Conocer a nuevas personas no tenía por qué ser tan malo. Claro que Alessandra tenía miedo, a ella le encantaba hablar, salir y comer, pero las cosas en su vida diaria no eran tan sencillas. Le daba pánico que su padre se enterara de que ella tenía a alguien a su alrededor y aunque no necesariamente tenían que ser sus amigos, el simple hecho de que terminarían sin vida, la obligaba a estar siempre sola. Se miró al espejo y le gustó lo que vió. Se sentía renovada después de tomar ese baño. Al ponerse su reloj se dió cuenta de que Collins, había llegado mucho antes de la hora planeada. Salió de la habitación y lo encontró revisando su celular. Ella se acercó en silencio y cuando estuvo frente a él, quiso asustarlo, pero no lo logró.—Quería ver si dejabas de fruncir el ceño —él guardó el celular y la miró fijamente.—Tus pasos son pesados, haces mucho ruido al respirar y el aroma de tu cuerpo llega primero que tú —le enumeró lo que iba diciendo—. No me asusto con facilidad. Además, tú p
Había pasado un mes desde la última vez que Alessandra y Dereck habían hablado. La italiana tomó la decisión de no volver a dirigirle la palabra a su guardaespaldas, por la simple razón de no haberla defendido cuando su hermano y Fabrizio le pidieron que mostrara su abdomen.Para ella fue humillante y sí, él estuvo de su parte, pero no fue lo suficiente para que su hermano la dejara en paz.A Alessandra se le había prohibido el regreso a Sicilia. Así que tenía un mes viviendo en el departamento que le arruinó su salud mental. Todas las noches era desgarrador intentar dormir sin medicación. Ella se había convertido en una dependiente de las pastillas para dormir. Odiaba a Dereck con la misma intensidad con la que odiaba a su hermano. Era un buen guardaespaldas, pero no era lo suficientemente inteligente, para evitar la comida con la vecina y los dos indeseados que ahora estaban muy presentes en su vida.Alessandra se sentía ahogada y era algo ilógico, porque ella siempre deseó tener la
Todo el cuerpo de Alessandra se tensó y sintió que iba a morir. Por su mente jamás pasó que un hombre la volvería a besar. Tuvo náuseas, su respiración empezó a estar pausada y la sudoración en su cuerpo era fría. Ella estaba teniendo una crisis de ansiedad por algo tan mínimo... Pero le estaba siendo infiel al recuerdo de su único amor, y más dolor le causó que fuera en la casa en donde pasó los mejores momentos de su vida. Sus piernas no aguantaron más y se desvanecieron. Si no fuera porque Collins la tenía entre sus brazos, ella hubiese caído.Dereck se dió cuenta del error que había cometido al sentir que ella temblaba en sus brazos. La miró llena de lágrimas y la culpa se instaló en su pecho.—Alessa... —susurró, al dejar de besarla.—No lo hagas... ¡En tu vida vuelvas a besarme! ¡¿Quién demonios te crees que eres?! —le gritó, separándose de él.Ella ya no tenía fuerzas y sentía como su mundo se estaba viniendo abajo.—Estabas demasiado enojada y no encontré...—¡Me he mantenido
Dereck era un hombre inteligente y calculador, tal vez se le cruzaron los cables con Alessandra cuando la besó, pero eso no quería decir que él no pensaba en la situación a su alrededor. Debía ganarse la confianza de los mafiosos si él pretendía sacarle información. Sabía perfectamente que no podía solo con Alessandro y Fabrizio, pero con los guardaespaldas de ellos, sí.Debía dejarse golpear, en vez de recibir un balazo. Era matemática básica de primaria. Debía vivir, dejarse golpear y luego hacerse el idiota.Eso último le resultaba difícil. También debía demostrar su valía. Debía demostrar que era fuerte para defender a Alessandra... Esa castaña estaba más rota que él.La cabeza le dolía de tantos golpes que le dieron, al igual que sus costados. Por su larga trayectoria sabía que no tenía costillas rotas, pero había olvidado el sabor asqueroso de la sangre.—¿Vas a continuar enfrentándome, Collins? —Alessandro lo tomó por su cabello y lo obligó a verlo.—Por la señorita De Santis,
