Claudia escucha con paciencia a su amiga, Leticia no pude creer que su mejor amiga se haya casado tan rápido y se vaya del país con su nuevo esposo.
—Paolo no me da buena espina, ¿por qué no podía esperar?, Claudia, que no te vas a la otra punta de La Habana dónde si te pasa algo puedo ir a buscarte, llevar dos o tres reparteros¹ para que le den una pa-li-za.Claudia ríe por las ocurrencias de Lety, se le ocurren cada cosa que a veces no sabe si reír o preocuparse.—Estaré bien, ya ves lo atento que es él conmigo, y no te preocupes, en cuanto pueda te hago una invitación a Italia para que veas como estoy, salir de fiesta y hagas de las tuyas allá también. —dice Claudia mientras recoge la ropa que le regalará a familiares y amigas—. Deja de preocuparte de más y dime, ¿qué quieres de lo que está ahí?Lety lo dejó pasar… por ahora, todavía le preocupaba que su amiga se casara tan pronto, solo llevaba cinco meses de conocer a Paolo, ni siquiera un año y ya se iba a otro país, con un hombre, que aunque era encantador, simpático, guapo, que se veía bien como pareja de su amiga, Leticia consideraba que no era tiempo suficiente para un paso tan grande. La rubia se acercó más a la cama y sonriendo comenzó a ver la ropa que su amiga más querida quería dejarle, ya que Claudia no se llevaba nada.—¿Por qué no guardas un poco de ropa? No la regales toda, ¿Y si quieres volver? —preguntó Lety en un último intento, no quería, pero estaba muy preocupada.—Cuando venga de vacaciones traeré ropa nueva, Paolo ya me dijo que compraremos en cuanto lleguemos. —respondió Claudia con una sonrisa mientras seguía separando la ropa que tenía sobre la cama.Leticia escogió algunas de las ropas allí tendidas, no las quería para ella, las guardaría, si Claudia regresaba, las tendrá allí, porque ella conocía bien a Claudia y de algo estaba segura, si a su amiga no le gustaba como sería su vida con Paolo regresaría, y Paolo no le daba buena espina a Leticia, él hacia el intento de agradarle, pero era algo que le decía que no confiara en él; sin embargo, esperaba estar equivocada, quería lo mejor para su amiga, y si era en Italia, quién era ella para oponerse, quizás sea el dolor de perder a su amiga y confidente lo que le hacía pensar lo peor del italiano.«Pero haré el intento por mi amiga, no quiero que sus últimos días en Cuba sea de ella pensando que no quiero su felicidad» —pensó la rubia mirando a Claudia.Por su parte Claudia estaba forzando una sonrisa, esperaba que Lety no se diera cuenta de ello; la verdad es que no quería ir por ahora a Italia, ella como su amiga, cree que debería conocer un poco más a Paolo, pero tiene que irse, tiene un secreto que no le ha confesado a nadie, y espera continuar así. Su viaje a Italia será un escape aparte de llevar una nueva vida, una nueva vida que Paolo le prometió que será maravillosa. No está perdidamente enamorada, pero considera él ha sido un amor con ella, no solo en lo material, él es el único que conoce su secreto, no sabe cómo, pero Paolo lo descubrió y le propuso matrimonio, un matrimonio que la salvaría, un matrimonio que en un futuro cercano puede ser por amor, está segura que con el tiempo lo llegará a amar, él no le lleva muchos años y ha mostrado cualidades que le gustan en una persona.—¿Y hablaste ya con la familia de Paolo? ¿Con su madre al menos? —pregunta Lety sacándola de su estado contemplativo.—Su madre está de vacaciones, en uno de esos lugares de de–sin–toxi–ca–ción digital, pero Paolo me dijo que estaría para cuando llegáramos a su casa, pero si he conversado con un hermano y con su padre.—¿Ah sí? ¿Y qué te parecieron?—Muy simpáticos. El poco tiempo que hablamos me cayeron muy bien, espero conocerlos más cuando llegue a Italia.—Aquí ya hubieras conocido a toda la familia, ya sabrías si tu suegra te caerá bien, y estuviéramos hablando bien o mal de ellos.Las amigas comenzaron a reír, la broma de Lety relajó un poco el ambiente. Así estuvieron un poco más, entre bromas y risas. Leticia y Claudia eran amigas desde que se conocieron en el jardín de infantes, habían sido inseparable desde entonces. Se conocían como nadie, por eso la separación no era tan fácil para ninguna de las dos, Claudia quería tanto a Lety como a su hermana, y eso era mucho, ella adoraba por donde pisaba su hermana Yadira.—Bueno, ya tienes la ropa separada, ¿quieres ayuda en algo más? —preguntó Lety cuando terminaron.—No, ahora vamos a la cocina, Corina estaba preparando un almuerzo² para nosotras. —respondió Claudia.