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Capítulo 2: El temible Lucas Dantes

Mi esposo. La sola idea hace que se me ponga la piel de gallina.

Tengo la garganta tan seca que no creo que pueda pronunciar una palabra.

—¿Cómo... cómo que casada?— pregunto mientras Ernest tiene apariencia de querer salir corriendo de aquí. 

—Sí, quien notificó su desaparición fue su esposo, Lucas Dantes. Si no me equivoco es uno de los grandes empresarios de New York— 

¿Por qué estuve alejada de él por un año? ¿Por qué no me buscó? ¿Quién demonios es Lucas Dantes? ¿Me dejó embarazada y abandonada?

—Ernest… ¿Qué es esto? ¿Qué sucede? ¿Tú lo sabías?— le pregunto.  Ahora… todo tenía sentido. Estaba embarazada… y me dejó. 

—Mi amor… por ahora necesito que confíes en mí. Vendré a explicarte. Te lo prometo— dice y sin más, se va por la puerta dejándome sola.

Esa noche me acuesto angustiada. Tengo un sueño inquieto, y empiezo a tener pesadillas. De repente me despierto y... hay alguien en mi cuarto. 

Es un hombre alto, de piel bronceada y cabello negro como la noche.

Sus ojos son brillantes y claros y me ven de forma desesperada.

Tiene una barba tan espesa que le cubre toda la cara, y una cicatriz cerca de su ojo y que atraviesa su mejilla.

Parece un sueño, pero no… él está realmente aquí. Grito como una desesperada mientras cierro los ojos. 

—Señorita, ¿está bien?— dice una de las enfermeras cuando viene corriendo a mi habitación. 

Cuando abro los ojos... estoy sola. ¿Será que solo fue parte de una pesadilla o me estoy volviendo loca? 

La enfermera me comenta que los Ferrero era una de las familias más importantes la ciudad, pero con el tiempo, habían perdido dinero y poder.

Pero hace un año, las empresas, empezaban a tomar valor de nuevo.

No tengo padres, solamente una hermana mayor, Claudia, veo su foto, es rubia y hermosa. 

Lucas Dantes, al parecer es un CEO famoso y es casi un misterio.

Ha comprado un montón de negocios... inclusive adquirió algunas propiedades de las que eran de la familia Ferrero. 

Un hombre con esas características, hubiese movido cielo y tierra para buscarme.

Él… debe haberme abandonado, a mí y a mi hijo no nacido.

¿Sería él el padre? Pareciera lo más lógico ¿Qué clase de vida tenía?

Esa tarde vienen mi habitación, unos policías a hacerme preguntas.

Justo en lo que se fueron, apareció Ernest de nuevo, paranoico, cuando lo veo, lo abrazo y lloro.

Solo quiero salir de aquí e irme con él.

—Ernest... yo no dije nada a la policía... pero necesito respuestas, por favor— le digo suplicándole. 

—Nadia... yo... hace poco tiempo había averiguado quién eras. Pero tuve razones para ocultártelo... tu esposo... es un hombre que se casó contigo solo por tus acciones en Grupo Ferrero. Él tiene una venganza contra tu familia, y al querer arruinarlos, había pedido casarse contigo, a cambio de perdonarles unas deudas. Pero créeme Nadia.. es extremadamente peligroso… y creo que tú lo abandonaste, y en tu huida, tuviste un accidente, lo que produjo el coma y tu amnesia— me explicaba y todo esto eran noticias impactantes. 

—Ernest… es una locura, yo no tengo nada que ver en esto y…—

—Si no me crees… toma léelo…— dice él dejándome un papel en las manos y se va de nuevo. 

El papel que me da es un artículo que dice que Lucas Dantes es un hombre despiadado, y que tiene todo el poder de la ciudad.

Habla también de cómo ha casi arruinado a la Familia Ferrero, y que mi hermana ha luchado contra él con uñas y garras.

Recientemente, el Grupo Ferrero ha estado involucrándose en un nuevo negocio, y parece estar despegando. Algo relacionado con la construcción.

¿Por qué aceptaría casarme con él? 

Momentos siguientes, alguien toca la puerta y yo, tengo la extraña esperanza de que sea Ernest.

Pero el hombre que entra a mi habitación es totalmente diferente.

Es un hombre muy alto, de hombros anchos, cabello muy oscuro, mentones altos, bronceado y unos ojos azules que brillan como si fueran diamantes. 

Tiene una cicatriz en su pómulo y cerca de su ojo... toda su expresión es muy seria como si estuviera molesto.

Me pareciera que... es el hombre de mis pesadillas. Atraigo mis piernas hacia mi pecho, y me cubro con la cobija.

Él está vestido de forma elegante, y se ve poderoso.

Todo su aspecto es duro y atemorizante.

Tiene un perfume magnífico como bosques y madera, muy masculino.

Cuando habla tiene una voz profunda y hace que me sobresalte.

Tengo miedo, mucho miedo. 

—Soy Lucas Dantes... tu esposo— dice y un escalofrío me recorre el cuerpo— ¿Dónde estuviste todo este tiempo?— me pregunta y en su voz hay molestia.

—Yo… no sé quién eres… estuve cerca de la playa… era Nadia y…— digo con miedo, pero él me interrumpe.

—Mañana vendremos a llevarte a que un médico te examine y luego iremos a casa— dice él dándome una última mirada y se va, sin decirme nada más. No fue un buen comienzo, si ustedes me preguntan. 

El día siguiente llega espantosamente rápido, mucho más rápido de lo que imaginé.

Como me encantaría recuperar mi memoria y saber en qué demonios estoy metida.

A la tarde, en pocos instantes, entra Lucas junto a un hombre bajo con poco cabello.

Lucas me ve con desprecio. Parece que me ve con rabia y el otro hombre parece nervioso.

— Señora Dantes... no puedo creer que realmente está aquí frente a mí sana y salva— dice y yo me le quedó viendo. Señora Dantes… eso suena aún más extraño. 

—Soy el Señor Octavio... el asistente del señor Dantes. Estoy aquí para servirle y cuidarla en todo lo que necesite— dice. Lucas me rehúye y habla con la doctora luego de ni siquiera casi saludarme. Pero quizás sea lo mejor. 

Me trajeron una ropa que me queda algo grande y me veo en el espejo: baja, de cabello castaño, claro y abundante, rasgos comunes, contextura general.

Nada en especial, supongo. Mientras me visto veo mis cicatrices, unas en el cuello, y otras en mi brazo. 

Me suben a un auto y veo desde la ventana como entramos a la ciudad de New York. 

Llegamos a un hospital lujoso donde me hacen varios exámenes. Cuando salgo de unas de las salas, escucho las recomendaciones de la doctora. 

—Tendremos los resultados en unos días, pero la señora presenta, sin duda, un cuadro de amnesia, pero no sabemos qué lo produjo. Es importante que esté en calma y se la trate con paciencia. Cualquier síntoma, cualquier malestar, no dude en traerla aquí directamente. Es importante que no esté sola, y que ella vaya aprendiendo de su pasado, poco a poco— dice.

Yo… simplemente tengo miedo, no me quiero ir. Todo esto de estar casada y de ser Dalila… empieza a ser muy real.

Yo escondo mis lágrimas mientras voy a pasos de mi esposo, que ni me ve.

Luego voy camino a lo que se llama "mi hogar" pero que no tengo la menor idea de qué me voy a encontrar.

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