Alessandra se sentía el ser más triste mientras iban pasando las horas, y se acercaba su regreso a Italia. Estaba triste por lo que le había sucedido a Dereck, sabía que era su culpa, pero no tenía idea de cómo pedirle disculpas. No sabía si los golpes se los dió Alessandro o Fabrizio, pero estaba completamente segura de que eran provenientes de la mafia.—¿Cómo está Dereck hoy? —le preguntó la turca. No le caía mal o la odiaba, solo se sentía incómoda a su alrededor. Era demasiado perfecta y feliz. Le causaba intriga esa felicidad. Irradiaba paz y ternura... Todo lo contrario a ella.—Tiene muchos moretones. Él me comentó que eras doctora. ¿Por qué no estás ejerciendo tu profesión aquí? No pagan mal siendo médico —le respondió, pero cambió de tema. Ella podía ser perfecta para un trabajo en la organización junto a Cristal, si es que aceptan. Lamentaba meterlas en esto, pero ese era su trabajo. —Salimos de Turquía porque mi hermano nos mandó a traer. No ganaba mal, pero mamá no que
Y de nuevo se encontraban en suelo peligroso. En donde lo malo se celebraba y el bueno era juzgado. Ellos viajaron a Sicilia en el jet privado de la familia De Santis. Obviamente, patrocinado por Alessandro. Por supuesto, nadie podría hacerles nada porque sabrían rápidamente, quienes serían los culpables.Dereck estuvo la mayor parte del tiempo con los pilotos, vigilando cualquier movimiento en falso. Se sentía adolorido, parecía que por su cuerpo habían pasado elefantes que querían acabar con sus huesos. Aysel y Alessandra lo cuidaron lo más que pudieron, y se sintió agradecido. No todas las mujeres podían ser malas.Media hora después, de haber llegado a Italia, se encontraban en la mansión De Santis. Parecía todo muy alegre y lleno de vida. Pronto sería navidad y estaban remodelando la mansión. Alessandra vió a su hermano mayor en las escaleras, mientras le ordenaba al jefe de seguridad el cambio de autos para sus guardaespaldas. —Bienvenida a casa, señorita Alessandra —la recibi
A la mañana siguiente, por más loca que pudiera parecer la situación, la familia De Santis debía desayunar en la mesa. Eso ocurría cuando estaba el heredero en casa. Nadie se atrevería a envenenar la comida porque en cuestión de minutos, el Capo estaría tocando tu puerta para acabar con la vida de quien sea. La hermandad en la organización era algo que nadie debía romper. Lo que sucedía dentro de las mansiones, quedaba como problemas familiares, pero nadie debía traicionar al Capo y mucho menos a los que lo seguían.—Debemos llegar en famiglia a la mansión Martinelli —ella escuchó a su padre, pero no apartó la mirada de la comida. «¿Esto lo habrá preparado mi Nonna?», se preguntó, sinceramente. Ella tenía cinco años en casa, pero no volvió a sentarse a desayunar con nadie. Dereck la mirada desde lo lejos y estudiaba cualquier movimiento de la familia. No podía imaginar lo difícil que era para ella esa situación. Él añoraba un hogar, tener un hijo y un gato, pero las vueltas de la v
—¿Te duele mucho? —le preguntó Dereck, poniendo el botiquín de primeros auxilios en la cama para buscar una gasa y limpiar su boca. Ellos estaban en la habitación de invitados en donde se quedaría ella esa noche. Alessandra se sentó en la cama y lo miró fijamente. Él, la había protegido. No le tembló el pulso para dispararle a alguien por haberla lastimado. Sabía que, probablemente, vendría un enfrentamiento, pero por primera vez en años alguien se había puesto de su lado.—¿Por qué lo hiciste? Te estás metiendo en problemas, Dereck... —hizo una mueca de dolor, que a él le molestó.Él tampoco tenía idea de porque lo había hecho. Simplemente, su reacción fue así y no le importaba más nada que, volarle la mano a ese hombre que la había tocado.—¿Hay alguna diferencia en que yo te diga algo? —se sentó a su lado para empezar a tratarla.Al parecer él estaba enojado y la causante de eso, era ella. —No quiero que te lastimen más por mi culpa, Dereck —alzó su mano para tocar su mejilla, pe