A la mañana siguiente, por más loca que pudiera parecer la situación, la familia De Santis debía desayunar en la mesa. Eso ocurría cuando estaba el heredero en casa. Nadie se atrevería a envenenar la comida porque en cuestión de minutos, el Capo estaría tocando tu puerta para acabar con la vida de quien sea. La hermandad en la organización era algo que nadie debía romper. Lo que sucedía dentro de las mansiones, quedaba como problemas familiares, pero nadie debía traicionar al Capo y mucho menos a los que lo seguían.—Debemos llegar en famiglia a la mansión Martinelli —ella escuchó a su padre, pero no apartó la mirada de la comida. «¿Esto lo habrá preparado mi Nonna?», se preguntó, sinceramente. Ella tenía cinco años en casa, pero no volvió a sentarse a desayunar con nadie. Dereck la mirada desde lo lejos y estudiaba cualquier movimiento de la familia. No podía imaginar lo difícil que era para ella esa situación. Él añoraba un hogar, tener un hijo y un gato, pero las vueltas de la v
—¿Te duele mucho? —le preguntó Dereck, poniendo el botiquín de primeros auxilios en la cama para buscar una gasa y limpiar su boca. Ellos estaban en la habitación de invitados en donde se quedaría ella esa noche. Alessandra se sentó en la cama y lo miró fijamente. Él, la había protegido. No le tembló el pulso para dispararle a alguien por haberla lastimado. Sabía que, probablemente, vendría un enfrentamiento, pero por primera vez en años alguien se había puesto de su lado.—¿Por qué lo hiciste? Te estás metiendo en problemas, Dereck... —hizo una mueca de dolor, que a él le molestó.Él tampoco tenía idea de porque lo había hecho. Simplemente, su reacción fue así y no le importaba más nada que, volarle la mano a ese hombre que la había tocado.—¿Hay alguna diferencia en que yo te diga algo? —se sentó a su lado para empezar a tratarla.Al parecer él estaba enojado y la causante de eso, era ella. —No quiero que te lastimen más por mi culpa, Dereck —alzó su mano para tocar su mejilla, pe
Dereck vió como Alessandra se alejó de las escaleras y desapareció por el pasillo de las habitaciones. Él tuvo las intenciones de subir detrás de ella, pero fue detenido por los mafiosos porque irían a otro lado.En plena fiesta, bajaron a donde estaban unas celdas y se encontró con las personas que habían armado un alboroto hace unas horas. La prometida de Alessandro no paraba de llorar y el hombre al que él le había disparado, tenía una manta llena de sangre en su mano. No entendió para que estaba ahí, solo quería ir a donde Alessandra y preguntarle cualquier cosa que no fuera —¿eres una asesina?—. —¿Para qué trajiste a ese hombre aquí? Les va a traer más problemas de los que ya tienen. ¿Cómo pueden confiar tanto en un recién llegado? —les preguntó con ira.«Debí golpearle la boca también», Dereck pensó, al recordar el labio partido de Alessandra.La mujer no paraba de llorar y echarle la culpa a otras personas. Que había sido drogada y manipulada para que las cosas pasaran así.—Y
Alessandra se sentía como un objeto que pasaba de mano en mano, hasta que lograra quedar en un mismo lugar seguro. Fabrizio la quería sacar del país porque la sentía segura en Alemania, pero ella se sentía muy vulnerable en ese departamento. Sus sentimientos siempre quedaban a flor de piel y solo buscaba huir de todo lo que la lastimara. Ese departamento la hacía sentir sola y asfixiada. Había llegado al departamento poco más de una hora, porque había volado en el jet privado de Fabrizio. Limpió su maquillaje y vomitó como si el mañana no existiera. Tomó una larga ducha y ahora se miraba en el espejo mientras lágrimas caían por sus mejillas. Alessandra se sentía sola, cada vez que regresaba de esos eventos. Este año alguien murió por su culpa y capaz su hermano no pueda perdonarla.No tenía con quién hablar y sentía lástima de si misma. La soledad se la estaba comiendo y pedía a gritos que alguien la salvara. Que la hiciera volver a sentirse segura y que una mano calida, la arropara
