Pareciera que cruzamos toda la ciudad, vamos por las avenidas y de repente entramos a un área bastante exclusiva.
El chofer me abre la puerta y cuando observo donde nos hemos detenido es una casa magnífica, tiene varios pisos.
No bromeaban cuando dijeron que mi esposo era un hombre con dinero.
Hay algo de esta casa que me hace sentir... bien.
Como no puedo confiar en mi mente... desde hace un tiempo decidí que voy a confiar en mi intuición.
Lucas sigue adelante como si yo no fuera nada.
La casa por dentro es tan magnífica como por fuera. Muebles claros, elegantes, pinturas fantásticas y esculturas.
Veo a las personas que trabajan, que evitan verme.
—Señora Dantes... yo soy Victoria, la esposa del señor Octavio y ama de casa de esta propiedad. No puedo explicarle, lo contenta que estoy de verla— dice y me lleva a mi habitación.
La habitación es fantástica, la cama gigante, los closets llenos de ropa, una peinadora, un escritorio, todo el máximo lujo.
De repente escuchamos unos ladridos, y como unas patas golpean el suelo alfombrado, y tengo a mis pies un pequeño perrito con manchas blancas y negras.
—¡Ohhh es el pequeño Pippo debe estar enloquecido de que su dueña haya vuelto!— exclama la señora Victoria viéndome con cariño.
Yo me agacho y el perrito está tan emocionado que no haya que hacer, salta y mueve su cola con desespero.
Yo lo acaricio y él parece deleitado. Y finalmente me dejan sola.
Me quedo dando vueltas por la habitación pensando que la tengo que compartir con mi esposo.
La cama gigante y hermosamente adornada...
¿Tendré que dormir con él? Tendré que... ¿Hacer cosas con él? Dios santo.
Cosas que supongo que hemos hecho, juntos. ¿Cómo no? Si somos marido y mujer.
Y estuve embarazada, pienso triste.
Él me sigue tratando como si yo tuviera una enfermedad contagiosa terrible.
Prácticamente, no hay fotos mías ni de él. Ni siquiera de nuestra boda... todo esto me genera un mal presentimiento.
Tuve un poco de miedo de revisar la habitación, no sabía si a él le gustaría que yo estuviera hurgando entre sus cosas.
Es ya de noche y no hay indicios de mi esposo, es como si él no tuviera ninguna intención de pasar la noche aquí, ¿Qué clase de matrimonio es este?
Como me gustaría que Ernest me sacara de aquí.
Me debo haber quedado dormida y tengo una pesadilla.
Alguien me grita y yo caigo de rodillas, todo está a oscuras y me duele el cuerpo como si me hubiesen herido.
Veo un flash de luz, me siento perdida, pero sobre todo… tengo miedo, mucho miedo.
Cuando de repente, siento una mano en mi cara y me despierto de golpe.
—Dalila... ¿Qué sucede?— me pregunta una voz qué me hace sobresaltar.
Lucas Dantes está en mi habitación, muy cerca de mí.
Está vestido otra vez de manera sobria, pero tiene la camisa abierta, varios botones arriba y se ve... particularmente atractivo, aunque muy cansado; como si se hubiese quedado despierto hasta tarde trabajando.
—Tuviste una pesadilla… estabas gritando — dice y yo asiento.
—Yo no sé qué me sucedió…— estoy temblando, la pesadilla se ha metido en mi cabeza, y sigo teniendo miedo. Y la forma en que él me ve, me da más miedo aún.
—Tú... ¿Vas a dormir conmigo?— pregunto, él parece algo molesto.
—Por supuesto que no— me ve casi con desprecio— Tengo mi habitación al frente, pero necesito que dejes de gritar— dice y yo me siento aterrada, él parece notarlo.
—Solo… intenta descansar— dice suspirando.
Sin embargo, sentirlo cerca… me da una extraña tranquilidad.
Su perfume es agradable, siento algo de su calidez, aunque él está ahí, a mi lado, como una estatua.
Creo que él me odia, pero francamente no sé por qué.
Odia tenerme en su casa, odia verme y más que nada… odia estar aquí a mi lado por mi culpa.
No puedo bajar mi guardia, Ernest dijo que él era un hombre peligroso.
Pero sea como sea, duermo tranquila. Incluso soñé que él estaba cerca de mí y me susurraba palabras dulces.
