba ayuda, aunque ella no quisiera admitirlo. Con determinación, se acercó y la tomó suavemente por el brazo.—Lo siento, Aide