Dereck era un hombre inteligente y calculador, tal vez se le cruzaron los cables con Alessandra cuando la besó, pero eso no quería decir que él no pensaba en la situación a su alrededor. Debía ganarse la confianza de los mafiosos si él pretendía sacarle información. Sabía perfectamente que no podía solo con Alessandro y Fabrizio, pero con los guardaespaldas de ellos, sí.Debía dejarse golpear, en vez de recibir un balazo. Era matemática básica de primaria. Debía vivir, dejarse golpear y luego hacerse el idiota.Eso último le resultaba difícil. También debía demostrar su valía. Debía demostrar que era fuerte para defender a Alessandra... Esa castaña estaba más rota que él.La cabeza le dolía de tantos golpes que le dieron, al igual que sus costados. Por su larga trayectoria sabía que no tenía costillas rotas, pero había olvidado el sabor asqueroso de la sangre.—¿Vas a continuar enfrentándome, Collins? —Alessandro lo tomó por su cabello y lo obligó a verlo.—Por la señorita De Santis,
Alessandra se sentía el ser más triste mientras iban pasando las horas, y se acercaba su regreso a Italia. Estaba triste por lo que le había sucedido a Dereck, sabía que era su culpa, pero no tenía idea de cómo pedirle disculpas. No sabía si los golpes se los dió Alessandro o Fabrizio, pero estaba completamente segura de que eran provenientes de la mafia.—¿Cómo está Dereck hoy? —le preguntó la turca. No le caía mal o la odiaba, solo se sentía incómoda a su alrededor. Era demasiado perfecta y feliz. Le causaba intriga esa felicidad. Irradiaba paz y ternura... Todo lo contrario a ella.—Tiene muchos moretones. Él me comentó que eras doctora. ¿Por qué no estás ejerciendo tu profesión aquí? No pagan mal siendo médico —le respondió, pero cambió de tema. Ella podía ser perfecta para un trabajo en la organización junto a Cristal, si es que aceptan. Lamentaba meterlas en esto, pero ese era su trabajo. —Salimos de Turquía porque mi hermano nos mandó a traer. No ganaba mal, pero mamá no que
Y de nuevo se encontraban en suelo peligroso. En donde lo malo se celebraba y el bueno era juzgado. Ellos viajaron a Sicilia en el jet privado de la familia De Santis. Obviamente, patrocinado por Alessandro. Por supuesto, nadie podría hacerles nada porque sabrían rápidamente, quienes serían los culpables.Dereck estuvo la mayor parte del tiempo con los pilotos, vigilando cualquier movimiento en falso. Se sentía adolorido, parecía que por su cuerpo habían pasado elefantes que querían acabar con sus huesos. Aysel y Alessandra lo cuidaron lo más que pudieron, y se sintió agradecido. No todas las mujeres podían ser malas.Media hora después, de haber llegado a Italia, se encontraban en la mansión De Santis. Parecía todo muy alegre y lleno de vida. Pronto sería navidad y estaban remodelando la mansión. Alessandra vió a su hermano mayor en las escaleras, mientras le ordenaba al jefe de seguridad el cambio de autos para sus guardaespaldas. —Bienvenida a casa, señorita Alessandra —la recibi
A la mañana siguiente, por más loca que pudiera parecer la situación, la familia De Santis debía desayunar en la mesa. Eso ocurría cuando estaba el heredero en casa. Nadie se atrevería a envenenar la comida porque en cuestión de minutos, el Capo estaría tocando tu puerta para acabar con la vida de quien sea. La hermandad en la organización era algo que nadie debía romper. Lo que sucedía dentro de las mansiones, quedaba como problemas familiares, pero nadie debía traicionar al Capo y mucho menos a los que lo seguían.—Debemos llegar en famiglia a la mansión Martinelli —ella escuchó a su padre, pero no apartó la mirada de la comida. «¿Esto lo habrá preparado mi Nonna?», se preguntó, sinceramente. Ella tenía cinco años en casa, pero no volvió a sentarse a desayunar con nadie. Dereck la mirada desde lo lejos y estudiaba cualquier movimiento de la familia. No podía imaginar lo difícil que era para ella esa situación. Él añoraba un hogar, tener un hijo y un gato, pero las vueltas de la v