Qué tontería. Yo… incluso creo que se quedó conmigo en la noche, cuidándome.
A la mañana siguiente me levanto con Pippo lamiéndome la cara feliz.
Lucas no está aquí y su habitación está cerrada y cuando voy a desayunar no hay señales de él y tampoco nadie lo menciona.
Me paso el día sola, veo que en el clóset hay una parte con alguna ropa de él, en general toda oscura y trajes, zapatos de cuero y camisas blancas que huelen fantástico.
Así que… si compartimos cuarto, o al menos alguna vez.
Recorro la casa y, desde el balcón, me doy cuenta de que también hay unos jardines hermosos.
Pero cuando bajo a verlos, paso por un pasillo, y escuchó la voz de Lucas.
Así que si está aquí en la casa, simplemente ha decidido evitarme. De nuevo.
Creo que está tras una de estas puertas, así que me quedé escuchando la conversación, pareciera que habla por teléfono.
No me juzguen… solo intento obtener información de mi pasado.
—Lo sé... pero ella necesita tiempo para recuperarse... sí, lo sé muy bien… créeme. Pero también te recuerdo que yo tengo la mayoría de las acciones de la compañía. Hice lo que hice porque iba a ser lo mejor para todos, ¿Crees que yo salgo ganando con este contrato? ¿Crees que esto es lo que yo quería? ¿Tener a una mujer como ella?— casi grita y yo casi hiperventilo.
Así que él… no quería casarse conmigo. ¿Por qué lo hizo entonces? Por dinero no creo, la información que leí indicaba que mi familia estaba en quiebra, mientras él es billonario. ¿Por poder? ¿Por venganza?
—No te atrevas amenazarme, sabes muy bien de lo que soy capaz de hacer. No me busques porque me vas a encontrar... ¿Te quedó claro?... Porque entonces… también puedo hacer uso del contrato de matrimonio, cómo me plazca y para mi absoluto beneficio, ¿Es eso lo que quieres? ¡Por supuesto que no te importa en lo absoluto!— dice a toda voz.
—Entonces... nos veremos ahí con los socios. Recuerda que eres tú quien lo está pidiendo… porque quizás las cosas no te salgan cómo las estás pensando. Y te lo digo una última vez... ¡Aleja a ese maldito hombre de ella! ¡Es mi m*****a esposa!— dice en tono amenazador y pareciera que la llamada se termina. Escucho que algo se rompe y de la nada, la voz de otra persona y doy cuenta de que Lucas no está solo, y parece estar golpeando todo en ese cuarto.
—¿Qué dicen, señor?— escucho a Octavio, así que está con su asistente.
—La quieren a ella presente. Estoy convencido de que la quieren usar en mi contra ¿Para qué demonios me casé?— responde Lucas.
—Señor... quizás esta sea una... oportunidad que le da la vida para... comenzar todo desde cero. Un nuevo comienzo…— dice el señor Octavio, pero su voz va bajando como si se arrepintiera de decir lo que acaba de salir de su boca.
—Yo no deseo esto Octavio... tú sabes muy bien cuáles eran mis planes, y ella estaba fuera de ellos. Este matrimonio es como una cruz que estoy cargando. No quiero tener ninguna relación con Dalila Ferrero. Nunca— dice Lucas con odio y mi corazón se agita.
—Pero señor… la señora…—escucho decir a Octavio, pero yo me alejo de la puerta. Algo no está bien, nada bien, pienso preocupada. No sé por qué… pero sus palabras me afectan terriblemente.
Con cuidado me voy alejando hasta llegar a mi cuarto.
Tengo unas ganas desesperante de huir de aquí, de verme con Ernest y volver a casa, pero que esta vez nadie me encuentre.
Empiezo a revisar la habitación, no había tenido tiempo de ver todo en detalle.
¡Necesito saber más de mi vida! ¡De este hombre! ¡De este contrato!
Quizás pueda buscar una maleta y sacar algunas cosas.
No, no… necesito llevarme algo de valor. No es robar… ¿No? Se supone que estas cosas son mías.
De repente la escucho detrás de mí y me sobresalto.
—Dalila... fuimos invitados a un evento... necesito que estés ahí, necesitamos estar ahí— dice y yo lo veo en shock.
