Capítulo 7
En ese momento, sentí cómo mi corazón se apretaba hasta dejarme sin aire.

¿Cómo llegamos a esto?

Pasé años cuidando de él. Cuando perdió a sus padres, cuando no tenía para comer, cuando el frío lo calaba hasta los huesos, yo estaba ahí. Le compraba ropa, lo cuidaba cuando se enfermaba. Incluso cuando lloraba por otros amores, era yo quien lo consolaba.

Me decía que era como su hermana, que algún día sería yo a quien cuidaría en la vejez. ¿Y ahora? Ahora, ¿soy una traidora, una "maldita"?

Un murmullo entre la multitud me sacó de mis pensamientos.

—¿He llegado tarde? —Una voz amable resonó entre los asistentes. La gente se apartó.

El profesor José.

Mi mentor. El hombre que más admiraba. Con el cabello plateado y su sonrisa afable, sostenía dos regalos bien envueltos.

—Eliseo, Dominga, ¡felicidades! —dijo con calidez.

—Gracias, profesor —respondió Dominga con su mejor sonrisa.

José le dio una palmada en el hombro a Eliseo.

—Cuida bien a Dominga. Lo que ha logrado no ha sido fácil.

—Lo har
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