Claudia comenzó a quitarse la ropa sin dedicarle ni una mirada, sabía que podía jugar, pero no podía pasarse, a fin de cuentas, estaba frente a un mafioso, y este no parecía ser cualquier criminal, Orazio no se hubiera comportado con tanta sumisión. Al terminar, Claudia juntó sus rodillas y puso las manos frente a sus pechos, no tenía problemas con la desnudez, pero se sentía vulnerable. Escuchó el sonido de una cremallera al abrirse, y se asustó, preguntándose si ese hombre creía que iba a tener sexo con ella.«Está muy equivocado si cree que se lo podré fácil, solo si me obliga, tendrá sexo conmigo.» Pensó Claudia manteniendo la mirada alejada de Marko.—Acércate y ponte de rodillas frente a mí. —ordenó Marko esperando total obediencia.—No —se negó Claudia, con esa orden sabía que él esperaba de ella.—Ven aquí o te irá muy mal —dijo Marko con ira contenida.Claudia no se movió del lugar, no pensaba ceder, pero al escuchar como el hombre le quitaba el seguro a un arma, levantó la c
El corazón de Claudia comenzó a latir fuertemente, su orgullo le pedía no claudicar, pero la vergüenza que pasaría al ser expuesta, la hizo caer de rodillas con una postura erguida, espalda recta, hombros atrás, barbilla alzada, esperando que solo Paolo viera las fotos.—Terminemos con esto, hijo de puta —dijo Claudia con los dientes apretados.Marko sonrió con malicia y se acercó a ellas con pasos lentos, alargando más la angustia de la cubana.—Abre grande, y ten cuidado con los dientes cuando ponga mi cazzo grosso dentro de tu boca —ordenó Marko con un poco de burla mientras bajaba la cremallera de su pantalón y dejaba su miembro frente al rostro de la chica, recordando como minutos antes, Claudia le había dicho que su pene era pequeño.Claudia abrió la boca todo lo que pudo, mirando al hombre con todo el desprecio que pudo demostrar. Y aunque quiso desconectar y alejarse mentalmente de lo que hacía, Marko no la dejó, la mantenía a la expectativa mientras le tomaba fotografías.—Br
—No arriesgaremos hombres en vano, hay que ser más inteligentes y no actuar con ira —Intervino Danilo, el capo y padre de Paolo.Paolo quiso protestar, era a su esposa a quien estaban ultrajando.—Sé que puedes, nuestros hombres están entrenados para seguirte, pero ahora los De Luca tienen mayor seguridad, no quiero perderte, hijo mío, eres capaz de planear un mejor ataque —le dijo Danilo mirando de frente a Paolo—, ¿Quieres dejar a tu hijo también sin un padre?Paolo sabía que su padre tenía razón, pero solo de imaginar la fotografía que recibió de Claudia, la ira lo ahogaba y no lo dejaban pensar racionalmente.Enrico le pidió a los demás hombres que había en la habitación que se retiraran, no quería que su hermano se viera mal antes ellos, era el próximo capo.—Y ahora que estamos solo —dijo Danilo, enojado cuando se quedaron a solas, el muerto del clan De Luca no podría hablar—, ¿Dos mujeres, Paolo? No has podido cuidar de dos mujeres. Tu madre, tu abuela, tu hermana, están bajo m
La música se mantenía en un rango bajo, por eso Claudia pudo escuchar a Marko cuando afirmó que ella le pertenecía. Tuvo que cambiar un poco la coreografía aprendida durante el día, las palabras del capo la hicieron olvidar algunos pasos y trastabillar, no obstante, siguió bailando sin detenerse ni un segundo, no creía que los mafiosos delincuentes se hubiesen dado cuenta de su fallo.—Ella es hermosa, pero si es tuya, me conformo con las que tengo ahora —dijo Stefano y puso un brazo por encima de los hombros de las mujeres a su lado.El capo no vio la necesidad de pelear por una mujer, por muy hermosa que estuviera, había venido por negocios, no perdería a un buen socio comercial, por una prostituta, no creía que fuera algo más, sino, Marko De Luca no la tuviera allí.—Claudia, ya puedes dejar de fingir que no estás escuchando y baja cuanto antes de ese escenario —ordenó Marko a la cubana.Ella se detuvo enseguida, ¿para qué fingir?, no quería seguir bailando frente a tantos hombres