—¿Y por qué se molestó? Ella sabe que como cuál quiere cosa, con una merienda era suficiente, al final solo nosotras tres estamos en la casa. —dijo Lety porque era algo que hacían a menudo, en vez de tomar una comida completa, tomaban una merienda.—Hoy quería apapacharnos, y deja, está triste porque me voy de su lado. —respondió Claudia tomando la mano de la rubia y la arrastró fuera de la habitación.En la cocina Corina no paraba, preparaba varias cosas a la vez, Claudia la vio muy nerviosa, y le dio un poco de pena, su madre había estado en un cambio emocional desde que se hizo evidente que ella se marcharía. Su hermana Yadira se había mudado con su esposo y su hija, y aunque estaba cerca, era en otro municipio de la Habana, y con su marcha se había llevado a la única nieta de Corina. Su madre sola, en aquella casa con su padre no estaría bien, esperaba que visitara mucho a su hermana, y que Yadira le traiga a Mily los fines de semana, ella hará lo posible para llamarla a diario o varias veces a la semana. De verdad que a Claudia le preocupaba su madre, sin embargo, no podía seguir en Cuba.—¿Vemos una película mientras comemos? Hay una que me dijeron que estaba muy buena. —Consultó Corina al terminar de preparar la comida.Las dos mujeres aceptaron encantadas, era algo que hacían muchas veces al mes, Corina pasaba a recoger a Leticia a su casa, preparaba alguna merienda y con sus dos hijas y Lety, veían todo el día alguna película infantil, y mientras pasaban los años escogían película acorde a la edad.—Hoy podemos ver una peli e–ró–ti–ca, ¿no crees, ma'? ¿O aún no tenemos la edad suficiente? —inquirió Claudia para molestar a su madre con la broma, Corina siempre decía que nunca vería una película así junto a sus hijas.—Todavía puedo darte unas nalgadas, muchacha fresca. —respondió Corina con una sonrisa—. Hoy quiero llorar y reír a la vez, así que veremos Ghost.Claudia y Lety se miraron e hicieron una mueca, luego rieron de la mujer mayor, a Corina le gustaba la complicidad de Demi Moore y Patrick Swayze en la película, pero reía hasta las lágrimas y le daba dolor en el abdomen por el personaje que interpretaba Whoopi Goldberg.—¿De qué ríen? Siempre quise para ustedes un amor así. —protestó con dignidad Corina y levantando la nariz cuando se sentó en el sofá.—¿Qué una de los dos mue–ra y el otro su–fra? —interrogó Claudia riendo.—Me disculpas Corina, pero prefiero que mi pareja no mue–ra cuando nos vayamos a vivir juntos. —dijo Lety siguiendo la broma.Corina se unió a las risas, y esperando el inicio de la película les dijo que quería que encontraran a alguien que fuera tan fuerte el amor que sentían que hiciera lo posible, hasta desde la muerte, que su amada estuviera feliz y la cuidara.—Eso lo tendré con Paolo. —dijo Camila, tratando de tranquilizar a su madre.Corina sonrió mirando a su hija, inclinó el cuerpo y le dio un beso en la parte alta de la cabeza.—Por supuesto cariño, así será.Cuatro horas después Claudia estaba sola en su habitación, recordando la conversación que mantuvieron después de ver la película, ella y Lety se quedaron hablando y pasando el tiempo con Corina, su madre quería saber si ella podría trabajar de lo que había estudiado, Claudia se había graduado en la carrera de contabilidad y finanzas de la Universidad de La Habana.«No te preocupes ma', Paolo me dijo que cuando domine el idioma puede ser posible, él no estará en contra de que lo haga.Corina respiró con alivio, le alegraba que su hija hablara con su esposo sobre el futuro que tendrían, que su hija trabajara lo que estudio le alegraba sobremanera.»Claudia estaba con su teléfono en las manos revisando las redes sociales cuando llegó Paolo, ella se quedó mirándolo mientras él se alejaba para cambiarse de ropa después de darle un beso a su llegada, su esposo era muy guapo, por lo que había leído, los calabreses tenían entre sus antepasados a los griegos.—Tengo una buena noticia que te alegrara a ti y a tu familia. —dijo Paolo en español con ese acento que lo identificaba como italiano.Claudia dejó el teléfono a un lado y le prestó atención.—Tenemos que pasar unos días más en Cuba. —siguió hablando él, tomando ropa para ir al baño.—¿Por qué? —preguntó ella con sorpresa aunque estaba feliz de pasar unos días más con su familia, pero Paolo estaba deseoso de partir a Italia después de la boda—. ¿Hay algún problema?🗡🗡🗡🗡
¹La palabra 'reparto' se refiere a los barrios más pobres de Cuba. Los reparteros se caracterizan por ser problemáticos, de bajo nivel la mayoría. Con actitud de guaperia (bravuconeria)Los reparteros también tienen un género musical que es una mezcla de salsa con música urbana moderna, tienen una determinada forma de vestir, hablar.
