Cinco años atrás...
Berlín-Alemania.Alessandra De Santis creía haberlo conseguido todo. Le había costado salir de las faldas de su familia, pero con la ayuda de su mejor amigo, Fabrizio, consiguió irse lejos del radar de la mafia. Ella lo consideraba un hermano y se comportaba mucho mejor que Alessandro, su hermano mayor.Eran más las discusiones entre hermanos porque ella no se doblegaba ante las leyes que había en su familia, que a las muestras de afecto que se daban. Alessandro no era mal hermano, de hecho, era muy protector con su hermana, solo que él nunca supo cómo demostrar afecto.Los hombres en la mafia tenían una misión en la vida... Matar y ser fríos.Las mujeres para ellos era eso, objetos para satisfacer sus necesidades y ella jamás lo aceptaría.Una muñeca en un mar de sangre.—¿Sabías que te ves hermosa cuando estás metida en tus pensamientos? —le decía Thomas.Ellos se habían escapado a Alemania para poder vivir juntos. Tenían dos años en Berlín y, aunque ella tenía excelentes conocimientos empresariales, porque sí, Fabrizio se opuso para que la dejaran ser una mujer normal, en Berlín trabajaba en un café.A veces agradecía que Fabrizio fuera el capo y su padre no pudiera pasar sobre sus decisiones.—No sabes lo afortunada que me siento de estar contigo todos los días —él, con una sonrisa, besó sus labios.Thomas la amaba profundamente. Se conocieron en la universidad y fueron amigos por mucho tiempo. Él no sabía que era la hermana menor de la mano derecha de un criminal, pero no le importó y se enfrentó con ese hombre muchas veces.—¿No vas a llamar a Alessandro hoy? Es su cumpleaños y sé qué eres su persona favorita, Ale...Odiaba que la llamaran así...—No quiero que se entere en donde estoy, Thomas. Hemos vivido muy bien aquí y una llamada mía a Italia, acabaría en desastre —se alejó del balcón de la habitación.De solo pensar que Alessandro pudiera buscarla, se le hacía un nudo en la garganta. Ella tenía más miedo de él que de su propio padre.Por alguna razón, Andrea De Santis estaba demasiado tranquilo.—Él entendió lo que Fabrizio le explicó, Ale. Tu hermano...—¡Mi hermano no entiende nada, Thomas! Nosotros estamos viviendo tranquilos solo por la orden que dió Fabrizio. ¿Pero crees que estamos a salvo de Alessandro? Tiene sed de sangre al igual que...—¡Al igual que Fabrizio y toda la gente que te rodea, Alessandra! No estamos seguros de ninguna manera, pero en todos los años que hemos estado juntos, tu hermano respetó tu decisión. ¡Me enfrenté al Sottocapo de la Cosa Nostra, Alessandra! ¡¿Crees que no me hubiese asesinado el día uno que toqué tu mano si él quería?!—Thomas, él es...—Tienes diferencias con él, pero no es tan malo como lo haces ver...—¡Asesina a personas desde que tiene 14 años, Thomas! No me digas que no es...—¡Y nunca te ha hecho daño a ti, Ale! Tú mejor que nadie sabe que tu hermano estuvo fuera de tu casa por mucho tiempo y no sabe nada de lo que sucedía en tu familia —suspiró y se acercó a abrazarla—. No discutamos otra vez esto... Siempre es igual. Solo no quiero que estés triste cuando recuerdas a tu hermano...Ella recibió su abrazo y lloró. Odiaba todo lo que tenía que ver con la mafia, pero más odiaba que su hermano la dejara sola en ese mundo mientras se fue a estudiar a Gales. Ellos eran muy unidos, pero al llegar a cierta edad, deben iniciarse en la organización.Alessandro no era malo, pero había cambiado mucho al regresar a Italia. Era un hombre frío y aunque le tenía miedo, igualmente lo enfrentaba. No confiaba en él porque la había dejado atrás y eso jamás se lo iba a perdonar.***Era la noche más lluviosa y fría que podía haber en Berlín ese 4 de noviembre. Los noticieros no hablaron sobre una tormenta o algo parecido. Thomas y Alessandra habían tenido una cena romántica que terminó en un acalorado encuentro amoroso.Como todos los sábados en la noche, estaban los dos sentados en su acogedora sala de estar, viendo la televisión, pero su momento fue interrumpido, de manera abrupta por el hombre que ella menos esperaba encontrar.—Papá... —susurró, al abrir la puerta.—¡Hasta que por fin doy con tu paradero! No sabes cuánto me costó esperar a que el inútil de tu hermano se fuera de Italia —entró al departamento y vió a Thomas con asco.Alessandra había olvidado el miedo que daban los guardaespaldas de su padre... Y él.