Dalila Me levanto con el peor dolor de cabeza de la historia y me cuesta enfocar la vista. Había tenido un sueño donde caminaba en un jardín con lirios, me sentía feliz, paseando, sintiendo el césped bajo mis pies. Quisiera quedarme en ese sueño. Estoy en mi cuarto, sola. Veo que mis zapatos están al costado de mi cama y mis joyas en la mesita de noche. Cuando me paro y me asomo a la ventana, escucho a la señora Victoria exclamar con felicidad. —¡Señora! Qué alegría que ya esté bien, estábamos realmente preocupados por usted— dice y se acerca a mí. Me ayuda, tomándome de la mano, busca un poco de ropa y me prepara un baño. Luego insiste en traerme el desayuno a la cama, y al poco tiempo me encuentro como una princesa, sentada en la cama, con el desayuno en una bandeja. —Señora Victoria... ¿Podría contarme un poco de qué fue lo que sucedió anoche?— —Usted fue con el señor a ese evento ¡Se veía magnífica! Y pareciera que… el ambiente o la situación… quizás la fiesta… le generó e
Dalila — Entonces... ¿Nos conocemos desde hace tiempo? — le pregunto a Celeste. Parece ser una chica sencilla, se viste de forma simple, tiene el cabello un poco corto y castaño, algunas pecas sobre su nariz y los ojos oscuros. Algo de ella me recuerda a mí. A mi vida como Nadia, feliz y sin preocupaciones, una vida sencilla. Luce algo nerviosa, pero realmente contenta de verme. Me pregunto cómo pasó el estricto control de mi esposo. —Ohhh en realidad sí fue hace mucho tiempo, en las empresas Ferrero. Tenía tiempo sin verte y después perdí el contacto contigo cuando...— —¿Cuándo me casé?— pregunto, ella toma su café en sorbitos mientras me responde. —Sí, sí, exactamente a partir de ese momento supe muy poco de ti. Me pareció bastante extraño, ya que por un buen tiempo estuvimos muy unidas— me indica. —¿Sabes algo de mi matrimonio, que quería o pensaba hacer en esa época?— ella parece extrañada. Lo sé… una mujer debería saber de su esposo, por contrato o no. A estas alturas
Desde que entramos se siente la tensión, el cómo todos nos observan, Lucas me toma del brazo de forma firme mientras vamos a las oficinas, son modernas y puedo ver la cara prácticamente de pánico de la recepcionista cuando nos ve entrar. Lucas entra sin pedir permiso, ni haciendo preguntas, ni esperando que avisen que, él ha llegado, simplemente entra como si esta fuera a su casa. Por lo que me comentó parecería que ese es el hecho, él y yo tenemos la mayoría de las acciones, entonces ¿cómo queda Claudia en esto? Creería que no muy contenta—Recuerda Dalila... tú eres mi esposa, yo tengo un contrato firmado por ti por este matrimonio, por más que lo niegues es así la realidad. Yo soy el que voy a hablar y tú vas a responder las preguntas que te hagan. Yo sé que has tenido unos días difíciles, pero estoy seguro de que la va a responder bien. Recuerda, esto es importante para todos— me dice en el ascensor. Me queda claro que esto es muy importante para él. Pero yo vengo con mis propio
LucasEsta familia está podrida, no tiene límites ¡Debí saberlo! Son como una plaga, una enfermedad que se extiende a quien se acerca a ellos. Las cosas estaban escalando en locura y gritos y preferí que Dalila se quedara afuera, no la necesitaba de nuevo desmayada y que se arme un escándalo aquí. Claudia tiene toda la intención de declarar a su propia hermana como incapaz de tomar decisiones y, por lo tanto, que seguramente ella debería llevar tomar el poder de sus acciones. —¡Incapacitada! ¿Eso es lo que quieres verdad? ¿Quizás meterla en un manicomio? ¿Eso no se te ocurrió?— le grito a Claudia. Los demás me observan como si nada. —Jamás dije eso Lucas… — contesta ella. —¡No sé ni para qué me sorprendo, ustedes son capaces de cualquier cosa!— —Señor Dantes… no nos ofenda— dice el viejo Winston, otro infeliz. Seguro planean después buscar la forma en que nos divorciemos, y ellos retomen el poder de Grupo Ferrero, y será como si nada hubiese sucedido. Estarían libres para
