La mañana siguiente fue todo un poco más tranquilo. Alessandra estaba completamente adolorida y sentía como a su cuerpo, que ya estaba frío, le resultaba difícil hacer una tarea tan simple como levantarse. Le ardían los ojos de tanto sollozar en la noche y esperaba profundamente que Collins no se diera cuenta.
Ella siempre había sido ignorada y esperaba que él no también lo hiciera.Se levantó con la poca fuerza que la caracterizaba. No era débil porque no supiera defenderse, pero hace mucho tiempo, ella se dejó morir. Giró su cabeza hacia el musculoso tirado en el suelo, que parecía estar profundamente dormido. Siguió su camino al baño para darse una ducha fría, por supuesto.Dereck sí había dormido al inicio, pero los sollozos de su jefa, lo habían mantenido en vela toda la noche. La vió dirigirse al baño y tensó la mandíbula al notar como caminaba. Ella iba con un brazo cubriendo su estómago, y con el otro, intentaba tocar las paredes para mantener el equilibrio.—¿Se encuentra bien? —se levantó del suelo, para ir hacia ella.Alessandra se metió al baño y cerró la puerta con la rapidez que le permitió su cuerpo.—¡Estoy bien! —le respondió acelerada, alejándose de la puerta, se miró en el espejo—. Cada día doy más vergüenza...—La vi levantarse de la cama con dificultad. ¡Abra la puerta! —le ordenó, interrumpiendo su conversación con ella misma.—Me voy a bañar, estoy en mis días rojos... eso es todo. Ve a desayunar, no quiero que te pierdas la hora de la comida.Dereck sonrió por la sugerencia de la mujer que había llorado toda la noche.—Abre la puerta o llamo a tu hermano. No soy un hombre de paciencia —en ese momento, aunque no la trató como siempre, su voz se escuchó amenazante.—No me faltes el respeto, Collins. Solo ve a desayunar y no pierdas tiempo. Saldré en un minuto después de bañarme —se sacó la ropa y vió como los golpes estaban marcados en su pálida piel.El frío del baño era igual al de la habitación y, el agua, Dios, se metía entre sus poros y la hacía temblar. Su padre la odiaba tanto, que si ella moría congelada, le haría un favor a él.Dereck escuchó el agua correr y movió dos veces más, el picaporte de la puerta. Suspiró, recogió sus cosas y salió de la habitación. Era más cómodo dormir en la calle. La sabana de Alessandra era tan fina, que supo inmediatamente, que no la arropó. Bajó a la cocina y tomó una ducha, al volver a donde Alessandra, tenía una taza de café y un sándwich para ella.—Traje comida. Salga para comer juntos —le informó, al tocar la puerta del baño—. Señorita, necesito que salga del baño...No hubo respuesta de su parte y él comenzó a sentirse ansioso. Tocó la puerta tres veces más y siguió sin recibir respuesta.—¡Alessandra, abre la puerta! —intentó abrirla—. ¡Voy a entrar!Pateó una sola vez la puerta y logró abrirla. La encontró sentada en la punta de la bañera con los ojos rojos. Su cuerpo titiritaba de frío, mientras su cabello goteaba a su alrededor.—Entraste... —lo miró con dolor.—Mierda... —fue hacia ella y le puso su chaqueta encima de la toalla—. Esta habitación de m****a es demasiado fría.La tomó entre sus brazos y la sacó del baño. Era liviana, muy flaca para su gusto. Parecía que no comía lo suficiente y eso le hizo un nudo en la garganta.—Es más cálido que cualquiera de las personas de esta mansión. Los únicos que me soportan son Fabrizio y mi hermano... aunque ese último me ignora porque, según él, me ama —se burló.—Nonna, Bruno y Massimo se preocupan por ti —la miró sacarse la chaqueta y tomar un vestido suelto azul—. Me daré la vuelta para que tenga privacidad.Lo vió girarse y se puso el vestido, se quitó la toalla, su braga de encaje azul y dejó sus senos libres. Era una ventaja de tenerlos pequeños en esta ocasión. Era eso, o dejar que Collins viera sus moretones.—Gracias... ya puedes voltear —se levantó de la cama para peinarse y hacerse una cola alta.Dereck se agachó, le entregó unos tacones y una chaqueta beige.—Traje el desayuno. Vamos a comer antes de irnos al aeropuerto. Nonna no estaba y...—No podemos comer nada de eso. Vamos a desayunar en un restaurante en el aeropuerto. No perdamos más tiempo en estando aquí —se puso los tacones y la chaqueta, miró a Dereck como si lo de hace segundos, nunca hubiese sucedido.