Mi esposo. La sola idea hace que se me ponga la piel de gallina.
Tengo la garganta tan seca que no creo que pueda pronunciar una palabra.
—¿Cómo... cómo que casada?— pregunto mientras Ernest tiene apariencia de querer salir corriendo de aquí.
—Sí, quien notificó su desaparición fue su esposo, Lucas Dantes. Si no me equivoco es uno de los grandes empresarios de New York—
¿Por qué estuve alejada de él por un año? ¿Por qué no me buscó? ¿Quién demonios es Lucas Dantes? ¿Me dejó embarazada y abandonada?
—Ernest… ¿Qué es esto? ¿Qué sucede? ¿Tú lo sabías?— le pregunto. Ahora… todo tenía sentido. Estaba embarazada… y me dejó.
—Mi amor… por ahora necesito que confíes en mí. Vendré a explicarte. Te lo prometo— dice y sin más, se va por la puerta dejándome sola.
Esa noche me acuesto angustiada. Tengo un sueño inquieto, y empiezo a tener pesadillas. De repente me despierto y... hay alguien en mi cuarto.
Es un hombre alto, de piel bronceada y cabello negro como la noche.
Sus ojos son brillantes y claros y me ven de forma desesperada.
Tiene una barba tan espesa que le cubre toda la cara, y una cicatriz cerca de su ojo y que atraviesa su mejilla.
Parece un sueño, pero no… él está realmente aquí. Grito como una desesperada mientras cierro los ojos.
—Señorita, ¿está bien?— dice una de las enfermeras cuando viene corriendo a mi habitación.
Cuando abro los ojos... estoy sola. ¿Será que solo fue parte de una pesadilla o me estoy volviendo loca?
La enfermera me comenta que los Ferrero era una de las familias más importantes la ciudad, pero con el tiempo, habían perdido dinero y poder.
Pero hace un año, las empresas, empezaban a tomar valor de nuevo.
No tengo padres, solamente una hermana mayor, Claudia, veo su foto, es rubia y hermosa.
Lucas Dantes, al parecer es un CEO famoso y es casi un misterio.
Ha comprado un montón de negocios... inclusive adquirió algunas propiedades de las que eran de la familia Ferrero.
Un hombre con esas características, hubiese movido cielo y tierra para buscarme.
Él… debe haberme abandonado, a mí y a mi hijo no nacido.
¿Sería él el padre? Pareciera lo más lógico ¿Qué clase de vida tenía?
Esa tarde vienen mi habitación, unos policías a hacerme preguntas.
Justo en lo que se fueron, apareció Ernest de nuevo, paranoico, cuando lo veo, lo abrazo y lloro.
Solo quiero salir de aquí e irme con él.
—Ernest... yo no dije nada a la policía... pero necesito respuestas, por favor— le digo suplicándole.
—Nadia... yo... hace poco tiempo había averiguado quién eras. Pero tuve razones para ocultártelo... tu esposo... es un hombre que se casó contigo solo por tus acciones en Grupo Ferrero. Él tiene una venganza contra tu familia, y al querer arruinarlos, había pedido casarse contigo, a cambio de perdonarles unas deudas. Pero créeme Nadia.. es extremadamente peligroso… y creo que tú lo abandonaste, y en tu huida, tuviste un accidente, lo que produjo el coma y tu amnesia— me explicaba y todo esto eran noticias impactantes.
—Ernest… es una locura, yo no tengo nada que ver en esto y…—
—Si no me crees… toma léelo…— dice él dejándome un papel en las manos y se va de nuevo.
El papel que me da es un artículo que dice que Lucas Dantes es un hombre despiadado, y que tiene todo el poder de la ciudad.
Habla también de cómo ha casi arruinado a la Familia Ferrero, y que mi hermana ha luchado contra él con uñas y garras.
Recientemente, el Grupo Ferrero ha estado involucrándose en un nuevo negocio, y parece estar despegando. Algo relacionado con la construcción.
¿Por qué aceptaría casarme con él?