—¿Qué haces aquí? Fabrizio...—Soy el jefe de la familia De Santis, hija. No iba a dejarte la libertad que Alessandro le pidió a Fabrizio para ti. Tu deber es estar en casa con tu madre y esperando a que algún Capo pida tu mano —señala a su novio—. No estar con eso.Alessandra tragó grueso y se puso frente a Thomas, para intentar protegerlo.—Él no ha hecho nada, papá. Nosotros estamos viviendo bien y no me estoy metiendo en problemas. No he usado el dinero de la organización y...—¿Estás defendiendo a ese hombre, Alessandra? —la ira se fue apoderando del hombre—. ¡Responde, maldición!—Tenemos el permiso de Fabrizio y Alessandro...Y antes de poder continuar, el rostro de la castaña fue abofeteado por su padre, haciendo un estruendo en el silencioso departamento.—Ale... —antes de poder acercarse, fue tomado por los hombres de Andrea por su brazo.—¡No, papá! —ella también fue tomada por los otros hombres y alejada de Thomas.—Este hombre es un desgraciado que te quitó tu pureza. Ahora nadie va a quererte y deshonraste a la familia. ¿Dame una razón para no matarlos, Alessandra?—Lo amo, papá... Tenemos el permiso del Capo para estar juntos... Por favor... —le suplicaba su hija, entre lágrimas.—¿Y él te aceptó sabiendo quién eras? Qué ilusa eres, niña —el hombre no podía creerlo.Era abominable que su hija no estuviera con un capo o un hombre sin poder... Tanta belleza y estudio desperdiciado.—Yo amo a Alessandra, señor... —dijo el alemán con temor, pero enfrentaría cualquier destino con tal de que ella siguiera con vida.—¡Cállate, inútil! —sacó el arma de su funda y golpeó el rostro del joven.Alessandra perdió el aire al verlo sangrar.—¡Papá, déjalo, por favor! Thomas no está en este mundo...Se giró a verla y sintió como todo su cuerpo se tensó. Ese no era su padre. Estaba viendo al ex mano derecha del padre de Fabrizio.Ella sintió como su corazón y su pecho empezaron a arder.—¡Desgració el honor de la famiglia De Santis, Alessandra! Y eso no tiene perdón. Seré señalado por todo el mundo por tener una hija que se dejó engatusar por un hombre sin poder —miró a Thomas—. Dame una razón para no asesinarte por manchar a mi famiglia.—Yo la amo, señor. Jamás lastimaría a Ale y como se lo dije a su hermano, no tendré poder, pero prometo darle todo...—No puedes, mi hija corre peligro estando contigo —acarició su sien—. Mi hijo es un inútil que se deja manipular por Alessandra.—Papá...—Ruega por tu vida y aléjate de Alessandra —apuntó el rostro de Thomas.Lamentablemente, él no tenía a más nadie. Su abuela murió cuando él estaba estudiando y se encontraba solo en el mundo. Vivir sin Alessandra no podía, ella era su todo y en verdad creyó que podían ser felices.—No voy a rogar por mi vida y mucho menos voy a alejarme de Alessandra —el joven fue arrodillado—. Le pido disculpas por no ser un hombre con poder y dinero. Lamento haber manchado el honor de su familia, pero amo a su hija profundamente. Le prometí a Fabri...Y fue callado con otro golpe. Alessandra no paraba de llorar y suplicar que lo dejara ir. Ella ya había prometido regresar a casa y alejarse de él.—No digas Fabrizio... ¡Maldición, Alessandra, nunca piensas las cosas! —la apuntó—. Uno de los dos debe morir y llevarse la culpa de haber manchado a mi famiglia. Y el que quede con vida, jamás deberá decirle ni a mi hijo ni al capo lo que sucedió verdaderamente hoy.—Deje a Ale con vida, por favor... Ella...—Bien. Él muere por ti. Todo un caballero. Ahora despídete de él, Alessandra. Debemos regresar a Italia —le ordenó.Las piernas de la pobre chica se hicieron gelatina, los hombres de su padre la dejaron libre y fue hacia Thomas.—Por favor, amor...—Te amo, Ale. No pelees y deja de culpar a tu hermano de cosas que no sabe. Él es un buen hombre que solo piensa en ti. No me extrañes mucho y se feliz. Ten hijos y enamórate de alguien más. No estaré enojado y te cuidaré desde donde esté —besó sus labios.—Te amo, Thomas... —fue arrancada de su lado y arrastrada fuera del departamento.Todo el edificio había sido tomado por su padre. Seis disparos se escucharon desde el interior de lo que un día fue su casa.—¡No, Thomas! —gritó, lastimando su garganta. Intentó regresar, pero no se lo permitieron.Su padre salió de su casa con los zapatos llenos de sangre y una sonrisa llena de satisfacción.