DalilaHabía sido un completo infierno y por un breve momento yo pensé que hasta aquí llegaría mi vida. No solo no tenía idea de mi pasado, sino que ahora mi futuro era incierto, por ahí ni lo tenía. No había pasado ya más que un par de semanas desde que había vuelto del pequeño pueblo en que estaba, de que mi vida había dado otro vuelco… ¿Para caer en esto? Yo no es que era experta en ninguna de estas cosas, pero era obvio que alguien quería matarnos, no sé si él o a mí... o quizás ambos. Lucas me abrazaba con fuerza y no me quedaba duda de que quería protegerme, yo sentía como si todo caía, y prácticamente las balas pasaban a nuestro lado casi rozándonos. Escuchaba que el chofer disparaba muy cerca de nosotros, aun cuando tenía los oídos tapados con los dedos y cerraba mis ojos con fuerza. Nada de eso disminuía el horror con el que yo experimentaba esto. Lucas llamaba refuerzos, se escuchaba desesperado, ¿será que quieren robarnos? No parecía ser el caso, nos habían pers
Lucas— Señor, creo que debería conversar con la señora— —¿No es mejor preguntarle a ella directamente? Se ahorraría muchos problemas y además podría conocer un poco más de ella, conectarse nuevamente— — Quizás hasta se sorprendería— Esa era la retahíla que decía el señor Octavio una y otra vez, la señora Victoria también se le unía y me soltaban esas tonterías cuando yo me acercaba a la cocina. —¡Basta! No tengo intenciones de conectarme nuevamente con ella. ¡Tengo un ataque directo a mí sin solución, testigos o siquiera una pista! Y créeme que tengo suficientes problemas, incluido… ella misma— digo en un momento en que ya ha colmado mi paciencia mientras como. — Eso está francamente en duda— me responde muy descaradamente Octavio. —¿Qué cosa? — Que ella sea el problema…— responde. — Tarde o temprano va a necesitar de la ayuda de ella, de su participación... ¿Por qué no mejor comenzar ahora?— dice el hombre tercamente y se va, yo suelto mis cubiertos y me olvido de mi
Como si no fuera suficiente que tengo que recabar información del atentado y también del pasado de Dalila, cuando estoy en la oficina recibo una llamada, solo por el tono de voz, ya sé que es alguien que me desagrada muchísimo. —Lucas Dantes… qué bueno que pudiste atenderme. Te he llamado miles de veces desde hace días y...— —Corta con la tontería Claudia, dime para qué me molestas— le digo fríamente. Escucho como ella resopla al otro lado de la línea. —Pues ya te imaginarás que quiero ver a mi hermana, a mi pequeña hermanita. Tú la has acaparado desde que ella ha vuelto. Así que, vayamos al grano, ¿cuándo puedo ir a tu casa para verla? Supongo que la estás cuidando un extremo y no está saliendo casi a ninguna parte. Tu pequeña prisionera, mucho más después de lo que pasó… ¡Qué segura está en tus manos!— dice con mala intención. —Si crees que voy a dejar que vengas a mi casa, has perdido completamente la cabeza. Además…mi esposa no parece querer verte— respondo. —Lucas, Lucas,
Dalila—Ábrelo cuando estés sola— me había dicho mi hermana cuando me dio un caramelo de menta ese día que nos vimos. Y adentro… un número de teléfono, al lado la letra E. Tenía que significar Ernest. No sabía como estaban relacionados ellos… pero estaban en comunicación. El problema era ahora… ¿Como llamarlo? Había buscado todas las maneras de comunicarme, de encontrar un teléfono o algo para enviar el mensaje. Las manos prácticamente me picaban de tanto que quería escribirle. Ya hasta me sabía el número de memoria. Y por las noches, pensaba qué iba a decirle. Ernest, mi amor te extraño. Por favor sácame de aquí O quizás podría ir directo al grano ¿Por qué no me has contado de tu familia? ¿Qué otras cosas me has mentido desde que nos conocimos? O de repente ¿Aún estamos comprometidos? Si me llegara a separar de Lucas, ¿nos casaríamos? Pero lo que realmente quería preguntar era ¿Qué va a suceder con nosotros? A estas alturas ya no sabía si había un nosotros. Pareciera