²AlmuerzoComida que se toma por la mañana, Comida del mediodía o primeras horas de la tarde. En Cuba tiene un horario de 11:30 am a 1:00 pm
Claudia esperó atenta una respuesta de Paolo, él parecía tranquilo, así que ella soltó el aire que tenía contenido sin darse cuenta y se relajó en la cama.—No pasó nada amore, hoy hable con mi hermano, y me dijo que las reformas que habían comenzado en mi habitación cuando les comuniqué que nos casábamos, no han terminado, solo eso no te preocupes. —dijo él cuando terminó de quitarse la ropa.—Aún no entiendo por qué remodelar tu habitación, si ahí estaremos muy poco, nos iremos a vivir solos como me prometiste ¿verdad?—Lo haremos tesoro¹, pero ellos quieren que estemos cómodos el tiempo que permanezcamos allí, solo eso. —respondió Paolo.Teniéndole la mano la invitó entrar al baño con él, ella aceptó, cada vez le gustaba más estar bajo la ducha con su esposo, demoraban más, pero Claudia siente que vale cada minuto que pasaban allí. 🗡🗡🗡🗡Claudia observaba a Paolo caminar de un lado a otro de la habitación haciendo exclamaciones que para ella e
Claudia se separó de su hermana, con miedo, pensando que Yadira ya sabía lo que había hecho y había escogido este momento para hacérselo saber a la familia, esperaba ver repulsión en su cara, desprecio, suspiró de alivio cuando vio que sonreía, con lágrimas en los ojos, pero su hermana sonreía.—Nos llamas cuando llegues a Italia, por favor no dejes de hacerlo. —dijo Yadira se alejó para dar paso a Corina, quien quería darle otro abrazo a su hija más pequeña.Paolo comenzó a señalar el reloj, podían llegar tarde al aeropuerto porque el abrazo de Corina no terminaba, y aunque sabía que podían perder el vuelo no dejaba ir a Claudia, todos los allí presente la entendían, pero Juan Carlos tuvo que abrazarla por detrás y pedirle que la dejara ir.—Cuando menos lo esperes estaré de visita, además, te llamaré a diario, y en cuanto pueda, podrás ir a visitarnos. —prometió Claudia a su madre.Claudia siguió a Paolo hasta el taxi que los llevaría al aeropuerto internacional José Martí de La Hab
Claudia trató de pararse del piso del auto, angustiada al ver a Paolo he–rido, no entendía como podía seguir disp@r@ndo si en la cara se le notaba que estaba adolorido, él se lo impidió, sin mirarla le ordenó seguir donde estaba.—¡¡Estás h3rido!! —Gritó ella entre angustiada y enojada.—He tenido h3rid@s peores, no te preocupes y quédate donde estás. —respondió Paolo con los dientes apretados y continuando con los disp@ros.Claudia se puso las manos en la cabeza cuando una ráfaga de b@l@s dieron contra el cristal trasero del auto y terminó de romperse completamente, Paolo cayó encima de ella protegiéndose de las b@l@s y a ella de los cristales.—¿Qué venden en esos restaurantes que quieren verte mu3rto? ¿Mu3r3 alguien entre plato y plato? —preguntó Claudia con sarcasmo.—En casa, Claudia, allí hablaremos con calma. —respondió Paolo regresando a su posición y continuó disparando.Claudia no sabía de donde sacaban tantas municiones, cuando subió al auto todo parecía normal, no un carro
Marko lo meditó, quería ir contra los Mancuso cuanto antes, no quería verse como un jefe débil que no podía actuar cuando era atacado, sin embargo, no quería apresurar las cosas, si actuaba antes de tiempo, sin un plan bien elaborado, sin tener más información, podría fracasar como fracasó Geovanni el día de hoy, y eso, eso lo haría ver mucho más débil a ojos de su gente, aliados y de sus enemigos, no lo podía permitir, su puesto se lo había ganado a pulso, no por haber sido hijo de Flavio De Luca, suspiró y miró a su capo società, su jefe general era su primo de mayor confianza, con quien más afinidad sintió, lo que nunca sintió con su propio hermano, un inútil que solo sabía gastar dinero, sin importarle de donde salía mientras pudiera gastar en lo que quisiera, las veces que tuviera un capricho. —Estoy seguro de que lo mejor es recopilar información, ver cómo acabar con ellos poco a poco, ¿qué piensas? —Consultó con Renzo, como su capo società, no como su primo. —Que debe ser así