—¿Te duele mucho? —le preguntó Dereck, poniendo el botiquín de primeros auxilios en la cama para buscar una gasa y limpiar su boca. Ellos estaban en la habitación de invitados en donde se quedaría ella esa noche. Alessandra se sentó en la cama y lo miró fijamente. Él, la había protegido. No le tembló el pulso para dispararle a alguien por haberla lastimado. Sabía que, probablemente, vendría un enfrentamiento, pero por primera vez en años alguien se había puesto de su lado.—¿Por qué lo hiciste? Te estás metiendo en problemas, Dereck... —hizo una mueca de dolor, que a él le molestó.Él tampoco tenía idea de porque lo había hecho. Simplemente, su reacción fue así y no le importaba más nada que, volarle la mano a ese hombre que la había tocado.—¿Hay alguna diferencia en que yo te diga algo? —se sentó a su lado para empezar a tratarla.Al parecer él estaba enojado y la causante de eso, era ella. —No quiero que te lastimen más por mi culpa, Dereck —alzó su mano para tocar su mejilla, pe
Dereck vió como Alessandra se alejó de las escaleras y desapareció por el pasillo de las habitaciones. Él tuvo las intenciones de subir detrás de ella, pero fue detenido por los mafiosos porque irían a otro lado.En plena fiesta, bajaron a donde estaban unas celdas y se encontró con las personas que habían armado un alboroto hace unas horas. La prometida de Alessandro no paraba de llorar y el hombre al que él le había disparado, tenía una manta llena de sangre en su mano. No entendió para que estaba ahí, solo quería ir a donde Alessandra y preguntarle cualquier cosa que no fuera —¿eres una asesina?—. —¿Para qué trajiste a ese hombre aquí? Les va a traer más problemas de los que ya tienen. ¿Cómo pueden confiar tanto en un recién llegado? —les preguntó con ira.«Debí golpearle la boca también», Dereck pensó, al recordar el labio partido de Alessandra.La mujer no paraba de llorar y echarle la culpa a otras personas. Que había sido drogada y manipulada para que las cosas pasaran así.—Y
Alessandra se sentía como un objeto que pasaba de mano en mano, hasta que lograra quedar en un mismo lugar seguro. Fabrizio la quería sacar del país porque la sentía segura en Alemania, pero ella se sentía muy vulnerable en ese departamento. Sus sentimientos siempre quedaban a flor de piel y solo buscaba huir de todo lo que la lastimara. Ese departamento la hacía sentir sola y asfixiada. Había llegado al departamento poco más de una hora, porque había volado en el jet privado de Fabrizio. Limpió su maquillaje y vomitó como si el mañana no existiera. Tomó una larga ducha y ahora se miraba en el espejo mientras lágrimas caían por sus mejillas. Alessandra se sentía sola, cada vez que regresaba de esos eventos. Este año alguien murió por su culpa y capaz su hermano no pueda perdonarla.No tenía con quién hablar y sentía lástima de si misma. La soledad se la estaba comiendo y pedía a gritos que alguien la salvara. Que la hiciera volver a sentirse segura y que una mano calida, la arropara
Alessandra y Dereck se miraron a los ojos y ambos sonrieron. Parecía que no era necesario hablar porque ellos entendían todo. Dereck la sentó a horcajadas sobre él y le pareció más liviana de lo que pensó. Alessandra no tenía más experiencia que su antiguo amor y estaba nerviosa, porque había pasado mucho tiempo desde la última vez que estuvo con alguien.—¿Estás segura de querer hacerlo? —la preguntó, al jugar con su nariz.Ella sintió como su pecho se apretó, pero sabía perfectamente, para dónde iba dirigida esa pregunta.—Quiero olvidar por un momento lo que sucedió en este departamento —le sonrió—. Aquí todo cambió menos yo.Dereck pasó los brazos por su cintura y la atrajo más hacia él, como si eso fuera posible. Se volvieron a besar, pero esta vez había hambre de parte de los dos. Alessandra sintió una punzada en su intimidad y se sorprendió la manera en que Dereck la besaba. Nunca la habían besado así. Era como si él deseara comerla.Él estaba necesitado de ella y no lo supo ha