—Nada te ata a este mundo. Es hora de volver a casa y tomar tu lugar. He vengado el honor de mi famiglia —le dijo, al pasar por su lado.Ella quedó helada y sintió como algo corría por sus piernas.Su padre había destrozado su vida en cuestión de minutos. Lo que había empezado con una cena romántica, terminó en una desgracia.No dijo nada y esperó morir junto a Thomas y su hijo.Alessandra De Santis odiaba a su padre más, que a la propia organización que le había arrebatado el amor de su hermano.En la actualidad...Sicilia-Italia.Le había tomado cinco años, con tres meses, catorce días, diecisiete horas y cincuenta y cinco segundos, adaptarse a no tener a Thomas en su vida. Para Alessandra De Santis, la vida le había golpeado durísimo y sin tregua. Muchas noches se preguntó si ella había hecho algo mal, si había hecho enfadar a los dioses y no sé, tal vez, en su vida pasada, se metió con alguien muy malo y ella debía pagar ahora. Ella había perdido al primer hombre de su vida, el que más amó y le enseñó el arte de amar y ser amado. Alessandra venía de un mundo en donde el cariño es una muestra innecesaria, pero el asesinar te hacía grande. Lamentablemente, ella se enteró de que sería madre un día antes de la muerte de Thomas, solo que no hubo tiempo para poder decirle. Tampoco quiso hacerlo en el momento de su ejecución porque sabía que él moriría y se llevaría esa pena para la eternidad. Ella no era la persona más creyente de todas, pero no quería que su gran amor, queda
Todo el trayecto a la mansión, fue de completo silencio. Ninguno dijo absolutamente nada, de lo que habían intentado hablar cuando ella perdió el equilibrio. Para Alessandra, el solo pensar en su amado Thomas y en donde podría estar, la desestabilizaba más de lo que podrían imaginar.Sus pensamientos fueron invadidos por sus amargos recuerdos. Su mirada perdida en la autopista mientras su mente decía que su hijo, tendría cinco años si hubiese nacido.Su familia fue destruida antes de poder intentar formarse y se lamentaba todos los días su ausencia. Dereck veía fugazmente cada gesto que ella hacía. Fruncía el ceño, mordía su labio y parpadeaba con rapidez, para no llorar. Se había infiltrado a la organización por órdenes de sus superiores. Debía encontrar toda la información necesaria para arruinarle los planes a los italianos, de abrir otro negocio de lavado de dólares.Era difícil seguirles el rastro, pero habían logrado conseguir una brecha y entrar sin problemas. La mujer que le
Alessandra había salido corriendo porque le aterraba su padre. Sentía como sus piernas eran gelatina y si se quedaba ahí, probablemente, saldría rodando por las escaleras. Le pareció un acto impresionante e inmaduro que Dereck enfrentara a su padre, porque la última persona que intentó protegerla murió.Las manos de Alessandra no paraban de sudar y temblar, estaba tan asustada, que se quedó sentada en su cama viendo hacia la puerta esperando lo peor. Nadie se metería y nadie la protegería, si por esa puerta entraba su padre.Ella solo rogaba que Collins no se diera cuenta de nada y le fuera con el chisme a su hermano. Por más que sea, Alessandra era una mujer orgullosa y con lengua venenosa. No quería que su hermano o Fabrizio se dieran cuenta de que era una débil mujer.La manija de la puerta se empezó a mover, logrando que a ella le dieran náuseas por el miedo. Cuando, por fin, es abierta la puerta, la silueta de su guardaespaldas apareció.Por primera vez, en tantos eternos minutos
La mañana siguiente fue todo un poco más tranquilo. Alessandra estaba completamente adolorida y sentía como a su cuerpo, que ya estaba frío, le resultaba difícil hacer una tarea tan simple como levantarse. Le ardían los ojos de tanto sollozar en la noche y esperaba profundamente que Collins no se diera cuenta.Ella siempre había sido ignorada y esperaba que él no también lo hiciera.Se levantó con la poca fuerza que la caracterizaba. No era débil porque no supiera defenderse, pero hace mucho tiempo, ella se dejó morir. Giró su cabeza hacia el musculoso tirado en el suelo, que parecía estar profundamente dormido. Siguió su camino al baño para darse una ducha fría, por supuesto.Dereck sí había dormido al inicio, pero los sollozos de su jefa, lo habían mantenido en vela toda la noche. La vió dirigirse al baño y tensó la mandíbula al notar como caminaba. Ella iba con un brazo cubriendo su estómago, y con el otro, intentaba tocar las paredes para mantener el equilibrio.—¿Se encuentra bie