—Quieren envenenarnos... —admitió, haciendo que Alessandra sonriera.—Bienvenido a mi familia, Collins. Salgamos, Massimo debe haber puesto nuestras maletas en el auto —se puso sus gafas oscuras y salió de la habitación como la mujer más empoderada de Europa.Él la siguió en total silencio, después de tomar su chaqueta. Ambos bajaron por las escaleras de la mansión, con la mirada de todos puestas en ellos. Andrea la miró con desdén y esperó a que ella se desmayara.Dereck lo miró y se detuvo. Alessandra se tensó y quiso que sus nervios no se notaran. Collins la iba a matar de un infarto.—Creo que no quedó para nada claro cuál es la situación de ustedes conmigo —miró a la servicio que le entregó el desayuno—. No toquen a la señorita Alessandra, si ustedes tienen el deseo de seguir viviendo. Una comida envenenada no pasará por alto.—¿Acaso estás amenazando a alguien de mi familia? ¿Con qué derecho? Eres un simple guardaespaldas —Andrea lo apuntó con su dedo.Dereck ladeó la cabeza y sonrió.—Esta casa se puede caer a pedazos, pero ninguno tiene derecho de tocar un solo cabello de su hija —su celular sonó y lo atendió, sin importarle el hombre que tenía frente a él—. Señor Alessandro, que bueno que me llama... sí... ah... una sirvienta bajo órdenes de su padre ha envenenado el desayuno de su hermana y el mío.Los ojos de Andrea se abrieron con terror, la sirvienta cayó de rodillas y Alessandra no podía creer lo que Collins había dicho. El celular de Alessandra empezó a sonar, rompiendo el silencio sepulcral que se había hecho.—Es Fabrizio... —comentó, al leer el nombre en su pantalla—. ¿Él estaba con mi hermano?—Sí, justamente ahora están esperando que atienda su llamada —le informó, con una sonrisa.Andrea dió dos pasos hacia atrás, al darse cuenta de que no había recibido una llamada. Era probable que su muerte tortuosa, acababa de entrar a su casa.—Fabrizio... está bien... —puso su celular en altavoz—. Ya lo he hecho.—No lo diré dos veces, Andrea, y lamento demasiado que tengas una posición respetuosa en la organización, pero a mí no me importa. Desde este momento, estás bajo mi juicio. Se abre una investigación a la famiglia De Santis, específicamente, a Andrea. Siempre te lo dije, toca a quien tú quieras, pero a tu hija no —le amenazó, el capo.—Fabrizio, las cosas no son así y...—A todos los sirvientes que no están bajo mi mando, en lo que regresemos de Estados Unidos, morirán. Me haces el trabajo más fácil, papá. Así puedo tener gente de mi confianza vigilando tus pasos —intervino, Alessandro.Una sola llamada de Dereck, había desatado una posible guerra en la organización. Andrea se acercó a Alessandra al terminar ellos la llamada, y la tomó por el brazo para amenazarla.—Van a matar a mucha gente por tu culpa. Mi muerte estará en tu conciencia...—Una m****a menos en el mundo, Andrea —le respondió, él la abofeteó, logrando que Dereck sacara el arma de su funda y lo apuntara en la cabeza—. Me matan, y nunca sabrás en dónde están las partes del cuerpo de tu amado, cariño —una risa sádica se le formó en esa horrible boca—. Sácame del juego y olvídate de encontrar al hombre que trajo la desgracia a mi vida.A Alessandra se le llenaron los ojos de lágrimas y puso la mano en el brazo de Dereck.Lo necesitaba vivo.—Deja que mi hermano y Fabrizio se hagan cargo, Collins —lo miró suplicante.Bajó el arma en silencio y empujó a Andrea, logrando que soltara su brazo. Ellos comenzaron a salir de la mansión, pero no podía irse así.Necesitaba amenazar a ese hombre.—Te salvas porque ella me lo ha pedido, pero deberías saber que yo vendré por ti y morirás en manos de las personas que te han advertido que con su hija no —suspiró—, y no, no va a importar la opinión de la que hoy te ha salvado la vida.Salieron de la casa, Alessandra lo tomó por su brazo y lo miró fijamente. Matarían a su padre y ella no encontraría el cuerpo de Thomas. Quería darle sepultura... él había muerto por su culpa.—Encontraremos lo que buscas antes de que ellos vengan por tu padre...—¿Lo juras? —algo dentro de Dereck se movió, recordando lo desagradable que era sentir—. Yo necesito encontrarlo y llevarlo a casa.