Paolo levantó a Claudia pasándole un brazo por debajo de las piernas y otro por detrás de la espalda, y sin darle tiempo a reaccionar la dejó caer suavemente en la cama, subió rápido posicionándose encima de ella, le tomó las manos sujetándola por encima de la cabeza y acercando el rostro al de ella, solo separándolos unos milímetros le respondió:—No tesoro, tu lugar es aquí, conmigo. Hay un papel que firmaste que dice que eres mía.Claudia pasó en un segundo por varios estados de ánimo, sorpresa, miedo, tristeza y por último enojo. Le daba coraje que Paolo no le dijera en donde se iba a meter al casarse con él. La enojaba que ahora se autoproclamara dueño de ella, a ella que siempre fue tan libre. Claudia lo miró a los ojos sin reconocerlo, se veía calmado, como si fuera otro hombre, aunque por fuera no hubiera ningún cambio significativo.—Sé que me quieres, y con el tiempo llegarás a amarme. —comentó Paolo mientras tomaba las manos de ella en un fuerte agarre con una de las suyas
—¡No me toques! Estoy muy enfadada contigo. —gritó Claudia enojada cuando Paolo intentó abrazarla.Él hizo el intento de abrazarla otra vez, pero dejó caer las manos cuando ella frunció el ceño y apretó los labios. Ellos habían terminado de tener una conversación, Claudia le había planteado que quería trabajar si ya no era una opción regresar a su país, en este punto habían tenido una pequeña discusión, Paolo no creía conveniente que ella lo hiciera por el momento.«—¿Por qué no? —había preguntado ella.—Mi clan está en guerra con otro clan vecino, y puede ser muy peligroso para ti —respondió él.—Tu hermana y tu cuñada van a la universidad, ¿por qué yo no puedo trabajar? Además, no sería mañana, tengo que esperar al menos tres meses para poder hacerlo. —Intentó nuevamente de convencerlo.La respuesta de Paolo fue decir que solo trataron de protegerla, Allegra y Giada sabían cuando podían y cuando no podían salir de la casa, Claudia se enojó más si eso era posible, pensaba que Paolo l
Paolo observaba a Claudia desde la terraza, estaba completamente seguro de que ella estaría unos días disgustada por la mentira por omisión y luego todo volvería a ser como antes, como los pocos meses que llevaban de relación antes de llegar a Calabria. Una sonrisa ladeada asomó a sus labios, tenía el método perfecto para convencerla, Claudia era muy sexual, ser seducida por él no la dejaría pensar en nada más, y ese sería su plan inicial, comenzaría por ahí, distrayéndola para hacerla olvidar, o al menos se acostumbrará como su hermana lo hizo, como su madre, como su abuela y tantas generaciones de su familia, está vez hará lo posible y lo imposible para no repetir el error que cometió con Livia. Paolo siguió contemplándola, Claudia movía los pies en el agua y tenía la cara levantada mirando hacia el cielo azul. Suspiró complacido, su mujer estaba encantada con las vistas del mar, lo había dejado claro al no salir prácticamente de aquella terraza desde que Allegra se la mostró. Las v
Claudia miró de arriba hacia abajo al hombre que tenía frente a ella, levantó una ceja y cruzándose de brazos respondió de manera altanera:—¿No lo ve? Estoy saliendo de aquí, me voy a mi casa.Orazio comenzó a reír, e hizo señas al guardia para que la llevara dentro de la habitación.—¡Suéltame!, ¡déjame ir! —Gritaba ella mientras el guardia la arrastraba dentro.Orazio rio más fuerte y Claudia trató de llegar a él para hacerlo callar. Sus uñas casi lograron su objetivo de alcanzar su rostro, pero el soldado ejerció un poco más de fuerza bruta y lo alejó del hombre que la estaba haciendo enojar con su risa burlesca.—Me divierte como actúas; sin embargo, no lo intentes otra vez. —dijo Orazio quedando serio de repente—, si no, lo pasarás muy mal, muyy maall.—Lo volveré a intentar. —respondió la cubana tratando de no parecer asustada por la amenaza.La mujer que le había llevado la comida escogió ese mismo instante para seguir su camino, se había quedado parada detrás de ellos en el p
La puerta se abrió y Claudia se incorporó en el colchón esperando que la chica que cada día le lleva la cena entre por la puerta, hizo una mueca de desagrado cuando fue Orazio quien entró en la habitación.—Ponte de pie —ordenó él quedándose cerca de la puerta—; hoy comenzaremos tu entrenamiento.Claudia preguntó a qué entrenamiento se refería y al recibir la respuesta se negó, diciendo que ella no haría tal cosa, Orazio sonrió y le dijo que ella no tenía decidía que hacer y que no.—Ven conmigo por las buenas, o te llevaré arrastrando por cabello a través del pasillo hasta donde tenemos que ir.Claudia pensó seguir negándose, pero lo pensó mejor, si salía de esta habitación tendría mejor chance de escapar, reconocer el lugar y ver los lugares vulnerables. Se puso de pie y salió con la cabeza levantada, pasando frente a Orazio tratando de no tocarlo.—¿Para dónde tenemos que ir? —preguntó de espaldas a Orazio, ansiosa por salir a cualquier sitio fuera de allí.Orazio la tomó por un br
Claudia observaba la ciudad a través del cristal de la ventanilla del auto con la frente apoyada en este. Se había resistido a tener que hacer este viaje, Orazio la amenazó si no lo hacía, diciéndole que regresaría a la habitación en la cual estaba a su llegada al club, el mismo día que la había llevado con las demás había recibido una pequeña habitación con mejores condiciones, ella le respondió altanera por la amenaza recibida y había recibido una cachetada tan fuerte que le había dejado una marca, marca que ahora llevaba escondida por el maquillaje. Se puso una mano en la mejilla, jurando que ese hombre recibiría su merecido por lo que le estaba haciendo. Claudia suspiró y pasó la punta de un dedo por el cristal, y se puso a pensar en Paolo, en qué estaría haciendo, ¿la estaría buscando? ¿Qué mierda estás haciendo que no me has encontrado?—Estamos llegando, cambia la cara por una más alegre, el cliente está pagando mucho dinero por ti. —Exigió Luigi, Orazio la había enviado con él
Orazio maldijo su suerte, las cosas no salieron cómo esperaba, no era así como quería decirle a Marko lo que había hecho, quería hacerlo después de haber obtenido resultados favorables, donde solo recibiría elogios de su primo. Ahora Marko se veía más tenso que nunca. Orazio se sentía incómodo, la vista de los presentes estaban fijos en ellos, y no quería verse débil, así que intentaría llevarlo a su terreno.—¿Podemos hablar en mi oficina? No quiero espectadores cuando te explique mi decisión de hacerlo. —pidió Orazio en voz baja cerca de Marko.—No creo que tengas una explicación plausible para tu desobediencia, dejé perfectamente claro que ella no trabajaría en el club. ¿Qué no entendiste de mis palabras? —respondió Marko enojado.—Eso es porque no la has visto, cuando lo haga entenderás el porqué. —insistió Orazio, tratando de evitar lo que venía detrás del exabrupto de Marko.Marko caminó de un lado a otro, la adrenalina generada al saber que una de las propiedades del clan estab
Cuando Luigi vio que Marko tomó por un brazo a Claudia y la acercó a él, pensó que sería olvidado, pero el alivio duró poco, el capo le dijo que enseguida hablaría con él.—Hay personas aquí que necesitan saber quien soy yo —informó Marko tomando la barbilla de Claudia entre sus dedos apretando un poco fuerte, luego exclamó frente a su cara—, no sé, ni me importa lo que Mancuso te permitía, pero aquí mando yo, me vas a hablar con respeto, y no serás tan insolente, o te irá muy mal, ¿Entendiste?Claudia quería responder con otra grosería y darle unos golpes en el proceso, sin embargo, lo pensó mejor, por el rabillo de un ojo, veía que todos los miraban con miedo, menos un solo hombre que los observaba con aburrimiento. Esto solo confirmaba, que no estaba frente a cualquier matón, era un de los jefes grandes, así que era mejor calmarse, la podía matar sin consecuencias.—¿Entendiste? —repitió Marko, exigiendo una respuesta.—Sí, entendí desde la primera vez que preguntaste. —respondió C