Capítulo 3

Alessandra había salido corriendo porque le aterraba su padre. Sentía como sus piernas eran gelatina y si se quedaba ahí, probablemente, saldría rodando por las escaleras. Le pareció un acto impresionante e inmaduro que Dereck enfrentara a su padre, porque la última persona que intentó protegerla murió.

Las manos de Alessandra no paraban de sudar y temblar, estaba tan asustada, que se quedó sentada en su cama viendo hacia la puerta esperando lo peor. Nadie se metería y nadie la protegería, si por esa puerta entraba su padre.

Ella solo rogaba que Collins no se diera cuenta de nada y le fuera con el chisme a su hermano. Por más que sea, Alessandra era una mujer orgullosa y con lengua venenosa. No quería que su hermano o Fabrizio se dieran cuenta de que era una débil mujer.

La manija de la puerta se empezó a mover, logrando que a ella le dieran náuseas por el miedo. Cuando, por fin, es abierta la puerta, la silueta de su guardaespaldas apareció.

Por primera vez, en tantos eternos minutos, pudo volver a respirar.

—Me agrada saber que le da alegría verme —intentó bromear el castaño.

Miró rápidamente la habitación de Alessandra y se sorprendió, porque solo había una cama grande, un clóset viejo y un espejo en la pared. Había aire acondicionado integrado, pero era igual que un refrigerador.

—¿No te da miedo? —le preguntó, en un hilo de voz—. ¿Qué haces aquí? Debes ir a la cocina para que puedas comer. Ten mucho cuidado con lo que te dan. Trata de comer cuando mi Nonna sirva y veas que ella también está comiendo. Tu cuerpo no está acostumbrado al veneno y podría... Solo come a las mismas horas que todos, por favor.

Dereck la observó detalladamente y sintió ira. Cerró la puerta y se acercó lo suficiente a ella, para poder hablarle sin que su voz se escuchara con eco.

—¿Entonces usted sí? —ella lo miró y tragó grueso—. No debe preocuparse por nada sobre mí. Mi cuerpo está acostumbrado a muchas cosas. No comeré nada de lo que usted no coma, y tampoco la dejaré sola. Creo que podré dormir en el suelo de esta habitación.

—¿Qué? —se levantó de la cama con rapidez.

—Traeré mis cosas. Voy a recordar viejos tiempos. Me será útil una almohada, pero veo que usted tampoco tiene... Entonces podremos ir a comprar unas cuando vuelva a salir.

—¿Estás loco? ¿Quieres que Andrea acabe contigo? No debes estar aquí. Tienes tu propia habitación. Alessandro no va a permitir que duermas conmigo —intentó persuadirlo.

Pero en su corazón, la culpa se empezó a instalar. Si ese hombre moría por su culpa, no lo aguantaría. Primero fue Thomas, después su hijo y un tercero, acabaría con la poca estabilidad mental que le quedaba.

—Hablaré con el señor Alessandro sobre dormir en el mismo lugar que usted, pero no voy a dejarla sola en esta habitación cuando me fue ordenado ser su sombra, señorita Alessandra —la miró con diversión.

—¡Esto no es un juego! ¡¿Acaso no le temes a la muerte?! ¡Morir no es una opción es esta vida! —sus ojos se llenaron de lágrimas y se alejó de él.

—No le temo a la muerte. Le temo a la vida y lo cruel que puede llegar a ser. No espero que me entienda, pero estoy aquí por y para usted. Si debo comer veneno, enfrentarme a su padre o meterme entre usted y una bala, lo haré. No me subestime, qué ángel no soy —suspiró, al verla alterada—. ¿Va a bajar a comer conmigo?

Ella se limpió las lágrimas y lo miró con ironía.

—Mi cena fue con Alessandro y Fabrizio. Hace mucho tiempo que dejaron de tener un plato de comida para mí —respondió con amargura—. Ve a comer. Te esperaré aquí y recuerda empacar tus cosas porque mañana, probablemente, estemos viajando a Alemania.

Él la miró y notó lo delgada y frágil que parecía. Entendió las razones de su hermano en querer protegerla. Qué lástima que él no supiera como era tratada su hermana, porque lo más seguro es que acabaría con todas las personas que estaban en esta mansión.

Problemas de la mafia... Suponía.

—Entonces iré a ver qué se puede comer y traeré mis cosas para dormir aquí. No demoraré más de diez minutos —le informó, saliendo de la habitación.

Ella cayó al suelo, sintiendo como todo su interior volvió a tener miedo. Sabía que esos diez minutos, se convertirán en media hora.

Solo le quedaba tomar una ducha y esperar a que su padre llegara a la habitación.

***

Dereck bajó a la cocina y vió como todos se tensaron al verlo llegar. Fue gracioso porque si estaban puntualmente para comer. Al parecer, nadie quería ser envenenado mientras intentaban alimentarse. Una señora mayor estaba sirviendo los platos de comida y cuando se giró, lo miró con amabilidad.

—¿Eres el guardaespaldas de mi niña? —él asintió a su pregunta y tomó asiento—. Gracias al cielo. Por fin alguien la tomará en cuenta y me la va a cuidar de todos.

Pudo notar el alivio en la señora.

—Soy Dereck Collins. Vine por órdenes del señor Alessandro.