—Lo juro. Ahora vamos, que perderemos el vuelo —le abrió la puerta del auto, ella subió en silencio, porque no tenía más nada que decir.Dereck miró a la puerta de la mansión y entendió, que debía tener más tiempo, para poder saber que secretos tenía Andrea, antes de que lo asesinen.Una cuenta regresiva se había iniciado y debía informarle a sus superiores.Algo que no entendió, es por qué Alessandra estaba llorando en el baño.¿Qué le había hecho Andrea mientras él bajó a buscar el desayuno?Alessandra había decidido cerrarse completamente a sentir. Para ella, todo había sido muy difícil de conseguir. Fue malinterpretada, cuando creyó que podía dar su opinión, al igual que el resto lo hacía. El mismo tema siempre era dicho, solo que esa vez, ella intentó sacarlo. Y prometió no volver a opinar sobre eso, porque había quedado como la mala de la historia. Nadie podía entender a Alessandra. Sus deseos, sus ganas, su ansiedad, nada... Las personas pensaban que ella frívola y podían jugar con ella. La italiana solo había llegado al mundo a sufrir, así siempre lo vió. Decidió aislarse y cerrarse en un mundo en donde nada le afectaba, pero así era feliz. Solo que nadie le entendía su manera de ser feliz.Después del asesinato de Thomas y la pérdida de su hijo, cerró su corazón. Tomó la decisión de quedarse sola para siempre. El dolor desgarrador que ha venido sufriendo durante años, fue lo que la llevó a tomar esa decisión. No quería seguir perdiendo a las personas que ella una
Alessandra tenía un profundo dolor en su pecho. Estar en el departamento que le trajo alegrías y con una intensidad que te destruye, tristeza. Para ella no había términos medios en cuanto al sentir. Su alma había abandonado su cuerpo hace cinco años y no paraba de doler.Ella sabía que eso de la felicidad era efímera... Por lo menos en su vida. Nunca tuvo algo duradero. Ella tampoco podía demostrar algún tipo de emoción porque sentía que en cualquier momento todo acabaría. Alessandra se reprimió tanto, tanto, que llegó a desconocerse. Todos le pedían comprensión, que entendiera las situaciones, que debía comprender a la otra persona porque sí, había sido lastimada, pero siempre tuvo una duda en su cabeza.¿Quién la comprendía a ella? A Alessandra jamás nadie la comprendió y simplemente se cansó.Amor, el único hombre que la había amado, se lo arrebataron de su lado. Ella había querido desde lo más profundo de su corazón, pero antes y después de Thomas, nadie, absolutamente nadie, la h
Conocer a nuevas personas no tenía por qué ser tan malo. Claro que Alessandra tenía miedo, a ella le encantaba hablar, salir y comer, pero las cosas en su vida diaria no eran tan sencillas. Le daba pánico que su padre se enterara de que ella tenía a alguien a su alrededor y aunque no necesariamente tenían que ser sus amigos, el simple hecho de que terminarían sin vida, la obligaba a estar siempre sola. Se miró al espejo y le gustó lo que vió. Se sentía renovada después de tomar ese baño. Al ponerse su reloj se dió cuenta de que Collins, había llegado mucho antes de la hora planeada. Salió de la habitación y lo encontró revisando su celular. Ella se acercó en silencio y cuando estuvo frente a él, quiso asustarlo, pero no lo logró.—Quería ver si dejabas de fruncir el ceño —él guardó el celular y la miró fijamente.—Tus pasos son pesados, haces mucho ruido al respirar y el aroma de tu cuerpo llega primero que tú —le enumeró lo que iba diciendo—. No me asusto con facilidad. Además, tú p
Había pasado un mes desde la última vez que Alessandra y Dereck habían hablado. La italiana tomó la decisión de no volver a dirigirle la palabra a su guardaespaldas, por la simple razón de no haberla defendido cuando su hermano y Fabrizio le pidieron que mostrara su abdomen.Para ella fue humillante y sí, él estuvo de su parte, pero no fue lo suficiente para que su hermano la dejara en paz.A Alessandra se le había prohibido el regreso a Sicilia. Así que tenía un mes viviendo en el departamento que le arruinó su salud mental. Todas las noches era desgarrador intentar dormir sin medicación. Ella se había convertido en una dependiente de las pastillas para dormir. Odiaba a Dereck con la misma intensidad con la que odiaba a su hermano. Era un buen guardaespaldas, pero no era lo suficientemente inteligente, para evitar la comida con la vecina y los dos indeseados que ahora estaban muy presentes en su vida.Alessandra se sentía ahogada y era algo ilógico, porque ella siempre deseó tener la
