Claudia trató de pararse del piso del auto, angustiada al ver a Paolo he–rido, no entendía como podía seguir disp@r@ndo si en la cara se le notaba que estaba adolorido, él se lo impidió, sin mirarla le ordenó seguir donde estaba.
—¡¡Estás h3rido!! —Gritó ella entre angustiada y enojada.—He tenido h3rid@s peores, no te preocupes y quédate donde estás. —respondió Paolo con los dientes apretados y continuando con los disp@ros.Claudia se puso las manos en la cabeza cuando una ráfaga de b@l@s dieron contra el cristal trasero del auto y terminó de romperse completamente, Paolo cayó encima de ella protegiéndose de las b@l@s y a ella de los cristales.—¿Qué venden en esos restaurantes que quieren verte mu3rto? ¿Mu3r3 alguien entre plato y plato? —preguntó Claudia con sarcasmo.—En casa, Claudia, allí hablaremos con calma. —respondió Paolo regresando a su posición y continuó disparando.Claudia no sabía de donde sacaban tantas municiones, cuando subió al auto todo parecía normal, no un carro @rm@do para la gu3rr@.—Eso espero, tienes que explicarte muy bien. —dijo ella con rabia por no ser advertida de lo que podría encontrar al trasladarse de país.Un kilómetro más tarde sintieron acercarse carros en dirección contraria con personas disparando, Claudia dio un quejido, pensando que ahora sí sería el fin de ellos, suspiró con alivio cuando el chófer informó que venían llegando los refuerzos.Los autos se detuvieron cuando se pusieron a la par, y como un batallón de gu3rr@ comenzaron a disp@r@r.Claudia solo esperaba que todo terminara, o que al menos le dieran un @rm@, sonrió con este pensamiento, ella no sabía ni tomar un @rm@ de la forma correcta, sin embargo, estaba segura de que si le daban una, Paolo, los guardaespaldas, los recién llegados y los enemigos que disp@r@ban, tomarían una b@l@ de su parte.Los disp@ros comenzaron a disminuir hasta extinguirse, dejando un silencio sepulcral después de tanto ruido. Claudia esperaba que de un momento a otro iniciarán nuevamente los disp@ros, saltó asustada cuando escuchó a un hombre gritar entre risas y llamar cobardes a los enemigos.«¿Cobardes?» repitió ella en la mente.Ella pensaba que estaban locos, pero cobarde ninguno, ella se imaginaba la distancia entre ellos y esas personas llenas de casquillos de b@l@s, y algunos muertos, muchos muertos.Claudia se sacudió con un escalofrío solo de pensarlo.«Debe haber mu3rtos, con tantos b@l@s volando no es posible que todos hayamos salido ilesos. —Claudia se detuvo en ese pensamiento y miró a Paolo, quien a cada momento que pasaba se le llenaba más de s@ngr3 la camisa—. Bueno… no completamente ilesos.»Claudia subió, sacó unas toallitas del bolso y paso una mano con ellas por el asiento para quitar los cristales, luego se sentó para mirar alrededor y observar lo que había quedado, hizo una mueca de desagrado al ver que uno de los guardaespaldas estaba mu3rto, lo estaban cambiando de carro mientras otro hombre le daba un beso en la frente.—Son hermanos. —respondió Paolo a su pregunta silenciosa mientras el hermano cabizbajo se llevaba en el nuevo auto a su hermano mu3rto.Ella los vio alejarse y los compadeció, pensando que no debe ser fácil ver a un familiar mo–rir a tu lado y no poder hacer nada, estaba segura de que este ataque no era fortuito, nadie aparece de la nada y comienza a disp@r@r contra otros sin un motivo, quizás alguien que no está bien de sus cabales, pero por los disparos está segura de que era más de uno, y no cree que haya un club de locos para atacar al primero que pase por esa carretera.«Será una de las primeras preguntas.» —se prometió mirando a Paolo, quien miraba a uno de los autos que habían llegado, una de las ventanillas traseras estaba bajando, un hombre muy parecido a Paolo apareció detrás, quien con una sonrisa ladeada los saludó.—Bentornata a casa, bella, mi scuso per non essere arrivata prima¹.Claudia levantó una mano en forma de saludo, no sabía que responder a una disculpa por llegar tarde a una pequeña gu3rr@.