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Capítulo 5: ¿Por qué se quiere vengar de nosotros?

En el auto me doy cuenta de que no sé qué esperar al llegar allá. Lo veo de reojo que observa la abertura de mi vestido por donde se cuela mi pierna.

—Las personas que estarán allá... ¿Me conocen?...— pregunto. 

—Sí, la mayoría te conoce. Los Ferrero eran una familia importante en la ciudad. Y si no te conocen por eso… me conocen a mí y saben que eres mi esposa— dice, pero nada más. 

Yo me quedé observando la ciudad de noche y llegamos a un edificio magnífico, ya hay muchas personas afuera que van entrando, todas ataviadas en sus mejores galas. 

—Dalila… es mejor que no digas nada. Déjame a mí toda la conversación. Nos represento a ambos ¿Entendido?— me dice a modo de orden. Yo solo quiero hablar con mi hermana y obtener información… así que, lo dejo pasar.

Desde el momento en que entramos al lugar observo las miradas de las personas sobre mí y Lucas. Literalmente hay una especie de silencio cuando entramos. No sé si es por mí… o si es que se fijan en él. Es una especie de encuentro entre empresarios. Lucas camina como si gobernara el lugar, y pareciera imponer respeto al resto. 

Poco a poco nos empezamos a mezclar entre la gente. Lucas solo habla de negocios. Algunos preguntan por mi salud, pero nadie menciona mi desaparición. Él no me suelta ni un minuto, de hecho me aprieta contra él y siento sus dedos clavados en mi piel. Es como si le dijera a todos que yo soy de él. Y escucho murmullos.

¿De verdad sigue con Dantes?

Las Ferrero han caído tan bajo

Escuché que Dantes quería acabarlos

Ella volvió a caer en sus garras

Y lo entiendo, yo soy el trofeo de él. No porque sea una chica hermosa o importante, sino porque soy un peón más en su juego. El gran Lucas Dantes se jacta de haber conseguido de vuelta a la chica que se le escapó. 

Soy de él, soy su propiedad, y él me luce como tal. Él decía en la llamada que no me quería, que no era parte de sus planes. Quizás solo quiere jugar conmigo, hacerme sufrir. 

Nunca debí venir… ni siquiera me siento bien. Cuando ya estoy al borde de los nervios, de repente reconozco a mi hermana entre la multitud. Necesito ir a hablar con ella.

—Necesito... ir al baño— le digo a Lucas de repente. Él me mira serio, evaluándome, manteniéndome a su lado con fuerza. 

—Será solo un instante— le digo y él no parece convencido, pero suelta su agarre. 

—No te alejes demasiado— dice y me voy, mientras él me sigue con la mirada. Yo veo a todos lados, pero no observo al señor Owens ni a los otros de seguridad.

Cuando mi hermana me ve… parece sorprendida. Tiene un vestido turquesa y es simplemente despampanante, no parece que fuéramos hermanas, debe ser la mujer más hermosa del evento. 

—¡Dalila! ¡Oh hermanita! Estaba por ver si estabas aquí ¡No puedo creerlo! Tenía esperanzas pero… — me dice y me lleva a una esquina.

—Claudia… lo siento, no te recuerdo, es solo que vi tu foto y…— empiezo a explicar, pero ella me toma del brazo.  

—Se había corrido el rumor que habías aparecido, y que habías perdido la memoria, pero no podía creerlo…oh Dalila, ¡Te he extrañado tanto! Desapareciste y nunca te encontramos, pero yo jamás perdí la fe— me dice.

—Claudia… tengo miedo. Lucas… ¿qué sabes de él?— ella me ve preocupada.

—Lamentablemente, es tu esposo, pero también… es un hombre cruel que ha buscado destruirnos. Desde que papá murió, él ha estado como un cazador, intentando acabar con nosotros. Es nuestro enemigo Dalila, es como si quisiera destruirnos. Y si… hubo un contrato, donde él se responsabilizaba por ti, y él nos perdonaba unas deudas, y eso nos ayudó a continuar Él te pidió a ti, a nadie más que a ti… y tú aceptaste— dice y me ve como si no entendiera por qué él me pediría a mí.

—¿Yo… acepté?—

—Querías ayudar. Amabas tanto lo que era Grupo Ferrero. Y luego de que se casó contigo, te mantuvo apartada, lejos de nuestras empresas, él controlando todo… y ahí entendí que eso es lo que quería: destruirnos desde adentro, manipularte— dice y nada de lo que dice me agrada. 

Ella se ve como una mujer con dinero. Tiene joyas y se ve tranquila y feliz. La empresa debe seguir bien, ella debe vivir de eso. 