Todo el cuerpo de Alessandra se tensó y sintió que iba a morir. Por su mente jamás pasó que un hombre la volvería a besar. Tuvo náuseas, su respiración empezó a estar pausada y la sudoración en su cuerpo era fría. Ella estaba teniendo una crisis de ansiedad por algo tan mínimo... Pero le estaba siendo infiel al recuerdo de su único amor, y más dolor le causó que fuera en la casa en donde pasó los mejores momentos de su vida. Sus piernas no aguantaron más y se desvanecieron. Si no fuera porque Collins la tenía entre sus brazos, ella hubiese caído.Dereck se dió cuenta del error que había cometido al sentir que ella temblaba en sus brazos. La miró llena de lágrimas y la culpa se instaló en su pecho.—Alessa... —susurró, al dejar de besarla.—No lo hagas... ¡En tu vida vuelvas a besarme! ¡¿Quién demonios te crees que eres?! —le gritó, separándose de él.Ella ya no tenía fuerzas y sentía como su mundo se estaba viniendo abajo.—Estabas demasiado enojada y no encontré...—¡Me he mantenido
Dereck era un hombre inteligente y calculador, tal vez se le cruzaron los cables con Alessandra cuando la besó, pero eso no quería decir que él no pensaba en la situación a su alrededor. Debía ganarse la confianza de los mafiosos si él pretendía sacarle información. Sabía perfectamente que no podía solo con Alessandro y Fabrizio, pero con los guardaespaldas de ellos, sí.Debía dejarse golpear, en vez de recibir un balazo. Era matemática básica de primaria. Debía vivir, dejarse golpear y luego hacerse el idiota.Eso último le resultaba difícil. También debía demostrar su valía. Debía demostrar que era fuerte para defender a Alessandra... Esa castaña estaba más rota que él.La cabeza le dolía de tantos golpes que le dieron, al igual que sus costados. Por su larga trayectoria sabía que no tenía costillas rotas, pero había olvidado el sabor asqueroso de la sangre.—¿Vas a continuar enfrentándome, Collins? —Alessandro lo tomó por su cabello y lo obligó a verlo.—Por la señorita De Santis,
Alessandra se sentía el ser más triste mientras iban pasando las horas, y se acercaba su regreso a Italia. Estaba triste por lo que le había sucedido a Dereck, sabía que era su culpa, pero no tenía idea de cómo pedirle disculpas. No sabía si los golpes se los dió Alessandro o Fabrizio, pero estaba completamente segura de que eran provenientes de la mafia.—¿Cómo está Dereck hoy? —le preguntó la turca. No le caía mal o la odiaba, solo se sentía incómoda a su alrededor. Era demasiado perfecta y feliz. Le causaba intriga esa felicidad. Irradiaba paz y ternura... Todo lo contrario a ella.—Tiene muchos moretones. Él me comentó que eras doctora. ¿Por qué no estás ejerciendo tu profesión aquí? No pagan mal siendo médico —le respondió, pero cambió de tema. Ella podía ser perfecta para un trabajo en la organización junto a Cristal, si es que aceptan. Lamentaba meterlas en esto, pero ese era su trabajo. —Salimos de Turquía porque mi hermano nos mandó a traer. No ganaba mal, pero mamá no que
Y de nuevo se encontraban en suelo peligroso. En donde lo malo se celebraba y el bueno era juzgado. Ellos viajaron a Sicilia en el jet privado de la familia De Santis. Obviamente, patrocinado por Alessandro. Por supuesto, nadie podría hacerles nada porque sabrían rápidamente, quienes serían los culpables.Dereck estuvo la mayor parte del tiempo con los pilotos, vigilando cualquier movimiento en falso. Se sentía adolorido, parecía que por su cuerpo habían pasado elefantes que querían acabar con sus huesos. Aysel y Alessandra lo cuidaron lo más que pudieron, y se sintió agradecido. No todas las mujeres podían ser malas.Media hora después, de haber llegado a Italia, se encontraban en la mansión De Santis. Parecía todo muy alegre y lleno de vida. Pronto sería navidad y estaban remodelando la mansión. Alessandra vió a su hermano mayor en las escaleras, mientras le ordenaba al jefe de seguridad el cambio de autos para sus guardaespaldas. —Bienvenida a casa, señorita Alessandra —la recibi