Alessandra y Dereck se miraron a los ojos y ambos sonrieron. Parecía que no era necesario hablar porque ellos entendían todo. Dereck la sentó a horcajadas sobre él y le pareció más liviana de lo que pensó. Alessandra no tenía más experiencia que su antiguo amor y estaba nerviosa, porque había pasado mucho tiempo desde la última vez que estuvo con alguien.—¿Estás segura de querer hacerlo? —la preguntó, al jugar con su nariz.Ella sintió como su pecho se apretó, pero sabía perfectamente, para dónde iba dirigida esa pregunta.—Quiero olvidar por un momento lo que sucedió en este departamento —le sonrió—. Aquí todo cambió menos yo.Dereck pasó los brazos por su cintura y la atrajo más hacia él, como si eso fuera posible. Se volvieron a besar, pero esta vez había hambre de parte de los dos. Alessandra sintió una punzada en su intimidad y se sorprendió la manera en que Dereck la besaba. Nunca la habían besado así. Era como si él deseara comerla.Él estaba necesitado de ella y no lo supo ha
Parecerá una broma, pero ellos lo hicieron varias veces esa noche. Se detenían para comer, descansar o hablar, pero ambos saciaron su hambre durante toda la noche. Hubo tregua cuando Alessandra ya no pudo más y cayó dormida en el pecho de Dereck. Él no era un mal hombre, solo había sido engañado durante muchos años. Conoció a la mujer que un día amó, a los 16 años y un mes después de haberse conocido, se fueron a vivir juntos. Se casaron cuando cumplieron 21 y casi 20 años después, todo se fue al pique con el engaño de su mujer. Él ya se había curado de la infección que le dejó, pero la traición lo llevó a lo que era el día de hoy. Un hombre frío, que le huye a los sentimientos. Él tenía 36 años y no podía creer que había caído en la tentación de una italiana que estaba más rota que cualquier ser humano en el mundo. Acarició su mano al verla dormir tan tranquilamente. No parecía que ella hubiese sufrido tanto y mucho menos, que fuera alguien perteneciente a la mafia.—¿Cómo te saco
Alessandra y Dereck habían empezado una especie de relación, solo que decidieron no darle nombre. Para empezar, ella no encontraba la manera de poder decir —pareja—, porque sí, la última persona que estuvo con ella fue asesinada. No cometería el mismo error dos veces.Por otra parte, estaba Dereck. Él no debía mezclar el trabajo con placer y lamentablemente, ya había cruzado esa línea y conocía, perfectamente, el cuerpo de Alessandra. Al igual que varias de sus manías.Alessandra ya no lloraba tanto por las noches, los analgésicos hacían efecto y la culpa solo estaba por el día. Podía centrarse en trabajar y no tener que pensar en Thomas. Ninguno de los dos se arrepintió porque era lo que ellos querían en ese momento. Aún quieren estar juntos y sí, también lo hacen en secreto.—¿Estás bien? —le preguntó Dereck, entregándole un café helado, ellos, en las últimas semanas se habían ido conociendo mucho más. —El supermercado es algo muy arriesgado para seguirlo haciendo —le comentó, toma
A Dereck lo habían llevado a la mansión del Capo para ayudar a Fabrizio en lo que necesitaran. Miró a Cristal y a Aysel, que tampoco entendían la situación. Todos fueron llevados a la habitación de tortura y entendieron rápidamente lo que iba a suceder. Dereck ya manejaba suficiente información para destruir la organización de raíz y, aunque sería la primera reunión con sus superiores, no quería contar nada. Le daba asco la manera de actuar de la mafia, pero solo pensaba en que Alessandra se quedaría sola y simplemente, no podía.—Trajiste hasta las chicas que contrató Ale. Supongo que he hecho algo muy grave esta vez —miró a Fabrizio—. No sé qué le dije a mi hermana, pero creo que...—Ata sus manos, Collins —el guardaespaldas lo miró sin entender—. Es solo una lección, tranquilo.Sin comprender la situación, Dereck lo obedeció. Su rostro le dió risa a Alessandro porque sabía que no era su culpa. Colaboró, al ver que él no se doblegaría a nadie que no fuera el Capo. Si un día llegaba