Momentos siguientes, alguien toca la puerta y yo, tengo la extraña esperanza de que sea Ernest.
Pero el hombre que entra a mi habitación es totalmente diferente.
Es un hombre muy alto, de hombros anchos, cabello muy oscuro, mentones altos, bronceado y unos ojos azules que brillan como si fueran diamantes.
Tiene una cicatriz en su pómulo y cerca de su ojo... toda su expresión es muy seria como si estuviera molesto.
Me pareciera que... es el hombre de mis pesadillas. Atraigo mis piernas hacia mi pecho, y me cubro con la cobija.
Él está vestido de forma elegante, y se ve poderoso.
Todo su aspecto es duro y atemorizante.
Tiene un perfume magnífico como bosques y madera, muy masculino.
Cuando habla tiene una voz profunda y hace que me sobresalte.
Tengo miedo, mucho miedo.
—Soy Lucas Dantes... tu esposo— dice y un escalofrío me recorre el cuerpo— ¿Dónde estuviste todo este tiempo?— me pregunta y en su voz hay molestia.
—Yo… no sé quién eres… estuve cerca de la playa… era Nadia y…— digo con miedo, pero él me interrumpe.
—Mañana vendremos a llevarte a que un médico te examine y luego iremos a casa— dice él dándome una última mirada y se va, sin decirme nada más. No fue un buen comienzo, si ustedes me preguntan.
El día siguiente llega espantosamente rápido, mucho más rápido de lo que imaginé.
Como me encantaría recuperar mi memoria y saber en qué demonios estoy metida.
A la tarde, en pocos instantes, entra Lucas junto a un hombre bajo con poco cabello.
Lucas me ve con desprecio. Parece que me ve con rabia y el otro hombre parece nervioso.
— Señora Dantes... no puedo creer que realmente está aquí frente a mí sana y salva— dice y yo me le quedó viendo. Señora Dantes… eso suena aún más extraño.
—Soy el Señor Octavio... el asistente del señor Dantes. Estoy aquí para servirle y cuidarla en todo lo que necesite— dice. Lucas me rehúye y habla con la doctora luego de ni siquiera casi saludarme. Pero quizás sea lo mejor.
Me trajeron una ropa que me queda algo grande y me veo en el espejo: baja, de cabello castaño, claro y abundante, rasgos comunes, contextura general.
Nada en especial, supongo. Mientras me visto veo mis cicatrices, unas en el cuello, y otras en mi brazo.
Me suben a un auto y veo desde la ventana como entramos a la ciudad de New York.
Llegamos a un hospital lujoso donde me hacen varios exámenes. Cuando salgo de unas de las salas, escucho las recomendaciones de la doctora.
—Tendremos los resultados en unos días, pero la señora presenta, sin duda, un cuadro de amnesia, pero no sabemos qué lo produjo. Es importante que esté en calma y se la trate con paciencia. Cualquier síntoma, cualquier malestar, no dude en traerla aquí directamente. Es importante que no esté sola, y que ella vaya aprendiendo de su pasado, poco a poco— dice.
Yo… simplemente tengo miedo, no me quiero ir. Todo esto de estar casada y de ser Dalila… empieza a ser muy real.
Yo escondo mis lágrimas mientras voy a pasos de mi esposo, que ni me ve.
Luego voy camino a lo que se llama "mi hogar" pero que no tengo la menor idea de qué me voy a encontrar.