—Yo… no iré contigo a ninguna parte— le contesto titubeando. Él me mira con odio y tengo terror. Yo quiero decirle tantas cosas, que me dejó como si fuera basura, que estaba embarazada y no le importó… pero me contengo. No quiero que me vea como una tonta víctima. Y, sin embargo, doy varios pasos hacia atrás. —No aceptaré un no por respuesta. Vas a venir, fin de la discusión— dice y yo tengo una mezcla de temor, odio y rabia.—Tú... no puedes decirme que hacer…——Lamentablemente si... la doctora dijo que no podías estar sola, y eres mi esposa— dice cual dictador.—Yo… no te importo en lo más mínimo— le digo.—Tú ya tuviste tu momento de jugar a la casita feliz… pero estás en este matrimonio, quieras o no. Tenemos un contrato que tienes que cumplir— dice firme y se acerca a mí. Sus ojos azules centellean, su cicatriz se ve tensa.—Tu… ¿Por qué nunca me buscaste? Me abandonaste…— digo y él parece ofendido. ¿Es broma? Lo que digo es cierto. Sus ojos se pasean por mi rostro, se detienen
En el auto me doy cuenta de que no sé qué esperar al llegar allá. Lo veo de reojo que observa la abertura de mi vestido por donde se cuela mi pierna.—Las personas que estarán allá... ¿Me conocen?...— pregunto. —Sí, la mayoría te conoce. Los Ferrero eran una familia importante en la ciudad. Y si no te conocen por eso… me conocen a mí y saben que eres mi esposa— dice, pero nada más. Yo me quedé observando la ciudad de noche y llegamos a un edificio magnífico, ya hay muchas personas afuera que van entrando, todas ataviadas en sus mejores galas. —Dalila… es mejor que no digas nada. Déjame a mí toda la conversación. Nos represento a ambos ¿Entendido?— me dice a modo de orden. Yo solo quiero hablar con mi hermana y obtener información… así que, lo dejo pasar.Desde el momento en que entramos al lugar observo las miradas de las personas sobre mí y Lucas. Literalmente hay una especie de silencio cuando entramos. No sé si es por mí… o si es que se fijan en él. Es una especie de encuentro e
Lucas ¡Dalila, Dalila! Le grito, mientras corro a tomarla en mis brazos antes de que caiga al suelo. Veo que está inconsciente, mientras el señor Owens le toma el pulso, yo me levanto y voy a Ernest, lo sujeto por la chaqueta, golpeándole la cabeza contra la pared y luego, le doy un golpe directo con mi puño a su nariz. —¡Maldito parásito!— le grito. Lo veo con la nariz sangrando, mirándome con odio—¡Eres un desperdicio de oxígeno, basura!— grito y él se ríe. La poca gente que hay cerca, nos observa con miedo. —Pero si es el señor Dantes… el hombre que perdió a su esposa… ¿Realmente la recuperaste?— dice él de forma burlona. —Aléjate de ella Ernest, si sabes lo que te conviene…—lo amenazo, y me contengo para no caerle a patadas. —Ohhh créeme que sé lo que me conviene, tú eres el que no terminas de entender este juego ¿Solo porque ahora eres rico, crees saber como se maneja este mundo?— me dice entre susurros. —Siempre serás un jardinero…— dice y le golpeo ahora el pómulo y él
Dalila Me levanto con el peor dolor de cabeza de la historia y me cuesta enfocar la vista. Había tenido un sueño donde caminaba en un jardín con lirios, me sentía feliz, paseando, sintiendo el césped bajo mis pies. Quisiera quedarme en ese sueño. Estoy en mi cuarto, sola. Veo que mis zapatos están al costado de mi cama y mis joyas en la mesita de noche. Cuando me paro y me asomo a la ventana, escucho a la señora Victoria exclamar con felicidad. —¡Señora! Qué alegría que ya esté bien, estábamos realmente preocupados por usted— dice y se acerca a mí. Me ayuda, tomándome de la mano, busca un poco de ropa y me prepara un baño. Luego insiste en traerme el desayuno a la cama, y al poco tiempo me encuentro como una princesa, sentada en la cama, con el desayuno en una bandeja. —Señora Victoria... ¿Podría contarme un poco de qué fue lo que sucedió anoche?— —Usted fue con el señor a ese evento ¡Se veía magnífica! Y pareciera que… el ambiente o la situación… quizás la fiesta… le generó e