Alessandra había decidido cerrarse completamente a sentir. Para ella, todo había sido muy difícil de conseguir. Fue malinterpretada, cuando creyó que podía dar su opinión, al igual que el resto lo hacía. El mismo tema siempre era dicho, solo que esa vez, ella intentó sacarlo. Y prometió no volver a opinar sobre eso, porque había quedado como la mala de la historia. Nadie podía entender a Alessandra. Sus deseos, sus ganas, su ansiedad, nada... Las personas pensaban que ella frívola y podían jugar con ella. La italiana solo había llegado al mundo a sufrir, así siempre lo vió. Decidió aislarse y cerrarse en un mundo en donde nada le afectaba, pero así era feliz. Solo que nadie le entendía su manera de ser feliz.Después del asesinato de Thomas y la pérdida de su hijo, cerró su corazón. Tomó la decisión de quedarse sola para siempre. El dolor desgarrador que ha venido sufriendo durante años, fue lo que la llevó a tomar esa decisión. No quería seguir perdiendo a las personas que ella una
Alessandra tenía un profundo dolor en su pecho. Estar en el departamento que le trajo alegrías y con una intensidad que te destruye, tristeza. Para ella no había términos medios en cuanto al sentir. Su alma había abandonado su cuerpo hace cinco años y no paraba de doler.Ella sabía que eso de la felicidad era efímera... Por lo menos en su vida. Nunca tuvo algo duradero. Ella tampoco podía demostrar algún tipo de emoción porque sentía que en cualquier momento todo acabaría. Alessandra se reprimió tanto, tanto, que llegó a desconocerse. Todos le pedían comprensión, que entendiera las situaciones, que debía comprender a la otra persona porque sí, había sido lastimada, pero siempre tuvo una duda en su cabeza.¿Quién la comprendía a ella? A Alessandra jamás nadie la comprendió y simplemente se cansó.Amor, el único hombre que la había amado, se lo arrebataron de su lado. Ella había querido desde lo más profundo de su corazón, pero antes y después de Thomas, nadie, absolutamente nadie, la h
Conocer a nuevas personas no tenía por qué ser tan malo. Claro que Alessandra tenía miedo, a ella le encantaba hablar, salir y comer, pero las cosas en su vida diaria no eran tan sencillas. Le daba pánico que su padre se enterara de que ella tenía a alguien a su alrededor y aunque no necesariamente tenían que ser sus amigos, el simple hecho de que terminarían sin vida, la obligaba a estar siempre sola. Se miró al espejo y le gustó lo que vió. Se sentía renovada después de tomar ese baño. Al ponerse su reloj se dió cuenta de que Collins, había llegado mucho antes de la hora planeada. Salió de la habitación y lo encontró revisando su celular. Ella se acercó en silencio y cuando estuvo frente a él, quiso asustarlo, pero no lo logró.—Quería ver si dejabas de fruncir el ceño —él guardó el celular y la miró fijamente.—Tus pasos son pesados, haces mucho ruido al respirar y el aroma de tu cuerpo llega primero que tú —le enumeró lo que iba diciendo—. No me asusto con facilidad. Además, tú p
Había pasado un mes desde la última vez que Alessandra y Dereck habían hablado. La italiana tomó la decisión de no volver a dirigirle la palabra a su guardaespaldas, por la simple razón de no haberla defendido cuando su hermano y Fabrizio le pidieron que mostrara su abdomen.Para ella fue humillante y sí, él estuvo de su parte, pero no fue lo suficiente para que su hermano la dejara en paz.A Alessandra se le había prohibido el regreso a Sicilia. Así que tenía un mes viviendo en el departamento que le arruinó su salud mental. Todas las noches era desgarrador intentar dormir sin medicación. Ella se había convertido en una dependiente de las pastillas para dormir. Odiaba a Dereck con la misma intensidad con la que odiaba a su hermano. Era un buen guardaespaldas, pero no era lo suficientemente inteligente, para evitar la comida con la vecina y los dos indeseados que ahora estaban muy presentes en su vida.Alessandra se sentía ahogada y era algo ilógico, porque ella siempre deseó tener la