—¿Por qué se quiere vengar de nosotros?— pregunto. 

—Él es solo un hombre resentido. Era pobre y poco a poco fue haciendo dinero hasta amasar una gran fortuna.  Odia a los ricos, quiere ser como nosotros, pero nunca lo logrará— dice. 

—Pero no te preocupes... te prometo que ahora que estás aquí, no te dejaré, ¿ok? Yo te cuidaré, como lo he hecho siempre. Tienes que confiar en mí… soy tu única familia de verdad— dice y yo trago saliva.

—¿Tengo… tengo que seguir con él? ¿No hay forma de salir de esto? ¡Él me odia!— le cuento, mi voz tiembla.

— Lamentablemente…  es un contrato que se tiene que cumplir— dice. 

—Tengo miedo Claudia…—

—Eres una Ferrero, Dalila, y nosotros no nos dejamos caer, cueste lo que cueste. Lo siento hermanita… tu esposo nos está viendo, hablaremos después, te prometo que te buscaré y te explicaré más en detalle. Cuídate Dalila— me dice y se aleja.

De repente me siento sofocada, no sé en quién confiar, no tengo a nadie de quien apoyarme. Que no tengo a dónde ir y estoy sola. 

Es casi seguro de que él me está vigilando, así que logro conseguir el baño y siento que hiperventilo. Me veo en el espejo desesperada, pero todo lo que veo y escucho me suena tan desconocido. 

Pero finalmente me coloco algo de agua en la cara, respiro y vuelvo a salir. De repente alguien me empuja contra la pared. Mi corazón late con fuerza cuando me doy cuenta de que es Ernest. 

—Nadia, mi amor…— me dice y yo lo abrazo, no puedo evitar llorar solo de verlo. 

—Ernest… te he extrañado tanto… — le digo y siento sus dedos clavados en mi cintura, su cuerpo aprisionándome. 

—¿Él te ha hecho algo? ¿Le has contado algo?— me pregunta mirándome fijamente. Yo niego con la cabeza.

—No… no realmente. Estoy en casa y me vigila… pero nada más— le digo. 

—Ernest… necesito salir de ahí. Quiero volver a tu casa, en el pueblo. No quiero saber nada de esto— le digo agitada. 

—Lo sé mi amor… dame tiempo, por favor. Te vi hablando con tu hermana, ella me contó algunas cosas. Estoy seguro de que quiere lo mejor para ti— me dice.

—¿Qué te contó Claudia…?— él parece cabizbajo.

— Dice que el contrato se puede romper si tú vuelves a irte, especialmente si te ven conmigo, con otro hombre— dice y yo me empiezo a sentir mal. 

—¿Pero… si ya estuve lejos, si ya hui de él?— pregunto. 

—Al parecer cuando te fuiste fue sola, por tu cuenta. Lucas Dantes creyó que lo abandonaste… si nos vamos juntos es algo diferente. Él ahora hará todo lo posible para que te quedes con él, quiere manipular los negocios de tu familia, te lo he dicho— explica. 

—¿Pero para qué…? —

—Porque quiere aplastarlas a ti y a Claudia— dice él. Yo, simplemente no puedo más, no quiero nada más de esto. Todo este cuento no tiene sentido para mí. 

—Ernest… lo siento, no me importa nada más de esto. Solo quiero irme, estar lejos, que estemos juntos, no quiero saber nada de aquí— le suplico prácticamente, tomando el cuello de su chaqueta con desespero. 

—Lo siento Dalila… descubrí que varios de mis negocios dependen de los Ferrero… si ustedes caen, yo también…— dice él y yo me separo de él. No puedo creer lo que escucho. Hasta hace pocos días… éramos solo él y yo. Solo eso nos importaba. 

—Pensé que yo… que teníamos un futuro juntos— 

—Necesitas quedarte con él hasta que encontremos una forma. Es necesario mantener el contrato… solo por un tiempo—

—Nadia, él solo quiere vengarse de ustedes… manipularlas. Te diré qué es lo que hará Dantes, porque conozco como son los hombres como él: acabará contigo…— dice de forma tajante. 

—Ernest… por dios…— 

—Tienes que quedarte con él y averiguar sobre él para que podamos acabarlo… juntos— me dice. 

Me queda claro que no tengo escapatoria, que soy un objeto para todos, que debí huir por todo esto, y que no tengo nadie en quien confiar.

De repente siento que me desmayo, no puedo respirar… y una sombra negra va cayendo sobre mí, mientras escucho que gritan mi nombre: Dalila, Dalila, Dalila. 

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