Paolo levantó a Claudia pasándole un brazo por debajo de las piernas y otro por detrás de la espalda, y sin darle tiempo a reaccionar la dejó caer suavemente en la cama, subió rápido posicionándose encima de ella, le tomó las manos sujetándola por encima de la cabeza y acercando el rostro al de ella, solo separándolos unos milímetros le respondió:—No tesoro, tu lugar es aquí, conmigo. Hay un papel que firmaste que dice que eres mía.Claudia pasó en un segundo por varios estados de ánimo, sorpresa, miedo, tristeza y por último enojo. Le daba coraje que Paolo no le dijera en donde se iba a meter al casarse con él. La enojaba que ahora se autoproclamara dueño de ella, a ella que siempre fue tan libre. Claudia lo miró a los ojos sin reconocerlo, se veía calmado, como si fuera otro hombre, aunque por fuera no hubiera ningún cambio significativo.—Sé que me quieres, y con el tiempo llegarás a amarme. —comentó Paolo mientras tomaba las manos de ella en un fuerte agarre con una de las suyas
—¡No me toques! Estoy muy enfadada contigo. —gritó Claudia enojada cuando Paolo intentó abrazarla.Él hizo el intento de abrazarla otra vez, pero dejó caer las manos cuando ella frunció el ceño y apretó los labios. Ellos habían terminado de tener una conversación, Claudia le había planteado que quería trabajar si ya no era una opción regresar a su país, en este punto habían tenido una pequeña discusión, Paolo no creía conveniente que ella lo hiciera por el momento.«—¿Por qué no? —había preguntado ella.—Mi clan está en guerra con otro clan vecino, y puede ser muy peligroso para ti —respondió él.—Tu hermana y tu cuñada van a la universidad, ¿por qué yo no puedo trabajar? Además, no sería mañana, tengo que esperar al menos tres meses para poder hacerlo. —Intentó nuevamente de convencerlo.La respuesta de Paolo fue decir que solo trataron de protegerla, Allegra y Giada sabían cuando podían y cuando no podían salir de la casa, Claudia se enojó más si eso era posible, pensaba que Paolo l
Paolo observaba a Claudia desde la terraza, estaba completamente seguro de que ella estaría unos días disgustada por la mentira por omisión y luego todo volvería a ser como antes, como los pocos meses que llevaban de relación antes de llegar a Calabria. Una sonrisa ladeada asomó a sus labios, tenía el método perfecto para convencerla, Claudia era muy sexual, ser seducida por él no la dejaría pensar en nada más, y ese sería su plan inicial, comenzaría por ahí, distrayéndola para hacerla olvidar, o al menos se acostumbrará como su hermana lo hizo, como su madre, como su abuela y tantas generaciones de su familia, está vez hará lo posible y lo imposible para no repetir el error que cometió con Livia. Paolo siguió contemplándola, Claudia movía los pies en el agua y tenía la cara levantada mirando hacia el cielo azul. Suspiró complacido, su mujer estaba encantada con las vistas del mar, lo había dejado claro al no salir prácticamente de aquella terraza desde que Allegra se la mostró. Las v
Claudia miró de arriba hacia abajo al hombre que tenía frente a ella, levantó una ceja y cruzándose de brazos respondió de manera altanera:—¿No lo ve? Estoy saliendo de aquí, me voy a mi casa.Orazio comenzó a reír, e hizo señas al guardia para que la llevara dentro de la habitación.—¡Suéltame!, ¡déjame ir! —Gritaba ella mientras el guardia la arrastraba dentro.Orazio rio más fuerte y Claudia trató de llegar a él para hacerlo callar. Sus uñas casi lograron su objetivo de alcanzar su rostro, pero el soldado ejerció un poco más de fuerza bruta y lo alejó del hombre que la estaba haciendo enojar con su risa burlesca.—Me divierte como actúas; sin embargo, no lo intentes otra vez. —dijo Orazio quedando serio de repente—, si no, lo pasarás muy mal, muyy maall.—Lo volveré a intentar. —respondió la cubana tratando de no parecer asustada por la amenaza.La mujer que le había llevado la comida escogió ese mismo instante para seguir su camino, se había quedado parada detrás de ellos en el p