Capítulo 142.

Bennett

Mi cordura ya no existe más. No puedo hacer algo si la serpiente rusa no se cuela por cada maldit0 pensamiento que tengo. Es escurridiza. Una entrometida porque a pesar tener dos balazos y dos puñaladas de su autoría, que duelen como la mierd@, no puedo dejar de perseguirla.

La veo por el retrovisor y esta solo come chocolate en barra hablándole a Cerbero que se muestra tranquilo.

Mucho más maduro que su dueña.

—Y nunca seas como el tonto que conduce, mi amor. —le dice ella arruinando más mi humor. —No des regalos con doble intención. Eso habla pestes de tí.

Desde que activé la alerta en la cabaña supe que había salido de su casa. Seguí su ruta a través del monitor, pero al ver que se detuvo tuve que conducir hasta ese sitio en donde mi sorpresa fue peor cuando vi a Taddeo, a quien creía que ya había salido rumbo a Italia, pues así lo dijo.

En cambio los encuentro juntos y la descarada...

La sangre me hierve de solo recordar que lo besó. Cuatro segundos duró, cuatro putos
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