Dalila — Entonces... ¿Nos conocemos desde hace tiempo? — le pregunto a Celeste. Parece ser una chica sencilla, se viste de forma simple, tiene el cabello un poco corto y castaño, algunas pecas sobre su nariz y los ojos oscuros. Algo de ella me recuerda a mí. A mi vida como Nadia, feliz y sin preocupaciones, una vida sencilla. Luce algo nerviosa, pero realmente contenta de verme. Me pregunto cómo pasó el estricto control de mi esposo. —Ohhh en realidad sí fue hace mucho tiempo, en las empresas Ferrero. Tenía tiempo sin verte y después perdí el contacto contigo cuando...— —¿Cuándo me casé?— pregunto, ella toma su café en sorbitos mientras me responde. —Sí, sí, exactamente a partir de ese momento supe muy poco de ti. Me pareció bastante extraño, ya que por un buen tiempo estuvimos muy unidas— me indica. —¿Sabes algo de mi matrimonio, que quería o pensaba hacer en esa época?— ella parece extrañada. Lo sé… una mujer debería saber de su esposo, por contrato o no. A estas alturas
Desde que entramos se siente la tensión, el cómo todos nos observan, Lucas me toma del brazo de forma firme mientras vamos a las oficinas, son modernas y puedo ver la cara prácticamente de pánico de la recepcionista cuando nos ve entrar. Lucas entra sin pedir permiso, ni haciendo preguntas, ni esperando que avisen que, él ha llegado, simplemente entra como si esta fuera a su casa. Por lo que me comentó parecería que ese es el hecho, él y yo tenemos la mayoría de las acciones, entonces ¿cómo queda Claudia en esto? Creería que no muy contenta—Recuerda Dalila... tú eres mi esposa, yo tengo un contrato firmado por ti por este matrimonio, por más que lo niegues es así la realidad. Yo soy el que voy a hablar y tú vas a responder las preguntas que te hagan. Yo sé que has tenido unos días difíciles, pero estoy seguro de que la va a responder bien. Recuerda, esto es importante para todos— me dice en el ascensor. Me queda claro que esto es muy importante para él. Pero yo vengo con mis propio
LucasEsta familia está podrida, no tiene límites ¡Debí saberlo! Son como una plaga, una enfermedad que se extiende a quien se acerca a ellos. Las cosas estaban escalando en locura y gritos y preferí que Dalila se quedara afuera, no la necesitaba de nuevo desmayada y que se arme un escándalo aquí. Claudia tiene toda la intención de declarar a su propia hermana como incapaz de tomar decisiones y, por lo tanto, que seguramente ella debería llevar tomar el poder de sus acciones. —¡Incapacitada! ¿Eso es lo que quieres verdad? ¿Quizás meterla en un manicomio? ¿Eso no se te ocurrió?— le grito a Claudia. Los demás me observan como si nada. —Jamás dije eso Lucas… — contesta ella. —¡No sé ni para qué me sorprendo, ustedes son capaces de cualquier cosa!— —Señor Dantes… no nos ofenda— dice el viejo Winston, otro infeliz. Seguro planean después buscar la forma en que nos divorciemos, y ellos retomen el poder de Grupo Ferrero, y será como si nada hubiese sucedido. Estarían libres para
DalilaHabía sido un completo infierno y por un breve momento yo pensé que hasta aquí llegaría mi vida. No solo no tenía idea de mi pasado, sino que ahora mi futuro era incierto, por ahí ni lo tenía. No había pasado ya más que un par de semanas desde que había vuelto del pequeño pueblo en que estaba, de que mi vida había dado otro vuelco… ¿Para caer en esto? Yo no es que era experta en ninguna de estas cosas, pero era obvio que alguien quería matarnos, no sé si él o a mí... o quizás ambos. Lucas me abrazaba con fuerza y no me quedaba duda de que quería protegerme, yo sentía como si todo caía, y prácticamente las balas pasaban a nuestro lado casi rozándonos. Escuchaba que el chofer disparaba muy cerca de nosotros, aun cuando tenía los oídos tapados con los dedos y cerraba mis ojos con fuerza. Nada de eso disminuía el horror con el que yo experimentaba esto. Lucas llamaba refuerzos, se escuchaba desesperado, ¿será que quieren robarnos? No parecía ser el caso, nos habían pers