VIII- La Virgen del Mafioso.

Fabrizio tenía solo un día para poder drenar toda su ira. Se permitía sentir brevemente la ausencia de su hermana menor. Todo el mundo en la mansión desaparecía y le daban espacio para que llorara. Aunque su gente sabía que no lo haría así estuviese solo.

Él estaba en su oficina a puertas cerradas ahogándose en alcohol. Lo más loco, es que Fabrizio por más que bebiera hasta acabar con la última botella, jamás, se emborracharía. Hasta para eso se sentía inútil.

Había encendido la televisión por el simple placer de escuchar otras voces y no las de su cabeza, que salían siempre el día de la muerte de su hermana. A Sofía no le gustaba su nombre y era de las niñas que se lo cambiaban dependiendo de su estado de ánimo.

Para él, ella era su piojosa.

"You are my sunshine, my only sunshine,

You make me happy when skies are gray.

You'll never know, dear, how much I love you...

Please, don't take my sunshine away..."

Y como si la vida no fuera lo suficientemente dura, suena la canción más triste
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