—Qué suerte la tuya... Debes ser mejor de lo que pareces. Estar aquí es una maldición —se quejó un muchacho.

—Si el señor Andrea los escucha los va a matar. Deben tener cuidado con lo que dicen —les advirtió el jefe de seguridad.

—¿Cómo se llaman? No tienen que darme mucha información de ustedes si se sienten vigilados. Solo estaré aquí haciendo mi trabajo y cuidando de la señorita. Cuando eso...

—Eres un espía —lo confrontó el muchacho, Collins sonrió y lo miró fríamente—. ¿Le vas a contar todo al señor Alessandro? Te recomiendo que mires bien las cosas. Digamos que el hijo de mi jefe no tolera que a la señorita se le toque un cabello.

—Pero eso es en la calle, Massimo —le corrigió la señora—. Yo soy la Nonna de mis niños, pero debido a las circunstancias, me han prohibido acercarme nuevamente a ella. Ale confía en mí, así que puedes estar seguro con tus comidas. Nadie más que yo es la encargada de eso. Massimo es nuevo y es un buen muchacho, solo que no sabe controlar su lengua. Aquí estamos nosotros que también somos renegados en la mansión.

—No soy de mucha ayuda con la señorita Alessandra, pero a menudo puedo verificar que todo esté bien con el auto que uses. Puedes venir a mí cuando necesites ayuda... Quiero decir, puedo prestarte apoyo con cualquier cosa que no incluya a la señorita Alessandra —intervino el jefe de seguridad—. Me llamo Bruno y no necesitas conocer el resto de la gente aquí. Ninguno vale la pena.

A Dereck le pareció extraña la deslealtad que había en esas tres personas. Alessandro le había comentado sobre ellos y lo fieles que eran a su familia, ya que siempre lo trataban muy bien. Él entendió que la lealtad solo era para los hermanos.

Había una brecha muy grande entre ellos y Andrea. Algo interesante que le informaría a sus superiores.

Toda la información que necesitaba sacar, lo haría desde esos tres empleados y Alessandra. Se ganaría su confianza y le darían fin a su intento de expansión.

***

Por otro lado, Alessandra estaba acostada en la cama viendo hacia el techo lleno de telarañas. Echaba de menos su casa en Alemania y por eso iría a visitarla al día siguiente. Aprovecharía los negocios que tenía que hacer en nombre de Fabrizio, para poder volver.

Ella supuso que la cena con Dereck había ido bien, porque esos diez minutos se convirtieron en quince y sí, la puerta de su habitación fue abierta con total calma.

Todas las puertas de la mansión sonaban... Todas, menos la de esa habitación.

—¿Le dijiste algo a Alessandro? ¿Te fuiste a quejar con él? Eres una desgracia para mi familia, Alessandra. No conforme con manchar el apellido De Santis...

Ella se sentó en la cama y vió a Andrea parado frente a la cama.

¿Qué le diría a Collins por la mañana cuando la viera?

—No he dicho nada, papá... Alessandro también me sorprendió con la llegada del guardaespaldas y...

La tomó por el brazo y la jaló hasta levantarla de la cama.

—¿Acaso te dije que hablaras? —sus ojos estaban inyectados de ira—. Dile a tu hermano que no quieres un guardaespaldas. Dile que se vaya de la mansión y nos deje en paz. No quiero espías en mi casa... —la soltó y acarició su rostro—. Yo hago las cosas porque te amo, hija. Quiero que entiendas tu error y lo que siento como padre al verte tan indefensa por el mundo. Ese sucio alemán te lavó el cerebro y quiso llevarte a ser una mujer cualquiera.

Ella quiso llorar, pero recordó lo fuerte que fue Thomas hasta el final y se mantuvo firme en su posición.

Cosa que a su padre le cabreó.

—Por eso es que te mereces lo que te haga. Odio esa mirada... —y por desgracia, era la misma que la de él, ella también la odiaba.

Sus golpes siempre fueron en el cuerpo para que no se notaran. Era la primera vez que la abofeteaba y eso era una advertencia para Dereck Collins. Si él veía que Alessandra estaba siendo maltratada, haría algo y tendría razones suficientes para matarlo.

Ya para cuando Dereck regresó a la habitación, todo había pasado. Los golpes en el cuerpo dolían, pero ya no tanto por el efecto de los analgésicos.

Solo esperaba que no se diera cuenta del golpe en la cara.

—He regresado, señorita Alessandra. Todo está listo para viajar en la mañana —le informó, pero no recibió respuesta.

Se acercó a la cama y la vió dormida, le pareció extraño, ya que no se demoró más de media hora. Ella no estaba cansada cuando él salió de la habitación, pero no quiso interrumpir su sueño. La dejó tranquila porque cuando se fue de ahí, ella estaba claramente alterada.

Se acostó en el suelo después de conseguir una sábana y miró el techo lleno de telarañas, al poner sus brazos como almohada. Sintió algo extraño dentro de él, al ver las condiciones en las que Alessandra vivía en esa mansión.

Ella era frágil ante sus ojos, muy delgada para su gusto y sí, por supuesto, que era hermosa, pero en sus ojos solo demostraba sufrimiento cuando se veía en peligro.

Alessandra no estaba dormida y sollozó en silencio hasta lograrlo.

Cada uno llevaba sus propias cargas. Solo que Dereck no sabía que tan pesadas eran las de ella.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo