Claudia miró de arriba hacia abajo al hombre que tenía frente a ella, levantó una ceja y cruzándose de brazos respondió de manera altanera:—¿No lo ve? Estoy saliendo de aquí, me voy a mi casa.Orazio comenzó a reír, e hizo señas al guardia para que la llevara dentro de la habitación.—¡Suéltame!, ¡déjame ir! —Gritaba ella mientras el guardia la arrastraba dentro.Orazio rio más fuerte y Claudia trató de llegar a él para hacerlo callar. Sus uñas casi lograron su objetivo de alcanzar su rostro, pero el soldado ejerció un poco más de fuerza bruta y lo alejó del hombre que la estaba haciendo enojar con su risa burlesca.—Me divierte como actúas; sin embargo, no lo intentes otra vez. —dijo Orazio quedando serio de repente—, si no, lo pasarás muy mal, muyy maall.—Lo volveré a intentar. —respondió la cubana tratando de no parecer asustada por la amenaza.La mujer que le había llevado la comida escogió ese mismo instante para seguir su camino, se había quedado parada detrás de ellos en el p
La puerta se abrió y Claudia se incorporó en el colchón esperando que la chica que cada día le lleva la cena entre por la puerta, hizo una mueca de desagrado cuando fue Orazio quien entró en la habitación.—Ponte de pie —ordenó él quedándose cerca de la puerta—; hoy comenzaremos tu entrenamiento.Claudia preguntó a qué entrenamiento se refería y al recibir la respuesta se negó, diciendo que ella no haría tal cosa, Orazio sonrió y le dijo que ella no tenía decidía que hacer y que no.—Ven conmigo por las buenas, o te llevaré arrastrando por cabello a través del pasillo hasta donde tenemos que ir.Claudia pensó seguir negándose, pero lo pensó mejor, si salía de esta habitación tendría mejor chance de escapar, reconocer el lugar y ver los lugares vulnerables. Se puso de pie y salió con la cabeza levantada, pasando frente a Orazio tratando de no tocarlo.—¿Para dónde tenemos que ir? —preguntó de espaldas a Orazio, ansiosa por salir a cualquier sitio fuera de allí.Orazio la tomó por un br
Claudia observaba la ciudad a través del cristal de la ventanilla del auto con la frente apoyada en este. Se había resistido a tener que hacer este viaje, Orazio la amenazó si no lo hacía, diciéndole que regresaría a la habitación en la cual estaba a su llegada al club, el mismo día que la había llevado con las demás había recibido una pequeña habitación con mejores condiciones, ella le respondió altanera por la amenaza recibida y había recibido una cachetada tan fuerte que le había dejado una marca, marca que ahora llevaba escondida por el maquillaje. Se puso una mano en la mejilla, jurando que ese hombre recibiría su merecido por lo que le estaba haciendo. Claudia suspiró y pasó la punta de un dedo por el cristal, y se puso a pensar en Paolo, en qué estaría haciendo, ¿la estaría buscando? ¿Qué mierda estás haciendo que no me has encontrado?—Estamos llegando, cambia la cara por una más alegre, el cliente está pagando mucho dinero por ti. —Exigió Luigi, Orazio la había enviado con él
Orazio maldijo su suerte, las cosas no salieron cómo esperaba, no era así como quería decirle a Marko lo que había hecho, quería hacerlo después de haber obtenido resultados favorables, donde solo recibiría elogios de su primo. Ahora Marko se veía más tenso que nunca. Orazio se sentía incómodo, la vista de los presentes estaban fijos en ellos, y no quería verse débil, así que intentaría llevarlo a su terreno.—¿Podemos hablar en mi oficina? No quiero espectadores cuando te explique mi decisión de hacerlo. —pidió Orazio en voz baja cerca de Marko.—No creo que tengas una explicación plausible para tu desobediencia, dejé perfectamente claro que ella no trabajaría en el club. ¿Qué no entendiste de mis palabras? —respondió Marko enojado.—Eso es porque no la has visto, cuando lo haga entenderás el porqué. —insistió Orazio, tratando de evitar lo que venía detrás del exabrupto de Marko.Marko caminó de un lado a otro, la adrenalina generada al saber que una de las propiedades del clan estab
Cuando Luigi vio que Marko tomó por un brazo a Claudia y la acercó a él, pensó que sería olvidado, pero el alivio duró poco, el capo le dijo que enseguida hablaría con él.—Hay personas aquí que necesitan saber quien soy yo —informó Marko tomando la barbilla de Claudia entre sus dedos apretando un poco fuerte, luego exclamó frente a su cara—, no sé, ni me importa lo que Mancuso te permitía, pero aquí mando yo, me vas a hablar con respeto, y no serás tan insolente, o te irá muy mal, ¿Entendiste?Claudia quería responder con otra grosería y darle unos golpes en el proceso, sin embargo, lo pensó mejor, por el rabillo de un ojo, veía que todos los miraban con miedo, menos un solo hombre que los observaba con aburrimiento. Esto solo confirmaba, que no estaba frente a cualquier matón, era un de los jefes grandes, así que era mejor calmarse, la podía matar sin consecuencias.—¿Entendiste? —repitió Marko, exigiendo una respuesta.—Sí, entendí desde la primera vez que preguntaste. —respondió C
Claudia comenzó a quitarse la ropa sin dedicarle ni una mirada, sabía que podía jugar, pero no podía pasarse, a fin de cuentas, estaba frente a un mafioso, y este no parecía ser cualquier criminal, Orazio no se hubiera comportado con tanta sumisión. Al terminar, Claudia juntó sus rodillas y puso las manos frente a sus pechos, no tenía problemas con la desnudez, pero se sentía vulnerable. Escuchó el sonido de una cremallera al abrirse, y se asustó, preguntándose si ese hombre creía que iba a tener sexo con ella.«Está muy equivocado si cree que se lo podré fácil, solo si me obliga, tendrá sexo conmigo.» Pensó Claudia manteniendo la mirada alejada de Marko.—Acércate y ponte de rodillas frente a mí. —ordenó Marko esperando total obediencia.—No —se negó Claudia, con esa orden sabía que él esperaba de ella.—Ven aquí o te irá muy mal —dijo Marko con ira contenida.Claudia no se movió del lugar, no pensaba ceder, pero al escuchar como el hombre le quitaba el seguro a un arma, levantó la c
El corazón de Claudia comenzó a latir fuertemente, su orgullo le pedía no claudicar, pero la vergüenza que pasaría al ser expuesta, la hizo caer de rodillas con una postura erguida, espalda recta, hombros atrás, barbilla alzada, esperando que solo Paolo viera las fotos.—Terminemos con esto, hijo de puta —dijo Claudia con los dientes apretados.Marko sonrió con malicia y se acercó a ellas con pasos lentos, alargando más la angustia de la cubana.—Abre grande, y ten cuidado con los dientes cuando ponga mi cazzo grosso dentro de tu boca —ordenó Marko con un poco de burla mientras bajaba la cremallera de su pantalón y dejaba su miembro frente al rostro de la chica, recordando como minutos antes, Claudia le había dicho que su pene era pequeño.Claudia abrió la boca todo lo que pudo, mirando al hombre con todo el desprecio que pudo demostrar. Y aunque quiso desconectar y alejarse mentalmente de lo que hacía, Marko no la dejó, la mantenía a la expectativa mientras le tomaba fotografías.—Br
—No arriesgaremos hombres en vano, hay que ser más inteligentes y no actuar con ira —Intervino Danilo, el capo y padre de Paolo.Paolo quiso protestar, era a su esposa a quien estaban ultrajando.—Sé que puedes, nuestros hombres están entrenados para seguirte, pero ahora los De Luca tienen mayor seguridad, no quiero perderte, hijo mío, eres capaz de planear un mejor ataque —le dijo Danilo mirando de frente a Paolo—, ¿Quieres dejar a tu hijo también sin un padre?Paolo sabía que su padre tenía razón, pero solo de imaginar la fotografía que recibió de Claudia, la ira lo ahogaba y no lo dejaban pensar racionalmente.Enrico le pidió a los demás hombres que había en la habitación que se retiraran, no quería que su hermano se viera mal antes ellos, era el próximo capo.—Y ahora que estamos solo —dijo Danilo, enojado cuando se quedaron a solas, el muerto del clan De Luca no podría hablar—, ¿Dos mujeres, Paolo? No has podido cuidar de dos mujeres. Tu madre, tu abuela, tu hermana, están bajo m