Pareciera que cruzamos toda la ciudad, vamos por las avenidas y de repente entramos a un área bastante exclusiva.El chofer me abre la puerta y cuando observo donde nos hemos detenido es una casa magnífica, tiene varios pisos.No bromeaban cuando dijeron que mi esposo era un hombre con dinero. Hay algo de esta casa que me hace sentir... bien.Como no puedo confiar en mi mente... desde hace un tiempo decidí que voy a confiar en mi intuición.Lucas sigue adelante como si yo no fuera nada.La casa por dentro es tan magnífica como por fuera. Muebles claros, elegantes, pinturas fantásticas y esculturas.Veo a las personas que trabajan, que evitan verme. —Señora Dantes... yo soy Victoria, la esposa del señor Octavio y ama de casa de esta propiedad. No puedo explicarle, lo contenta que estoy de verla— dice y me lleva a mi habitación.La habitación es fantástica, la cama gigante, los closets llenos de ropa, una peinadora, un escritorio, todo el máximo lujo.De repente escuchamos unos ladrid
—Yo… no iré contigo a ninguna parte— le contesto titubeando. Él me mira con odio y tengo terror. Yo quiero decirle tantas cosas, que me dejó como si fuera basura, que estaba embarazada y no le importó… pero me contengo. No quiero que me vea como una tonta víctima. Y, sin embargo, doy varios pasos hacia atrás. —No aceptaré un no por respuesta. Vas a venir, fin de la discusión— dice y yo tengo una mezcla de temor, odio y rabia.—Tú... no puedes decirme que hacer…——Lamentablemente si... la doctora dijo que no podías estar sola, y eres mi esposa— dice cual dictador.—Yo… no te importo en lo más mínimo— le digo.—Tú ya tuviste tu momento de jugar a la casita feliz… pero estás en este matrimonio, quieras o no. Tenemos un contrato que tienes que cumplir— dice firme y se acerca a mí. Sus ojos azules centellean, su cicatriz se ve tensa.—Tu… ¿Por qué nunca me buscaste? Me abandonaste…— digo y él parece ofendido. ¿Es broma? Lo que digo es cierto. Sus ojos se pasean por mi rostro, se detienen
En el auto me doy cuenta de que no sé qué esperar al llegar allá. Lo veo de reojo que observa la abertura de mi vestido por donde se cuela mi pierna.—Las personas que estarán allá... ¿Me conocen?...— pregunto. —Sí, la mayoría te conoce. Los Ferrero eran una familia importante en la ciudad. Y si no te conocen por eso… me conocen a mí y saben que eres mi esposa— dice, pero nada más. Yo me quedé observando la ciudad de noche y llegamos a un edificio magnífico, ya hay muchas personas afuera que van entrando, todas ataviadas en sus mejores galas. —Dalila… es mejor que no digas nada. Déjame a mí toda la conversación. Nos represento a ambos ¿Entendido?— me dice a modo de orden. Yo solo quiero hablar con mi hermana y obtener información… así que, lo dejo pasar.Desde el momento en que entramos al lugar observo las miradas de las personas sobre mí y Lucas. Literalmente hay una especie de silencio cuando entramos. No sé si es por mí… o si es que se fijan en él. Es una especie de encuentro e
Lucas ¡Dalila, Dalila! Le grito, mientras corro a tomarla en mis brazos antes de que caiga al suelo. Veo que está inconsciente, mientras el señor Owens le toma el pulso, yo me levanto y voy a Ernest, lo sujeto por la chaqueta, golpeándole la cabeza contra la pared y luego, le doy un golpe directo con mi puño a su nariz. —¡Maldito parásito!— le grito. Lo veo con la nariz sangrando, mirándome con odio—¡Eres un desperdicio de oxígeno, basura!— grito y él se ríe. La poca gente que hay cerca, nos observa con miedo. —Pero si es el señor Dantes… el hombre que perdió a su esposa… ¿Realmente la recuperaste?— dice él de forma burlona. —Aléjate de ella Ernest, si sabes lo que te conviene…—lo amenazo, y me contengo para no caerle a patadas. —Ohhh créeme que sé lo que me conviene, tú eres el que no terminas de entender este juego ¿Solo porque ahora eres rico, crees saber como se maneja este mundo?— me dice entre susurros. —Siempre serás un jardinero…— dice y le golpeo ahora el pómulo y él
