III-La Virgen del Mafioso.

Aysel no soportaba las actitudes de Fabrizio, la había encerrado en la habitación esa noche y por más que le pidió que la dejara comer afuera, el mafioso no accedió. Ella decidió no cenar, desayunar y había vuelto a rechazar la comida, a la hora del almuerzo. Él no daba la cara y ella, obviamente, no daría su brazo a torcer.

No pudo dormir, tenía miedo de cerrar los ojos y que las imágenes de lo que había vivido el día anterior, regresaran a su mente. Tenía sueño, le hacía falta energía y también moría de hambre. No era una mujer difícil o caprichosa, pero odiaba estar encerrada y que Fabrizio no le explicara nada más.

Siempre la ignoraba, nada había cambiado en un año de no verse. Ella solo quería estar con su madre y eso, también se lo prohibió. Llamó muchas veces a su hermano, pero parecía que la tierra se lo había tragado. No podía sentirse segura, estaba aterrada y no sabía cuánto tiempo estaría ahí.

—Señora Aysel, debe comer. Es la tercera comida que nos rechaza. No es saludabl
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