Los peores momentos los estaban pasando ellos. Fabrizio, por no saber cómo estaría su mujer, y Aysel, por recibir tantos golpes como un saco de boxeo. El abdomen de la turca ya no daba para más. Le dolía respirar y le pedía a su madre que se le llevara. Sabía que Fabrizio iría por ella, pero no se creía capaz de poder aguantar un poco más de dos horas. Mucho menos cuando la estaban golpeando con alevosía.Aysel no lloró ni una sola vez, aunque su rostro estaba cubierto de sangre y moretones. Uno de sus ojos estaban cerrados por la inflamación y estaba por ocurrir lo peor.—¿Sabes que es lo divertido de todo esto? —ella solo podía escuchar la voz del hombre. La fuerza había abandonado su cuerpo desde la última golpiza—. Que al bastardo de Fabrizio tú serás quien lo va a matar.Y esa era una de las razones por las que, aunque quería irse con su madre, le daba miedo dejar a Fabrizio. Ese hombre sería capaz de hacer una locura si ella llegaba a morir antes de que él llegara.«Anne, dame
—¡Tienes que salvarla! —le apuntó con su arma la cabeza a una doctora.—Capo, debe esperar aquí afuera. Deje que nosotros revisemos el estado de Aysel para poder proceder —le informó nerviosa—. Tiene el pulso muy débil y no debemos perderlo. Si usted nos sigue deteniendo, ningún médico podrá hacer su trabajo.Fabrizio tragó grueso, asintió y bajó el arma.—Si Aysel no se salva juro por la memoria de Sofía que ustedes estarán muertos —los sentenció a muerte.—Se hará...—Hasta lo imposible si ustedes quieren seguir viviendo —la interrumpió.La doctora dió un suspiro y se marchó. Estaban en el área de emergencia de un hospital cercano a donde fue encontrada Aysel. Todo el mundo sabía quién era Fabrizio y la manera en que fue secuestrado el lugar por toda la mafia, no era necesario preguntar qué querían.—Alessandra y Emma vienen en camino para estar con Aysel mientras nosotros nos hacemos cargo de...—No me voy a ir hasta que Aysel despierte —no lo dejó terminar—. Necesito que ella...—
—En el nombre del padre, del hijo y del espíritu Santo, amén —escuchó hablar a Emma, mientras entraba al hospital.—¿Tan mal está? —le preguntó, asustando a la chica—. No fue mi intención...Emma los miró a los dos y sonrió con amabilidad. Parece que la vida de la Cosa Nostra dependía de la turca que estaba luchando por vivir.—Hay que confiar en Dios, Fabrizio. Aysel está en cirugía. Los estaba esperando para que fuéramos juntos a la sala de espera —besó la mejilla de su esposo—. La policía está aquí.Fabrizio cerró los ojos y suspiró.—¿En dónde estaba Dios cuando Aysel o Sofía estaban sufriendo? —la miró con frialdad—. No soy creyente, pero respeto... Solo no me digas que crea en alguien que me abandonó a mi suerte.Emma lo miró con tristeza.—Mi fe es tan grande como lo es la Cosa Nostra. Todos los días pido por ustedes y he sido bendecida día a día. Sé que Aysel saldrá de esta mala situación. Hay gente buena que le pasan cosas malas. Lamentablemente, a Aysel le tocó conocer lo ma
Fabrizio esperó y esperó, a que alguien le diera una mejor noticia. Subió nuevamente a donde estaba su gente y encontró a todos reunidos en la sala de espera, mientras Emir gritaba palabras en turco. El reloj marcó las 12 y él cerró los ojos por un instante.—¡Anneme gitmemeli! —el dolor en su voz era profunda, y casi podía sentir lo que Emir trasmitía.—En un idioma en el que te pueda entender... —le ordenó, tan cansado de esperar por su bonita.—No debe ir con mi madre —le contestó y señaló a la doctora—. Ella dijo que Aysel...—¡No! —lo interrumpió y se giró a mirar a la mujer—. Es el cumpleaños de Aysel.La doctora los miró y sintió lástima por todos. Cada día era algo peor para la pobre muchacha, y se le notaba a todos cuanto la amaban.—¿Creen en los milagros? —les preguntó, Fabrizio apretó sus manos y las hizo puño—. Es lo único que puede hacer que esa joven regrese a la vida sin problemas. Nosotros hicimos todo lo que está en nuestro alcance, pero solo un milagro...—¡Yo creo