Claudia se detuvo frente a Marko, levantó la cabeza para mirarlo a los ojos mientras se mordía el labio inferior, dejó de pensar, esto era lo que quería hacer ahora mismo, las culpas que vinieran después. Le quitó la mano del miembro, y lo tomó en su mano derecha, le pasó la lengua en un suave lametón a su capullo y lo llevó dentro de sus labios. Marko no pudo evitar gemir al sentir la humedad del interior de la boca de ella, apretó las manos en puños a los lados de su cuerpo, temía tocarla y que ella se detuviera. Claudia lo saboreó unos segundos, él tenía el miembro duro, húmedo, delicioso. Gimió alrededor de él, y comenzó a hacerle una mamada, de una manera ansiosa, tratando de tomarlo todo. Los dedos de Marko apretaron su cabello y Claudia lo miró a los ojos, el capo tenía la vista fija en ella, viendo como su miembro entraba y salía de la boca de su cautiva. Ella cerró los ojos con un poco de vergüenza, estaba amando la fricción en su boca sensible al tomarlo dentro de ella, como
Claudia observaba a Marko reír con Geovanni desde una esquina de la barra del bar. Había pasado un mes desde que sucumbió a él, y no había podido escapar, contrario a lo que pensó, el capo dejaba muy poco tiempo el club, y cuando lo hacía había tanta vigilancia que le había sido imposible hacerlo. Claudia se estaba desesperando, Marko no había dejado de llevarla a su cama desde aquel día. Para todos en el club, era la mujer del capo, solo Orazio la miraba mal por ello y la veía como una intrusa.—Me da miedo tu mirada —susurró Salomé a su lado—, ¿quieres matar a Marko con ella? Puede ser muy peligroso, aunque no imposible dada la cercanía que tienes con él.El cuerpo de Claudia se sacudió de forma imperceptible ante la pregunta de su compatriota, porque lejos de su mente estaba el pensamiento de la muerte de su captor.—Solo quiero salir de aquí, no puedo continuar bajo su encierro —respondió también en voz baja.—Pensé que cambiarías de opinión al mantener relaciones sexuales con él,
Claudia miró a Marko asustada por lo que pudiera hacer con ella, tuvo tanto miedo en ese instante, que las ganas de salir corriendo y esconderse eran tan fuertes que creía que él escuchaba sus pensamientos. Marko le sonrió y ella tragó con dificultad.—Ponte de pie, donna pazza, tienes todo el cuerpo lleno de lodo —le dijo Marko haciéndole gestos con una mano para que se pusiera de pie.Un sollozo escapó de Claudia, se había sentido libre por casi una hora, hasta que habían ido detrás de ella, ahora tenía que regresar y no sabía qué harían para castigarla, ¿la amenaza de Orazio sería cierta? ¿Sería azotada con un látigo? Solo de pensar en ella ya sentía dolor en todo su cuerpo.—Ponte de pie, Claudia, o lo hago yo, no tengo toda la noche —la apremió Marko y a la cubana no le quedó más que obedecer.Claudia se puso de pie con dificultad y quedó con la cabeza gacha frente a su carcelero. Sin embargo, Marko no le permitió mantener la mirada desviada, la tomó por la barbilla con una mano
Marko entró a la habitación donde estaba Claudia, esperaba encontrarla lista para pelear con él, exigiéndole que olvidara el castigo, sin embargo, Claudia estaba sentada en la cama con los pies recogidos de tal forma que abrazaba las rodillas con sus brazos y la cabeza la tenía apoyada con el rostro oculto sobre ellas. La mujer asustada que veía ahora no tenía nada que ver con la mujer que conoció el día que Paolo Mancuso atacó el Club. Marko dejó la caja que traía en las manos sobre una mesita de noche y le ordenó que se desnudara para hacerle reaccionar, se sorprendió cuando ella lo hizo sin emitir sonido alguno y luego esperó de pie al lado de la cama mirando hacia el piso.—Sube a la cama, acuéstate y pon una almohada debajo de tus caderas —volvió a ordenar el capo, creyendo que ahora Claudia si iba a protestar.Claudia siguió sus órdenes sin decir una palabra y Marko apretó los dientes, quería a la mujer luchadora que había tenido entre sus brazos, no la mujer sin emociones que e