—Claudia, te presento a Enrico, mio fratello², no le hagas mucho caso, está un poco loco; Enrico te quiero lejos de mi mujer, Claudia es mucha mujer para ti. —Los presentó Paolo tratando de parecer serio, fallando en las últimas palabras, diciéndolas con rastros de risa.—Me alegra conocer a tu hermano y que nos haya ayudado, pero ¿no es hora de continuar? Por si lo has olvidado, estás herido y necesitas cuidados.Paolo se miró la herida con indiferencia, y ordenó al chófer reiniciar el viaje.— Nos vemos en la noche, Claudia, si quieres cambiar de hermano, esta noche será tu oportunidad. —dijo Enrico guiñándole un ojo haciendo reír a Claudia y gruñir a Paolo.Diez minutos después llegaron a una villa cerca del mar, Claudia no sabía hacia donde mirar de tan hermoso que era todo, la puesta de sol hacía que el lugar se viera de ensueño, hasta las personas que esperaban en la puerta de la entrada, se veían muy bien con el entorno.—No me dejen fuera. —dijo el guardaespaldas que estaba al lado del chófer a Paolo.Paolo asintió y salió del auto tendiéndole una mano para ayudarla a bajar, Claudia se la dio con el ceño fruncido y preguntándose si el hombre pidió lo que estaba pensando.«¿Qué harán? ¿Devolver el ataque?»—Tú no irás a ninguna partes. —ordenó Claudia a Paolo en voz baja, no quería que la familia de su esposo la escuchara pelear la primera vez que la conocía.—Más tarde hablaremos de esto. —contestó Paolo también en voz baja.—Más te vale. —dijo Claudia y puso una sonrisa en su cara para conocer al resto de la familia de su esposo que la miraba de arriba hacia abajo tratando de ocultar sin conseguirlo el desagrado por la ropa que Claudia traía puesta.«Uyy, esta gente será difícil si ya empezamos así. —pensó Claudia con sarcasmo, y mirando a la mujer que se acercaba ella e imaginando quien era, siguió con su monólogo interno—. Los siento si mi ropa está llena de sangre por culpa de su hijo»La madre de Paolo estaba vestida como si fuera a ir a una fiesta, y para sorpresa de Claudia se acercó a ella y la abrazó con afecto.—Bienvenida a la familia, siento que tu llegada no haya sido bueno, nos encargaremos de revertirlo. —dijo Giorgia en español con un marcado acento italiano.La madre de Paolo presentó al resto de la familia que se acercó a ella menos una señora mucho mayor que se quedó en la escalinata, Giorgia la presentó como Fiorenza la abuela paterna de Paolo; también estaba Danilo el padre de su esposo, Allegra la hermana más pequeña con su esposo Nevio y Giada la esposa de Enrico. Al terminar Giorgia le tomó por un brazo entrelazándolo al de ella y así entraron a la casa.Mientras caminaban, Claudia se regañaba por haber pensado mal, al ver como la miraban al bajar del auto.«Las apariencias engañan, quizás les desagrado la sangre que traía encima.»Claudia miró hacia atrás buscando a Paolo, con la impresión se había olvidado que estaba herido.—No te preocupes por él, le están curando la herida. Ahora nos ocuparemos de ti, esa ropa que traes debes de botarla. —dijo Giorgia al verla mirar para todo lados.Claudia se sintió perdida en la habitación a la cual la llevaron, Paolo le preocupaba, y se sentía fuera de lugar en aquella hermosa casa, deambulaba por la habitación apreciando la decoración mientras esperaba por su esposo, pero al ver que pasaba el tiempo y no llegaba, fue al baño a darse una ducha, Giorgia le había dicho que cuando estuviera lista, bajara, querían conversar un poco con ella mientras esperaban por la cena.—Al parecer, llegar con heridas de b@la es muy común por aquí.🗡🗡🗡🗡
Estaban terminando de cerrarle la herida a Paolo cuando entró su padre, Danilo entró y se sentó a esperar que el médico terminara de trabajar, no se veía preocupado por la herida de b@la que su hijo había recibido, estaban acostumbrados a ello, Paolo la mayoría de las veces estaba en las peleas que tenían con rivales de los Mancuso, para gran consternación de su padre, que tenía planes para él y no era que muriera tan joven.
—Tu esposa parece una chica agradable. —comentó Danilo—. ¿Crees que se adapte a esta vida que llevamos?—Por supuesto, Claudia es fuerte. —respondió Paolo haciendo una mueca de dolor por el último punto hecho por el galeno.—Presiento que ella no sabía donde se estaba metiendo. ¿Sabe a qué nos dedicamos? —preguntó Danilo sabiendo ya la respuesta de su hijo, la muchacha se veía enojada y a la vez perdida cuando llegó a la casa.—No. —respondió Paolo sin agregar nada más a su respuesta.—Aah, por eso se veía enojada cuando llegaron. ¿Crees que quiera seguir siendo tu esposa? El engaño no fue uno pequeño que se pueda perdonar tan fácil.—Ella lo hará, no te preocupes por mí y por mi esposa, sabremos a partir de ahora lo que dará este matrimonio. —respondió Paolo antes de lavarse las manos y la cara.🗡🗡🗡🗡
Marko estaba en la oficina de Orazio en el antro que regentaban, no había venido por trabajo, hoy quería una boca de una de las chicas que tenían allí al rededor de su po–ll@, y Orazio le buscaría una de las mejores en la materia.
—Quiero que me quites a Geovanni de encima, solo viene aquí a molestar, ese imbecille³ está llamando demasiado la atención y puede atraer miradas no adecuadas para el negocio, ahora eres el jefe, tu padre le tenía lástima, pero, tú no tienes ese problema, haz algo.Marko jugó con el vaso de whisky que traía en la mano antes de hablarle a Orazio.—¿Estás diciéndome que hacer? —preguntó con aparente tranquilidad.Orazio se removió en su asiento, sabía que detrás de esa calma había un demonio tratando de salir.—No, te estoy poniendo al corriente de lo que está haciendo Geovanni. Ya sabrás tú qué hacer con él.—Bien, ¿Dónde está lo que pedí? —preguntó Marko luciendo aburrido, hoy no quería hablar de Geovanni, solo desconectar descargándose en lo más profundo de una garganta femenina.Marko estaba al exigir la mujer que había pedido cuando entró un sgarrista⁴ pidiendo disculpas por entrar sin llamar.—¡¡Cazzo⁵!! —Gritó Orazio alterado porque el soldado entrara así en su oficina delante del jefe—, Che cazzo stai facendo entrando senza bussare?⁶—Scusa, Renzo me envió a informar que varios hombres fueron heridos mientras estaban con Geovanni. —respondió el soldado.—¿Dónde están? —preguntó Marko dejando el vaso sobre la mesa y poniéndose de pie.—En su casa, señor, sus hombres ya están listos para partir.Marko salió de la oficina de Orazio con ganas de asesinar a alguien, a Geovanni principalmente, su primo ya tenía veintiséis años para comportarse como un jovencito.—Merde⁷!! Al final tendré que hacer algo con él, o perderé el respeto de los demás, ¡¡palle⁸!!🗡🗡🗡🗡
Marko escuchaba la explicación de su primo, apretando los dientes y la cabeza baja, haciendo lo imposible por no cogerlo por el cuello y acabar con él, habían muerto dos sgarrista, que Marko no sabía cómo habían escalado tanto si se dejaban llevar por Geovanni.
—¡¡Tenía que hacerlo!! Estaba fácil de m@tar. —decía Geovanni a Renzo.—¿Y lo m@taste? —preguntó Marko haciendo que Geovanni temblara por la respuesta que tenía que dar.—No, les llegó ayuda.—Huumm, ¿No te deje bien claro que se iba a actuar contra los Mancuso cuando yo diera la orden? —Gritó Marko.—Sí, pero…—Sei uno stronzo¹⁰!! —Volvió a gritar Marko—. Non voglio più parlare con te!¹¹ Fuera de mi vista.A Geovanni no hubo que repetírselo, salió casi corriendo de la habitación, para diversión de Renzo.—No te rías por Dios, tendré que actuar en consecuencias con él, ya se está pasando en lo que hace.—Bueno, dejemos a Geovanni de lado un rato, al tonto se le olvidó decirte algo importante que averiguó en su ataque fallido.Marko miró con atención a su capo società, preguntándose que información valiosa podía tener el imbecille de Geovanni.—Paolo trajo una mujer con él, la misma que lo acompañó en Venecia y tuvieron paseos románticos, ¿Quién crees que sea? No creo que Giorgia Mancuso acepte a cualquiera en su casa.«¿Una mujer? Interesante»—¿Qué quieres que hagamos con esta información? —preguntó Renzo a su capo locale.🗡🗡🗡🗡
¹ Bienvenida a casa, hermosa, me disculpo por no haber llegado antes.
² Mi hermano
³ Imbécil⁵ Literalmente Pene, aunque más bien equivale a nuestro Carajo, Coño, M****a.
⁶ ¿Qué coño haces entrando sin llamar?
⁷ Disculpen
⁸ M****a
⁹ literalmente, Pelotas. Aquellas a las que nosotros nos referimos como Huevos o Cojones.
¹⁰ Eres un idiota o, eres un gilipollas.
¹¹ ¡No quiero hablar más contigo!¹² el jefe general, todos los campos cuentan con uno.
Marko lo meditó, quería ir contra los Mancuso cuanto antes, no quería verse como un jefe débil que no podía actuar cuando era atacado, sin embargo, no quería apresurar las cosas, si actuaba antes de tiempo, sin un plan bien elaborado, sin tener más información, podría fracasar como fracasó Geovanni el día de hoy, y eso, eso lo haría ver mucho más débil a ojos de su gente, aliados y de sus enemigos, no lo podía permitir, su puesto se lo había ganado a pulso, no por haber sido hijo de Flavio De Luca, suspiró y miró a su capo società, su jefe general era su primo de mayor confianza, con quien más afinidad sintió, lo que nunca sintió con su propio hermano, un inútil que solo sabía gastar dinero, sin importarle de donde salía mientras pudiera gastar en lo que quisiera, las veces que tuviera un capricho. —Estoy seguro de que lo mejor es recopilar información, ver cómo acabar con ellos poco a poco, ¿qué piensas? —Consultó con Renzo, como su capo società, no como su primo. —Que debe ser así
Paolo levantó a Claudia pasándole un brazo por debajo de las piernas y otro por detrás de la espalda, y sin darle tiempo a reaccionar la dejó caer suavemente en la cama, subió rápido posicionándose encima de ella, le tomó las manos sujetándola por encima de la cabeza y acercando el rostro al de ella, solo separándolos unos milímetros le respondió:—No tesoro, tu lugar es aquí, conmigo. Hay un papel que firmaste que dice que eres mía.Claudia pasó en un segundo por varios estados de ánimo, sorpresa, miedo, tristeza y por último enojo. Le daba coraje que Paolo no le dijera en donde se iba a meter al casarse con él. La enojaba que ahora se autoproclamara dueño de ella, a ella que siempre fue tan libre. Claudia lo miró a los ojos sin reconocerlo, se veía calmado, como si fuera otro hombre, aunque por fuera no hubiera ningún cambio significativo.—Sé que me quieres, y con el tiempo llegarás a amarme. —comentó Paolo mientras tomaba las manos de ella en un fuerte agarre con una de las suyas
—¡No me toques! Estoy muy enfadada contigo. —gritó Claudia enojada cuando Paolo intentó abrazarla.Él hizo el intento de abrazarla otra vez, pero dejó caer las manos cuando ella frunció el ceño y apretó los labios. Ellos habían terminado de tener una conversación, Claudia le había planteado que quería trabajar si ya no era una opción regresar a su país, en este punto habían tenido una pequeña discusión, Paolo no creía conveniente que ella lo hiciera por el momento.«—¿Por qué no? —había preguntado ella.—Mi clan está en guerra con otro clan vecino, y puede ser muy peligroso para ti —respondió él.—Tu hermana y tu cuñada van a la universidad, ¿por qué yo no puedo trabajar? Además, no sería mañana, tengo que esperar al menos tres meses para poder hacerlo. —Intentó nuevamente de convencerlo.La respuesta de Paolo fue decir que solo trataron de protegerla, Allegra y Giada sabían cuando podían y cuando no podían salir de la casa, Claudia se enojó más si eso era posible, pensaba que Paolo l
Paolo observaba a Claudia desde la terraza, estaba completamente seguro de que ella estaría unos días disgustada por la mentira por omisión y luego todo volvería a ser como antes, como los pocos meses que llevaban de relación antes de llegar a Calabria. Una sonrisa ladeada asomó a sus labios, tenía el método perfecto para convencerla, Claudia era muy sexual, ser seducida por él no la dejaría pensar en nada más, y ese sería su plan inicial, comenzaría por ahí, distrayéndola para hacerla olvidar, o al menos se acostumbrará como su hermana lo hizo, como su madre, como su abuela y tantas generaciones de su familia, está vez hará lo posible y lo imposible para no repetir el error que cometió con Livia. Paolo siguió contemplándola, Claudia movía los pies en el agua y tenía la cara levantada mirando hacia el cielo azul. Suspiró complacido, su mujer estaba encantada con las vistas del mar, lo había dejado claro al no salir prácticamente de aquella terraza desde que Allegra se la mostró. Las v
Claudia miró de arriba hacia abajo al hombre que tenía frente a ella, levantó una ceja y cruzándose de brazos respondió de manera altanera:—¿No lo ve? Estoy saliendo de aquí, me voy a mi casa.Orazio comenzó a reír, e hizo señas al guardia para que la llevara dentro de la habitación.—¡Suéltame!, ¡déjame ir! —Gritaba ella mientras el guardia la arrastraba dentro.Orazio rio más fuerte y Claudia trató de llegar a él para hacerlo callar. Sus uñas casi lograron su objetivo de alcanzar su rostro, pero el soldado ejerció un poco más de fuerza bruta y lo alejó del hombre que la estaba haciendo enojar con su risa burlesca.—Me divierte como actúas; sin embargo, no lo intentes otra vez. —dijo Orazio quedando serio de repente—, si no, lo pasarás muy mal, muyy maall.—Lo volveré a intentar. —respondió la cubana tratando de no parecer asustada por la amenaza.La mujer que le había llevado la comida escogió ese mismo instante para seguir su camino, se había quedado parada detrás de ellos en el p
La puerta se abrió y Claudia se incorporó en el colchón esperando que la chica que cada día le lleva la cena entre por la puerta, hizo una mueca de desagrado cuando fue Orazio quien entró en la habitación.—Ponte de pie —ordenó él quedándose cerca de la puerta—; hoy comenzaremos tu entrenamiento.Claudia preguntó a qué entrenamiento se refería y al recibir la respuesta se negó, diciendo que ella no haría tal cosa, Orazio sonrió y le dijo que ella no tenía decidía que hacer y que no.—Ven conmigo por las buenas, o te llevaré arrastrando por cabello a través del pasillo hasta donde tenemos que ir.Claudia pensó seguir negándose, pero lo pensó mejor, si salía de esta habitación tendría mejor chance de escapar, reconocer el lugar y ver los lugares vulnerables. Se puso de pie y salió con la cabeza levantada, pasando frente a Orazio tratando de no tocarlo.—¿Para dónde tenemos que ir? —preguntó de espaldas a Orazio, ansiosa por salir a cualquier sitio fuera de allí.Orazio la tomó por un br
Claudia observaba la ciudad a través del cristal de la ventanilla del auto con la frente apoyada en este. Se había resistido a tener que hacer este viaje, Orazio la amenazó si no lo hacía, diciéndole que regresaría a la habitación en la cual estaba a su llegada al club, el mismo día que la había llevado con las demás había recibido una pequeña habitación con mejores condiciones, ella le respondió altanera por la amenaza recibida y había recibido una cachetada tan fuerte que le había dejado una marca, marca que ahora llevaba escondida por el maquillaje. Se puso una mano en la mejilla, jurando que ese hombre recibiría su merecido por lo que le estaba haciendo. Claudia suspiró y pasó la punta de un dedo por el cristal, y se puso a pensar en Paolo, en qué estaría haciendo, ¿la estaría buscando? ¿Qué mierda estás haciendo que no me has encontrado?—Estamos llegando, cambia la cara por una más alegre, el cliente está pagando mucho dinero por ti. —Exigió Luigi, Orazio la había enviado con él
Orazio maldijo su suerte, las cosas no salieron cómo esperaba, no era así como quería decirle a Marko lo que había hecho, quería hacerlo después de haber obtenido resultados favorables, donde solo recibiría elogios de su primo. Ahora Marko se veía más tenso que nunca. Orazio se sentía incómodo, la vista de los presentes estaban fijos en ellos, y no quería verse débil, así que intentaría llevarlo a su terreno.—¿Podemos hablar en mi oficina? No quiero espectadores cuando te explique mi decisión de hacerlo. —pidió Orazio en voz baja cerca de Marko.—No creo que tengas una explicación plausible para tu desobediencia, dejé perfectamente claro que ella no trabajaría en el club. ¿Qué no entendiste de mis palabras? —respondió Marko enojado.—Eso es porque no la has visto, cuando lo haga entenderás el porqué. —insistió Orazio, tratando de evitar lo que venía detrás del exabrupto de Marko.Marko caminó de un lado a otro, la adrenalina generada al saber que una de las propiedades del clan estab