Tres meses después.Islandia.Habían pasado algunos meses desde que Aysel regresó a la vida. La turca tuvo días en donde la rehabilitación era imposible. Estuvo mucho tiempo inmóvil con su brazo y le costó volver a recobrar su peso saludable. La familia Martinelli estaba al pie del cañón con ella y jamás la dejaron sola. Para la Cosa Nostra, ella era una heroína y la admiraban al igual que a su líder. La boda llegó en un respiro y por segunda vez en la vida, Fabrizio estaba nervioso. Sus amigos y padrinos de boda estaban en la habitación terminando de arreglarse para ir a la iglesia. Porque por supuesto, Aysel se casaría como su madre una vez lo pidió.—¿Nervioso? —le preguntó Alessandro, viendo cómo se ponía el saco del esmoquin.—Vuelve a preguntar y te envío a Estados Unidos —lo amenazó.—Luke está aquí... —se burló, y miró a los chicos—. Los solteros más deseados de Europa. Todos menos Fabrizio.Los cuatro líderes de la mafia lo miraron con seriedad. Estaba Kylian, segundo al ma
Año y medio después...Sicilia-Italia.Era la primera vez que Gianna Sofía hablaba frente a todos. La pequeña heredera de los Martinelli, pronunció la palabra —papá—, logrando la admiración de la organización. Una niña amada por todos y protegida de una manera impensable.Gianna Sofía, llegó 9 meses después de la boda. En honor a la hermana menor de Fabrizio, decidieron ponerle Sofía a la pequeña. Era una hermosa niña de cabello castaño y ojos con heterocromía como su madre. La viva imagen de su padre y el carácter encantador de Aysel. La pequeña les decía —papá— en italiano y —mamá— en turco.La adoración de todos. La Cosa Nostra después de tener tanto sufrimiento, se había llenado de niños en cuestión de unos años. Bendecidos, solía decir Emma.—Hoy te necesité más que todos los días —Fabrizio besó los labios de su esposa—. Eres la mujer más hermosa del mundo, la mia amata.Aysel se subió a su regazo a horcajadas, mientras se besaban. Él había estado de viaje en Polonia porque Kass
Cinco años atrás...Berlín-Alemania.Alessandra De Santis creía haberlo conseguido todo. Le había costado salir de las faldas de su familia, pero con la ayuda de su mejor amigo, Fabrizio, consiguió irse lejos del radar de la mafia. Ella lo consideraba un hermano y se comportaba mucho mejor que Alessandro, su hermano mayor. Eran más las discusiones entre hermanos porque ella no se doblegaba ante las leyes que había en su familia, que a las muestras de afecto que se daban. Alessandro no era mal hermano, de hecho, era muy protector con su hermana, solo que él nunca supo cómo demostrar afecto. Los hombres en la mafia tenían una misión en la vida... Matar y ser fríos.Las mujeres para ellos era eso, objetos para satisfacer sus necesidades y ella jamás lo aceptaría.Una muñeca en un mar de sangre.—¿Sabías que te ves hermosa cuando estás metida en tus pensamientos? —le decía Thomas.Ellos se habían escapado a Alemania para poder vivir juntos. Tenían dos años en Berlín y, aunque ella tenía
En la actualidad...Sicilia-Italia.Le había tomado cinco años, con tres meses, catorce días, diecisiete horas y cincuenta y cinco segundos, adaptarse a no tener a Thomas en su vida. Para Alessandra De Santis, la vida le había golpeado durísimo y sin tregua. Muchas noches se preguntó si ella había hecho algo mal, si había hecho enfadar a los dioses y no sé, tal vez, en su vida pasada, se metió con alguien muy malo y ella debía pagar ahora. Ella había perdido al primer hombre de su vida, el que más amó y le enseñó el arte de amar y ser amado. Alessandra venía de un mundo en donde el cariño es una muestra innecesaria, pero el asesinar te hacía grande. Lamentablemente, ella se enteró de que sería madre un día antes de la muerte de Thomas, solo que no hubo tiempo para poder decirle. Tampoco quiso hacerlo en el momento de su ejecución porque sabía que él moriría y se llevaría esa pena para la eternidad. Ella no era la persona más creyente de todas, pero no quería que su gran amor, queda