Dalila Me levanto con el peor dolor de cabeza de la historia y me cuesta enfocar la vista. Había tenido un sueño donde caminaba en un jardín con lirios, me sentía feliz, paseando, sintiendo el césped bajo mis pies. Quisiera quedarme en ese sueño. Estoy en mi cuarto, sola. Veo que mis zapatos están al costado de mi cama y mis joyas en la mesita de noche. Cuando me paro y me asomo a la ventana, escucho a la señora Victoria exclamar con felicidad. —¡Señora! Qué alegría que ya esté bien, estábamos realmente preocupados por usted— dice y se acerca a mí. Me ayuda, tomándome de la mano, busca un poco de ropa y me prepara un baño. Luego insiste en traerme el desayuno a la cama, y al poco tiempo me encuentro como una princesa, sentada en la cama, con el desayuno en una bandeja. —Señora Victoria... ¿Podría contarme un poco de qué fue lo que sucedió anoche?— —Usted fue con el señor a ese evento ¡Se veía magnífica! Y pareciera que… el ambiente o la situación… quizás la fiesta… le generó e
Dalila — Entonces... ¿Nos conocemos desde hace tiempo? — le pregunto a Celeste. Parece ser una chica sencilla, se viste de forma simple, tiene el cabello un poco corto y castaño, algunas pecas sobre su nariz y los ojos oscuros. Algo de ella me recuerda a mí. A mi vida como Nadia, feliz y sin preocupaciones, una vida sencilla. Luce algo nerviosa, pero realmente contenta de verme. Me pregunto cómo pasó el estricto control de mi esposo. —Ohhh en realidad sí fue hace mucho tiempo, en las empresas Ferrero. Tenía tiempo sin verte y después perdí el contacto contigo cuando...— —¿Cuándo me casé?— pregunto, ella toma su café en sorbitos mientras me responde. —Sí, sí, exactamente a partir de ese momento supe muy poco de ti. Me pareció bastante extraño, ya que por un buen tiempo estuvimos muy unidas— me indica. —¿Sabes algo de mi matrimonio, que quería o pensaba hacer en esa época?— ella parece extrañada. Lo sé… una mujer debería saber de su esposo, por contrato o no. A estas alturas
Desde que entramos se siente la tensión, el cómo todos nos observan, Lucas me toma del brazo de forma firme mientras vamos a las oficinas, son modernas y puedo ver la cara prácticamente de pánico de la recepcionista cuando nos ve entrar. Lucas entra sin pedir permiso, ni haciendo preguntas, ni esperando que avisen que, él ha llegado, simplemente entra como si esta fuera a su casa. Por lo que me comentó parecería que ese es el hecho, él y yo tenemos la mayoría de las acciones, entonces ¿cómo queda Claudia en esto? Creería que no muy contenta—Recuerda Dalila... tú eres mi esposa, yo tengo un contrato firmado por ti por este matrimonio, por más que lo niegues es así la realidad. Yo soy el que voy a hablar y tú vas a responder las preguntas que te hagan. Yo sé que has tenido unos días difíciles, pero estoy seguro de que la va a responder bien. Recuerda, esto es importante para todos— me dice en el ascensor. Me queda claro que esto es muy importante para él. Pero yo vengo con mis propio
LucasEsta familia está podrida, no tiene límites ¡Debí saberlo! Son como una plaga, una enfermedad que se extiende a quien se acerca a ellos. Las cosas estaban escalando en locura y gritos y preferí que Dalila se quedara afuera, no la necesitaba de nuevo desmayada y que se arme un escándalo aquí. Claudia tiene toda la intención de declarar a su propia hermana como incapaz de tomar decisiones y, por lo tanto, que seguramente ella debería llevar tomar el poder de sus acciones. —¡Incapacitada! ¿Eso es lo que quieres verdad? ¿Quizás meterla en un manicomio? ¿Eso no se te ocurrió?— le grito a Claudia. Los demás me observan como si nada. —Jamás dije eso Lucas… — contesta ella. —¡No sé ni para qué me sorprendo, ustedes son capaces de cualquier cosa!— —Señor Dantes… no nos ofenda— dice el viejo Winston, otro infeliz. Seguro planean después buscar la forma en que nos divorciemos, y ellos retomen el poder de Grupo Ferrero, y será como si nada hubiese sucedido. Estarían libres para